A mediados del siglo XVIII un hombre llamado George Hitler llegó a las costas de Norteamérica en busca de un futuro mejor que el que le ofrecía la vieja Europa. Se estableció con su familia en una tierra salvaje del interior, en lo que más tarde sería el condado de Pickaway, en Ohio. Con el paso de los años sus descendientes se convirtieron en una de las familias más respetadas de aquella comunidad. Como prueba de ello, en la actualidad tres caminos rurales de la pequeña ciudad de Circleville llevan su nombre: Hitler No.1 Road, Hitler No.2 Road y Huber-Hitler Road. Los residentes, acostumbrados a convivir con su historia, tienen que soportar frecuentes bromas y algún inconveniente grave (no es fácil vender una casa en un lugar llamado Hitler Road), pero no quieren cambiar el nombre por no ofender a los descendientes de la familia. Después de todo, los Hitler son vecinos suyos desde casi dos siglos antes de que un tal Adolf llegase al poder en Alemania.
Los Hitler nunca tuvieron problemas en Circleville, seguramente porque allí estaban protegidos por la prominente posición local de la familia. La cosa cambiaba cuando dejaban el pueblo. El padre de George Hitler Jr. se mudó a Akron, en el norte del estado, para trabajar en la empresa de neumáticos Firestone. George cuenta que, cuando su padre fue nombrado para un puesto ejecutivo, el presidente de la compañía le pidió que se cambiase el nombre. Se negó a hacerlo.
Otro descendiente, Tom Ebenhack (su madre es una Hitler), un estudioso de la genealogía de su familia, asegura que ellos son los únicos Hitler auténticos del mundo. Sin duda es una exageración, pero también es cierto que el nombre de nacimiento del padre de Adolf Hitler era Alois Schicklgruber (fue inscrito con el apellido de su madre, soltera). Siendo ya adulto, con 39 años, lo cambió por el de su padrastro (y probable padre biológico), un hombre llamado Hiedler. No se sabe por qué motivo, en el registro aquel apellido se convirtió en Hitler. Los Hitler de Circleville no iban a dejar que un Schicklgruber cualquiera con el que nunca tuvieron ninguna relación les obligase a ellos a cambiar de nombre.
Fuente principal:
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-3103060,00.html
Ya digo. Un apellido que acompañará a los descendientes siempre como un estigma. Una herencia con veneno.
ResponderEliminarUn saludo.
Menos en su pueblo, donde el apellido aún es respetado.
EliminarUn saludo, Cayetano.