Bipoland

A veces curioseando en las redes sociales se encuentran pequeñas joyas como esta. Bipoland, de Matty Brown, es un retrato de una Polonia de dos caras. Por un lado la de Auschwitz, el recuerdo siempre presente de su pasado más triste. Por otro el país brillante y lleno de vida que mira al futuro.


BIPOLAND from Matty Brown on Vimeo.

Los aviones que se derribaron a sí mismos

En los primeros días de de septiembre de 1939 el submarino alemán U-30 se encontraba en el Atlántico Norte, ya preparado para iniciar la guerra contra el tráfico mercante aliado en cuanto recibiese la notificación de que se habían iniciado las hostilidades. Así, el mismo día que Gran Bretaña declaraba la guerra a Alemania, el 3 de septiembre, el U-30 hundió al noroeste de Irlanda al transatlántico Athenia (el primer buque hundido en la Segunda Guerra Mundial). El gobierno alemán trató de encubrir la acción, negando toda implicación y acusando a los británicos de hundir el barco de pasajeros para arrastrar a Estados Unidos a la guerra (entre los muertos había 28 civiles estadounidenses). Pero si algo quedaba claro con aquel ataque era que los alemanes pretendían repetir la estrategia seguida en la Primera Guerra Mundial, tratando de bloquear al Reino Unido atacando con sumergibles sus rutas de abastecimiento. Para luchar contra aquella amenaza, la Royal Navy envió a varios de sus portaaviones al Atlántico en misión de patrulla antisubmarina.

La mañana del 14 de septiembre, en la segunda semana de la guerra, el U-30 navegaba por el Banco de Rockall, una zona del Atlántico Norte situada aproximadamente a medio camino entre Irlanda e Islandia, cuando divisó al Fanad Head, un carguero británico de 5.200 toneladas. Los alemanes obligaron al mercante a detenerse amenazándole con su cañón de cubierta. La tripulación abandonó el barco, pero antes el radiotelegrafista tuvo tiempo de enviar un mensaje SSS, la señal que indicaba un ataque de submarinos. El comandante del sumergible, el capitán Fritz-Julius Lemp, envió a abordar el barco inglés en un bote de goma al Maschinenobergefreiter (es decir, cabo 1º maquinista, o algo parecido) Adolf Schmidt acompañado de un ayudante. Su misión era colocar una carga de demolición para hundir el mercante sin tener que gastar ninguno de los valiosos torpedos del submarino, y de paso aprovechar para saquear el barco apresado y hacerse con comida fresca.

En esos momentos el portaaviones británico Ark Royal se encontraba a unas 180 millas al nordeste con una escolta de seis destructores. Cuando recibieron la llamada de socorro del Fanad Head, tres de los destructores se dirigieron a toda máquina al lugar del ataque. Poco después, tres aviones Blackburn Skua despegaron del Ark Royal armados con bombas perforantes. Los aviones llegaron a las coordenadas indicadas cuando Schmidt y su ayudante estaban todavía en el Fanad Head ocupados con los preparativos de la voladura. Al ver que se aproximaban los aviones, Lemp tuvo que ordenar la inmersión del submarino dejando al equipo de demolición a bordo del mercante. Con las prisas por sumergirse, los alemanes se olvidaron de cortar el cabo que unía al submarino con el bote, que siguió al U-30 como si de una boya de señalización se tratase.

Los pilotos de los tres Skuas vieron un objeto negro alejándose del mercante (el bote de goma) y decidieron atacarlo. Lo que no se imaginaban era que sus bombas o bien tenían un grave fallo de diseño o bien no eran las más indicadas para aquella misión (porque ¿qué sentido tiene atacar un submarino con bombas que no pueden entrar en el agua?). Algunas de las bombas que lanzaron estallaron en la superficie, provocando alarmantes sacudidas en el U-30, pero otras rebotaron en el mar e hicieron explosión en el aire, debajo de los aviones que las habían lanzado. Dos de los Skuas sufrieron daños graves por los fragmentos de sus propias bombas y cayeron al mar. Schmidt y su compañero, que todavía se encontraban a bordo del Fanad Head y habían visto asombrados todo lo ocurrido, saltaron al agua para ayudar a los pilotos enemigos, uno de los cuales estaba herido de gravedad. Lemp dio orden de emerger para recuperar a sus hombres y cortar el cabo que aún unía el submarino al bote. Suponía que piloto del avión que aún estaba en el aire no les atacaría si veía que iban a rescatar a sus propios compañeros. Se equivocó. El tercer Skua abrió fuego con sus ametralladoras contra el submarino e hirió a Schmidt, que tuvo que ser ayudado por los pilotos británicos a entrar en el sumergible.

Mientras el médico del U-30 atendía a los heridos, Lemp ordenó disparar contra el Fanad Head los cuatro torpedos cargados en los tubos de proa. Todos ellos sufrieron problemas mecánicos o fallaron el blanco (la efectividad de los torpedos alemanes en los primeros meses de la guerra era tan ridícula o más que la de las bombas antibuque británicas). Por fin, un quinto torpedo, lanzado desde el tubo de popa, alcanzó al barco. En ese momento, mientras el Fanad Head se hundía, apareció una segunda oleada de aviones provenientes del Ark Royal, compuesta por seis anticuados biplanos Fairey Swordfish armados con bombas de 100 libras. Los pilotos pudieron ver claramente la sombra sumergida del U-30 y lanzaron sobre ella un total de once bombas. Algunas explotaron muy cerca del submarino. Para huir del ataque, Lemp dio orden de aumentar la profundidad de inmersión.

Los tres destructores británicos llegaron a la zona tras recorrer la distancia de 180 millas en unas siete horas. Mientras uno de ellos se ocupaba de recoger a la tripulación del Fanad Head, los otros dos iniciaban la búsqueda del submarino. La caza duró varias horas, pero Lemp supo eludirlos con habilidad. Más tarde, ya fuera de peligro, decidió romper el silencio de radio y solicitar permiso para dirigirse a Islandia (un país neutral) y desembarcar allí a Schmidt y a los prisioneros. En Berlín supusieron erróneamente que los aviones habían sido derribados por el cañón antiaéreo del U-30, y dieron publicidad a la acción como si se hubiese tratado de una gran victoria de un submarino alemán que había hecho frente al ataque de un portaaviones británico.

Blackburn Skuas del 800 Escuadrón de Aviación Naval de la Royal Navy listos para despegar sobre la cubierta de vuelo del Ark Royal:


Fuente principal:
Clay Blair: The Hunters 1939-1942 (Volume 1): Hitler´s U-Boat War
Foto: http://en.wikipedia.org/wiki/Blackburn_Skua

El submarino que se hundió por el retrete

El U-1206 era un submarino alemán del Tipo VII-C, el más común en la Segunda Guerra Mundial. Entró en servicio en los meses finales de la guerra, y era uno de los primeros submarinos equipados con un gran avance técnico, más importante de lo que parece: un inodoro para altas presiones, que permitía su uso a grandes profundidades. Consistía en un complicado sistema de conductos y cámaras que terminaban expulsando los residuos al exterior con un disparo de aire comprimido. Según una versión poco creíble y muy extendida de esta historia (que creo que tiene su origen en un libro sobre la guerra submarina titulado Jäger und Gejadte, “cazador y cazado”, del alemán Jochen Brennecke), para que los desechos acabasen en el mar había que abrir y cerrar varias válvulas en un orden determinado, lo que hacía que utilizar el retrete fuese una tarea compleja que requería una capacitación especial. Vamos, que para hacer uso de él literalmente había que llamar a un ingeniero. De hecho, según Brennecke, la Kriegsmarine escogió a un miembro de la tripulación de cada submarino en el que se instalaba aquella maravilla de la técnica y le dio la formación necesaria para manejarla correctamente. Cada vez que se utilizaba el retrete tenía que hacerse bajo la supervisión del experto en cuestión.

El 6 de abril de 1945 el U-1206 partió del puerto noruego de Kristiansand en su primera patrulla de combate por el Mar del Norte. Al mando estaba el capitán Karl-Adolf Schlitt, un comandante de submarino tan novato como el propio buque.

El 14 de abril el submarino se encontraba a unas ocho millas de Peterhead, el punto más oriental de la costa escocesa, navegando sumergido a una profundidad de 60 metros. Es difícil saber qué ocurrió exactamente. Según el informe del capitán, él se encontraba ayudando a reparar una avería en uno de los motores diesel cuando le informaron de que había un problema en el retrete de proa. Una válvula había fallado y el agua del mar estaba entrando en el submarino. Otros afirman que el fue el propio capitán Schlitt el causante de la tragedia. Según Brennecke, que creo que le echó un poco de imaginación al asunto, el capitán decidió que no necesitaba la ayuda de ningún experto para hacer sus necesidades y accionó la válvula equivocada provocando que el agua de mar comenzase a inundar el submarino. El buque aún se podía salvar, si la válvula se cerraba a tiempo, pero el problema era que justo debajo del inodoro se encontraban las baterías del submarino. Cuando el agua salada entró en contacto con el ácido de las baterías, se produjo una reacción química y se comenzaron a liberar gases tóxicos. El capitán tuvo que dar orden de salir a la superficie para ventilar el buque.

El U-1206 se encontraba apenas a una docena de kilómetros de la costa escocesa, y era seguro que los británicos no iban a tardar en descubrir al intruso. En este punto hay de nuevo dos versiones distintas de la historia. Según el capitán, viendo que estaban inmovilizados y sabiendo que tarde o temprano iban a ser descubiertos, ordenó abandonar el buque y lo barrenó. Brennecke vuelve a adornar el relato, afirmando que cuando estaban todavía ocupados en la ventilación del submarino fueron atacados por un avión británico, y que fueron los daños causados por el bombardeo los que llevaron al capitán a dar la orden de abandonarlo. Un marinero murió en el supuesto ataque aéreo, otros tres se ahogaron al saltar al agua, y los 46 restantes fueron hechos prisioneros. La guerra duraría solo tres semanas más.

Seguro que muchos aficionados a las anécdotas históricas ya habíais oído hablar del U-1206 y su vergonzoso final. Pero, como suele ocurrir, la versión más extendida de la historia no es la más cercana a los hechos reales. Es cierto que un fallo en un retrete provocó la pérdida del submarino, pero "la gran cagada del capitán Schlitt" no es más que una simpática leyenda.

O eso creo.

Fuentes:
http://www.u-historia.com/uhistoria/historia/huboots/u1200-u1299/u1206/u1206.htm
http://www.mathison.freeserve.co.uk/id25.htm
http://uboat.net/boats/u1206.htm
http://en.wikipedia.org/wiki/German_submarine_U-1206

El monstruo marino de Pola

Durante la Primera Guerra Mundial, Alemania, buscando abrir nuevos frentes que obligasen a los aliados a dividir sus fuerzas, dio ayuda militar a los beduinos sanusí libios, que se había rebelado contra los colonizadores italianos. Las armas y los suministros eran transportados por dos submarinos minadores costeros alemanes, el UC-20 y el UC-73, que tenían que cruzar el Mediterráneo en arriesgadas travesías desde el puerto de Pola, una base de la marina austrohúngara en la actual Croacia, hasta la costa libia.

En junio de 1918, en la que sería la última de aquellas misiones de transporte, el UC-20 entregó un cargamento de armas a los rebeldes libios en la región de Misrata, al este de Trípoli. El líder local, un viejo jeque, quiso corresponder al regalo de los alemanes, y como agradecimiento entregó al comandante del submarino uno de sus mejores dromedarios. El oficial era el teniente Heinrich Kukat, que, como buen militar prusiano, se sintió obligado a aceptar el presente en nombre del Kaiser y se comprometió a hacérselo llegar a Berlín.

Cruzar el Mediterráneo, controlado por las armadas aliadas, con un dromedario a bordo, no era tarea fácil. El primer problema (y no el menor precisamente) era embarcarlo. Y es que es más fácil hacer pasar un camello por el ojo de una aguja que meterlo en un submarino. El dromedario tendría que hacer toda la travesía en cubierta, ya que era demasiado grande para viajar en el interior del sumergible. Ataron una cuerda alrededor del cuello del animal, para que estuviese siempre unido al submarino y no perderlo en caso de que se encontrasen con alguna amenaza que les obligara a sumergirse. A continuación hicieron una marca en el indicador de profundidad que señalaba los metros a los que podían sumergirse dejando la cabeza del dromedario por encima del agua. Era lo que la tripulación del submarino bautizó técnicamente como "navegar a profundidad de camello". Como al parecer los dromedarios no son buenos nadadores (no es de extrañar, teniendo en cuenta el hábitat en el que se desenvuelven normalmente), el submarino estaría obligado a desplazarse a poca velocidad.

Se cuenta (puede que solo sea una leyenda marinera) que, cuando estaba ya cerca de la entrada del puerto de Pola, el UC-20 tuvo que pasar al lado de un grupo de barcos de pesca que faenaban junto a la costa. Quizá como medida rutinaria de seguridad, para que las entradas y salidas del buque quedasen a salvo de miradas indiscretas, el capitán dio orden de sumergirse. El submarino cruzó entre los pesqueros de forma que lo único que sobresalía del agua eran la cabeza y la joroba del dromedario. Cuando los pescadores vieron a aquel extraño ser, con apariencia de monstruo mitológico, nadando alrededor de sus barcos, izaron las velas y huyeron despavoridos a mar abierto.

El dromedario llegó al fin a puerto sano y salvo. Alguien decidió entonces que no podía continuar su viaje a Berlín, a pesar de que ya había completado la parte más difícil del camino. En lugar de eso se le buscó acomodo en el jardín zoológico de Brioni, un complejo turístico de lujo situado en una isla frente a Pola. Allí pasó el animal el resto de su vida. Sin duda el viaje fue duro para él, pero quizás había valido la pena. Después de todo le había servido para mudarse desde las ardientes arenas del Sahara hasta una isla paradisíaca del Adriático.

Fuentes:
http://www.lead-adventure.de/index.php?topic=2613.0;wap2
http://forum.axishistory.com/viewtopic.php?f=80&t=169787&start=0
http://uboat.net/forums/read.php?3,19247,19406#msg-19406

Pollyanna, el reno submarinista

En el verano de 1941 la Royal Navy envió una pequeña fuerza de submarinos a Murmansk, en el Ártico ruso, con las misiones de patrullar a lo largo de las costas de Noruega, utilizadas como refugio por la Kriegsmarine, y de proteger a los mercantes que transportaban los suministros vitales que se enviaban a la Unión Soviética. Uno de aquellos submarinos, el Trident, estuvo operando desde la base soviética de Polyarny, en Murmansk, entre agosto y noviembre de 1941.

En la última noche del Trident en Murmansk antes de su partida, el capitán Geoffrey Sladen fue invitado a cenar por los oficiales soviéticos de la base. Durante la cena, hablando de sus respectivas familias, Sladen comentó a un almirante ruso que tenía un niño pequeño, y que su mujer tenía muchas dificultades para empujar el cochecito del bebé cuando nevaba. Puede que fuese por un problema de diferencias culturales (la verdad es que no tengo ni idea de si en el Ártico ruso los cochecitos de niño son de tracción animal) o simplemente un error de traducción, pero el caso es que en ese momento el almirante decidió que lo que la esposa de Sladen necesitaba era un reno. Aquí no está claro qué pasó. Según algunas fuentes el capitán no quiso rechazar el regalo por no parecer grosero, y según otras el reno subió el día siguiente al submarino metido en una bolsa y mezclado con el resto de suministros y los británicos no descubrieron al polizón hasta después de zarpar. El caso es que el regalo del almirante, una cría de reno hembra (creo que no existe la palabra "rena", o por lo menos a mí no me suena nada bien), acabó rumbo a Inglaterra con el resto de la tripulación del Trident. Los británicos bautizaron al reno con el nombre de Pollyanna, como recuerdo de Polyarny, el puerto soviético que les había servido de base.

Lo que no sabían los soviéticos era que el Trident no se dirigía directamente a Gran Bretaña, ya que tenía órdenes de patrullar las costas noruegas en una misión de varias semanas. El barril de musgo que entregaron a la tripulación del Trident para dar de comer a Pollyanna se terminó al tercer día, así que durante la mayor parte de la travesía el animal tuvo que alimentarse con las sobras de la cocina. En especial le encantaba la leche condensada. Y es que Pollyanna resultó ser un animal de gustos exquisitos. Los hombres del Trident le habían acondicionado un espacio en el almacén de torpedos, pero ella insistía en dormir en el camarote del capitán, junto a su cama. El capitán Sladen, un hombre grande y corpulento que había sido jugador de rugby, se convirtió en una figura materna para Pollyanna.

Según la mayoría de las fuentes, que parecen basarse en una entrevista al director del Royal Navy Submarine Museum, Pollyanna estuvo tres semanas a bordo del submarino, pero en uboat.net se especifica que el Trident zarpó de Polyarny el 15 de noviembre y llegó a Blyth el 30 del mismo mes, es decir que el reno habría permanecido 15 días a bordo. Tiempo más que suficiente para que los 56 hombres de la tripulación terminasen hartos de tener que convivir con el animal hacinados en el interior del submarino. Y viceversa, seguramente. Pero a pesar de los inconvenientes, Pollyanna se convirtió en la mascota de toda la tripulación. Le permitían pasearse por el buque a voluntad, e incluso tenía el privilegio de poder acercarse a respirar aire fresco cuando el submarino emergía por las noches y se abría la escotilla del puente.

Al fin el Trident logró completar su travesía, a pesar de que Pollyanna había aprovechado un descuido del capitán para comerse una de las cartas de navegación. Cuando el submarino atracó en el puerto de Blyth, en el nordeste de Inglaterra, el animal había crecido tanto (o había engordado, por culpa de la leche condensada) que no había forma de sacarla por la escotilla por la que supuestamente había entrado. Con mucho trabajo, utilizando un cabrestante del muelle, y con un poco de ayuda de uno de los tripulantes con una escoba, finalmente consiguieron sacar a Pollyanna del submarino.

Pollyanna fue trasladada al Zoo de Regents Park (actualmente el Zoo de Londres), donde vivió el resto de la guerra. Murió en 1946, casualmente una semana después de que el Trident fuese dado de baja de la Royal Navy.

Durante mucho tiempo se pensó que la historia del reno embarcado en un submarino de la Royal Navy era una de esas típicas leyendas de marinos sin fundamento, pero en el año 2002 aparecieron las pruebas definitivas: unas fotografías del capitán Sladen, el comandante del Trident, en compañía de Pollyanna. Se cree que las fotos fueron tomadas poco tiempo después de que de que el submarino llegase a Blyth, en noviembre de 1941.



Fuentes:
http://www.scotsman.com/news/international/true-story-of-the-reindeer-submariner-1-593099
http://news.bbc.co.uk/local/hampshire/hi/people_and_places/history/newsid_8386000/8386947.stm
http://uboat.net/allies/warships/ship/3487.html
http://www.rnsubs.co.uk/Boats/BoatDB2/index.php?BoatID=402
http://www.freerepublic.com/focus/f-news/609722/posts


El padre de la guerra química


Fritz Haber nació en diciembre de 1868 el seno de una antigua familia judía de Breslau, Prusia (la actual Wroclaw polaca). Su madre murió durante el parto. Su padre era un conocido hombre de negocios local. En 1886´el joven Fritz comenzó sus estudios de Química en la Universidad de Heidelberg, donde fue alumno de Robert Bunsen (el que da nombre al "famoso" mechero). Más tarde trabajó durante un tiempo en las industrias de la familia, aunque poco después lo dejó para iniciar una brillante carrera académica.

A comienzos del siglo XX Haber, convertido ya en un químico de renombre, era profesor en la Universidad de Karlsruhe. Fue allí, en colaboración con otro químico llamado Carl Bosch, donde desarrolló lo que se conoce como el "proceso Haber-Bosch", la síntesis de amoniaco a partir de hidrógeno y el nitrógeno atmosférico. Con su procedimiento la fabricación de productos nitrogenados, como fertilizantes o explosivos, se convirtió en un proceso industrial y dejó de depender de la explotación de depósitos naturales (especialmente el caliche chileno). En 1918 Haber recibió el Premio Nobel de Química por ese trabajo.

Para entonces Fritz Haber ya había realizado su otra gran contribución a la química moderna, aunque esta fue en un campo mucho más controvertido. Durante la Primera Guerra Mundial dirigió los trabajos alemanes para el desarrollo de armas químicas. Estudió con sus colaboradores la utilización como armas del gas de cloro y otros agentes químicos, además de trabajar en el desarrollo de máscaras antigás con filtros absorbentes. En ocasiones era el propio Haber quien dirigía los equipos encargados de liberar los gases en el campo de batalla. A menudo se le denomina "el padre de la guerra química".

Haber estaba orgulloso de los servicios que había prestado a su país durante la guerra. También de los honores que había recibido a cambio. El Kaiser le condecoró y le concedió el rango de capitán, a pesar de ser un civil. El dilema moral que se le podía plantear lo resolvía apelando al patriotismo: "En tiempo de paz, un científico pertenece al mundo, pero en tiempo de guerra pertenece a su país". Frente al desprecio de muchos de sus colegas, Haber defendía el uso de armas químicas en la guerra, con el argumento de que si se aceptaba que una muerte era necesaria, el método elegido para matar no tenía por qué implicar ninguna diferencia ética.

Su defensa de la guerra química supuso para Haber tener que soportar los reproches de varios de sus colegas científicos, pero también algo mucho más doloroso. Aquel trabajo destrozó a su familia. Haber se había casado en 1901 con Clara Immerwahr, química como él (la primera mujer que obtuvo un doctorado en la Universidad de Breslau), colaboradora suya y traductora de sus obras al inglés. Clara se oponía al trabajo de su marido con gases venenosos. El 22 de abril de 1915 Haber supervisó personalmente el primer ataque con gases de la historia, en el frente de Ypres, en Bélgica. Fue un gran éxito que parecía acabar con el punto muerto al que se había llegado en el frente occidental. Fritz Haber logró su ascenso a capitán y el reconocimiento general a su trabajo por parte del gobierno, los militares y la prensa. A su regreso a Berlín, el 2 de mayo, organizó una cena para celebrar su triunfo. Durante la velada Clara y su marido tuvieron una fuerte discusión. Aquella misma noche Clara se suicidó en el jardín de su casa, disparándose en el pecho con el revólver de su esposo. La muerte de Clara fue silenciada. No hubo autopsia, ni se informó en la prensa. Al día siguiente Fritz Haber salió para el frente oriental. No se quedó al funeral de su esposa.

Clara Immerwahr:


En poco tiempo se hizo evidente que las armas químicas no iban a acabar con los horrores de la guerra de trincheras, sino que tan solo suponían un paso más en la escalada de terror, pero aun así Haber siguió mostrándose orgulloso de su trabajo. Y aún lo estaba al finalizar el conflicto, cuando muchos le consideraban un criminal de guerra. En los años 20 dio una muestra más de su patriotismo cuando se volcó en una investigación para buscar un método de extraer el oro disuelto en el agua de mar que permitiese a Alemania pagar las reparaciones de guerra impuestas en el Tratado de Versalles. Tras años de trabajo, llegó a la conclusión de que la extracción de oro del mar no era rentable.

Cuando llegó Hitler al poder, Haber tuvo que abandonar Alemania. Ni su probado patriotismo y su contribución al esfuerzo bélico nacional durante la guerra anterior, ni sus conocimientos sobre armamentos, ni su Premio Nobel y sus aportaciones a la industria química alemana, ni su conversión al cristianismo, nada contaba más para los nazis que el hecho de que era judío. En 1933 fijó su residencia en Cambridge, Inglaterra. En los meses que estuvo allí tuvo que soportar que Ernest Rutherford le negase deliberadamente el saludo por sus trabajos con armas químicas. Haber aceptó una propuesta para dirigir un instituto de investigación en Palestina (en aquellos años todavía Mandato Británico). En enero de 1934, de viaje a Oriente Próximo, Fritz Haber murió en un hotel de Basilea de un ataque al corazón.

Su segunda esposa, Charlotte, fijó su residencia en Inglaterra con sus dos hijos. El primogénito, Hermann, hijo de Clara, emigró a los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. También se suicidó, en 1946, se dice que por la vergüenza que le causaba la obra de su padre. Uno de sus nietos, Ludwig Fritz Haber, se convirtió en un destacado historiador de la guerra química durante la Primera Guerra Mundial.

Muchos familiares de Haber murieron en campos de concentración. Y aquí viene la ironía más triste de esta historia. En la década de los 20 el instituto de investigación de Haber desarrolló un insecticida basado en gas de cianuro al que dieron el nombre de Zyclon A. Años después, una variante denominada Zyclon B fue la utilizada por los nazis en las cámaras de gas de Auschwitz.

Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Fritz_Haber
y otras entradas de Wikipedia
http://world.std.com/~jlr/doom/haber.htm