El comandante Motoharu Okamura era uno de los pilotos de caza más experimentados de la Marina Imperial japonesa. Había sido piloto de pruebas, aviador acrobático (formando parte del equipo de exhibición conocido como «Circo Volante Genda», junto al mítico Minoru Genda), instructor de vuelo, y, por supuesto, piloto de combate. Se había destacado como comandante de escuadrilla en China, donde desarrolló nuevas tácticas de combate aéreo para la aviación naval japonesa. Era un hombre delgado y de baja estatura (no llegaba a los 1,60m), tímido y reservado. En 1934 había perdido cuatro dedos de su mano izquierda al estrellarse a los mandos de un prototipo de caza experimental de Mitsubishi, un accidente que estuvo a punto de acabar con su carrera de piloto.
En 1944 Okamura estaba al mando del 341º Grupo Aéreo con base en Tateyama, una de las unidades aéreas de la Marina Imperial encargadas de la defensa del área de Tokio. Un día, a mediados de junio, aprovechó una visita de inspección a Tateyama del vicealmirante Shigeru Fukudome, comandante de la 2ª Flota Aérea, para explicarle una idea que llevaba tiempo rondándole la cabeza: "En nuestra situación actual, creo firmemente que la única manera de volver la guerra a nuestro favor es recurrir a los ataques aéreos suicidas. No hay otra manera. Habrá más que suficientes voluntarios para esta oportunidad de salvar a nuestro país, y me gustaría mandar la operación. Si me dan 300 aviones cambiaré el rumbo de la guerra". Okamura había imaginado un «Cuerpo de Abejas», como él lo llamaba: "Cuando una abeja clava su aguijón, muere, pero también lo hace su enemigo". Sorprendentemente, consiguió el permiso de sus superiores para iniciar los primeros estudios sobre la viabilidad del proyecto.
Aquello ocurrió unos cuatro meses antes de que el almirante Takijiro Onishi, comandante de la 1ª Flota Aérea, propusiese en las Filipinas la creación de las primeras escuadrillas kamikaze. En realidad Onishi se basaba en una idea anterior del capitán de navío Eichiro Jo, comandante del portaaviones Chiyoda y ex-agregado naval en Washington, que tras el desastre sufrido por la aviación naval japonesa en la batalla del Mar de Filipinas había propuesto al Estado Mayor Imperial la creación de una unidad especial de «abordaje directo», formada por pilotos inexpertos, que estrellarían sus aviones cargados de bombas contra los portaaviones estadounidenses: "No podemos eliminar los numerosos portaaviones enemigos con métodos convencionales. Debemos formar unidades de Ataque Especial que puedan impactarles de lleno. Permítanme mandar la primera de estas unidades". Por tanto los proyectos de Okamura y Onishi habían nacido de forma independiente y prácticamente simultánea. Onishi no puso en marcha sus planes hasta su llegada a las Filipinas, en el mes de octubre, pero Okamura había optado por el desarrollo de armas especiales para las escuadrillas suicidas, en lugar de utilizar cazas convencionales, lo que hizo que su proyecto se retrasase aún varios meses más.
Hasta entonces el alto mando japonés se había resistido a todas las sugerencias de organizar unidades de ataque suicida, debido las graves consecuencias que ese tipo de operaciones pudieran tener sobre la moral y la disciplina. Pero después de la batalla del Mar de Filipinas (apodada por los aviadores estadounidenses con el significativo nombre de «el gran tiro al ganso de las Marianas») habían llegado a tal nivel de desesperación que estaban dispuestos a aceptar cualquier propuesta que pudiera servir para frenar el avance aliado. A regañadientes, el Estado Mayor de la Marina autorizó a Okamura a seguir adelante con su proyecto e iniciar el desarrollo de las armas adecuadas para los ataques suicidas.
En el verano de 1944 el teniente comandante Tadanao Miki, técnico del Arsenal Naval de Yokosuka, estaba trabajando en los diseños de cohetes que los alemanes habían enviado en submarinos a Japón, tratando de encontrar un sistema de guiado eficaz para ellos. Un día de comienzos de agosto recibió la visita de un joven oficial que le aseguró que tenía la solución a su problema. Miki, que ya había tenido que escuchar a muchos visitantes bienintencionados que le habían hecho perder el tiempo con propuestas inútiles, le recibió con escepticismo. Pero lo que le explicó aquel hombre le sorprendió tanto que dejó aturdido. El oficial se llamaba Shoichi Ota, y la solución que proponía para eliminar el problema del guiado era "colocar" pilotos a bordo de los cohetes. El teniente comandante Miki se opuso: "Como ingeniero, yo estaba en contra de aquello. Creía que la vida de una persona no se podía tomar tan a la ligera". Pero no era solo una cuestión ética. Inmediatamente se dio cuenta de los fallos que tenía aquel plan: además del terrible efecto que tendría en la moral, el corto alcance de los cohetes haría necesario que fuesen transportados por aviones nodriza, que serían muy vulnerables a las defensas antiaéreas del enemigo. Miki se indignó cuando supo que habían implicado a su equipo de investigación en un proyecto que consideraba desesperado e inútil. Pero la decisión ya estaba tomada. Tenían que diseñar un cohete tripulado, y se esperaba que comenzasen a trabajar de forma inmediata.
A finales de septiembre se había completado el diseño del cohete tripulado, que recibió la denominación Yokosuka MXY-7 Ohka (“flor de cerezo”). Un mes después salían de fábrica las primeras unidades. Se trataba de un pequeño avión-cohete con una carga explosiva de más de una tonelada. Sería transportado por un avión nodriza hasta llegar a las proximidades del objetivo. En ese momento el piloto (que viajaba a bordo del avión nodriza) tendría que abordar el Ohka y, tras su lanzamiento, guiarlo hacia el blanco.
Okamura fue nombrado comandante de la base aérea de Konoike, al nordeste de Tokio, donde se encargaría de entrenar a los futuros pilotos de Ohka. El reclutamiento comenzó en el mes de agosto, mucho antes de poder contar con los primeros Ohkas. Los pilotos eran todos voluntarios, en su mayor parte jóvenes reclutas sin experiencia. En octubre la unidad recibió de forma oficial el nombre de Jinrai Butai (“Cuerpo del Trueno Divino”).
La unidad de ataque especial seguía siendo motivo de discusión dentro de los círculos militares japoneses. Muchos comandantes veteranos pensaban que no era más que un desperdicio de valiosos recursos humanos y materiales. Entre los más críticos con el proyecto de Okamura estaba el teniente comandante Goro Nonaka, el oficial al mando de los bombarderos Mitsubishi G4M ("Betty", según la nomenclatura utilizada por los aliados) que tenían que servir como aviones nodriza de los Ohkas. Compartía muchas de las dudas que ya había planteado Tadanao Miki: el corto alcance del cohete y la poca velocidad de la nave nodriza obligarían a los bombarderos a aproximarse lentamente a su objetivo hasta tener alcance visual antes de liberar a los Ohkas, haciéndolos muy vulnerables a los cazas enemigos y las defensas antiaéreas. Nonaka estaba convencido de que las tripulaciones de los bombarderos estaban tan condenadas como los pilotos de los Ohkas. Pero a pesar de todas las opiniones contrarias, el proyecto Trueno Divino siguió adelante.
El teniente comandante Goro Nonaka murió el 21 de marzo de 1945, dirigiendo el primer ataque de la Jinrai Butai. La misión fue un completo fracaso. Tal como el propio Nonaka había predicho, los dieciocho bombarderos que participaban en ella fueron derribados fácilmente por los cazas estadounidenses sin llegar a tener posibilidad de lanzar sus Ohkas.
Motoharu Okamura había querido liderar aquella misión, pero sus superiores no le permitieron participar en ella ni en ninguna de las posteriores. Siendo uno de los pocos instructores con experiencia que quedaban en la Marina Imperial, su vida era demasiado valiosa. En muchas fuentes, como la Wikipedia en inglés (o como escribí yo mismo cuando hablé en este blog de la Jinrai Butai), se dice erróneamente que cuando el Emperador anunció la rendición de Japón Okamura se suicidó de un disparo en la cabeza, atormentado por haber enviado a tantos jóvenes a la muerte. Es cierto que se quitó la vida, pero tres años más tarde, el 13 de julio de 1948. Al parecer, más que el remordimiento, lo que le empujó al suicidio fue el temor a ser juzgado como criminal de guerra.
El alférez de navío Shoichi Ota, el hombre que tuvo la idea original del Ohka, se ofreció para tripular uno de ellos, pero resultó que no era un piloto lo suficientemente bueno. Tres días después del final de la guerra subió a un avión y se perdió en el océano, en lo que aparentemente era un suicidio. Muchos años después se descubrió que no había muerto aquel día y había cambiado su nombre por el de Michio Yokoyama. En 1994, apenas tres meses antes de morir, explicó a su familia su relación con la Jinrai Butai, y entre lágrimas confesó que se sentía culpable por la muerte de todos aquellos jóvenes.
Tadanao Miki, el investigador del Arsenal de Yokosuka que dirigió el desarrollo del Ohka, se convirtió después de la guerra en uno de los ingenieros más prestigiosos de su país. Se le considera el padre del tren bala, uno de los grandes orgullos del Japón moderno.
Al menos la historia acabó bien para uno de sus protagonistas.
Fuentes principales:
http://en.wikipedia.org/wiki/Motoharu_Okamura
http://www.animeigo.com/liner/other/father-kamikaze
http://www.wtj.com/articles/kamikaze/
http://wgordon.web.wesleyan.edu/kamikaze/films/documentaries/timewatch/
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