Los Fu-Go, o "globos de fuego", fueron un intento japonés de responder a los bombardeos estadounidenses por medio de armas sencillas y baratas, con las que esperaban alcanzar el territorio continental norteamericano, provocando el pánico entre la población, dañando su economía y distrayendo recursos de los frentes de combate a la retaguardia del enemigo. Se trataba de simples globos de papel de arroz rellenos de hidrógeno y cargados con artefactos incendiarios o bombas de metralla de entre 12 y 20 kilos de peso, que se lanzaban desde el archipiélago japonés con la confianza de que la corriente de chorro que cruza el Pacífico Norte de este a oeste los enviase directamente sobre Estados Unidos y Canadá. Entre noviembre de 1944 y abril de 1945 Japón lanzó más de 9.300 fugos. Los resultados que consiguieron fueron insignificantes. Su mayor "éxito" fue la muerte de una mujer y cinco niños que tuvieron la desgracia de encontrar uno de aquellos globos durante una excursión campestre en Oregón.
El 10 de marzo de 1945 un fugo se enredó en los cables de la línea de alta tensión que partía de la central hidroeléctrica de Bonneville, en el estado de Washington, provocando un cortocircuito e interrumpiendo el suministro a la planta de Hanford, una instalación secreta que albergaba el primer reactor nuclear utilizado para la producción a gran escala de plutonio (con el que se fabricaría la bomba lanzada sobre Nagasaki). Los dispositivos de seguridad funcionaron y el corte de electricidad no duró más de un minuto, pero aquello bastó para detener el reactor al interrumpirse la alimentación de las bombas de refrigeración. Fueron necesarios tres días para que el reactor volviese a funcionar a plena potencia. Además, el incidente causó algunos temores de que el ataque no hubiese sido casual y de que el enemigo hubiese descubierto el secreto del Proyecto Manhattan. Finalmente, todo se quedó en un retraso anecdótico en la producción de plutonio que no afectó en nada al programa nuclear estadounidense.
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