Los carboneros de la clase Proteus eran cuatro barcos auxiliares construidos para la Marina de los Estados Unidos en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial. Sus nombres, sacados de la mitología grecolatina, eran Proteus, Nereus, Cyclops y Jupiter, y su función original era la de abastecer de carbón a los buques de la flota. Además durante la guerra fueron utilizados ocasionalmente para el transporte de cargamentos de minerales y de pasajeros.
El Cyclops en el río Hudson en 1911, poco después de su botadura:
El 16 de febrero de 1918 el Cyclops se hizo a la mar en Río de Janeiro con 306 tripulantes y pasajeros y un cargamento de casi 11.000 toneladas de manganeso. El 20 de febrero recaló en Bahía y dos días más tarde salió con destino al puerto de Baltimore, en el nordeste de Estados Unidos, sin más paradas programadas. Sin embargo hizo una última escala en Barbados, al parecer por problemas con la distribución de la carga. El 4 de marzo zarpó con rumbo a Baltimore. Nunca llegó al puerto norteamericano. El Cyclops se esfumó en el Atlántico sin dejar rastro.
La desaparición del Cyclops es el mayor desastre naval estadounidense de la historia, si excluimos los ocurridos en combate, y uno de los mayores misterios de la historia de la navegación mundial. Se especuló mucho sobre cuál pudo ser su final. Se dijo que el buque estaba sobrecargado, ya que su capacidad máxima era de 8.100 toneladas y transportaba casi 3.000 más. Antes de zarpar de Brasil el capitán Worley había presentado un informe según el cual el motor de estribor tenía un cilindro roto y no estaba operativo. Por último, se sabe que el 10 de marzo una violenta tormenta azotó la costa de Virginia. Alguno de estos factores (sobrecarga, problemas con los motores y mal tiempo), o incluso una combinación de todos ellos, pudo causar la pérdida del buque. Otra opción, obvia al estar en guerra, era que el Cyclops hubiese sido hundido por un submarino o un buque corsario alemán, pero ni durante la guerra ni al finalizar esta se tuvo conocimiento de ningún informe ni reclamación de haber hundido algún buque de ese tipo en aquellas fechas.
Otras hipótesis culpaban al capitán Worley. Es posible que cometiese negligencia por sobrepasar la carga de la nave, pero la mayoría de las sospechas, más que en su pericia o su competencia, se basaban en su origen. Su nombre auténtico era Johan Frederick Wichmann, nacido en 1862 en Hannover, Alemania. Había llegado a Estados Unidos como marino mercante en un barco que arribó a San Francisco en 1878. En los años siguientes consiguió el título de capitán de la marina mercante y estuvo a cargo de varios barcos que hacían la ruta entre Extremo Oriente y San Francisco (según algunos, a menudo transportando opio y otros cargamentos ilegales). Sus antiguas tripulaciones le describían como un hombre brutal y violento, que solía imponer duros castigos a sus subordinados por motivos triviales. Su circulo más próximo estaba formado por alemanes o estadounidenses de ascendencia alemana. Uno de los más grandes defensores de la teoría de la traición de agentes enemigos fue Charles Ludlow Livingston, el cónsul de Estados Unidos en Barbados. Cuando el Cyclops recaló en la isla, Livingston pudo comprobar que en la lista del pasaje "aparecen muchos nombres germánicos". En especial despertaba sus sospechas uno de los pasajeros, Alfred Louis Moreau Gottschalk, el cónsul general de Estados Unidos en Río de Janeiro, al que consideraba un simpatizante de los alemanes. Livingston creía que su colega diplomático y Worley habían podido entregar el buque al enemigo. Pero después de la guerra, cuando se pudieron consultar los archivos alemanes, no se encontró nada relacionado con el Cyclops.
Otros dos buques gemelos del Cyclops, el Proteus y el Nereus, fueron desarmados a comienzos de los años 20 y se mantuvieron inactivos hasta que en marzo de 1941 fueron comprados por la compañía Saguenay Terminals Ltd. de Montreal. Canadá estaba ya en guerra, y necesitaba mercantes para transportar las materias primas que precisaba su industria bélica. El 23 de noviembre de 1941 el Proteus zarpó de St. Thomas, en las Islas Vírgenes, con un cargamento de bauxita con destino a las fábricas de aluminio canadienses. Desapareció en el mar con 58 tripulantes a bordo. Unas semanas después, el 10 de diciembre, el Nereus salió igualmente de St. Thomas con otro cargamento de bauxita, y también se desvaneció sin que nunca apareciese ningún rastro del buque ni de sus 61 tripulantes. Las primeras hipótesis apuntaban al sabotaje, debido a la cercanía en el tiempo y las similitudes entre las dos pérdidas, pero aquellas sospechas nunca pudieron ser confirmadas. También se pensó que podían haber sido torpedeados por submarinos alemanes, aunque igual que ocurrió con el Cyclops, desaparecido veintitrés años antes en la misma región del océano y en circunstancias prácticamente idénticas, no se conocen informes de tripulaciones de los U-boote sobre ataques a estos buques.
El Cyclops, el Proteus y el Nereus se convirtieron en parte de la leyenda del Triángulo de las Bermudas. Parece ser que las misteriosas fuerzas que actúan en esa zona del océano tuvieron una predilección especial por aquella clase de barcos.
Aunque hay una explicación más terrenal al misterio: un fallo estructural debido al desgaste de las vigas de sus cascos. En sus últimas travesías los tres buques transportaban pesadas cargas de mineral metálico, más denso que el carbón para el que fueron diseñados. Hay quien ha sugerido que la acidez de los cargamentos de carbón habría podido corroer las vigas longitudinales que recorrían los buques, y que estas no habrían soportado las cargas de bauxita y manganeso.
El cuarto carbonero de la clase Proteus también tuvo un final trágico, pero en este caso no hay ningún misterio. El Jupiter fue modificado en 1920 para convertirse en el Langley, el primer portaaviones de la historia de la Marina de Estados Unidos. El 27 de febrero de 1942 fue atacado al sur de Java por aviones japoneses y acabó tan dañado que tuvo que ser hundido por sus propios destructores de escolta para asegurar que no cayese en manos enemigas.
Será cosa de los extraterrestres o, lo más probable, de una conjunción de elementos desfavorables y de una coincidencia trágica.
ResponderEliminarUn saludo.
Si tres buques idénticos desaparecen en circunstancias muy parecidas, creo que lo más lógico sería pensar que sus desapariciones fueron debidas a alguna de las características que compartían, como algún fallo de diseño o que estuviesen siendo utilizados en funciones para las que no estaban preparados (como el transporte de mineral metálico, en este caso). Claro que así la historia pierde su encanto.
EliminarOtra víctima famosa del Triángulo de las Bermudas fue el crucero submarino Surcouf, un buque de lo más original:
http://nonsei2gm.blogspot.com.es/2010/04/el-surcouf.html
Un saludo, Cayetano
Existe una novela de Clive Cussler titulada precisamente Cyclops, donde el hundimiento del barco forma parte de la trama. Cussler se inclina por la tesis de la tormenta para explicar su desaparición. En cuanto al Proteus y el Nereus, resulta extraño que si tuviesen un fallo de diseño lo manifestaran con tan poca diferencia de tiempo y en la misma ruta. Si tuviera que apostar, lo haría por la tesis de la acción de guerra, por sabotaje o bien hundidos por algún submarino que fuese hundido antes de poder informar. Saludos
ResponderEliminarBueno, el Nereus y el Proteus estuvieron casi dos décadas parados, supuestamente dejando que la corrosión hiciese su trabajo, y fueron comprados por una compañía canadiense precisamente para hacer esa ruta, entre las minas de bauxita de Jamaica y las fábricas de aluminio de Canadá. Así que la coincidencia temporal y la coincidencia de rutas no me parece que sean tan sorprendentes.
EliminarPero es verdad que el ataque de submarinos o el sabotaje son explicaciones perfectamente válidas y muy probables, igual que la tormenta en el caso del Cyclops. Se sabe que hubo una que azotó la costa suroriental de Estados Unidos precisamente en los días en que el barco desapareció.
No conocía la novela de Cussler.
Un saludo, Iakob.