Operación Collar es el nombre en clave que recibió el primer ataque de comandos británicos en la Segunda Guerra Mundial. Bueno, no exactamente, porque en realidad la operación fue muy anterior al nacimiento oficial de los British Commandos.
Las unidades de comandos nacieron de una propuesta de un oficial destinado en el Estado Mayor Imperial, el teniente coronel Dudley Clarke (el mismo que un año más tarde se haría “famoso” tras ser detenido por la policía española cuando iba vestido de mujer por las calles de Madrid). Desde el principio la idea contó con el apoyo entusiasta del primer ministro Winston Churchill, que tras la evacuación de Dunkerque pedía insistentemente a los mandos militares la creación de una fuerza formada por tropas especialmente entrenadas que tuviesen como objetivo llevar el terror a las costas de los países ocupados por los alemanes por medio de ataques por sorpresa a pequeña escala.
Bajo la presión de Churchill, que deseaba iniciar cuanto antes los ataques, el Mando de Operaciones Combinadas, del que dependían las aún inexistentes compañías de comandos, ideó la Operación Collar, una incursión en la costa francesa cuyos objetivos serían capturar prisioneros y recabar información de las defensas alemanas. El ataque tendría lugar apenas tres semanas después de la Operación Dynamo, la evacuación de la Fuerza Expedicionaria Británica en Dunkerque, y tan solo dos días después (aunque esto aún no lo sabían los planificadores británicos) de la firma del armisticio francés en Compiègne el 22 de junio de 1940. La misión se asignó a una de las unidades que estaban en proceso de ser absorbidas por los Comandos, la 11ª Compañía Independiente. La compañía se había formado apenas unos días antes, el 14 de junio de 1940, y estaba formada por 25 oficiales y 350 soldados, todos ellos voluntarios llegados de otras unidades, en su mayoría escocesas. Su comandante era el mayor Ronnie Tod, que sería el oficial al mando de la operación.
Tras ser seleccionada para llevar a cabo el primer ataque de comandos en la Francia ocupada, la 11ª Compañía Independiente se trasladó desde su base en Escocia al puerto de Southampton, en el sur de Inglaterra. A su llegada comenzaron a prepararse para la misión con una serie de ejercicios en el río Hamble. Durante los entrenamientos, los hombres se dieron cuenta de que los barcos que les habían asignado no eran los más adecuados para una incursión en la otra orilla del Canal de la Mancha. En el último momento consiguieron que la RAF les cediese para la misión cuatro de sus lanchas de salvamento marítimo con bases en Dover, Ramsgate y Newhaven.
La incursión se llevó a cabo la noche del 24 al 25 de junio de 1940. En ella participaron 115 oficiales y soldados, divididos en cuatro grupos, cada uno de ellos con una playa distinta como objetivo: Neufchâtel-Hardelot, Stella Plage, Berck y Le Touquet, todas situadas en la costa de Pas-de-Calais. Hacia las dos de la madrugada del 25 de junio cada una de las cuatro lanchas llegó frente al sector que se les había asignado y los grupos de asaltantes desembarcaron en las playas. Tenían 80 minutos para completar sus misiones antes de volver a embarcar.
El objetivo de los hombres que desembarcaron en Le Touquet era el Hotel Merlimont Plage, que según las informaciones de inteligencia estaba siendo utilizado como cuartel por los alemanes. Cuando llegaron al hotel descubrieron que estaba vacío y con las puertas y ventanas tapiadas. Incapaces de encontrar otro objetivo, regresaron a la playa para descubrir que su barco había dejado la orilla y se había adentrado en el mar. Mientras esperaban a que la embarcación se acercase para recogerles, los británicos se encontraron con dos centinelas alemanes y tuvieron que matarlos con sus cuchillos. Otra patrulla alemana oyó ruidos sospechosos y se dirigió hacia allí a través de las dunas. Los comandos se vieron obligados a huir nadando hasta la lancha, abandonando sus armas en la playa.
El grupo que desembarcó en Hardelot se adentró varios cientos de metros tierra adentro y regresó a su barco sin encontrar alemanes. Los hombres que desembarcaron en Berck descubrieron un fondeadero de hidroaviones, pero les pareció muy bien defendido y no se arriesgaron a atacarlo. El último grupo desembarcó en Stella Plage bajo el mando del mayor Tod. Se encontraron con una patrulla alemana, y en el corto intercambio de disparos que se produjo el teniente coronel Dudley Clark, que acompañaba a la fuerza de ataque en calidad de observador, resultó herido leve.
Tras el regreso de los comandos a Inglaterra, el Ministerio de Información emitió un comunicado sobre la operación:
Fuerzas de asalto de la Marina y el Ejército, en colaboración con la Royal Air Force, han llevado a cabo exploraciones exitosas de la costa enemiga: los desembarcos se efectuaron en varios puntos y se estableció contacto con tropas alemanas. Se causaron bajas al enemigo, sin que se produjesen bajas británicas, y se obtuvo mucha información útil.
Nada de lo que se decía en el comunicado era falso. En la operación habían colaborado las distintas armas de las fuerzas armadas británicas, incluida la RAF (aunque curiosamente su contribución fue la fuerza naval utilizada en la misión); los atacantes habían desembarcado en varios puntos de la costa francesa y habían contactado con fuerzas enemigas, causándoles varias bajas sin sufrir bajas propias, a excepción de la herida del teniente coronel Clark; y en cuanto a la información útil... se podría decir que consistió en saber qué era lo que no había que hacer en posteriores misiones de ese tipo. En realidad el resultado de la operación fue decepcionante. Los comandos no consiguieron ningún tipo de información y, aparte de la muerte de los dos soldados alemanes, no causaron ningún daño a las instalaciones del enemigo en la región de Pas-de-Calais.
La causa del fracaso fue la precipitación con la que se planificó y ejecutó la Operación Collar. Churchill estaba impaciente por recuperar la iniciativa y dar una imagen de fuerza tras el desastre de Dunkerque (oficialmente, el “milagro” de Dunkerque), y presionaba para que los comandos actuasen cuanto antes. El resultado de aquellas presiones fue que todo en la operación se hizo de forma improvisada. Prueba de ello fue lo que ocurrió cuando las cuatro lanchas regresaron a Inglaterra tras su incursión en la costa francesa. Las autoridades de Folkestone se negaron a permitir su entrada en el puerto, y la pequeña flotilla tuvo que permanecer varias horas en la bocana bajo la amenaza de las baterías de costa. Cuando por fin consiguieron el permiso y pudieron atracar, la policía abordó las lanchas para identificar a los tripulantes. Como ninguno de los comandos llevaba consigo sus documentos de identidad, todos ellos acabaron retenidos en comisaría esperando a que apareciese alguien que respondiese por ellos.
¿A que después de leer esto la historia de los comandos dentistas no parece tan ridícula?
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