Fritz Haber nació en diciembre de 1868 el seno de una antigua familia judía de Breslau, Prusia (la actual Wroclaw polaca). Su madre murió durante el parto. Su padre era un conocido hombre de negocios local. En 1886´el joven Fritz comenzó sus estudios de Química en la Universidad de Heidelberg, donde fue alumno de Robert Bunsen (el que da nombre al "famoso" mechero). Más tarde trabajó durante un tiempo en las industrias de la familia, aunque poco después lo dejó para iniciar una brillante carrera académica.
A comienzos del siglo XX Haber, convertido ya en un químico de renombre, era profesor en la Universidad de Karlsruhe. Fue allí, en colaboración con otro químico llamado Carl Bosch, donde desarrolló lo que se conoce como el "proceso Haber-Bosch", la síntesis de amoniaco a partir de hidrógeno y el nitrógeno atmosférico. Con su procedimiento la fabricación de productos nitrogenados, como fertilizantes o explosivos, se convirtió en un proceso industrial y dejó de depender de la explotación de depósitos naturales (especialmente el
caliche chileno). En 1918 Haber recibió el Premio Nobel de Química por ese trabajo.
Para entonces Fritz Haber ya había realizado su otra gran contribución a la química moderna, aunque esta fue en un campo mucho más controvertido. Durante la Primera Guerra Mundial dirigió los trabajos alemanes para el desarrollo de armas químicas. Estudió con sus colaboradores la utilización como armas del gas de cloro y otros agentes químicos, además de trabajar en el desarrollo de máscaras antigás con filtros absorbentes. En ocasiones era el propio Haber quien dirigía los equipos encargados de liberar los gases en el campo de batalla. A menudo se le denomina "el padre de la guerra química".
Haber estaba orgulloso de los servicios que había prestado a su país durante la guerra. También de los honores que había recibido a cambio. El Kaiser le condecoró y le concedió el rango de capitán, a pesar de ser un civil. El dilema moral que se le podía plantear lo resolvía apelando al patriotismo: "En tiempo de paz, un científico pertenece al mundo, pero en tiempo de guerra pertenece a su país". Frente al desprecio de muchos de sus colegas, Haber defendía el uso de armas químicas en la guerra, con el argumento de que si se aceptaba que una muerte era necesaria, el método elegido para matar no tenía por qué implicar ninguna diferencia ética.
Su defensa de la guerra química supuso para Haber tener que soportar los reproches de varios de sus colegas científicos, pero también algo mucho más doloroso. Aquel trabajo destrozó a su familia. Haber se había casado en 1901 con Clara Immerwahr, química como él (la primera mujer que obtuvo un doctorado en la Universidad de Breslau), colaboradora suya y traductora de sus obras al inglés. Clara se oponía al trabajo de su marido con gases venenosos. El 22 de abril de 1915 Haber supervisó personalmente el primer ataque con gases de la historia, en el frente de Ypres, en Bélgica. Fue un gran éxito que parecía acabar con el punto muerto al que se había llegado en el frente occidental. Fritz Haber logró su ascenso a capitán y el reconocimiento general a su trabajo por parte del gobierno, los militares y la prensa. A su regreso a Berlín, el 2 de mayo, organizó una cena para celebrar su triunfo. Durante la velada Clara y su marido tuvieron una fuerte discusión. Aquella misma noche Clara se suicidó en el jardín de su casa, disparándose en el pecho con el revólver de su esposo. La muerte de Clara fue silenciada. No hubo autopsia, ni se informó en la prensa. Al día siguiente Fritz Haber salió para el frente oriental. No se quedó al funeral de su esposa.
Clara Immerwahr:
En poco tiempo se hizo evidente que las armas químicas no iban a acabar con los horrores de la guerra de trincheras, sino que tan solo suponían un paso más en la escalada de terror, pero aun así Haber siguió mostrándose orgulloso de su trabajo. Y aún lo estaba al finalizar el conflicto, cuando muchos le consideraban un criminal de guerra. En los años 20 dio una muestra más de su patriotismo cuando se volcó en una investigación para buscar un método de extraer el
oro disuelto en el agua de mar que permitiese a Alemania pagar las reparaciones de guerra impuestas en el Tratado de Versalles. Tras años de trabajo, llegó a la conclusión de que la extracción de oro del mar no era rentable.
Cuando llegó Hitler al poder, Haber tuvo que abandonar Alemania. Ni su probado patriotismo y su contribución al esfuerzo bélico nacional durante la guerra anterior, ni sus conocimientos sobre armamentos, ni su Premio Nobel y sus aportaciones a la industria química alemana, ni su conversión al cristianismo, nada contaba más para los nazis que el hecho de que era judío. En 1933 fijó su residencia en Cambridge, Inglaterra. En los meses que estuvo allí tuvo que soportar que
Ernest Rutherford le negase deliberadamente el saludo por sus trabajos con armas químicas. Haber aceptó una propuesta para dirigir un instituto de investigación en Palestina (en aquellos años todavía Mandato Británico). En enero de 1934, de viaje a Oriente Próximo, Fritz Haber murió en un hotel de Basilea de un ataque al corazón.
Su segunda esposa, Charlotte, fijó su residencia en Inglaterra con sus dos hijos. El primogénito, Hermann, hijo de Clara, emigró a los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. También se suicidó, en 1946, se dice que por la vergüenza que le causaba la obra de su padre. Uno de sus nietos, Ludwig Fritz Haber, se convirtió en un destacado historiador de la guerra química durante la Primera Guerra Mundial.
Muchos familiares de Haber murieron en campos de concentración. Y aquí viene la ironía más triste de esta historia. En la década de los 20 el instituto de investigación de Haber desarrolló un insecticida basado en gas de cianuro al que dieron el nombre de Zyclon A. Años después, una variante denominada Zyclon B fue la utilizada por los nazis en las cámaras de gas de Auschwitz.
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Fritz_Haber
y otras entradas de Wikipedia
http://world.std.com/~jlr/doom/haber.htm