El 30 de octubre de 1938 la emisora de radio estadounidense CBS emitió una adaptación radiofónica de la novela de ciencia-ficción La guerra de los mundos, del escritor británico H.G. Wells. En forma de noticiario, el programa relataba el comienzo de una invasión marciana a la Tierra, y en concreto un ataque extraterrestre a Nueva York y la costa este de los Estados Unidos. La emisión hizo creer a muchos oyentes que el país y el mundo entero estaban siendo de verdad atacados por invasores de Marte. Se produjeron escenas de pánico en las calles, y centenares de llamadas de ciudadanos aterrorizados colapsaron las centralitas de la policía y los medios de comunicación. Aquel programa de radio catapultó a la fama a su director, Orson Welles, y le sirvió para convertirse en pocos años en uno de los directores de cine más prestigiosos de Hollywood.
Diez años más tarde, en otro país, la historia se repitió casi en todos los detalles, aunque con consecuencias mucho más trágicas.
En la década de 1940 Radio Quito era la emisora de radio comercial más prestigiosa de Ecuador. El sábado 12 de febrero de 1949, a las 9 de la noche, estaba prevista la emisión de un recital de música popular ecuatoriana a cargo de un conocido dúo de intérpretes llamados Benítez y Valencia. El programa comenzó con normalidad. Nadie, ni siquiera los músicos que estaban actuando en vivo, conocía la sorpresa que los responsables de la emisora habían preparado. A las nueve y cuarto la actuación fue interrumpida por un locutor para dar un boletín informativo de urgencia. Según dijo, en los cielos de todo el mundo se estaban viendo luces extrañas y objetos voladores. Minutos más tarde la misma voz interrumpió el programa por segunda vez para comunicar que la ciudad de Latacunga (unos 90 Km al sur de Quito) estaba siendo atacada por las misteriosas luces y que una nube de gas tóxico estaba arrasando la población y avanzaba en dirección a la capital. En su tercera conexión el locutor informaba ya directamente de que el país y el planeta entero estaban siendo invadidos. Las noticias alarmantes se sucedieron: Quito estaba siendo atacada. En Cotocollao, un barrio del norte de la ciudad, los platillos volantes estaban arrasando todo a su paso, incluyendo una base aérea y a las primeras unidades militares que se habían movilizado para hacerles frente. En las conexiones se escuchaban alarmas, explosiones, órdenes militares y gritos de pánico. Se entrevistó en directo al alcalde, que hizo un llamamiento a la calma y anunció que se estaba procediendo a la evacuación de los niños y las mujeres. También fue entrevistado el ministro de Defensa, que aseguró que los militares y él mismo estaban dispuestos a morir defendiendo la capital.
A partir de ese momento comenzaron a verse las primeras escenas de pánico por las calles de Quito. Personas histéricas abandonaban sus casas gritando, corriendo, rezando, buscando refugio desesperadamente...
Cuando les llegaron las primeras noticias de los tumultos que su programa estaba generando en la ciudad, los periodistas de Radio Quito decidieron interrumpir inmediatamente la emisión. Radiaron una nota aclaratoria en la que se explicaba que la invasión marciana era ficción y que todos los avances informativos anteriores formaban parte de una radionovela. Muchos quiteños se indignaron al saber que ellos o sus familiares habían sido víctimas de lo que consideraron una burla cruel. Una multitud comenzó a concentrarse frente a la sede de Radio Quito, situada en la tercera planta del edificio del diario El Comercio, en el centro de la ciudad. Los manifestantes empezaron a tirar piedras y ladrillos contra la fachada, sin que la policía apareciese en ningún momento (hay quien cree que se inhibieron al sentirse burlados ellos también). La tensión fue creciendo hasta que finalmente un grupo de exaltados asaltó la planta baja. Alguien prendió fuego a una de las oficinas, y en poco tiempo el incendio se extendió hasta alcanzar la sala de las rotativas, repleta de aceites y papel, y se hizo incontrolable. El edificio ardió por completo hasta que solo quedó en pie la fachada. Muchos trabajadores lograron huir saltando desde la azotea a un edificio contiguo. Cinco personas murieron.
Radio Quito tardó más de dos años en reanudar sus emisiones. El director creativo responsable de la radionovela, Leonardo Páez, huyó a Venezuela. Nunca regresó a su país. El Orson Welles ecuatoriano y su obra cayeron en el olvido.