Anatahan es una isla del archipiélago de las Marianas, situada a 65 millas náuticas (120 kilómetros) al norte de Saipan. Es una isla volcánica, de forma elíptica, con unos nueve kilómetros de longitud y cuatro de anchura (en realidad toda la isla es el cono de un volcán que sobresale del océano hasta una altura de casi 800 metros). Su relieve es muy accidentado, con costas escarpadas y laderas empinadas surcadas por profundos barrancos cubiertos de maleza.
El 3 de enero de 1945 un bombardero estadounidense B-29 Superfortress del 498º Grupo de Bombardeo, con base en Saipan, se estrelló en Anatahan cuando regresaba de un raid sobre Nagoya. Todos los tripulantes del avión murieron en el accidente. En febrero varios chamorros de Saipan fueron enviados a la isla para recuperar los cuerpos de los estadounidenses. A su regreso informaron de que en Anatahan vivían una treintena de japoneses, entre ellos una mujer.
La mujer era una joven de Okinawa llamada Kazuko. Había llegado a Anatahan junto a su marido, Shoichi Higa, cuando este fue nombrado capataz de la plantación de copra que había en la isla. Los trabajadores chamorros les habían abandonado, dejando al matrimonio con la única compañía del encargado de la plantación, Kikuichiro Higa (la coincidencia en los apellidos es solo eso, una coincidencia; Higa es un apellido muy común en Okinawa). El 12 de junio de 1944 un convoy naval japonés fue torpedeado en las proximidades de la isla, y una treintena de supervivientes logró alcanzar sus playas. Los náufragos, el matrimonio Higa y el encargado se convirtieron en los únicos habitantes de Anatahan, abandonados a su suerte y totalmente incomunicados con el resto del mundo.
Vivían en chozas hechas con hojas de palmera. Se alimentaban de cocos, taro, caña de azúcar silvestre, peces y lagartos. También hacían una bebida alcohólica a base de coco llamada tuba. Después del accidente del B-29 su situación mejoró. Pudieron utilizar las chapas metálicas del avión para reforzar sus cabañas y fabricar herramientas, las telas de los paracaídas para confeccionar ropas, y los tanques de oxígeno para almacenar el agua.
Cuando terminó la guerra las autoridades estadounidenses de las Marianas hicieron varios intentos para comunicarse con los japoneses de Anatahan. Cada poco tiempo les sobrevolaban aviones, dejando caer periódicos y pasquines en los que les instaban a rendirse, pero los japoneses ignoraron todas sus peticiones. De forma periódica barcos de la US Navy se acercaban a la isla. En una de aquellas patrullas, en junio de 1950, los norteamericanos vieron a una mujer haciendo señales desde la orilla. Varios hombres se acercaron en un bote y se encontraron con Kazuko pidiéndoles ayuda para abandonar la isla. Kazuko fue llevada a Saipan. Explicó a los estadounidenses que sus compañeros estaban convencidos de que la guerra continuaba y pensaban que todos los intentos de ponerse en contacto con ellos eran tretas del enemigo para engañarles.
Kazuko Higa el día que se entregó a los estadounidenses:
El gobierno japonés se interesó por la situación de sus compatriotas de Anatahan y solicitó a la US Navy información "relativa a los robinsones condenados a vivir una vida primitiva en una isla desierta", ofreciendo toda su colaboración. El gobierno contactó con los familiares de los náufragos en Japón y les pidió que escribiesen cartas explicándoles que la guerra había terminado y que podían regresar a casa. En uno de los paquetes que se dejaron caer sobre la isla, ya en 1951, se incluyó un mensaje del gobernador de la Prefectura de Kanagawa:
"Estoy muy orgulloso de saber que todos ustedes están bien de salud y que aún viven en una pequeña isla en el Pacífico, seis años después del fin de la guerra.
No les voy a censurar por decir que nuestro país perdió la guerra. Eso fue hace seis años, en 1945. El 15 de agosto de 1945 se firmó el tratado de paz. [En realidad, aunque el alto el fuego se decretó el 15 de agosto, la firma de la rendición fue el 2 de septiembre de 1945]
Nuestro país ha perdido la guerra, pero no somos desgraciados, ya que Estados Unidos nos está dando las mayores oportunidades para recuperarnos y estoy seguro de que son nuestros mejores amigos en el mundo actual.
Durante la guerra se dijo que los soldados estadounidenses mataban a todos los prisioneros de guerra, pero eso no era cierto. Estados Unidos dio el mejor trato a los prisioneros hasta 1947, cuando todos ellos fueron puestos en libertad y regresaron a casa. Ahora no hay más militares japoneses en el Pacífico, excepto ustedes, caballeros. [Lo cierto es que aún quedaban muchos soldados japoneses olvidados en remotas islas del Pacífico; en los años posteriores aparecerían algunos no muy lejos de Anatahan, en las vecinas islas de Tinian y Guam, aunque eso el gobernador no podía saberlo]
Antiguamente, en nuestro país, un prisionero de guerra perdía su reputación,de modo que, incluso después de la guerra, cuando volvía a casa, tenía que vivir en la oscuridad. Eso ahora no es así. El Emperador ordenó a todo nuestro pueblo, dondequiera que estuviese, rendirse pacíficamente. Todos los que han regresado nunca podrán volver a ser separados de sus hogares. Todos los que han regresado a Japón dan las gracias a los estadounidenses porque su largo período de sufrimiento ha terminado.
Creo que han leído las cartas de sus familias en las que les decían que no se preocuparan, que les darán confianza para entregarse a los estadounidenses. En la caja con nuevas cartas que les enviamos adjuntamos un trozo de tela blanca con la que pueden hacer señales al barco de la US Navy. No tienen de qué preocuparse. Los estadounidenses les tratarán con la mayor atención y consideración hasta que regresen a nuestro país".
El 26 de junio un avión lanzó las cartas sobre la isla. Días después, el remolcador Cocopa de la US Navy, al mando del lieutenant commander (capitán de corbeta) James B. Johnson, zarpó de Saipan y se dirigió a Anatahan. La mañana del 30 de junio de 1951 Johnson y un intérprete llamado Ken Akatani desembarcaron en un bote y aceptaron formalmente la rendición de los diecinueve japoneses que seguían con vida. Habían pasado cinco años y diez meses desde la conclusión de las hostilidades.
Junji Inoue, uno de los náufragos, a bordo del Cocopa, con la isla de Anatahan tras él:
Los náufragos atrapados en Anatahan habían vivido un auténtico infierno. Era un pequeño grupo de hombres encerrados en una isla inhóspita, sin esperanzas, sufriendo todo tipo de penalidades, con todo el alcohol que pudiesen beber (la tuba) y con la presencia de una única mujer. En aquellas condiciones la convivencia pacífica era imposible. Al menos seis de los doce fallecidos en Anatahan murieron de forma violenta. Después de su rescate, la prensa japonesa más sensacionalista comenzó a contar sobre ellos historias plagadas de sexo y violencia, en las que los robinsones sucumbían a sus más bajos instintos. Según esos relatos, tras la desaparición de su marido en una expedición de pesca, Kazuko Higa se convirtió en la auténtica líder del grupo. Se decía que tenía un harén de cuatro o cinco hombres, que ella decidía quién disfrutaba de sus favores, quién estaba condenado a la abstinencia... y quién tenía que desaparecer.
En este artículo, publicado en julio de 1952, el redactor llama a Kazuko "el ángel negro de Anatahan" y la hace responsable de la muerte de doce hombres:
ÁNGEL DE LA MUERTE PIDE PERMISO PARA VOLVER A CASA
Kobe, Japón, 12 de julio
Kazuko Higa, el Ángel Negro de Anatahan, cuyo beso significó la muerte de doce hombres, pidió regresar a Japón para buscar a 19 compañeros que pasaron casi siete años con ella en una isla desierta.
Un marinero, Yoshio Takashima, vio recientemente a Kazuko, que tiene en la actualidad 30 años, en Okinawa, donde está trabajando de camarera. Afirma que ella ha solicitado permiso para volver a Japón en agosto.
Kazuko se convirtió a sí misma en la figura central de esta historia cuando fue abandonada durante la guerra en Anatahan, una isla de las Marianas, con 31 hombres.
En el transcurso de los hechos, 12 hombres murieron peleando entre ellos por sus afectos. Finalmente, ella se alarmó tanto que se rindió a la US Navy.
Los 19 supervivientes se rindieron el año pasado, seis meses después que Kazuko, cuando cartas de amigos y periódicos japoneses les convencieron de que la guerra había terminado.
Unos meses después, en noviembre de 1952, otro artículo informa de la llegada de Kazuko al puerto de Yokohama:
MUJER ATRAPADA CON 36 JAPONESES RELATA SU VIDA
Yokohama, viernes, 21 de noviembre
Una mujercita de Okinawa que fue abandonada durante cinco años en una isla con 36 náufragos japoneses [en otros artículos se dice que eran 31, puede que la cifra de 36 sea un error del redactor, aunque es la que se da en el título] llegó ayer a Japón para protestar por las "desaprensivas y distorsionadas" historias sobre su tormentosa vida amorosa.
Algunos periódicos japoneses cuentan que doce hombres murieron en peleas por las atenciones de la mujer de 29 años Kazuko Higa, la "abeja reina de Anatahan".
Pero Kazuko, de cuatro pies y diez pulgadas [1,50 metros] y ojos brillantes, dijo que solo dos hombres murieron en disputas por ella. Los otros diez, dijo, murieron en peleas entre ellos o a causa de enfermedades o inanición.
Kazuko llegó con su hermano, un manager y un representante de un periódico de Tokio que patrocina su visita, y presentará su caso al pueblo japonés desde el escenario de un teatro burlesco de Tokio [imagino que se refiere al kabuki].
"Muchas personas sin escrúpulos han escrito historias muy distorsionadas sobre mi vida en Anatahan", contó Kazuko a los periodistas. "Mi propósito al hacer este viaje es presentarme directamente al pueblo japonés".
Cinco de los hombres que estaban con Kazuko en Anatahan, cerca de Saipan, la saludaron calurosamente en el muelle.
Contó a los periodistas que llegó con su marido a Atanahan en 1944, y cuando desapareció se unió a Kikuichiro Higa para que le protegiese de los 36 soldados y marineros que naufragaron cerca de la isla.
Ella cuenta que uno de los náufragos disparó a Higa y que este fue después acuchillado por otro japonés que murió de muerte natural. Fue sucedido como pareja de Kazuko por otro náufrago que murió en el océano.
Kazuko negó acaloradamente que bebiese grandes cantidades de sake mientras estuvo en la isla. "Yo solo bebí vino de coco, que era dulce y flojo", dijo.
A veces su única vestimenta consistía en hojas de plátano, y se vio obligada a comer murciélagos.
"Estaban muy buenos", ha dicho.
En 1953 el cineasta de Hollywood Josef von Sternberg rodó en Japón la película Anatahan (también conocida como La saga de Anatahan), basada en la historia de Kazuko. En ella una docena de náufragos llegan a una isla habitada únicamente por el guardián de una plantación y su hermosa esposa y se enzarzan en una cruenta lucha por el poder y por la mujer, que los maneja a todos a su antojo. Viendo esto, no parece que los intentos de Kazuko por desmentir las versiones más truculentas de su historia tuviesen mucho éxito, aunque teniendo en cuenta que se había buscado un manager y había comenzado una gira con el patrocinio de un periódico es probable que tampoco estuviese demasiado interesada en acabar del todo con la polémica.
Fuentes:
http://www.saipantribune.com/newsstory.aspx?newsID=45023
http://www.pacificwrecks.com/provinces/marianas_anatahan.html
http://libweb.hawaii.edu/digicoll/ttp/ttp_htms/1993.html
http://www.newyorker.com/archive/1962/03/17/1962_03_17_051_TNY_CARDS_000267917
http://en.wikipedia.org/wiki/Anatahan