En junio de 1941 la Royal Navy inició una campaña contra uno de los puntos débiles de los submarinos y buques corsarios de superficie que atacaban el tráfico mercante británico en el Atlántico: los buques de abastecimiento que les suministraban combustible, torpedos y alimentos y les permitían prolongar sus periodos de patrulla.
El 3 de junio los cruceros británicos Kenya y Aurora sorprendieron al buque cisterna Belchen mientras abastecía de combustible al submarino U-93 en alta mar, unas 80 millas al suroeste de Groenlandia. Los cruceros abrieron fuego, alcanzando al Belchen con varios cañonazos, y obligando a la tripulación alemana a hundir el buque para evitar su captura. Los británicos habían visto sumergirse al submarino y se alejaron sin recoger a los supervivientes, pero estos serían rescatados más tarde por el U-93.
El 4 de junio fue un día fatídico para los buques de abastecimiento alemanes en el Atlántico. A setecientas millas al oeste del cabo Finisterre el buque cisterna Gedania fue capturado por el Marsdale, un Ocean Boarding Vessel (mercante utilizado por la Royal Navy para misiones de vigilancia). A doscientas millas de distancia, 380 millas al nordeste de las Azores, el barco de abastecimiento Gonzenheim fue localizado por el crucero auxiliar (mercante armado) Esperance Bay y los aviones del portaaviones Victorious. La tripulación hundió el buque, y sus 63 tripulantes fueron rescatados por el crucero británico Neptune. Por último, 750 millas al suroeste de las islas de Cabo Verde, el crucero London y el destructor Brilliant interceptaron al petrolero alemán Esso Hamburg, que fue también hundido por su tripulación.
Al día siguiente el London y el Brilliant descubrieron en la misma zona a otro barco de abastecimiento alemán, el petrolero Egerland. De nuevo, los alemanes hundieron el buque para evitar su captura y fueron recogidos por los británicos.
Cinco barcos en tres días. Y aún hubo más. El 12 de junio, el crucero ligero Sheffield hundió con fuego de artillería al Friedrich Breme, uno de los petroleros de apoyo al Bismark. Dos tripulantes murieron y 86 fueron capturados, incluyendo 10 heridos. El 15, el petrolero Lothringen fue descubierto por los aviones del Eagle y apresado por el crucero Dunedin, setecientas millas al oeste de Port Etienne (Africa Occidental Francesa). Finalmente, el 21 y el 23 los cargueros Babitonga y Altestor fueron hundidos por sus tripulaciones al ser descubiertos por el London y el Marsdale, respectivamente.
En total, en tres semanas seis petroleros y tres cargueros fueron hundidos o apresados por los buques de la Royal Navy. Cuatro de ellos habían sido enviados para abastecer al acorazado Bismarck y al crucero Prinz Eugen, que el mes anterior habían tratado de salir al Atlántico para atacar el tráfico mercante británico, mientras que los otros cinco eran barcos de abastecimiento de la flota de submarinos.
Tanta efectividad escondía un secreto: Ultra. El descifrado de los mensajes de la Kriegsmarine había permitido a los británicos conocer la posición de nueve barcos cisterna y buques de suministro que operaban en el Atlántico. Para no despertar las sospechas alemanas, los británicos decidieron hundir solo siete de ellos y dejar escapar a los otros dos, el Gadania y el Gonzenheim. Pero el Almirantazgo no contaba con la competencia de las tripulaciones que patrullaban el Atlántico, que no sabían nada sobre la Enigma ni Ultra y simplemente se dedicaban a hacer su trabajo lo mejor que sabían. No se podían imaginar que su profesionalidad iba a poner en peligro el secreto mejor guardado de la guerra. El Gadania y el Gonzenheim fueron descubiertos por casualidad (el mismo día, además, el 4 de junio) y acabaron igual que los otros siete buques.
Como se temían los británicos, la pérdida de tantos barcos en tan poco tiempo hizo sospechar a los alemanes. En Berlín, el almirante Kurt Fricke, comandante del Seekriegsleitung ("Comando de Guerra Marítima", el Estado Mayor de la Kriegsmarine), ordenó una investigación para aclarar si los ataques podían deberse a un fallo de seguridad. El informe con las conclusiones le tranquilizó en parte. Posiblemente los británicos habían logrado infiltrar a un espía en la Kriegsmarine, o quizás los hundimientos de los buques de suministro se habían debido simplemente a la mala suerte, pero en cualquier caso quedaba descartado un fallo de seguridad en las comunicaciones: la cifra Enigma era inexpugnable.
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