La Primera Guerra Mundial terminó oficialmente a las 11 de la mañana del día 11 del mes 11 de 1918. Hace unos días, cuando conté la historia de Henry Gunther, muerto en el último minuto de la guerra, explicaba que en cuanto se supo la hora en la que entraría en vigor el alto el fuego, tanto sus compañeros como los enemigos que tenían enfrente se dedicaron a dejar pasar el tiempo esperando a que se cumpliese el plazo. Seguro que en todo el frente hubo muchos casos como ese, pero otros soldados tuvieron menos suerte. Algunos mandos aliados decidieron que tenían que aprovechar las últimas horas de la guerra para ganar un poco de gloria para sí mismos, y de paso enviar a la muerte a unos cientos de hombres. El historiador Joseph Persico calculó que en las menos de seis horas que transcurrieron entre el momento de la firma del armisticio (las cinco y diez de la mañana) y la hora en que se haría efectivo (las once en punto) hubo en el frente occidental un total de 10.944 bajas, de ellas 2.738 muertes. Estas cifras de bajas son bastante mayores que la media diaria en todo el frente occidental durante la guerra.
Una de las acciones más injustificables fue la ordenada por el general estadounidense William Mason Wright, comandante de la 89ª División de Infantería. Su división, como la mayor parte de la Fuerza Expedicionaria Estadounidense en Francia, se encontraba desplegada en el frente de la ofensiva Mosa-Argonne. El 11 de noviembre Wright ordenó un ataque contra la pequeña ciudad de Stenay, aun sabiendo que los alemanes iban a tener que entregar la población unas horas después. El asalto le costó a la división 365 bajas. Más tarde, cuando las noticias sobre el caso provocaron una gran indignación en Estados Unidos, Wright justificó el ataque explicando que, al ver a sus soldados sucios y desharrapados, pensó que era urgente que pudiesen disfrutar de los baños de la ciudad francesa.
La batalla de Stenay no tuvo ninguna consecuencia negativa en la carrera militar del general Wright. Pocos años después fue nombrado Jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos. Cuando fue condecorado con la Medalla al Servicio Distinguido, la mención aclaraba:
"Por servicios excepcionalmente meritorios y distinguidos. Estuvo al mando sucesivamente de la 35ª División, el 3º, 5º y 7º Cuerpos, bajo el 8º Ejército francés en la cordillera de los Vosgos, y más tarde mandó la 89ª División en la ofensiva de St. Mihiel y en las operaciones finales en el río Mosa, donde demostró ser un líder enérgico y agresivo".
Una vergüenza que se condecore a gentuza como esa sin escrúpulos de ninguna clase.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí que lo es.
EliminarPuede que algunos se creyesen sus explicaciones y pensasen que ordenó el ataque buscando el bienestar de sus hombres.
Un saludo, Cayetano.
Me acaba de venir a la cabeza automáticamente el final de la película "La cruz de hierro", aunque sea de la 2ª guerra mundial y no de la primera.
ResponderEliminarUn saludo.
Es verdad.
EliminarY a mí la historia de Henry Gunther me recuerda el final de Gallipoli.
Dicen que la realidad supera a la ficción. Al menos la iguala.
Un saludo, Laurita.