En la noche del 29 al 30 de mayo de 1942, una flotilla formada por cinco submarinos oceánicos japoneses del tipo C1 se situó a 30 millas al nordeste de Sydney Heads, la entrada de la bahía de Sydney. A las tres de la madrugada uno de los submarinos lanzó su hidroavión de reconocimiento. Después de sobrevolar el puerto de Sydney el piloto, el brigada Susumu Ito, regresó a su submarino e informó de la presencia de acorazados y cruceros amarrados en el puerto. Cuando el comandante de la flotilla tuvo la confirmación de que había importantes unidades navales enemigas en Sydney decidió atacar el puerto con minisubmarinos la noche siguiente.
En esos momentos se encontraban en Sydney tres cruceros pesados (el Australia, el Canberra y el estadounidense Chicago), un crucero ligero y numerosas unidades menores. Teóricamente los buques fondeados en el interior de la bahía estaban bien protegidos. La entrada al puerto estaba cerrada por redes antisubmarinas, y las aguas circundantes vigiladas por destructores, dragaminas y patrulleras. Sin embargo, aunque las defensas parecían buenas, la relajación generalizada que se vivía en la base hacía que no lo fuesen tanto. La guerra parecía estar muy lejos, y nadie pensaba que pudiesen ser víctimas de un ataque. La red de protección en la entrada del puerto tenía muchos huecos. La ciudad entera vivía de espaldas a la guerra, manteniendo su rutina diaria de tiempos de paz. Por las noches Sydney seguía estando alegremente iluminada. Según el brigada Ito: "Estaba claro que Sydney no estaba en alerta, había un ambiente de despreocupación".
Mapa de la bahía y el puerto de Sydney:
Al atardecer del 31 de mayo tres de los submarinos japoneses (el I-22, el I-24 y el I-27) se aproximaron hasta unas 6 millas al este de Sydney Heads. Hacia las cuatro y media de la tarde lanzaron tres submarinos enanos Tipo A, armados con dos torpedos y con una tripulación de dos hombres cada uno. Mientras los minisubmarinos comenzaban su aproximación al puerto de Sydney, dotados de mapas detallados y con comida para una semana, sus submarinos nodriza se dirigieron a una posición predeterminada, frente a Port Hacking, donde les esperarían hasta el 3 de junio. Teóricamente no era una misión suicida, aunque todos sabían que tenían muy pocas posibilidades de volver con vida. "El último día de mi vida ha llegado", escribió el suboficial Masao Tsuzuku a sus dos hermanas antes de salir. “Fue desgarrador para los que les enviamos. Sabíamos que era por el bien de nuestro país, pero nos hubiera gustado que de alguna manera se las arreglasen para regresar con vida”, contó Ito.
El primer minisubmarino alcanzó la entrada de la bahía hacia las ocho de la noche. Se trataba del Ha-14, tripulado por el teniente Kenshi Chuma y el suboficial Takeshi Ohmori. Quince minutos más tarde fue descubierto por un remolcador cuando se quedó atrapado en una red antitorpedos que estaba desplegada entre George’s Head y Green Point. Se dio la alerta en la base, pero la reacción australiana no fue demasiado rápida. A las nueve menos veinticinco la patrullera Yarroma llegó al lugar donde se encontraba el submarino. Cuando la patrullera se disponía a abrir fuego, los dos tripulantes japoneses, al verlo todo perdido, destruyeron el sumergible con cargas de demolición y se quitaron la vida.
Un segundo submarino fue visto por primera vez en el puerto alrededor de las diez menos cuarto de la noche, dirigiéndose al oeste, en dirección a Harbour Brigde. La base se encontraba ya en estado de alerta. Una hora más tarde emergió por sorpresa a unos 200 metros de Garden Island y a 500 metros de la banda de estribor del crucero pesado Chicago. Fue iluminado por un proyector, e inmediatamente varias ametralladoras y algún cañón ligero del Chicago comenzaron a disparar contra él. El submarino se sumergió rápidamente para escapar del fuego. Pasadas las once de la noche emergió de nuevo cerca del Chicago. Sus tripulantes se las arreglaron para disparar sus dos torpedos contra el crucero estadounidense. Fallaron ambos. Uno de los torpedos encalló en la costa de Garden Island sin llegar a estallar. El otro pasó bajo el submarino holandés K9 y golpeó en el lecho del puerto justo debajo del Kuttabul, un viejo ferry reconvertido en buque de suministros. La explosión causó la muerte de diecinueve marineros australianos y dos británicos. Los supervivientes, entre los que había una decena de heridos, abandonaron el barco que se hundía irremediablemente. El submarino volvió a sumergirse y logró despistar a sus perseguidores. Nadie supo qué fue de él hasta muchas décadas después.
El Kuttabul después del ataque:
El tercer minisubmarino era el Ha-21, pilotado por el teniente Keiyu. Fue avistado por el dragaminas Yandra y atacado con cargas de profundidad en la entrada del puerto a las once menos diez de la noche. Unas cuatro horas más tarde, hacia las tres de la madrugada, fue descubierto en el interior del puerto y nuevamente atacado con cargas de profundidad. Acorralados por los buques australianos en Taylor Bay y con los tubos lanzatorpedos dañados e inservibles, sus dos tripulantes, el teniente Matsuo Keiyu y el suboficial Masao Tsuzuku, hundieron el submarino y se suicidaron.
Los australianos reflotaron los minisubmarinos Ha-14 y Ha-21. Con sus restos reconstruyeron un submarino completo, que fue cargado en un camión y exhibido por todo el país en un viaje de miles de kilómetros con el objetivo de recaudar dinero para los fondos de ayuda a las viudas y huérfanos de la Marina Real Australiana y la marina mercante. En 1943 fue entregado al Australian War Memorial de Canberra, donde permanece desde entonces.
El Ha-21 recuperado del fondo del puerto:
Los cuerpos de los cuatro japoneses fueron recuperados también, y por orden del almirante Muirhead-Gould, a cargo de las defensas de Sydney, fueron incinerados en el crematorio del este de Sydney en un funeral militar con presencia de la prensa. La decisión de rendir honores militares a los cuatro submarinistas enemigos fue muy criticada en Australia, pero el almirante defendió su decisión de honrar la valentía de los cuatro japoneses. Posiblemente también se esperaba que esa demostración pública (y publicitada) de respeto por los muertos podía ayudar a mejorar el trato que recibían los muchos prisioneros de guerra australianos que se encontraban en los campos japoneses.
Los submarinos nodriza japoneses estuvieron esperando hasta el 3 de junio. El I-24 se cree que permaneció unos días más en las costas australianas y fue el responsable de varios ataques a buques mercantes, así como un bombardeo sin consecuencias contra Sydney una semana después.
El ataque japonés a Sydney se puede considerar un éxito relativo (o un relativo fracaso). Aunque dos de los tres minisubmarinos lograron burlar las defensas de la base y uno de ellos llegó a lanzar sus torpedos, el hundimiento del viejo Kuttabul y la muerte de veintiuno de sus tripulantes difícilmente podría compensar la pérdida de los minisubmarinos y sus tripulaciones. Lo que sí consiguieron los japoneses con su ataque fue sembrar el pánico en todas las regiones costeras australianas. El miedo a una invasión hizo que muchos residentes vendiesen sus propiedades y se fuesen a vivir al interior del país.
En noviembre de 2006 unos submarinistas descubrieron los restos del tercer minisubmarino en una playa al norte de Sydney. Nunca se sabrá si sus tripulantes, el alférez Katsushisa Ban y su navegante, el suboficial Mamoru Ashibe, hundieron su nave intencionadamente tras completar su misión o si sufrieron algún fallo mecánico cuando se dirigían a reunirse con su submarino nodriza, el I-24.
Fuentes:
http://en.wikipedia.org/wiki/Attack_on_Sydney_Harbour
http://en.wikipedia.org/wiki/Type_A_Ko-hyoteki_class_submarine
http://www.ww2australia.gov.au/underattack/sydharbour.html
http://www.independent.co.uk/news/world/australasia/revealed-the-day-war-came-to-sydney-732004.html