Kamikazes submarinos polacos

El 28 de abril de 1939 Hitler anunció en un discurso ante el Reichstag su pretensión de que la Ciudad Libre de Danzig fuese restituida al Reich, junto con una carretera y un ferrocarril extraterritoriales que cruzasen el "corredor polaco" y uniesen Prusia Oriental con el resto de Alemania. El 5 de mayo el gobierno alemán presentó oficialmente sus exigencias a Polonia. Al día siguente, el martes 6 de mayo, uno de los diarios más influyentes de Cracovia, el Ilustrowany Kurier Codzienny, publicó una carta escrita por Wladyslaw Bozyczko, un ciudadano de Varsovia, y firmada también por dos parientes suyos, los hermanos Edward y Leon Lutostanski. Iba dirigida a todos los polacos, con independencia de su sexo, edad, estado de salud, profesión o clase social, y en ella se hacía un llamamiento a los patriotas para que sacrificasen sus vidas en defensa de la nación presentándose voluntarios como torpedos vivientes en la guerra que parecía a punto de estallar.

Polonia se negó a doblegarse a las exigencias alemanas y buscó el respaldo de Francia y el Reino Unido, que se comprometieron a defender su integridad territorial. A medida que la crisis iba creciendo en intensidad, una auténtica fiebre patriótica se fue apoderando de la sociedad polaca. Muchos ciudadanos contribuyeron con donaciones económicas al fondo de defensa nacional, otros se presentaron voluntarios para combatir en las fuerzas armadas regulares. Y hubo también cientos de personas que fueron más allá y se mostraron dispuestos a aceptar la propuesta de Bozyczko. Solo tres semanas después de su publicación, el 27 de mayo, el Kurier informó que había recibido un millar de solicitudes de voluntarios dispuestos a alistarse en una unidad suicida: “Hay un flujo constante de cartas a nuestra oficina enviadas por los aspirantes voluntarios. Son tantos que es imposible presentar todos los nombres al mismo tiempo. Muchos de ellos nos han indicado que no demos sus nombres, ya que no están buscando fama. Hasta el momento nos han llegado más de 1.000. En los últimos días hemos recibido 311 cartas, incluyendo 23 de mujeres”. Por entonces, otros diarios y varias emisoras de radio se habían hecho eco del llamamiento y lo habían extendido por todo el país.

El martes 13 de junio de 1939 el Ilustrowany Kurier Codzienny publicó una lista de voluntarios, que fue actualizando a partir de entonces con nuevos nombres que se agregaban diariamente. También se publicaban extractos de las cartas en las que los aspirantes explicaban sus motivaciones: “Soy un jubilado de Lwow... Ahora soy libre, puedo hacer lo que quiera con mi vida. Tengo 60 años, no soy capaz de marchar con una carabina por un largo tiempo, pero me siento lo suficientemente fuerte como para aprender a operar un torpedo y ahorrar así al menos una vida joven”. “Soy mayor de 50 años, y creo que la gente como yo somos los mejores candidatos”. “Mi padre murió en la guerra, y mi honor de polaco me empuja a alistarme”. La gran mayoría de los voluntarios eran hombres relativamente jóvenes, con edades entre 19 y 38 años. En cuanto a las profesiones y el estatus social, la lista parecía ser muy transversal, incluyendo a personas de todo tipo y condición. Se recibieron también algunas solicitudes conjuntas, como por ejemplo la de un grupo de mineros del carbón de Nowa Wies, en la Alta Silesia. Un porcentaje considerable eran mujeres, a menudo muy jóvenes.

Las listas fueron enviadas a la Dirección de la Marina de Guerra en Varsovia. En un principio el gobierno y las fuerzas armadas polacas se mantuvieron al margen, y de hecho los militares nunca llegaron a participar de forma oficial en la campaña de reclutamiento, pero acabaron por hacer suya la propuesta de crear unidades suicidas (o al menos no la rechazaron abiertamente) y aceptaron a los voluntarios. Muchos de ellos recibieron por correo una notificación firmada por el comandante del Arma Submarina, el comodoro Eugeniusz Poplawski, en la que se les comunicaba que podían ser movilizados en caso de que estallase la guerra. Es probable que el inesperado éxito de la iniciativa ciudadana sorprendiese a los responsables de la Marina y les empujase a aprovechar la masiva afluencia de voluntarios. El número total de inscritos se ha calculado en torno a los 4.700. De ellos, unos 3.000 recibieron las tarjetas de identificación de la Marina firmadas por el comodoro Poplawski.

Durante el verano de 1939 el Estado Mayor del Ejército polaco había dado luz verde a la la creación de pequeñas unidades de voluntarios para llevar a cabo misiones especialmente arriesgadas. Varios de aquellos grupos recibieron un entrenamiento intensivo en las semanas previas al inicio de la invasión alemana y llegaron a combatir durante la guerra, en muchos casos continuando con operaciones de guerrilla tras la derrota del ejército regular. Al final de la campaña la mayor parte de los supervivientes se integraron en las organizaciones de resistencia. Pero no se conocen ataques suicidas por parte de esos grupos.

Tampoco hubo suicidas en los ataques con torpedos humanos que se realizaron durante la Segunda Guerra Mundial, a excepción de los Kaiten japoneses. Italia, Alemania y Gran Bretaña utilizaron torpedos tripulados en la guerra, en más de un caso con gran éxito. Pero no se esperaba que los pilotos muriesen en los ataques. Los tripulantes debían colocar y armar los torpedos y retirarse antes de la detonación. En cambio, los Kaiten sí eran auténticas armas suicidas. Y aunque hubiesen tenido la oportunidad de hacerlo, los pilotos japoneses difícilmente se habrían enfrentado al deshonor de volver con vida de sus misiones. Es de destacar que el desarrollo del Kaiten comenzó a partir de 1942, y que sus primeras operaciones fueron ya a finales de 1944, así que la unidad de torpedos tripulados polaca se habría adelantado en varios años a los japoneses.

Un número indeterminado de candidatos (algunas decenas) fueron seleccionados para formar parte de la primera unidad de torpedos humanos y conducidos a Gdynia, la principal base de la Marina polaca. Allí comenzaron a recibir instrucción sobre el arma que pilotarían. Pero su formación era exclusivamente teórica. Les mostraron los planos de tres modelos distintos de torpedo (uno puramente suicida y los otros dos tripulados pero con la posibilidad de que el piloto los abandonase antes de la detonación), e incluso les hicieron ver una película en la que se les explicaba con detalle sus características. Según decían los oficiales, la fabricación de las primeras unidades se había completado ya. Les insistían en que el secreto en todo lo relativo a los torpedos humanos tenía que ser absoluto.

Pero el inicio de la invasión alemana en septiembre de 1939 interrumpió los preparativos, y la inesperada derrota apenas tres semanas más tarde hizo que la historia de los planes polacos para crear una fuerza naval de ataque suicida cayese en el olvido.

También es posible que aquellos planes no hubiesen existido nunca...

Nadie ha visto ninguno de los torpedos tripulados que supuestamente habían sido ya fabricados. Es más, no hay ni rastro de los planos, ni se conocen proyectos de desarrollo en marcha, ni estudios, y menos aún planes de producción. Por eso hay quien cree que las unidades suicidas de la Marina polaca no fueron más que un intento de los militares de aprovechar con fines propagandísticos una campaña de movilización popular que contra todo pronóstico había logrado un enorme éxito. Es decir, que habrían hecho creer que aceptaban a los voluntarios suicidas, aunque en realidad nunca tuviesen la intención de utilizarlos.

Fuentes principales:
http://www.urodzinygdyni.pl/?p=2396
http://en.wikipedia.org/wiki/Living_torpedoes

2 comentarios:

  1. Supongo, que en la primera frase del segundo párrafo tendría que poner Reino Unido donde dice Alemania.

    "Polonia se negó a doblegarse a las exigencias alemanas y buscó el respaldo de Francia y Alemania, que se comprometieron a defender su integridad territorial."

    Saludos,

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