Después del fracaso de la ofensiva de las Ardenas, a comienzos de 1945, donde los alemanes consumieron lo mejor de sus reservas, en el frente occidental la guerra parecía ya decidida. Los aliados tan solo tenían que superar la Línea Sigfrido, la red de fortificaciones que se extendía a lo largo de las fronteras alemanas, para penetrar en el corazón del Reich. Los británicos fueron los primeros en atacar, en el norte, en la frontera germano-holandesa. Entre el 8 de febrero y el 9 de marzo de 1945 tuvieron lugar intensos combates en el Reichswald. Allí las fortificaciones alemanas estaban bien preparadas y eran defendidas por tropas experimentadas. El terreno accidentado anulaba en gran parte la ventaja numérica anglo-canadiense y su abrumadora superioridad en armamento y suministros. Mientras Montgomery se estrellaba contra las defensas alemanas en el Reichswald, más al sur los estadounidenses tenían como objetivo atravesar las defensas alemanas y establecer cabezas de puente sobre el Rin con el fin de acceder a la cuenca del Ruhr, la principal área industrial de Alemania.
Hitler había prohibido la retirada de sus fuerzas de la línea Sigfrido, en contra de la recomendación de sus generales, que insistían en la imposibilidad de defenderla. Fue una orden que provocó que centenares de miles de soldados alemanes se quedasen atrapados en las fronteras occidentales. Pese a ello, el propio Führer confiaba mucho más en el Rin como línea defensiva. Se tomaron cuidadosas medidas para que, tras la retirada de las tropas alemanas, fuesen volados todos los puentes sobre el gran río. La batalla se anunciaba difícil, ya que los alemanes no tenían intención de permitir a los aliados entrar en Alemania sin tener que pagar un alto precio.
El 7 de marzo el 27º Batallón de Infantería Blindada de la 9ª División Blindada del Ejército de Estados Unidos llegó a las proximidades de la pequeña población de Remagen, a orillas del Rin. Cuando los estadounidenses alcanzaron las alturas que dominaban la ciudad, se sorprendieron al ver un puente que se mantenía aparentemente intacto sobre el río. Era el puente Ludendorff, construído para el ferrocarril durante la Primera Guerra Mundial. En un primer momento, los oficiales del 27º Batallón solicitaron fuego de artillería para limpiar la orilla oeste y se limitaron a esperar observando el puente. Pero el apoyo artillero no llegó. En su lugar, cuando el general William Hodges, comandante del Primer Ejército de los Estados Unidos, conoció la noticia, emitió órdenes urgentes para que el 27º Batallón avanzase sobre Remagen y capturase el puente a toda costa.
En el bando alemán reinaba la confusión. El comandante en Remagen, el teniente Willi Bratge, desconocía que aquella misma noche el mayor Hans Scheller había recibido el mando del área entre Remagen y Scheleiden. Scheller tenía intención de mantener abierto el puente el mayor tiempo posible para permitir la retirada de las tropas alemanas que aún quedaban en la orilla occidental del Rin (incluyendo equipo pesado, como tanques y piezas de artillería). El teniente Bratge, en cambio, quería demolerlo cuanto antes para evitar su captura. El oficial responsable de preparar la voladura del puente, el capitán Friesenhahn, había solicitado 600 kilogramos de explosivos de demolición. En su lugar recibió aquella misma mañana 300 kilos de Donarit, un explosivo de uso civil de relativa escasa potencia utilizado en la minería.
A las dos menos veinte de la tarde comenzó el ataque. Mientras el 27º Batallón avanzaba sobre la ciudad, los estadounidenses esperaban ver en cualquier momento el puente saltando por los aires. Pero hacia las tres y cuarto, cuando los primeros tanques Sherman habían superado la resistencia alemana en el interior de la población y estaban alcanzando ya la entrada del puente, este aún seguía intacto. En ese momento los alemanes hicieron estallar una carga explosiva en la rampa de acceso que abrió un enorme cráter y frenó a los tanques. Con los Sherman paralizados, el puente iba a tener que ser tomado por la infantería. Los encargados de hacerlo serían los soldados de la Compañía A, al mando de un oficial de origen alemán, el teniente Karl Timmerman. A las 15.40 horas Timmerman y sus hombres comenzaron a avanzar, y fue en ese momento cuando el comandante Scheller dio al fin la orden de detonar las cargas. Una enorme explosión sacudió el puente. Cuando se disipó el humo los hombres de ambas orillas se quedaron atónitos al ver que el puente aún seguía en pie. Toda la estructura se había levantado en el aire y había vuelto a caer sobre sus pilares. Solo una parte de las cargas había detonado. Con los hombres de Timmerman avanzando a través del puente bajo el fuego enemigo, el teniente Hugh Mott y los sargentos Eugene Dorland y John Reynolds se metieron bajo la estructura para empezar a cortar los cables que iban a las cargas de demolición restantes. Después de un intenso combate, los hombres de Timmerman alcanzaron el extremo oriental. Con la llegada de más hombres pudieron despejar el túnel del ferrocarril que tenía su salida a la entrada del puente y los acantilados de las proximidades. Durante la tarde y la noche siguieron cruzando refuerzos y la 9ª División logró asegurar un perímetro alrededor del puente Ludendorff. Al final del día los aliados habían consolidado una cabeza de puente en la orilla oriental del Rin.
El sargento Alexander A. Drabik, el primer estadounidense que logró cruzar el puente, recibe la Cruz de Servicios Distinguidos:
Enfurecido por la captura del puente Ludendorff, Hitler ordenó el arresto inmediato de los cinco oficiales asignados a su defensa y destrucción. En un consejo de guerra presidido por el teniente general Rudolf Hübner los cinco hombres fueron declarados culpables de "cobardía" y "negligencia en el cumplimiento del deber" y condenados a muerte. Cuatro de ellos, el comandante Scheller, el teniente Karl Heinz Peters y los comandantes Herbert Strobel y August Kraft, fueron ejecutados en el Westerwald el mismo día que se dictó la sentencia. Por orden de Hitler, los derechos de pensión de sus familias fueron revocados. Solo sobrevivió el teniente Bratge, que había sido capturado por las fuerzas estadounidenses y fue condenado in absentia. Otra decisión de Hitler fue cambiar al comandante en jefe del frente Oeste. El veterano Rundstedt fue sustituido por el mariscal Kesselring, que había demostrado su talento en los combates defensivos de Italia durante 1943 y 1944.
Soldados del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos trabajaron durante horas para estabilizar y reparar el puente, que había sufrido daños importantes. Pronto estuvo en condiciones de soportar el tráfico de camiones y tanques. Ocho mil hombres lo atravesaron en las primeras 24 horas después de la captura. En los días posteriores cruzaron el Rin en Remagen las divisiones 9ª, 78ª y 99ª.
Los alemanes destinaron todos los medios que tenían a su alcance para tratar de destruir el puente Ludendorff. El OKH ordenó realizar ataques aéreos (arriesgando los pocos bombarderos tácticos que le quedaban a la Luftwaffe en el frente occidental), bombardeos con cohetes V-2, y el uso de minas flotantes o colocadas por hombres-rana. Los ataques fracasaron uno tras otro.
El 17 de marzo, diez días después de la captura, los alemanes lanzaron contra el puente Ludendorff once cohetes V-2 desde la región de Hellendoorn, en Holanda, a unos 200 kilómetros al norte de Remagen. Los misiles destruyeron varios edificios cercanos y mataron al menos a seis soldados estadounidenses, pero no tocaron el puente. El impacto más próximo se produjo a más de 200 metros de distancia. Sin embargo, cuando los hombres del Cuerpo de ingenieros trabajaban en reforzarlo, el puente se derrumbó repentinamente, causando la muerte de 28 soldados y heridas a otros 93. Al día siguiente Hitler envió un telegrama de felicitación al oficial al mando del equipo de lanzamiento de las V-2 de Hellendoorn. Puede que el Führer creyese erróneamente que el puente había recibido el impacto directo de uno de los misiles, un error lógico ya que el colapso se había producido el mismo día del ataque. También es posible que bastasen las vibraciones causadas por la explosiones de las V-2 para que el puente se viniese abajo, después del desgaste que había sufrido por los bombardeos de los días anteriores.
Estado del puente tras el colapso:
Como demuestran los continuos ataques lanzados en aquellos diez días, Hitler y el OKH dieron una enorme importancia a la captura del puente Ludendorff. También la prensa aliada, que la bautizó como “el milagro de Remagen”. Pero en realidad se trató de una acción secundaria que apenas modificó los planes aliados. Para desesperación del general Hodges, Eisenhower no quiso comprometer sus fuerzas para explotar la cabeza de puente, destinando tan solo cuatro divisiones a la operación. Unos pocos días después del colapso del puente, el III Ejército del general Patton atravesaba el Rin en Oppenheim, al sur de Remagen, e iniciaba la invasión de Alemania a gran escala. En el norte, casi simultáneamente, se desencadenaba una ofensiva aún mayor por parte del 21 Grupo de Ejércitos de Montgomery. Las tropas británico-canadienses cruzaron el Rin sucesivamente en Bonn y Duisburg. Ni siquiera la cabeza de puente de Remagen se vio excesivamente afectada cuando el puente Ludendorff se derrumbó. Los ingenieros estadounidenses habían construído pasos de pontones aguas arriba y abajo del puente del ferrocarril, por lo que su pérdida no tuvo excesiva importancia táctica ni estratégica.
El auténtico valor de la captura del puente de Remagen estuvo en el aspecto psicológico. Fue el primer punto en el que los aliados lograron cruzar el Rin, la defensa natural de Alemania. Una vez superado, las pocas esperanzas que aún podrían tener los alemanes en dar la vuelta a la situación se desvanecieron. En pocas semanas los ejércitos aliados se expandieron por todo el Reich sin que una Wehrmacht en retirada y desmoralizada pudiese hacer nada para impedirlo.
Fuentes:
http://militaryhistory.about.com/od/worldwarii/p/remagen.htm
http://www.artehistoria.jcyl.es/batallas/contextos/5280.htm
http://www.secondeguerre.net/articles/evenements/ou/45/ev_remagen.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Remagen
Un puente con tanta historia y tantos quebraderos de cabeza detrás como el mítico y cinematográfico que cruzaba el río Kwai.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, y sobre este también se hizo una película famosa.
EliminarUn saludo, Cayetano.
Magnificamente narrado. Enhorabuena por tu blog.
ResponderEliminarGraxias, Patxi.
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