A finales de 1942 los responsables del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos estaban preocupados por el alto porcentaje de bajas que sufrían sus tropas en la isla de Guadalcanal. Se suponía que los marines eran soldados expertos que habían recibido un entrenamiento específico para la guerra en los trópicos, pero las condiciones del combate en las junglas del Pacífico resultaron ser mucho más duras de lo que nadie había esperado. Además del calor, la humedad, los insectos o las enfermedades, tenían que enfrentarse a un enemigo que sí parecía haberse adaptado bien a la selva (lo cierto es que solo era apariencia), que les hostigaba continuamente con francotiradores, emboscadas y ataques de pequeña intensidad y desaparecía a continuación ocultándose en el interior de la jungla. Entre las medidas que se tomaron para aumentar la seguridad en los campamentos y las patrullas en la selva estuvo la de poner en marcha el primer programa oficial de entrenamiento de perros de guerra del Cuerpo de Marines.
El programa nació en noviembre de 1942, y unas semanas después, en enero de 1943, el primer grupo de trece dobermans estaba ya recibiendo adiestramento en Camp Lejeune, la gran base de entrenamiento de los Marines en Carolina del Norte.
Los perros eran adquiridos por el Cuerpo de Marines o donados por particulares (en este último caso eran devueltos a sus dueños al completar su servicio). La mayor parte eran doberman, ya que se creía que era una raza que se adaptaba mejor que otras al clima tropical, aunque también había algunos pastores alemanes. Cada animal tenía un número de identificación tatuado en la oreja derecha, y en su hoja de servicios figuraba el nombre, la raza, la fecha de nacimiento, la fecha de incorporación y el tipo de formación que habían recibido (podían ser exploradores, mensajeros o entrenados en “trabajos especiales”). Recibían ascensos por antigüedad, como cualquier soldado. Así, a los tres meses de servicio el perro pasaba a ser “soldado de primera clase”, al año era ascendido a “cabo”, a los dos años a “sargento”... hasta que al cabo de cinco años alcanzaba el mayor rango al que podía aspirar un perro, el de “sargento mayor”. Al final de su periodo de servicio, o en el caso de que tuviesen que retirarlo antes de tiempo por motivos médicos, obtenía un certificado acreditativo. Si era expulsado del cuerpo por problemas de conducta, el perro recibía una “baja deshonrosa”.
Marines y perros durante una práctica de desembarco anfibio en Camp Lejeune:
En un principio los Marines recurrieron a adiestradores civiles o de la policía, pero pronto se dieron cuenta de que el entrenamiento convencional no preparaba a los animales para las condiciones de combate. En poco tiempo los civiles fueron sustituidos por auténticos marines. El entrenamiento duraba catorce semanas. En la formación básica los perros aprendían a obedecer órdenes de voz o señales con los brazos. A continuación recibían un entrenamiento especializado según las funciones que fuesen a desarrollar. Los perros mensajeros tenían que transportar mensajes, municiones o suministros médicos. Se les acostumbraba a soportar el sonido de los disparos y las explosiones, para adaptarlos a lo que se iban a encontrar en el campo de batalla. Los perros exploradores eran entrenados para advertir de la proximidad de extraños. Les enseñaban a dar la alerta sin ladridos, para no revelar su posición.
El primer pelotón de perros de guerra fue enviado a Bougainville junto al 2º Batallón Raider. Los pelotones segundo y tercero sirvieron en Guadalcanal, Kwajalein, Eniwetok y Guam. En esta última batalla los perros tuvieron una actuación destacada, acompañando el avance de los infantes, explorando cuevas, detectando minas y trampas explosivas, o como centinelas, vigilando día y noche los campamentos y los cruces de caminos.
De los sesenta perros que desembarcaron en Guam, catorce murieron en combate y otros diez por accidentes, enfermedades tropicales, golpes de calor o agotamiento. En cuanto a sus acompañantes humanos, tan solo un adiestrador murió durante una patrulla. Los veinticuatro perros fueron enterrados en el mismo lugar en el que se dio sepultura a los marines muertos en la batalla, en Asan, el punto de desembarco inicial en la isla. Años más tarde los restos humanos fueron exhumados y enviados de vuelta a Estados Unidos. Las tumbas de los perros, marcadas con pequeñas lápidas blancas, se quedaron allí olvidadas y cubiertas de maleza, hasta que en la década de los 80 una asociación de veteranos de los pelotones caninos comenzó a hacer campaña para recuperarlas. En junio de 1994 los restos fueron trasladados a un nuevo cementerio situado en el interior de la base naval estadounidense de Guam, bautizado oficialmente como Cementerio Nacional de Perros de Guerra. El 21 de julio de 1994, el 50º aniversario del inicio de la batalla, se inauguró un monumento, consistente en una lápida de granito con los nombres de los veinticuatro perros allí enterrados y una estatua de bronce de un doberman, representando a Kurt, el primer perro muerto en acción en la isla. La escultura tiene por título Always Faithful (“siempre fiel”), en referencia al lema del Cuerpo de Marines, semper fidelis. No podían haber encontrado un nombre más apropiado para honrar a a sus camaradas caninos.
Un 35% de bajas caninas. No está mal para una guerra de esas características, con tanta selva y tantos peligros directos e indirectos.
ResponderEliminarLa duda es: ¿tendrían los hombres- soldado que cuadrarse y saludar a los perros- sargento?
Un saludo y felices fiestas.
Aunque estuviesen obligados a saludar, seguro que más de un soldado estaría feliz de poder poner una correa a todo un sargento.
EliminarFelices fiestas igualmente, Cayetano.
Hola Nonsei. Aunque llevo unos meses siguiendo tu blog, no habia comentado en ninguna ocasión. Y la primera vez ha de ser para decir que no tengo palabras para agradecerte por las horas de lectura tan amena que me has proporcionado con todos y cada uno de los artículos de tan interesanterrimo blog.
ResponderEliminarUn abrazo, felices fiestas y si sigues con tu labor, seguiré como ávido lector!
Hola, fer. Muchas gracias por los inmerecidos elogios. Espero que ahora que has empezado a comentar sigas haciéndolo de vez en cuando.
EliminarFelices fiestas.