- La tarde del 16 de agosto de 1940 los Hurricanes del 43º Escuadrón de la RAF tuvieron que hacer frente a dos grandes formaciones de Stukas en las costas de Sussex. Durante el combate, el caza de Tony Woods-Scaven fue alcanzado en el radiador, lo que obligó al piloto a retirarse. Cuando volaba en solitario de regreso a su base fue descubierto por cuatro Bf 109, que comenzaron a perseguirle disparando sus ametralladoras. El Hurricane recibió varios impactos en el motor y comenzó a caer. Woods-Scaven divisó un pequeño prado en la isla de Wight, e intentó un aterrizaje de emergencia. Logró tomar tierra, aunque el aterrizaje fue tan brusco que perdió tres dientes. Había llegado a tiempo para tomar el ferry a Southampton, pero era ya demasiado tarde para continuar camino hasta su base de Tangmere. Así que Woods-Scaven cogió una habitación en un hotel y se fue al bar a tomar unas copas. A la mañana siguiente llamó por teléfono a su escuadrón: "Si quieren que vuelva a volar, será mejor envíen a alguien para pagar la factura".
- La noche del 22 de julio de 1942, al término de un combate entre Spitfires y Fw 190 sobre el canal de la Mancha, el piloto alemán Arnim Faber se encontraba en una situación crítica. Casi había agotado el combustible y no sabía si tendría suficiente para regresar a su base en Francia. A la luz de la luna divisó la orilla al sur y voló hasta avistar una pista de aterrizaje iluminada. Tomó tierra, respirando aliviado, hasta que se percató de que los hombres que habían acudido a recibirle vestían uniformes británicos. Estaba en el aeródromo de Pembley, en el sur de Gales. Inadvertidamente, durante la lucha, Faber se había ido muy al norte, y se había desorientado de tal manera que había confundido las orillas del Canal de Bristol con las del Canal de la Mancha. Guardando la compostura, pidió que le llenasen el depósito de combustible y le permitiesen despegar de nuevo, pero los británicos, contentos por haber capturado un Fw 190 intacto, prefirieron dejar la caballerosidad para mejores ocasiones.
- Adolf Galland era comandante de escuadrón en el Ala 26 de la Luftwaffe, la gran rival de la RAF durante la Batalla de Inglaterra. Un día, en un enfrentamiento con cazas británicos sobre el Canal de la Mancha, Galland se encontró en una situación muy peliaguda. Varios Spitfires le perseguían incansablemente sin dejar de disparar y sin que pudiese hacer nada para librarse de ellos. Al final lo único que se le ocurrió fue abrir fuego con sus ametralladoras. Sorprendentemente, al ver las estelas de las trazadoras delante del Bf-109, los cazas enemigos abandonaron la persecución y huyeron. Según Galland: “O creían que había un avión detrás de ellos disparándoles, o creían que nuestros aviones pueden disparar hacia atrás”.
- El Boulton Paul Defiant era un caza británico diseñado para atacar bombarderos sin escolta. Su único armamento era una torreta con cuatro ametralladoras en la parte trasera de la carlinga. Durante la evacuación de Dunkerque el único escuadrón de Defiants de la RAF logró una enorme fama por su efectividad, ya que, según decían, decenas de cazas alemanes fueron derribados cuando se lanzaron contra ellos y se encontraron con un inesperado fuego de cola. La realidad era muy distinta. Los Defiants eran aviones muy inferiores a los cazas alemanes y cayeron como moscas durante la batalla de Francia. Fueron retirados de los escuadrones de combate y acabaron relegados a tareas secundarias, como las de rescate marítimo o remolque de blancos para prácticas. Pero la campaña de propaganda que se montó con ellos fue tan efectiva que se siguieron fabricando. Al final de la guerra la Boulton Paul había entregado más de mil aparatos a la RAF.
- El 5 de junio de 1944 el coronel de la Jagdgeschwader 26 Josef Priller vio encolerizado cómo los últimos aviones a su mando abandonaban el aeródromo de Lille con orden de trasladarse al oeste de Francia. Sus protestas por lo que consideraba una decisión absurda de sus superiores no habían servido de nada, así que Priller decidió que lo único que podía hacer era emborracharse en compañía del otro piloto de caza que quedaba en la base, el sargento Heinz Wodarczyk. A la mañana siguiente recibió la noticia de que los aliados estaban desembarcando en Normandía y la orden de enfrentarse a ellos con todos los medios a su alcance. Priller y Wodarczyk despegaron en sus dos Fw 190 con una resaca tremenda y con la convicción de que se dirigían a una muerte segura. Sorprendentemente se colaron bajo la cobertura de cazas aliados e hicieron una pasada en vuelo rasante ametrallando las playas Juno y Sword. Ambos salieron ilesos.
- El 9 de septiembre de 1942 el submarino japonés I-25 emergió frente a las costas de Oregón. La tripulación desplegó sobre cubierta su hidroavión Yokosuka E14Y1 y lo lanzó con la catapulta. El avión estaba tripulado por el piloto Nobuo Fujita y el navegante Shoji Okuda. Fujita se dirigió a la zona boscosa de Mount Emily, y allí lanzó dos bombas incendiarias. El plan era provocar un gran incendio forestal, pero la vegetación estaba húmeda por la lluvia de los días anteriores y el fuego no se extendió más allá de unos pocos árboles. El 29 de septiembre Fujita y Okuda despegaron de nuevo, se dirigieron a las cercanías de Port Orford y dejaron caer dos bombas incendiarias sobre el bosque. Los daños fueron aún más insignificantes. Fueron los únicos ataques aéreos sufridos por el territorio continental de Estados Unidos hasta el 11-S.
- Minoru Honda era un joven piloto de la Marina Imperial destinado en Rabaul. Durante un combate aéreo sobre las Salomon fue derribado y tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en la isla de Kolombangara. Convivió con los nativos durante diez días hasta que fue rescatado y regresó a su base. Entonces se enteró de que había sido dado por muerto y le había sido concedido un doble ascenso póstumo. Sus superiores se dieron cuenta del papeleo que su resurrección suponía: tendrían que corregir el informe de baja y revisar la concesión de ascensos. Así que optaron por la solución más sencilla. Un día tras otro mandaban a Honda a peligrosas misiones en solitario sobre territorio enemigo con la esperanza de que no regresase. Pero el tozudo de Honda se empeñaba en volver de todas ellas. Eso duró una semana, hasta que un oficial superior se enteró de lo que estaba pasando y decidió devolverle oficialmente a la vida.
- Cuando la fuerza aérea de la Marina Imperial japonesa se retiró de Rabaul, en febrero de 1944, dejó atrás a decenas de enfermos y heridos. En el campo de aviación de Tobera unos cuantos mecánicos, para mantenerse ocupados, comenzaron a trabajar en los Zeros averiados abandonados y consiguieron dejar en condiciones de volar siete u ocho aparatos. El alférez Sekizen Shibayama, un joven piloto que se había quedado en Tobera por culpa de una herida en una pierna, se encargó de entrenar a media docena de pilotos novatos. De esta manera, después de que Marina Imperial abandonase oficialmente la zona, nació en Rabaul una escuadrilla de caza “de guerrilla” que iba a operar tras las líneas enemigas. Los aviones de Tobera volaron en misiones de patrulla y (en las pocas ocasiones que se les presentaron) de hostigamiento de las fuerzas estadounidenses. En agosto de 1945 aún mantenían dos cazas operativos.
- Hiriyoshi Nishizawa estaba considerado el mejor piloto de caza de Japón. El 24 de octubre de 1944 era el comandante de la escolta de cuatro Zeros que acompañó al primer ataque kamikaze de la historia. A su regreso, Nishizawa solicitó a su superior el permiso para dirigir el siguiente, ya que, según explicó, había tenido una premonición en la que sintió que le quedaba poco de vida, y si iba a morir qué mejor que hacerlo estrellándose contra un buque enemigo. Pero Nishizawa era un piloto demasiado valioso para sacrificarlo en una misión suicida. Se le ordenó dejar su caza a otro piloto y volar a Luzón para recoger un nuevo avión. Al día siguiente el transporte en el que viajaba fue derribado por un caza estadounidense. Nishizawa murió, la misma mañana en la que su Zero, pilotado por Tomisaku Katsumata, se estrelló contra el portaaviones norteamericano Suwanee en la segunda misión de las escuadrillas kamikaze.
- John Cunningham era el piloto de caza nocturna más famoso de la RAF. La prensa le apodaba "Ojos de gato", ya que, según decían, por muy oscura que fuese la noche ningún bombardero enemigo podía ocultarse a su prodigiosa vista. Pronto se supo su secreto: Cunningham acostumbraba a comer grandes cantidades de zanahorias, una hortaliza rica en vitamina A, muy beneficiosa para la visión. El gobierno aprovechó para usarlo como ejemplo y fomentar el consumo de zanahoria, el alimento elegido por los héroes (y relativamente abundante, en aquellos tiempos de escasez). Incluso los aviadores estadounidenses comenzaron a devorar zanahorias para mejorar su vista. Pero en realidad la historia de "Ojos de gato" y su afición por las zanahorias era una invención que ocultaba la verdadera causa de los éxitos británicos en la caza nocturna: un nuevo modelo secreto de radar, el Mark IV.
- El capitán Jean de Sélys era un piloto belga de la RAF. Volando en un Hawker Typhoon, realizó numerosas incursiones contra objetivos terrestres en Francia, Bélgica y Holanda. En 1942 se enteró de que la Gestapo había fijado su cuartel general en Bruselas en un edificio de diez plantas situado en un barrio céntrico que él conocía como la palma de su mano. Era un objetivo fácilmente identificable y que permitía una aproximación casi frontal a baja altura. Sabiendo que tenía a su alcance uno de los símbolos de la ocupación alemana de su país, solicitó permiso para realizar un ataque, pero su plan fue rechazado. Decidió hacerlo de todos modos. El 20 de enero de 1943, de regreso de una misión en Gante, se desvió y se dirigió a Bruselas. Atravesó la capital en vuelo rasante hasta localizar su objetivo y lo barrió con una ráfaga de sus cañones. El ataque causó cuatro muertos y numerosos daños materiales. Fue degradado a alférez por atacar un blanco no incluido en su misión.
- Los globos cautivos, grandes globos sujetos al suelo con cables que se colocaban como barreras antiaéreas, fueron un arma muy controvertida. Se instalaron miles de ellos sobre Londres y otras ciudades inglesas, pero en seis años de guerra tan solo causaron el derribo de unos cien aviones, y, lo que es peor, las tres cuartas partes fueron británicos o aliados. Además, eran peligrosos incluso cuando cumplían su función. Por ejemplo, el 13 de junio de 1940 un Heinkel 111 chocó contra el cable de un globo en Newport y cayó en una zona habitada, matando a dos niños. Pero, a pesar de su poca efectividad y el peligro que suponían, las autoridades británicas mantuvieron globos cautivos sobre sus ciudades durante toda la guerra. Al ser unas defensas tan visibles por toda la población, ayudaban a mantener la moral de los civiles.
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