Viljam Pylkäs nació en 1912 en el istmo de Carelia, la región comprendida entre el Golfo de Finlandia y el lago Ladoga que se convirtió en territorio finlandés tras la independencia del país en 1917. Durante la Guerra de Invierno, Pylkäs, enrolado en el ejército finlandés, tuvo que combatir para defender de la invasión soviética aquellas tierras, incluyendo la granja de su propia familia. En enero de 1940 su batallón fue enviado a reforzar el extremo oriental de la Línea Mannerheim, a orillas del Ladoga, que aún resistía pese a haber sufrido ataques continuos desde el comienzo de la guerra. Pylkäs y sus compañeros tomaron posiciones en el río Taipae, en una zona de bosques calcinados por los combates de las semanas anteriores. Durante casi un mes el batallón tuvo que hacer frente a continuos ataques de fuerzas siempre superiores en número y con un fuerte apoyo de tanques y artillería. Los finlandeses lograron mantener aquella posición, pero tuvieron que pagar un precio muy alto: al final de la guerra, del batallón original formado por 750 hombres solo quedaban 341 en condiciones de seguir combatiendo.
Aquella heroica resistencia fue inútil. Tras el alto el fuego, Finlandia tuvo que ceder a la URSS el istmo y la mayor parte de la Carelia finlandesa, y Pilkäs y su familia se vieron obligados a abandonar la tierra en la que se habían criado.
Un año más tarde, los finlandeses vieron la oportunidad de vengar la derrota y recuperar los territorios arrebatados uniéndose a los planes de Hitler para invadir la Unión Soviética. En los primeros meses de lo que los finlandeses llaman Guerra de Continuación (la participación de Finlandia en la Segunda Guerra Mundial como aliada de Alemania), durante la fase ofensiva, Pylkäs intervino en numerosos combates como tirador de ametralladora del 8º Regimiento de Infantería, recibiendo varias menciones al valor y logrando un ascenso a cabo.
En febrero de 1942 el 8º Regimiento fue enviado a reforzar las defensas finlandesas en el curso superior del río Svir, una línea defensiva que transcurría entre interminables bosques en el sur de Carelia. En uno de sus flancos estaba desplegado el 61º Regimiento, formado en gran parte por voluntarios suecos. A comienzos de abril los soviéticos lanzaron una fuerte ofensiva contra las líneas finlandesas. Después de que el 8º Regimiento rechazase el ataque con relativa facilidad, el cabo Pylkäs recibió la orden de dirigir un pelotón de reconocimiento para averiguar cómo estaba la situación en el sector defendido por los suecos. De camino a las posiciones del 61º Regimiento, la patrulla descubrió una compañía soviética que trataba de flanquear sus líneas. Pilkäs tomó una decisión rápida. Armado con un subfusil se ocultó en un puesto de vigilancia avanzado y se dispuso a enfrentarse a toda la compañía enemiga con la única ayuda de un soldado llamado Kärkkäinen.
Los soviéticos avanzaban con dificultad ascendiendo por una ladera cubierta de nieve, cuando Pylkäs abrió fuego con su subfusil. Vació un cargador tras otro sobre los soldados sorprendidos al descubierto. Sus hombres se arrastraban detrás de él llevando nuevos cargadores para entregárselos a Kärkkäinen, que a su vez se los daba a Pylkäs, que seguía disparando sin descanso.
En medio del tiroteo Pylkäs fue alcanzado por una bala que le rozó la cabeza y le cubrió la cara de sangre. Aquella herida le dejaría una cicatriz de por vida. Creyendo que su compañero estaba malherido, Kärkkäinen retrocedió dispuesto a abandonar la posición, pero Pylkäs le agarró para impedírselo diciéndole que aún podían continuar luchando. Pylkäs vació diecisiete cargadores de 40 balas cada uno (680 balas en total). El cañón del arma acabó deformado por el sobrecalentamiento, pero afortunadamente los soviéticos estaban ya en retirada. Pylkäs había salvado al regimiento sueco de ser rodeado, evitando que el enemigo lograse una ruptura del frente. Después de la batalla se contaron 83 soldados rusos muertos. Por aquella hazaña el cabo Pilkäs recibió la Cruz de la Libertad de Finlandia. Además, su gesta llegó a oídos de sus aliados alemanes, que le concedieron también la Cruz de Hierro.
A mí personalmente me resulta muy difícil de creer que un único tirador armado con un subfusil pueda matar a 83 enemigos en una emboscada. El arma de Pilkäs era un Suomi KP/-31 de fabricación finlandesa, uno de los mejores subfusiles de la época, con una precisión y un alcance superiores a la mayoría de las armas de su clase, pero aun así sería poco efectiva contra un enemigo que se supone que trataría de ponerse a cubierto y de responder al fuego. Me pasa lo mismo con la historia de otro supersoldado finlandés que también podría hacer temblar al mismísimo Chuck Norris, Simo Häyhä, considerado el mejor francotirador de todos los tiempos, del que se dice que mató a más de 700 soldados enemigos en apenas tres meses (lo que duró la Guerra de Invierno). A mí estas cifras me parecen disparatadas, pero tampoco en este caso encuentro a nadie que las ponga en duda. En todo caso, aunque el episodio hubiese sido exagerado por la propaganda, hay que reconocer el valor de Pilkäs al tratar de detener el avance soviético casi en solitario. Y si los detalles son ciertos, sin duda Pilkäs merece ocupar un puesto de honor en la lista de los soldados más letales de la historia.
Durante dos años el frente se mantuvo en la orilla sur del río Svir. En junio de 1944 los soviéticos lanzaron una ofensiva a gran escala que obligó a las tropas finlandesas a retirarse al oeste. El ataque sorprendió a Pilkäs de permiso, trabajando en la granja de su familia en Sakkola. Se reincorporó a su regimiento solo para unirse a la retirada general. En julio una bala le destrozó un brazo cuando cruzaba un río. Fue trasladado al interior del país para recuperarse y allí le sorprendió el armisticio que ponía fin a la guerra.
Viljam Pylkäs con su mejor amigo, Toivo Ruuna:
Pilkäs y Ruuna eran vecinos en la vida civil. En la Guerra de Invierno sirvieron en la misma unidad, defendiendo sus hogares en el istmo de Carelia. También fueron juntos a la Guerra de Continuación, sirviendo en una compañía de ametralladoras del 8º Regimiento. La guerra terminó para los dos el 4 de julio de 1944, cuando ambos fueron heridos en el cruce de un río durante la retirada finlandesa de Carelia.
Otro cabo del 8º Regimiento llamado Väinö Linna solía recoger en un diario sus vivencias y las de sus compañeros de armas con la intención de convertirlas algún día en una novela. Años después, basándose en aquellas notas, escribió Tuntematon Sotilas ("El soldado desconocido"). La obra fue publicada en 1954 y tuvo un éxito enorme, convirtiendo a Linna en el escritor finlandés más influyente del siglo XX. Tuntematon Sotilas es una novela coral que relata la historia de una compañía del ejército finlandés desde el comienzo de la Guerra de Continuación en junio de 1941 hasta el armisticio de 1944. Uno de los personajes, llamado Antero "Antti" Rokka, está basado en gran parte en Viljam Pylkäs, y, cómo no, relata el episodio del ataque soviético en el frente del Svir y su heroica resistencia en solitario.
Un año después de su publicación la novela fue llevada al cine por primera vez (hay otra versión más moderna, de 1985). Por lo que he visto no me parece precisamente una obra maestra del cine bélico. Juzgad vosotros mismos, viendo la secuencia del combate entre Rokka/Pylkäs y la compañía soviética:
Bueno, durante la Guerra de Invierno los soviéticos caían literalmente como moscas: mas de 125000 muertos en 105 días suponen unos 1200 al día. Aunque el frío hizo su parte, es una masacre terrible. Y a los oficiales soviéticos nunca les importó demasiado su número de bajas, sólo conseguir la victoria al precio que fuese. Aunque casi siempre, la única fuente para saber las bajas logradas por un francotirador es su propio registro, Häyhä pudo muy bien haber conseguido el número de bajas que el atribuyen.
ResponderEliminarEn el caso de Pylkäs, como tu lo cuentas, era un tirador con un arma automática, en una posición ventajosa, frente a un grupo de soldados sorprendidos al descubierto, sin posibilidad de refugio, seguramente con sus oficiales muertos, quizá mal armados y entrenados, no acostumbrados al combate sobre nieve, que posiblemente creyeron ser atacados por una fuerza superior y por eso huyeron en lugar de presentar batalla... Puede ser perfectamente una exageración propagandística, claro; Indro Montanelli decía que los derrotados necesitan héroes mucho más que los vencedores. Pero también puede ser verdad.
Sea como sea, interesantísima historia y magnífico post. ¡Terveisin!
Puede que sí sea cierto. Pero una puntualización: es verdad que en la Guerra de Invierno los soviéticos tuvieron una cantidad enorme de bajas, y que los soldados rusos estaban muy mal equipados y peor entrenados. Eso podría explicar la cifra de bajas de Häyhä, pero no la de Pilkäs: su enfrentamiento con la compañía soviética fue en abril de 1942.
EliminarUn saludo, Iakob.
El fines no es un idioma muy cinematografico, que digamos ;)
ResponderEliminarY vaya parrafada que suelta.
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