Ernst Otto Prandella nació en Kattowitz, en el Imperio Alemán, el 23 de junio de 1916. Kattowitz (Katowice en polaco) era una ciudad industrial de mayoría alemana de la Alta Silesia, un territorio fronterizo habitado por alemanes, polacos y checos. Después de la Primera Guerra Mundial las potencias vencedoras dieron a los silesios la oportunidad de decidir su futuro en un referéndum. En las regiones orientales ganaron los partidarios de unirse a la nueva República de Polonia. Así, en 1922 Ernst y su familia, de lengua y cultura alemanas, se convirtieron en ciudadanos polacos.
Ernst no conoció a su padre, muerto en el frente ruso durante la guerra. A los trece años fue adoptado por el nuevo marido de su madre y tomó su apellido. Además en el colegio habían "polonizado" su nombre, por lo que Ernst Otto Prandella pasó a ser Ernest Otton Wilimowski.
Desde muy joven Ernest (apodado "Ezi") comenzó a destacar en el equipo de fútbol de su ciudad, el FC Kattowitz. Era un extremo izquierdo rápido y habilidoso, con un gran regate y un potente disparo. A los diecisiete años fichó por el Ruch Hajduki Wielkie. Con ese equipo ganó el campeonato de Polonia en 1934, 1935, 1936 y 1938. En los años que jugó en el Ruch Hajduki Wielkie marcó 112 goles en 86 partidos, siendo el máximo goleador de la liga en 1934 y 1936. En 1939, cuando el campeonato se interrumpió por la invasión alemana, encabezaba también la clasificación de goleadores. El 21 de mayo de 1939 marcó diez tantos en un partido ante el Union-Touring Łódź, record goleador en la liga polaca que todavía se mantiene.
Ernest Wilimowski debutó con la selección de Polonia en un partido contra Dinamarca el 21 de mayo de 1934, con 17 años y 332 días. Aún hoy sigue siendo el futbolista polaco más joven en jugar con su selección. En 1938 Polonia se clasificó por primera vez en su historia para disputar una fase final de la Copa del Mundo. El 5 de junio de ese año, en Estrasburgo, debutó en octavos de final contra Brasil (en aquella época se jugaban eliminatorias directas desde el primer partido). El tiempo reglamentario terminó con el resultado de 4-4, siendo Ernest el autor de los cuatro goles polacos, en una de las actuaciones individuales más impresionantes de la historia de la Copa Mundial. En la prórroga forzó un penalti, pero no bastó para dar la victoria a su equipo. Brasil ganó el partido por 6-5 y Polonia quedó eliminada. Con un único partido, y con solo veintidós años, Wilimowski se convirtió en una de las estrellas del campeonato.
Otro partido destacado de Ernest Wilimowski fue el último que jugó la selección polaca antes de la guerra. El 27 de agosto de 1939, apenas cinco días antes del comienzo de la invasión alemana, Polonia se enfrentaba en Varsovia a la poderosa selección húngara, subcampeona del mundo en 1938. A los 33 minutos de juego Hungría iba ganando por 2-0, pero tres goles de Ernest y un penalti provocado por él condujeron a su equipo a la remontada. Polonia acabó ganando el partido por 4-2. Fue "el último domingo feliz", como lo llamaría el locutor deportivo Bohdan Tomaszewski, que muchos años después sería uno de los que impidieron el regreso de Wilimowski a su tierra natal. En total Ernest marcó 21 goles en 22 partidos con la selección polaca.
Cuando los alemanes invadieron Polonia, Ernest se inscribió en la Deustche Volksliste ("Lista del Pueblo Alemán"), lo que significaba ser considerado oficialmente un Volksdeutsche, una persona de ascendencia alemana residente en los territorios ocupados por el Reich. Aquello le convirtió en un traidor para la gran mayoría de los polacos. Más aún cuando en 1940 abandonó Polonia para aceptar un puesto de policía en Sajonia, lo que le permitiría continuar con su carrera deportiva en Alemania. Los dos años siguientes jugó en el Polizei-Sportverein Chemnitz, el equipo de la policía de Chemnitz. En 1942 fichó por el Munich 1860, equipo con el que jugó hasta la suspensión de la liga en 1944. Entre 1941 y 1942 fue ocho veces internacional con Alemania, marcando trece goles (la mayoría en partidos propagandísticos contra aliados del Eje de escaso nivel futbolístico, como Rumanía, Eslovaquia, Croacia...). El 16 de agosto de 1942 jugó con la selección alemana contra Rumanía en Beuthen (Bytom en polaco), una ciudad vecina a Katowice. Alemania ganó 7-0, y Ezi marcó uno de los goles. Aquella sería la última visita de Wilimowski a su ciudad natal.
Después de la guerra continuó jugando en distintos equipos alemanes hasta su retirada en 1959. Se asentó en Karlsruhe con su mujer (alemana) y sus cuatro hijos. Nunca regresó a Silesia. En 1995 recibió una invitación del Ruch Chorzow (el nombre actual del Ruch Hajduki Wielkie, el equipo de sus años de gloria) para asistir a los actos del 75º aniversario del club, pero una campaña de prensa montada contra él por algunos periodistas deportivos polacos le hizo renunciar pocos días antes del viaje. Murió en Karlsruhe dos años más tarde.
Ezi Wilimowski pudo haber sido uno de los más grandes futbolistas de todos los tiempos. Sin embargo, ni siquiera le quedó el reconocimiento por sus grandes actuaciones con Polonia y el Ruch Hajduki Wielkie antes de que la guerra truncase su carrera. Su decisión de aceptar la ocupación alemana le supuso ser borrado de la historia del fútbol polaco, y el otrora gran héroe nacional cayó en el olvido.
Este es un claro ejemplo de cómo la historia jugó en contra de los polacos. Un pueblo de perdedores, agredidos y diezmados por los poderosos vecinos del este y del oeste. En este caso quedó rota la carrera de un gran deportista.
ResponderEliminarUn saludo.
Era imposible continuar con su carrera deportiva a pesar de la guerra. Wilimowski lo intentó, aunque eso implicase dar la espalda a su país (después de todo no creo que se sintiese excesivamente patriota, siendo de origen alemán). No solo se equivocó al pensar que en Alemania podría mantenerse en la élite mundial del fútbol, sino que su "traición" supuso el olvido de sus glorias pasadas. Fue un castigo doble.
EliminarUn saludo, Cayetano.
Una triste historia que vuelve a mezclar deporte y política, manchando el prestigio y la carrera profesional de Wilimowski. Aunque para ser honestos, de polaco tenía poco, salvo el pasaporte y poco más. Buen relato, Nonsei.
ResponderEliminarSaludos
La política y el deporte son imposibles de separar. Imagino que Wilimowski lo único que quería era seguir jugando al fútbol. En Polonia no podía ser, y él tenía la oportunidad de hacerlo en Alemania y la aprovechó, sin saber que estaba eligiendo el bando perdedor.
EliminarAunque nunca sabremos cómo habria acabado de no haber querido renunciar a su nacionalidad polaca.
Un saludo, Gluntz.