El pacto Molotov-Ribbentrop no solo dejaba a Hitler las manos libres para invadir Polonia y enfrentarse a las potencias occidentales. A raíz de la firma del acuerdo, la Unión Soviética se convirtió en el principal suministrador de materias primas a Alemania, en especial del petróleo que su economía necesitaba para mantener la guerra. En los primeros meses del conflicto, Gran Bretaña y Francia veían con preocupación cómo Stalin se estaba convirtiendo en el gran socio comercial de Hitler, pero al mismo tiempo se dieron cuenta de que la dependencia alemana del petróleo importado de la URSS era una vulnerabilidad que podían aprovechar a su favor.
A pesar de la oposición inicial de algunos de sus miembros, el gobierno francés ordenó al general Maurice Gamelin comenzar a estudiar un plan de intervención con el objetivo de destruir la industria petrolífera soviética. El 22 de febrero de 1940 Gamelin presentó su informe al primer ministro. Según se explicaba en él, más del 90% de la extracción de petróleo y el 80% del refinado soviético provenían del Cáucaso, especialmente del área de Bakú, a orillas del mar Caspio. Si se destruía la infraestructura petrolífera en la región, la escasez de combustible dejaría sin capacidad de respuesta a la Unión Soviética: "La dependencia de los suministros de petróleo desde el Cáucaso es la debilidad fundamental de la economía rusa. Las fuerzas armadas son totalmente dependientes de esta fuente, así como su agricultura motorizada. Por lo tanto, la interrupción del suministro de petróleo a gran escala tendría consecuencias de largo alcance e incluso podría llevar al colapso de los sistemas militares, industriales y agrícolas de Rusia. También se le negaría una importante fuente de materias primas a la Alemania nazi con la destrucción de los campos petrolíferos”.
Los aliados no se ponían de acuerdo sobre la oportunidad de la operación ni sobre sus posibles consecuencias. Los franceses insistían en acelerar los preparativos, mientras que los británicos se mostraban más prudentes, sabiendo que el ataque provocaría la entrada de la URSS en la guerra al lado de Alemania. Algunos historiadores piensan que los preparativos aliados no eran más que planes de contingencia que difícilmente habrían superado las reticencias de sus gobiernos.
En marzo de 1940, al finalizar la Guerra de Invierno, la inteligencia británica ordenó realizar vuelos de reconocimiento para tomar fotografías de las instalaciones petroleras del Cáucaso soviético. El 30 de marzo despegó de la base de la RAF de Habbaniya, en Irak, un Lockheed L-14 Super Electra especialmente modificado para el reconocimiento fotográfico y sin marcas identificativas, pintado con un camuflaje azul especial desarrollado por Sidney Cotton (director de la PDU, la unidad de fotointerpretación de la RAF, y creador de un novedoso equipo de fotografía estereoscópica de alta velocidad y gran altitud). El piloto, el líder del escuadrón Hugh C. Macphail, puso rumbo nordeste, volando sobre las montañas del Kurdistán y entrando en territorio iraní para llegar hasta las costas del mar Caspio. Allí viró al norte y se dirigió directamente a Bakú. El avión entró en el espacio aéreo soviético a las 11:45, después de cuatro horas de vuelo. Durante una hora estuvo sobrevolando las instalaciones petrolíferas mientras hacía seis series de fotografías con su cámara aérea de 14 pulgadas. A las 12:45 el avión inició el regreso a su base en Irak.
El 5 de abril el Super Electra volvió a despegar de Habbaniya para efectuar un vuelo de reconocimiento sobre la región de Batumi. En aquella ocasión los británicos siguieron un rumbo norte, violando el espacio aéreo turco. Sobre territorio soviético el avión tuvo que hacer frente al fuego antiaéreo y a un intento de intercepción por parte de un caza, pero Macphail y su tripulación lograron completar la misión y fotografiar las instalaciones.
Con la información obtenida con los reconocimientos, en abril los aliados completaron los planes para atacar los centros de producción de petróleo soviéticos en las ciudades de Bakú, Batumi y Grozni. La operación recibió el nombre en clave de "Operación Pike". Consistiría en una campaña de ataques aéreos lanzados desde bases francesas en Siria y británicas en Irak. El análisis de las fotografías tomadas por la tripulación de Macphail mostró que las infraestructuras petroleras de Bakú y Batumi eran particularmente vulnerables a los ataques aéreos, ya que en ambos casos la aproximación a los objetivos podía hacerse desde los mares Caspio y Negro, respectivamente. Grozni era un objetivo más difícil, al estar situado tierra adentro, por lo que se decidió que sería el blanco de los primeros bombardeos para aprovechar el factor sorpresa. En una serie de pruebas en el Royal Arsenal de Woolwich se comprobó que los tanques de almacenamiento de petróleo de las plantas de refinado podrían ser destruidos con explosivos de alta potencia, mientras que los campos petrolíferos serían atacados con bombas incendiarias.
El 1 de abril la RAF asignó a la Comandancia de Oriente Medio cuatro escuadrones formados por 48 bombarderos Bristol Blenheim, que serían reforzados más adelante con bombarderos monomotores Vickers Wellesley para misiones nocturnas. Por su parte, los franceses tenían previsto destinar una fuerza de 65 bombarderos Glenn Martin 167F (los futuros "Maryland") y otros 24 bombarderos pesados cuatrimotores Farman F.222 para operaciones nocturnas. Los franceses comenzaron a preparar una serie de aeródromos en Siria, que debían estar listos para mediados de mayo. Se asignaron para la operación más de 900 toneladas de municiones: 404 bombas antibunker, 554 bombas de 500 libras (230 Kg) y 5.188 bombas de 250 libras (115 Kg) de uso general y 69.192 pequeñas bombas incendiarias de 4 libras (1,8 Kg). El 10 de mayo de 1940 el primer grupo de Glenn franceses estaba ya en la base de Rayak, en el Líbano.
Ese mismo día los alemanes iniciaron la ofensiva en el frente occidental. En cuestión de semanas la blitzkrieg barrió al todopoderoso ejército francés, y los planes para bombardear la Unión Soviética tuvieron que ser pospuestos indefinidamente. En medio del caos generado por el inesperado colapso francés, tropas alemanas capturaron un tren bloqueado en la estación de La Charité-sur-Loire, cerca de Orleans. En él encontraron cajas llenas de documentos provenientes de la evacuación del Estado Mayor de la Fuerza Aérea en París. Y entre aquellos documentos, los informes secretos sobre la Operación Pike.
El 4 de julio la oficina de propaganda alemana publicó extractos de los documentos relativos a la operación, como parte de una campaña de propaganda para justificar la invasión de Francia, afirmando que la Unión Soviética y otros países tenían que estar agradecidos a Alemania por haberles librado de las oscuras intrigas de los aliados. También Stalin fue informado de los preparativos franco-británicos para destruir la industria petrolífera soviética. Un año más tarde, el 22 de junio de 1941, cuando comenzó la Operación Barbarroja, la totalidad de los rudimentarios radares soviéticos y una fuerza de unos 300 cazas I-15 e I-16 estaban desplegados en la región del Cáucaso, a miles de kilómetros de las fronteras occidentales, para defender los campos de petróleo y las refinerías de un posible bombardeo británico.
Un buen artículo, sobre la operación Pike, de la que siempre he creído que los británicos y franceses, diseñaron para defenderse en caso de que Stalin decidiera meterse en la SGM al lado de Alemania. Arriesgarse a atacar a la URSS en 1940, por ser un socio comercial de Hitler, era como poco imprudente y muy peligroso, dada la debilidad manifiesta de Gran Bretaña y Francia, y con EEUU lejos todavía de la causa aliada.
ResponderEliminarSaludos, Nonsei
Habrían cometido el mismo error que los alemanes: subestimar el poder real de la URSS. En todo caso el plan se limitaba a una campaña de bombardeos para destruir la industria petrolífera soviética. Si lograban su objetivo, creían que los soviéticos no tendrían capacidad de respuesta.
EliminarUn saludo.
No tenía idea de estos planes. Pasan los años y aún la Segunda Guerra me entrega sorpresas. Como siempre, un gusto de leer tus artículos.
ResponderEliminarSaludos desde Chile, Nonsei
Eduardo
Me alegro de volver a leerte, Eduardo.
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