Durante la Primera Guerra Mundial, Alemania, buscando abrir nuevos frentes que obligasen a los aliados a dividir sus fuerzas, dio ayuda militar a los beduinos sanusí libios, que se había rebelado contra los colonizadores italianos. Las armas y los suministros eran transportados por dos submarinos minadores costeros alemanes, el UC-20 y el UC-73, que tenían que cruzar el Mediterráneo en arriesgadas travesías desde el puerto de Pola, una base de la marina austrohúngara en la actual Croacia, hasta la costa libia.
En junio de 1918, en la que sería la última de aquellas misiones de transporte, el UC-20 entregó un cargamento de armas a los rebeldes libios en la región de Misrata, al este de Trípoli. El líder local, un viejo jeque, quiso corresponder al regalo de los alemanes, y como agradecimiento entregó al comandante del submarino uno de sus mejores dromedarios. El oficial era el teniente Heinrich Kukat, que, como buen militar prusiano, se sintió obligado a aceptar el presente en nombre del Kaiser y se comprometió a hacérselo llegar a Berlín.
Cruzar el Mediterráneo, controlado por las armadas aliadas, con un dromedario a bordo, no era tarea fácil. El primer problema (y no el menor precisamente) era embarcarlo. Y es que es más fácil hacer pasar un camello por el ojo de una aguja que meterlo en un submarino. El dromedario tendría que hacer toda la travesía en cubierta, ya que era demasiado grande para viajar en el interior del sumergible. Ataron una cuerda alrededor del cuello del animal, para que estuviese siempre unido al submarino y no perderlo en caso de que se encontrasen con alguna amenaza que les obligara a sumergirse. A continuación hicieron una marca en el indicador de profundidad que señalaba los metros a los que podían sumergirse dejando la cabeza del dromedario por encima del agua. Era lo que la tripulación del submarino bautizó técnicamente como "navegar a profundidad de camello". Como al parecer los dromedarios no son buenos nadadores (no es de extrañar, teniendo en cuenta el hábitat en el que se desenvuelven normalmente), el submarino estaría obligado a desplazarse a poca velocidad.
Se cuenta (puede que solo sea una leyenda marinera) que, cuando estaba ya cerca de la entrada del puerto de Pola, el UC-20 tuvo que pasar al lado de un grupo de barcos de pesca que faenaban junto a la costa. Quizá como medida rutinaria de seguridad, para que las entradas y salidas del buque quedasen a salvo de miradas indiscretas, el capitán dio orden de sumergirse. El submarino cruzó entre los pesqueros de forma que lo único que sobresalía del agua eran la cabeza y la joroba del dromedario. Cuando los pescadores vieron a aquel extraño ser, con apariencia de monstruo mitológico, nadando alrededor de sus barcos, izaron las velas y huyeron despavoridos a mar abierto.
El dromedario llegó al fin a puerto sano y salvo. Alguien decidió entonces que no podía continuar su viaje a Berlín, a pesar de que ya había completado la parte más difícil del camino. En lugar de eso se le buscó acomodo en el jardín zoológico de Brioni, un complejo turístico de lujo situado en una isla frente a Pola. Allí pasó el animal el resto de su vida. Sin duda el viaje fue duro para él, pero quizás había valido la pena. Después de todo le había servido para mudarse desde las ardientes arenas del Sahara hasta una isla paradisíaca del Adriático.
Fuentes:
http://www.lead-adventure.de/index.php?topic=2613.0;wap2
http://forum.axishistory.com/viewtopic.php?f=80&t=169787&start=0
http://uboat.net/forums/read.php?3,19247,19406#msg-19406
Pobre animal. Una aventura de lo más estresante para los pescadores asustados y también para él.
ResponderEliminarUna anécdota divertida, seguramente con más de leyenda que de realidad. No todo va a ser quemar libros durante la guerra.
Un saludo.
El viaje del dromedario fue un hecho real. Los detalles anecdóticos puede que fuesen adornos que se fueron añadiendo a la historia original. O puede que también fuesen ciertos.
EliminarUn saludo, Cayetano.
Muy bueno Nonsei, siguiendo la línea de animales submarinistas. Eso si, pobre dromedario: ¡Atención, inmersión, profundidad de camello! ¡Jawohl Herr Kaleun! ;-)
ResponderEliminarPues sí, claramente sigue la linea de la entrada anterior. Y seguro que hay más historias de animales submarinistas, pero me temo que me va a costar encontrarlas.
EliminarUn saludo, Pedro.
jajaja Excelente..
ResponderEliminarM imagino la cara de los pobres pescadores preguntandose que que era esa cosa que solo sacaba su cabeza y no sabiendo si era un dromediario u otro monstruo, jejjee.. muy interesante
Y seguramente el dromedario estaría dando berridos, lo que aumentaría el pánico de los pescadores.
EliminarGracias por comentar.
¡Capitán, capitán, por allí resopla! -¿Una ballena? - No, un dromedario
ResponderEliminarNo dejas de sorprenderme....
ResponderEliminarEspero que para bien.
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