En junio de 1942 una fuerza de 2.500 soldados japoneses desembarcaron en Kiska y Attu, dos de las islas más occidentales del archipiélago de las Aleutianas, y las ocuparon sin encontrar oposición. Los desembarcos formaban parte del plan de Yamamoto de expandir el perímetro defensivo japonés ocupando las Aleutianas occidentales y Midway y forzar a la flota estadounidense a presentar la batalla decisiva.
Después del desastre de la Marina Imperial en Midway la ocupación de las dos islas tomó una importancia inesperada, al menos desde el punto de vista propagandístico. El pueblo japonés no supo nada de la derrota en Midway, y sin embargo fue informado de la ocupación de las Aleutianas como si de una gran victoria se tratase. Por contra, a pesar de que se habían convertido en el único territorio norteamericano propiamente dicho ocupado por el enemigo, la respuesta inicial estadounidense fue casi de indiferencia. En los meses siguientes la estrategia norteamericana fue mantener la presión sobre los japoneses sin destinar demasiados recursos a la región, aunque poco a poco el volumen de fuerzas implicado en el Pacífico Norte fue aumentando hasta alcanzar cantidades considerables. Además de un efectivo bloqueo naval que dificultaba la llegada de suministros a las guarniciones japonesas, éstas estaban sometidas a frecuentes bombardeos aéreos, cada vez más duros y constantes a medida que los estadounidenses iban construyendo aeródromos cada vez más cercanos a las islas ocupadas por los japoneses. Al principio, cuando los ataques aéreos partían de Umnak, tan sólo podían bombardear Kiska (Attu quedaba fuera del radio de acción de los aviones estadounidenses); cuando los norteamericanos construyeron un aeródromo en Adak la distancia se redujo a la mitad, y Attu comenzó a ser bombardeada también; finalmente construyeron otro en Amchitka, a tan sólo 40 millas al este de Kiska. La construcción del aeródromo de Adak en septiembre de 1942 hizo creer a los japoneses de que los estadounidenses estaban preparando una ofensiva por el norte, lo que les llevó a reforzar las guarniciones de Attu y Kiska, a pesar de sus problemas de abastecimientos. El plan inicial había sido mantener guarniciones en ambas islas hasta la llegada del invierno, para después abandonarlas y volver a ocuparlas en la primavera (se suponía que en un clima tan duro ninguno de los dos bandos podría iniciar operaciones durante el invierno). Pero en lugar de evacuar las guarniciones ambas fueron reforzadas con miles de hombres, que comenzaron a trabajar en fortificaciones defensivas. Además iniciaron la construcción de dos aeródromos, para poder contrarrestar el dominio estadounidense del aire y defenderse de los continuos bombardeos. No consiguieron terminar ninguno de los dos, después de estar meses trabajando en ellos en unas condiciones durísimas y sin maquinaria pesada.
Soldados japoneses preparando posiciones defensivas en las montañas:
Estos soldados arrastran por la nieve una ametralladora Tipo 92:
A medida que pasaba el tiempo los problemas de abastecimientos eran cada vez mayores. Las dos guarniciones japonesas llevaban meses con los alimentos racionados cuando el almirante Hosogaya trató de romper el bloqueo mandando una poderosa fuerza de combate al norte para escoltar a tres transportes con destino a Attu y Kiska. El intento terminó con la retirada de la flota japonesa tras la batalla de las islas Komandorski a finales de marzo de 1943. El fracaso de la marina japonesa en romper el bloqueo decidió el destino de las guarniciones de Attu y Kiska, que desde entonces sólo pudieron ser reabastecidas ocasionalmente por submarinos.
El Estado Mayor estadounidense no era partidario de desviar fuerzas necesarias en otros teatros de operaciones para reconquistar Attu y Kiska, pero a comienzos de 1943 el general Marshall dio permiso para que comenzasen los preparativos de una operación en las Aleutianas utilizando recursos limitados pertenecientes al Mando de Defensa Oeste. Para la operación podían contar con la 7ª División de Infantería, que había pasado los meses anteriores en el desierto de Mojave adiestrándose para combatir en el norte de Africa. La división, sin experiencia de combate y sin entrenamiento en climas árticos (todo lo contrario), fue enviada a Oregón a hacer prácticas de desembarcos anfibios. Sabiendo los limitados recursos de los que se disponía para la operación, el almirante Thomas Kinkaid, comandante de la Fuerza del Pacífico Norte, propuso al general John L. DeWitt, comandante del Mando de Defensa Oeste, dejar de lado Kiska y utilizar las fuerzas disponibles para atacar Attu, en el extremo occidental de las Aleutianas, con una importancia menor y con menos defensores japoneses. De hecho, como muestra de su menor importancia estratégica, los japoneses ya habían evacuado temporalmente Attu, entre septiembre y octubre de 1942, cuando su guarnición fue trasladada a Kiska para centrarse en la defensa de ésta última (hasta que llegó la contraorden de Tokio, que obligó a reforzar las defensas de ambas islas). Fue una de las primeras ocasiones en que los estadounidenses optaron por pasar de largo los objetivos más importantes dejándolos aislados para atacar otros menores, una estrategia que utilizaron durante toda la guerra en el Pacífico. La inteligencia norteamericana estimaba que habría unos 500 defensores japoneses en Attu, por lo que una fuerza de una división sería más que suficiente para ocupar la isla. En realidad la guarnición japonesa era de unos 2.600 hombres, que habían estado los últimos meses trabajando en preparar sus defensas.
Al terminar el adiestramiento la 7ª División embarcó en San Francisco con rumbo desconocido. Cuando los transportes pusieron rumbo norte las tropas fueron informadas de que su objetivo iba a ser recuperar una de las islas ocupadas por los japoneses en las Aleutianas. Se distribuyó entre los hombres uniformes para el frío, incluyendo unas botas de cuero que demostraron ser totalmente inútiles para moverse por la nieve.
El ataque aliado se retrasó varias veces a causa del mal tiempo. El Día D había sido programado para el 8 de mayo de 1943, después se aplazó para el día siguiente, y finalmente se fijó para el domingo 11 de mayo.
Hombres de la 7ª División en uno de los transportes que les llevaban a Attu:
El viaje se aprovecha para repasar los planes, con la ayuda de una maqueta de la isla:
A pesar de que el clima seguía siendo malo, con lluvias y fuertes vientos, el desembarco de las tropas estadounidenses en Attu el día 11 fue tranquilo. Una densa niebla cubría la isla y ocultó las operaciones al enemigo. Los primeros en desembarcar fueron los hombres de la 7ª Compañía de exploradores, que desembarcaron de tres submarinos en diferentes puntos de la costa para reconocer el terreno, entre las 3:30 y las 5:00 horas. El grueso de las fuerzas estadounidenses se había dividido en dos grupos principales, unos como objetivo el norte de la isla y otros el sur. Los primeros 1.000 hombres de la Fuerza Norte desembarcaron en Hortz Bay a las 14:50 horas, sin muchos problemas. El desembarco de 2.000 hombres de la Fuerza Sur en Massacre Bay fue más accidentado: varias lanchas chocaron contra rocas apenas cubiertas por el agua, y otras dos lanchas chocaron entre sí a causa de la densa niebla. El plan era que las dos fuerzas se dirigiesen al interior de la isla hasta unirse, para a continuación empujar a los restos de las tropas japonesas hacia el este (donde se encontraba Chicagof Harbor, el único poblado de la isla y cuartel general japonés) atrapándolas contra el mar.
Fotografías de los desembarcos en Attu el 11 de marzo; los hombres descienden a las lanchas desde los transportes y se dirigen a las playas a través de la niebla:
La Fuerza Norte avanzó siguiendo la línea de la costa, con un batallón de exploradores cubriendo su flanco derecho. La Fuerza Sur ascendió desde las playas de Massacre Bay hacia el interior de la isla por un valle conocido como Massacre Valley. Nada más salir de las playas los hombres se encontraron sobre la tundra nevada, y los primeros vehículos se quedaron atascados incapaces de seguir avanzando. Los estadounidenses comprendieron que no podrían utilizar sus vehículos ni su artillería, y que iban a tener que ocupar la isla a pie; mientras, en las playas comenzaron a amontonarse grandes cantidades de vehículos y pertrechos que no podían llevar consigo. Además, el apoyo aéreo, a cargo de los aparatos del portaaviones de escolta Nassau, fue muy limitado debido a la densa niebla que cubría más del 90% de la isla. Esa fue una constante durante el tiempo que duraron las operaciones. Cuando los aviones conseguían sobrevolar la isla en numerosas ocasiones acabaron bombardeando unidades amigas. También a causa de la falta de visibilidad las fuerzas desembarcadas no pudieron contar con el apoyo artillero de la flota, formada por los acorazados Nevada, Idaho y Pennsylvania, seis cruceros y 19 destructores (además del Nassau).
Coronel Wayne C. Zimmerman, comandante de la Fuerza Sur:
Hasta la tarde del día siguiente, cuando el tiempo tuvo una mejoría, los atacantes no pudieron contar con la ayuda de la aviación ni de la artillería naval. En esos dos primeros días las fuerzas estadounidenses se encontraban atascadas, debido al fuego enemigo y a las dificultades del terreno. Mientras, en las playas seguían desembarcando refuerzos que aumentaban la congestión.
Los japoneses renunciaron a enfrentarse a los invasores en las playas, a pesar de que allí los estadounidenses se encontraban en una posición de difícil defensa debido al atasco que había en ellas por los vehículos inmovilizados. Las tropas japonesas optaron por atrincherarse en el interior, en posiciones elevadas. Cubiertos por la niebla y ocultos entre los riscos esperaban la llegada de los estadounidenses para abrir fuego sobre ellos desde innumerables posiciones de francotiradores y nidos de ametralladoras.
Desembarco en Massacre Bay el segundo día de operaciones, el 12 de mayo:
Soldados estadounidenses descargando suministros en la playa de Massacre Bay, el 13 de mayo:
Cañón japonés de 75 mm en una posición capturada por los estadounidenses:
Las tropas estadounidenses comenzaron a sufrir enormemente de los efectos del frío. Cientos de soldados sufrieron amputaciones a causa de congelaciones y "pie de trinchera" (más de la cuarta parte de todas las bajas norteamericanas fueron causadas por congelaciones). Las tropas norteamericanas, perdidas en la niebla, a menudo se veían obligadas a combatir durante horas sin disponer de ningún refugio contra el frío. La batalla de Attu fue esencialmente una batalla de infantería. El duro clima, con la isla casi permanentemente cubierta de niebla y azotada continuamente por fuertes vientos, limitó mucho el empleo de aviación. El terreno (en las zonas bajas la tundra blanda cubriéndolo todo, y en las alturas riscos húmedos y piedras cortantes como cuchillos cubiertas por la nieve) hizo imposible el empleo de equipo mecanizado y de casi cualquier tipo de vehículo motorizado.
La mayor parte de los suministros y las municiones tenían que ser transportados a pie. Los tractores eran pocos y eran muy vulnerables al fuego enemigo:
La única salida de Blue Beach, una de las dos playas de desembarco de Massacre Bay, era un riachuelo que desembocaba en ella. Los tractores podían aprovechar el suelo pedregoso de ese curso de agua para circular por él, ya que cualquier vehículo que intentaba moverse por la taiga que lo rodeaba acababa hundido en ella. Este tractor regresa vacío río abajo, para recargar en la playa:
Día tras día la tónica era la misma: lentos y costosos avances estadounidenses y continuos ataques japoneses desde posiciones bien cubiertas, preparadas de antemano. Así transcurrieron los ocho primeros días, con combates casi continuos. Finalmente el 18 de mayo de 1943 la Fuerza Norte y la Fuerza Sur hicieron contacto en Jarmin Pass, en el centro de la isla, siguiendo el plan original. Hasta ese momento los estadounidenses habían desembarcado 12.500 hombres. A partir de entonces los japoneses quedaron cercados en una bolsa que comprendía las escarpadas colinas de Fish Hook Ridge y el valle que conducía a Chicagof Harbor. Poco a poco los estadounidenses iban ganando terreno, haciendo valer su superioridad numérica, la falta de suministros del enemigo y los apoyos de la flota y la aviación.
Soldados estadounidenses avanzan hacia el interior de la isla por pasos nevados entre las montañas:
Nada más conocerse en Tokio el desembarco estadounidense el Estado Mayor Imperial dio la orden de enviar refuerzos a Attu inmediatamente; pero, conscientes de que era imposible de cumplir, la orden fue revocada días después. En su lugar el 21 de mayo se emitió la orden de evacuar las guarniciones de las islas de Attu y Kiska en cuanto fuese posible. Hubo algunos intentos japoneses de ayudar a los defensores de Attu, enviando submarinos o bombarderos con base en las Kuriles, pero todos ellos fracasaron. El día 23, dieciséis bombarderos Betty atacaron a las fuerzas estadounidenses en Attu, con el único resultado de que cinco de ellos fueron derribados por los cazas enemigos. El 28 de mayo los japoneses renunciaron definitivamente a cualquier intento de socorrer a los defensores de Attu.
Ese día, abandonados a su suerte, superados en número, sin comida ni municiones para seguir resistiendo, los japoneses mataron a sus propios heridos con inyecciones de morfina. A continuación lanzaron granadas dentro de la tienda que servía de hospital de campaña, para asegurarse de que no quedaba ninguno con vida. El coronel Yasuyo Yamasaki, comandante de las fuerzas japonesas en Attu, ideó un plan, un último y desesperado intento de dar la vuelta al curso de la batalla, que ya parecía irremediablemente perdida. Aprovechando la noche conduciría a los restos de sus fuerzas (unos 800 hombres de una fuerza inicial de 2.600) contra un punto débil de las líneas estadounidenses, capturaría un alto llamado Engineer Hill (la Colina del Ingeniero) donde estaba situada una batería de artillería enemiga, capturaría los cañones y los utilizaría para bombardear Massacre Bay, donde seguían amontonándose los suministros estadounidenses.
El 29 de mayo de 1943 a las 3:15 a.m., los hombres de Yamasaki aprovecharon la eterna niebla y lograron abrirse camino a través de las líneas norteamericanas sin ser descubiertos. Diez minutos más tarde, con la batería de artillería de Engineer Hill a la vista, el comandante japonés ordenó una carga. Los japoneses atravesaron un campamento estadounidense, matando a muchos de los heridos de un hospital de campaña que se encontraba en su camino. Los estadounidenses, recuperados de la sorpresa, rápidamente reunieron sus fuerzas y contraatacaron, haciendo retirarse a los japoneses tras una terrible lucha cuerpo a cuerpo en medio de la niebla. El fracaso del plan de Yamasaki acabó con la moral japonesa. Yamasaki ordenó una nueva carga banzai, en la que él mismo y la mayor parte de sus hombres acabaron muertos. Los supervivientes se suicidaron en masa con granadas, haciéndolas explotar sujetándolas contra el pecho. La batalla de Attu había terminado.
Japoneses muertos después del ataque final del 29 de mayo:
Las cifras finales de bajas en la batalla fueron espantosas. Los norteamericanos sufrieron 3.829 bajas, aproximadamente el 25% de la fuerza de invasión (en proporción fue la segunda cifra más alta que tuvieron en toda la guerra después de Iwo Jima). De estos, 549 fueron muertos, 1.148 heridos, 1.200 con congelaciones graves, 614 bajas por enfermedad, y los 318 restantes debidos a otras causas (hubo muchas bajas por fuego amigo). En el lado japonés, los estadounidenses enterraron a 2.351 cadáveres de soldados enemigos, y se supone que algunos cientos más habían sido enterrados anteriormente por los propios japoneses. Tan sólo capturaron a 28 prisioneros, todos ellos demasiado débiles para seguir combatiendo. No había ningún oficial entre ellos. Los japoneses habían luchado prácticamente hasta el último hombre. Los estadounidenses pudieron comprobar que muchos de los soldados enemigos estaban armados únicamente con una bayoneta.
El 15 de agosto de 1943 comenzó la invasión aliada de Kiska. Una fuerza conjunta estadounidense-canadiense de 35.000 hombres, considerablemente mejor preparados y equipados que los que habían tomado Attu tres meses antes, desembarcó tras un formidable bombardeo naval. Los atacantes no encontraron la oposición que esperaban, ya que se llevaron la sorpresa de que la isla estaba desierta. En una audaz acción los japoneses habían evacuado la guarnición tres semanas antes, utilizando submarinos y barcos de superficie. Sin embargo hubo cerca de doscientas bajas aliadas, de ellas más de setenta fueron por fuego amigo o por trampas preparadas por los japoneses (21 muertos y 50 heridos), el resto por "pie de trinchera" o enfermedad.
Terminaba así la campaña de las Aleutianas, una de las más duras y al mismo tiempo de las menos conocidas de la guerra en el Pacífico.
Fuentes principales:
http://www.hlswilliwaw.com/aleutians/attu-homepage.htm
handle.dtic.mil/100.2/ADA437056
http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/batallas/aleutianas2.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_las_Islas_Aleutianas
http://commons.wikimedia.org/wiki/Battle_of_Attu
http://www.nps.gov/history/NR/travel/aviation/att.htm
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