Después del desembarco de Normandía, el abastecimiento de los ejércitos aliados a través del canal de la Mancha se convirtió en un gigantesco desafío logístico. Hacer llegar diariamente alimentos y todo tipo de suministros básicos a cientos de miles de hombres, muchos de ellos en primera línea de combate, era una tarea titánica que a duras penas permitía satisfacer todas las necesidades y obligaba a marcar ciertas prioridades. Uno de los lujos al que las tropas de invasión tuvieron que renunciar (y probablemente el favorito, al menos para los soldados británicos) fue la cerveza. Era imposible conseguirla a través de los canales logísticos oficiales. Por eso en las escuadrillas de caza de la RAF tuvieron que recurrir a soluciones imaginativas para mantener el suministro constante del preciado líquido.
El Spitfire Mk IX era una versión evolucionada del Supermarine Spitfire que contaba con enganches bajo las alas para transportar bombas o tanques de combustible supletorios. Algún mecánico anónimo ideó la forma de modificar los enganches de forma que pudiesen servir para llevar barriles de cerveza. Una vez por semana, los Spitfires modificados eran enviados a Inglaterra en misiones de enlace o mantenimiento, o con cualquier otra excusa, para que a su regreso a Francia pudiesen transportar un par de barriles bajo las alas. Las bajas temperaturas del aire durante el vuelo hacían que la cerveza llegase refrigerada y lista para su consumo. Cuando los servicios de propaganda se enteraron de la historia no tardaron en sacarle provecho. Tanta publicidad se les dio que los Spitfires cerveceros llegaron a tener su propia denominación semioficial, Spitfire Mk XXX. No se sabe si los barriles se podían desprender en caso de emergencia, aunque de ser así el piloto habría necesitado un muy buen motivo para hacerlo. En caso contrario se arriesgaba a convertirse en el hombre más odiado de la escuadrilla durante toda la semana.
Se dice que la práctica acabó (al menos de forma oficial) cuando el Ministerio de Hacienda británico notificó a las empresas que suministraban la cerveza que estaban violando la ley por exportar un producto sin pagar las tasas correspondientes. Pero es bastante probable que los pilotos encontrasen la manera de continuar con los transportes de cerveza, con o sin el permiso de sus mandos.
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