La década de los 30 fue la época dorada del fútbol centroeuropeo. En aquellos años las selecciones de Austria, Hungría o Checoslovaquia disputaban habitualmente los títulos internacionales a las grandes potencias futboleras. En la Copa del Mundo de 1934 Checoslovaquia llegó a la final liderada por sus dos grandes estrellas, el delantero Oldrich Nejedlý, reconocido a posteriori (nada menos que en 2006) como máximo goleador del torneo, y el portero František Plánička, considerado uno de los dos mejores del mundo en su época (en dura pugna con el español Ricardo Zamora).
Por tanto Checoslovaquia se presentó en la Copa del Mundo de 1938, disputada en Francia, como vigente subcampeona y uno de los rivales a batir. Comenzó bien el torneo, ganando en primera ronda a Holanda por 3-0. En cuartos de final esperaba uno de los equipos más fuertes de la competición, Brasil, que se había deshecho de Polonia en un partido que terminó con el espectacular resultado de 6-5 y que está considerado como uno de los mejores de la historia de los Mundiales.
El partido de cuartos de final entre Brasil y Checoslovaquia se disputó en Toulouse el 12 de junio de 1938. Fue uno de los partidos más violentos de la historia de la Copa del Mundo. El defensa brasileño Zezé Procópio salió al campo con el claro objetivo de impedir que Nejedlý tocase el balón. Y cumplió con su misión a rajatabla. En el minuto 12 lesionó al delantero checo, que tuvo que jugar el resto del partido con un tobillo fracturado (en aquella época no estaban permitidos los cambios). El encuentro degeneró en una sucesión de entradas peligrosas, marrullerías de todo tipo y enfrentamientos entre los jugadores. Procópio fue uno de los tres expulsados por el árbitro (dos brasileños y uno checo). Al final del partido permanecían en el campo más jugadores lesionados que sanos. Brasil se adelantó en el marcador con un gol de su estrella Leónidas. Nejedlý, a pesar de su lesión marcó el empate de penalti. Pero el auténtico héroe checo fue el portero Plánička, que tras un duro encontronazo con el brasileño Perácio tuvo que jugar buena parte del partido con un brazo roto y un hombro dislocado.
Al acabar el encuentro con el resultado de 1-1, los dos equipos tuvieron que jugar un partido de desempate en el mismo escenario dos días después. Pocos de los veintidós jugadores que participaron en el primer partido estaban en condiciones de repetir. Checoslovaquia no pudo contar con sus dos líderes, Plánička y Nejedlý. Quien sí jugó fue la gran estrella de Brasil, Leónidas, que lideró el triunfo de su equipo por 2-1. Así fue como Brasil pasó a semifinales y Checoslovaquia quedó eliminada.
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