Guadalcanal fue la gran batalla de desgaste de la guerra en el Pacífico. Pero más que para las fuerzas terrestres que luchaban por el control de la isla, lo fue para las marinas de guerra de ambos bandos. Entre agosto y diciembre de 1942 hubo siete grandes batallas navales en torno a Guadalcanal, además de muchos otros enfrentamientos menores y continuos ataques de aviones, submarinos y lanchas torpederas a convoyes y barcos aislados. Numéricamente, si se considera como una única gran batalla naval de cinco meses de duración, la victoria habría sido para los japoneses. La US Navy perdió más de 5.000 hombres, además de dos portaaviones, siete cruceros y otros quince barcos de guerra de distintos tipos. Las pérdidas de la Marina Imperial, aunque también traumáticas, fueron inferiores: 3.500 hombres, dos acorazados, un portaaviones ligero, cuatro cruceros y otros diecisiete barcos de guerra. Tomando las batallas una por una, también hubo una mayoría de victorias tácticas de los japoneses, aunque éstas nunca les sirvieron para alcanzar sus objetivos estratégicos. Pero la campaña había llevado a la Marina Imperial a una situación límite. Su capacidad de reponer las pérdidas era muy inferior a la de la US Navy, y cada barco hundido o dañado podía comprometer gravemente operaciones futuras. En diciembre de 1942 el almirante Yamamoto tomó la decisión de abandonar Guadalcanal y reservar la Flota Combinada para enfrentamientos posteriores. A pesar de las cifras favorables a los japoneses, considerada como una batalla de desgaste Guadalcanal fue una clara victoria estadounidense.
La decisión de la Marina Imperial de no arriesgar más buques en la defensa de Guadalcanal encontró inicialmente la oposición del Ejército, cuyos mandos aún esperaban poder revertir el curso de la batalla. Pero los continuos fracasos en las misiones de abastecimiento acabaron por convencerles. La capacidad de combate de las tropas japonesas en Guadalcanal disminuía cada día que pasaba, al mismo tiempo que se fortalecía la del bando contrario, que ya no tenía problemas para recibir refuerzos y suministros de forma masiva.
El 31 de diciembre de 1942 el Cuartel General Imperial aprobó las recomendaciones de la Flota Combinada y dio instrucciones para que comenzasen los preparativos de la retirada. El 9 de enero el Estado Mayor de la Flota Combinada y el 8º Ejército de Área (del que dependían las tropas de Guadalcanal) presentaron el plan de evacuación, que tenía el nombre en clave de Operación Ke. La clave de su éxito estaría en mantener ocultas sus intenciones, haciendo creer a los estadounidenses que los japoneses estaban preparando una gran ofensiva. Para ello se generaría tráfico falso de radio y la aviación y la flota incrementarían su actividad en la zona. En enero, el progresivo incremento en el aumento del número de buques y aviones japoneses destacados en las Marshall y el archipiélago de Bismark y el llamativo aumento del tráfico de radio en la región convencieron a los servicios de inteligencia estadounidenses de que era inminente una operación de gran envergadura en las Salomón o en Nueva Guinea.
La evacuación estaría a cargo de los destructores de la 8ª Flota del vicealmirante Gunichi Mikawa, con base en Rabaul. Contarían con el apoyo de casi 400 aviones de la Marina y el Ejército, con los que se esperaba obtener una superioridad aérea momentánea. No lo iban a tener fácil: entre el Saratoga, el Enterprise, media docena de portaaviones de escolta, la Cactus Air Force en Campo Henderson, y los bombarderos con base en Espíritu Santo, los estadounidenses podían contar con más de 500 aviones en el área de Guadalcanal.
A comienzos de enero las fuerzas estadounidenses en Guadalcanal sumaban más de 50.000 hombres del Ejército y los Marines, con numerosa artillería e incluso carros de combate. En el bando contrario, de los 36.000 soldados japoneses que habían desembarcado en la isla desde el principio de la batalla, apenas quedaban 14.000 con vida. Muchos de los supervivientes estaban enfermos, heridos o demasiado débiles por la desnutrición y no podían valerse por sí mismos. No contaban con armamento pesado y apenas tenían municiones, por lo que no estarían en condiciones de oponer una resistencia efectiva durante la retirada. Por ello el plan preveía el desembarco previo de un batallón del Ejército para cubrir su retaguardia durante la marcha hacia el oeste.
El 14 de enero un convoy de nueve destructores trasladó a Guadalcanal una fuerza de 750 hombres y una batería de cañones de montaña (que podían desmontarse y transportarse a hombros) al mando del mayor Keiji Yano (como era habitual en el Ejército japonés, la unidad recibió el nombre de su comandante, Batallón Yano). El desembarco se llevó a cabo sin grandes problemas, aunque en el regreso a Rabaul los destructores fueron atacados por la aviación estadounidense y varios de ellos sufrieron daños. Junto a las tropas de refuerzo desembarcó un grupo de oficiales del Estado Mayor del 8º Ejército de Área con la misión de coordinar las operaciones de retirada con el general Harukichi Hyakutake, comandante de las tropas japonesas en Guadalcanal. El 18 de enero el cuartel general del 17º Ejército de Hyakutake, situado en Kokumbona, en la costa norte de la isla, dio las primeras instrucciones a sus unidades para proceder a la evacuación. El día 20 la 38ª División de Infantería abandonaría sus posiciones para dirigirse al cabo Esperanza. Cinco días después la seguiría la 2ª División, quedando el Batallón Yano en la retaguardia para cubrir la retirada.
El 20 de enero, el día que la 38ª División comenzó su retirada, coincidió con una ofensiva estadounidense contra las alturas al sur de Kokumbona. Los norteamericanos avanzaron sin encontrar mucha resistencia, y dos días después amenazaban con rodear las posiciones que ocupaba la 2ª División. La noche del 22 Hyakutake tuvo que ordenar antes de lo previsto la retirada hacia el oeste de todas sus fuerzas. La mañana siguiente los estadounidenses capturaron Kokumbona. En los días posteriores continuaron la retirada japonesa y el avance norteamericano, ralentizado con éxito por las tropas del Batallón Yano. El 29 de enero los hombres de Yano ocuparon posiciones defensivas en la orilla izquierda del río Bonegi y lograron retener a las tropas enemigas durante tres días.
Mientras tanto habían comenzado los ataques aéreos con los que los japoneses pretendían dar la impresión de que estaba a punto de iniciarse una gran ofensiva. La mayoría eran pequeñas incursiones con pocas consecuencias, pero entre ellas se lanzaron dos ataques a gran escala por parte de aparatos de la Marina y del Ejército, respectivamente. El 25 de enero casi sesenta Zeros se enfrentaron sobre Guadalcanal a los Wildcats y P-40 de la Cactus Air Force. Los cazas japoneses tuvieron que retirarse, aunque apenas sufrieron bajas. Dos días después una formación de nueve bombarderos Kawasaki Ki-48 y setenta y cuatro cazas Nakajima Ki-43 del Ejército Imperial fue interceptada por los cazas estadounidenses al norte de la isla. En el combate fueron derribados media docena de aparatos de cada bando. Los Ki-48 llegaron a bombardear posiciones estadounidenses en tierra, aunque el ataque apenas causó daños.
Las incursiones aéreas ayudaron a reforzar la creencia de que era inminente una ofensiva japonesa en Guadalcanal u otro punto de las Salomón. Para hacer frente a la supuesta amenaza, a finales de enero partió de Nueva Caledonia un gran convoy estadounidense con refuerzos con destino a Guadalcanal. Al mismo tiempo una fuerza naval al mando del contraalmirante Robert C. Giffen fue enviada al estrecho de Nueva Georgia con la misión de proteger la llegada del convoy y los desembarcos previstos para el 30 de enero. La escuadra recibió la denominación de Task Force 18, y estaba formada por tres cruceros pesados, tres cruceros ligeros, dos portaaviones de escolta y doce destructores. El 29 de enero Giffen dividió sus fuerzas al decidir dejar atrás los portaaviones, demasiado lentos para mantener la velocidad del resto de los buques, acompañados de algunos de los destructores. Esa tarde un submarino japonés descubrió la escuadra estadounidense y envió un mensaje informando de su posición. Poco después despegaron de Rabaul 32 bombarderos Mitsubishi G4M y G3M armados con torpedos para lanzar un ataque a la Task Force 18.
Al anochecer los aviones japoneses encontraron la escuadra de Giffen frente a la isla Rennell, al sur de Guadalcanal. Tanto los G3M como los G4M eran bimotores de gran tamaño, casi tan voluminosos como los B-17 estadounidenses, que, aunque podían ser utilizados como torpederos, eran muy vulnerables en ese cometido al tener que realizar su aproximación al blanco a baja velocidad y muy baja altura. Sin embargo, Giffen había dejado su escuadra sin cobertura aérea al ordenar que los portaaviones de escolta se separasen para no ralentizar la marcha del convoy. En el ataque, lanzado en dos oleadas, solo tres de los aparatos fueron derribados por el fuego antiaéreo de los buques. Dos torpedos alcanzaron al crucero pesado Chicago, causándole graves inundaciones y una pérdida total de potencia. Giffen ordenó la retirada de su fuerza naval, a excepción de seis destructores que se quedaron para dar escolta al Chicago y al remolcador Navajo, enviado en su ayuda desde Tulagi.
La tarde del 30 de enero once bombarderos G4M lanzaron un nuevo ataque. En esta ocasión el Chicago sí contaba con la protección de cazas de los portaaviones cercanos. Ocho de los once bombarderos atacantes fueron derribados por la aviación estadounidense, aunque muchos de ellos lograron lanzar antes sus torpedos. Uno golpeó al destructor La Vallette, ocasionándole graves daños. Otros cuatro torpedos alcanzaron al Chicago, que se hundió poco después.
El 30 de enero el convoy de refuerzos estadounidenses llegó a Guadalcanal. El grueso de la flota aliada permanecía al sur de las Salomón, aguardando acontecimientos. El 31 los destructores de Mikawa se reunieron en las Shortland. La primera misión de evacuación estaba prevista para la noche del 1 al 2 de febrero. La retirada de la Task Force 18 facilitaba los planes japoneses, aunque los aliados aún contaban con superioridad aérea. La mañana del 1 de febrero una formación de B-17 con base en Espíritu Santo atacó el fondeadero de las Shortland. Ningún buque fue alcanzado, y los estadounidenses perdieron cuatro bombarderos en la incursión. Por la tarde, seis bombarderos Ki-48 y veintitrés cazas Ki-43 del Ejército Imperial lanzaron un ataque contra Campo Henderson, que no tuvo consecuencias.
La mañana del 1 de febrero un batallón de marines desembarcó en Verahue, en la costa oeste de Guadalcanal, al sur del cabo Esperanza. Por la tarde un hidroavión de reconocimiento japonés avistó la flotilla de desembarco (un antiguo destructor de la Primera Guerra Mundial reconvertido en transporte rápido de tropas, varias LCTs y cuatro destructores de escolta), muy próxima al lugar donde horas más tarde embarcarían los hombres de la 38ª División, y envió un mensaje al cuartel general de la Marina Imperial en Rabaul. Inmediatamente despegó de Buin una fuerza de ataque formada por catorce bombarderos en picado Aichi D3A y cuarenta Zeros. Los aviones localizaron la flotilla en el estrecho del Fondo de Hierro, entre el cabo Esperanza y la isla de Savo. Los bombarderos se lanzaron contra los buques mientras los cazas entablaban combate con los aviones de la Cactus Air Force que protegían el convoy. El destructor Nicholas fue alcanzado por dos impactos cercanos que dañaron su timón, pero pudo continuar navegando. Otro destructor, el De Haven, fue golpeado por tres bombas y se hundió casi inmediatamente. Murieron 167 hombres, más de la mitad de su tripulación. Además, los estadounidenses perdieron tres Wildcats durante el combate aéreo. Por parte japonesa, cayeron derribados cinco bombarderos y tres Zeros.
Mientras tanto, estaba ya en camino el primer convoy de evacuación formado por veinte destructores (once para el transporte de tropas y nueve de escolta), al mando del contraalmirante Shintarō Hashimoto. La flotilla fue denominada oficialmente Unidad de Refuerzo, un nombre con el que los japoneses pretendían engañar al enemigo sobre sus verdaderas intenciones. El convoy sufrió dos ataques aéreos consecutivos en los que participaron casi cien aviones de la Cactus Air Force. El primero de ellos no tuvo consecuencias. En el segundo, un impacto cercano dejó sin propulsión al destructor Makinami, el buque insignia de Hashimoto. El Makinami tuvo que regresar a las Shortland remolcado por el Fumizuki, mientras Hashimoto continuaba al frente de la misión a bordo de otro de los destructores, el Shirayuki. Los estadounidenses perdieron cuatro aviones.
Por la noche una flotilla de lanchas torpederas salió al encuentro del convoy japonés en el Ironbottom Sound. Los destructores de la escolta se enfrentaron a ellas y con ayuda de hidroaviones de la Marina Imperial con base en Rabaul lograron hundir tres de las lanchas. Cuando parecía que la lucha había terminado, un torpedo golpeó al destructor Makigumo, que quedó inmovilizado y fue abandonado y barrenado por la tripulación.
Mientras los buques de escolta mantenían alejadas a las torpederas, los destructores de transporte llegaron a los puntos de evacuación, frente al cabo Esperanza y en la bahía Kamimbo, y recogieron a los 5.000 hombres supervivientes de la 38ª División que esperaban en las playas. Tras completar el embarque, el convoy volvió a reagruparse e inició el regreso. La Unidad de Refuerzo arribó a las Shortland sin más contratiempos el mediodía del 2 de febrero. La primera misión de evacuación de la operación Ke se había completado con un coste de un destructor hundido y otro dañado, pero podía considerarse un éxito.
La mañana del 4 de febrero zarparon de nuevo veinte destructores (habían sido enviados dos desde Truk para reemplazar los perdidos) en la segunda misión de evacuación. Igual que había ocurrido tres días antes, los aviones de Campo Henderson atacaron por dos veces el convoy y dañaron de gravedad uno de los buques, el Maikaze, que tuvo que regresar a la base escoltado por el Nagatsuki. Los atacantes perdieron once aparatos, derribados por las armas antiaéreas y los Zeros de escolta. Esa noche no aparecieron las lanchas torpederas, por lo que los destructores de Hashimoto pudieron embarcar sin contratiempos a casi 4.000 hombres, en su mayor parte de la 2ª División de Infantería. Entre los evacuados estaba el general Hyakutake, el comandante supremo de las fuerzas japonesas en Guadalcanal.
Mientras, en tierra, el Batallón Yano seguía bloqueando el avance estadounidense hacia el oeste de la isla. Los primeros días de febrero las tropas japonesas se atrincheraron en la orilla izquierda del río Segilau antes de continuar la retirada el día 4. Los norteamericanos, convencidos de que los convoyes nocturnos habían servido para transportar refuerzos, se mostraban cautelosos. El 6 de febrero los últimos 2.000 soldados japoneses, pertenecientes al batallón Yano y a unidades rezagadas de la 2ª División, se replegaron a la bahía Kamimbo. Al día siguiente el avance norteamericano siguió igual de lento, a pesar de que la resistencia era ya casi inexistente.
El 7 de febrero partió de las Shortland el tercer y último convoy de evacuación al mando de Hashimoto. Por la tarde los destructores fueron atacados por una fuerza de 36 aviones de la Cactus Air Force. Uno de los buques, el Isokaze, sufrió daños graves y tuvo que retirarse escoltado por el Kawakaze. El resto del convoy continuó hacia la bahía Kamimbo. A medianoche el embarque de casi 2.000 soldados se había completado. Antes de iniciar el regreso, varios botes recorrieron la costa durante más de una hora para asegurarse de que no dejaban a nadie en tierra. La mañana siguiente la Unidad de Refuerzo arribó a Bougainville sin novedad. Así terminaba la operación Ke. En total la Marina japonesa evacuó a 10.652 hombres de Guadalcanal. Unos 600 de ellos murieron en los días posteriores a causa de las heridas o las enfermedades que habían contraído en la isla.
El 8 de febrero las tropas estadounidenses llegaron al cabo Esperanza y Kamimbo, sin encontrar más que a unos pocos soldados japoneses moribundos abandonados a su suerte. Solo entonces se convencieron de que los convoyes de los días anteriores no habían estado enviando refuerzos a la isla, sino evacuando a las tropas japonesas. La tarde del 9 de febrero las fuerzas que avanzaban desde el norte se encontraron en la aldea de Tenaro con los marines del batallón que había desembarcado en Verahue. El general Alexander Patch, comandante de las fuerzas aliadas en Guadalcanal, dio la batalla por finalizada. En el mensaje que envió al almirante Halsey concluía: "El Expreso de Tokio ya no tiene su terminal en Guadalcanal".