Durante la Segunda Guerra Mundial se desarrollaron los primeros misiles antibuque de la historia. Eran en general armas poco efectivas, muy inestables y con una alta tasa de fallo. Su mayor problema era que los sistemas de guiado de la época dejaban mucho que desear. Generalmente eran dirigidos por radiocontrol, y los operadores tenían que guiarse por señales de televisión enviadas por equipos instalados en el morro de los proyectiles. Pero el tamaño y la poca fiabilidad de aquellos primitivos sistemas los hacían muy ineficaces.
Un buen día un investigador estadounidense propuso una imaginativa solución al problema. Burrhus Skinner (os juro que ese era su nombre auténtico) era un psicólogo conductista estadounidense de enorme prestigio. Sus trabajos sobre condicionantes ambientales de la conducta y técnicas de modificación del comportamiento se han convertido en obras de referencia para la psicología moderna. Es tanta su influencia que un personaje de Los Simpson, el director de la escuela, se llama Skinner en su honor (es una serie en la que abundan este tipo de guiños culturales).
La propuesta de Skinner era utilizar palomas para guiar los misiles hacia sus blancos. Creía que podía condicionar a las palomas para que siguieran con la vista y picotearan una figura determinada tratando de conseguir alimento. Teniendo ante ellas una pantalla o visor en el que se viese un objetivo, como un buque de guerra, se las podría enseñar a picotear en su dirección. Añadiendo un sistema de guiado que variase el rumbo del misil siguiendo las "indicaciones" de las palomas, se conseguiría un arma que podría ser dirigida contra un blanco en movimiento y que no perdería el objetivo aunque este variase el rumbo.
El NDRC (National Defense Research Committee, o Comité de investigación de Defensa Nacional), no sin escepticismo, contribuyó a la investigación con 25.000 dólares. Los primeros trabajos fueron muy prometedores. Skinner consiguió adiestrar a las palomas para que reconociesen determinadas formas, como barcos o tanques. Cada paloma aprendía a seguir el objetivo que se le había enseñado, sin prestar atención a cualquier otro elemento que viese en su pantalla. Si una paloma fijaba su atención en un buque, ni la aparición de otros objetivos, ni las nubes ni el humo conseguirían que lo abandonase. Aun así, para compensar posibles fallos individuales, Skinner ideó un proyectil dirigido por tres palomas colocadas en compartimentos separados en su interior. Una cámara en el morro del misil enviaba la imagen captada a tres pantallas situadas en cada uno de los compartimentos. Las imágenes se reflejaban en unas placas colocadas enfrente de las palomas y que estaban conectadas a los controles de vuelo. Cuando las palomas reconocían la forma de un blanco, picoteaban en las placas, y según el punto en el que diesen los picotazos irían modificando el rumbo del misil.
Desde el principio Skinner se quejaba de que "nuestro problema es que nadie nos toma en serio". En las pruebas en laboratorio el sistema funcionaba, y en aquella época no había ningún otro método de guiado con una eficacia mínimamente comparable, pero todo el trabajo resultaba demasiado extravagante para los que lo observaban desde fuera. Skinner, como buen estudioso de la conducta que era, lo explicaba como una cuestión de psicología humana, ya que por muy probada que estuviese la fiabilidad de su método pocas personas estarían dispuestas a confiar el guiado de un misil a una paloma. Al final ocurrió lo que él temía: el 8 de octubre de 1944 el NDRC canceló el programa, argumentando que "el cumplimiento de este proyecto retrasaría seriamente otros que en opinión de la División tienen la promesa más inmediata de aplicación en el combate".
En 1948 la Marina de los Estados Unidos reabrió el programa con el nombre de Proyecto Orcon (de Organic Control, "control orgánico"). Fue cancelado en 1953, cuando la mejora de los sistemas electrónicos de guiado hizo innecesario seguir estudiando el uso de palomas como pilotos suicidas.
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