Krystyna Skarbek, la primera chica Bond


Krystyna Skarbek nació el 1 de mayo de 1915 en una hacienda de Mlodzieszyn, 50 km al oeste de Varsovia. Era la hija menor del conde Jerzy Skarbek y Stefania Goldfeder, hija a su vez de un rico banquero judío. Se podría decir que el suyo era un matrimonio de conveniencia, que permitió al conde Skarbek pagar sus deudas y continuar con el lujoso estilo de vida al que estaba acostumbrado. Krystyna recibió una buena educación, y demostró tener una gran facilidad para los idiomas. Además del polaco, hablaba con fluidez inglés, francés y alemán. Creció compartiendo el amor de su padre por los caballos. Junto a la equitación, su otra pasión era el esquí, un deporte que empezó a practicar durante las estancias de su familia en Zakopane, en las montañas del sur de Polonia.

La crisis económica de 1929 dejó a la familia en una situación financiera desesperada. Tuvieron que deshacerse de la hacienda de Mlodzieszyn y mudarse a Varsovia. En 1930 murió el padre de Krystyna. En poco tiempo el imperio financiero de la familia Goldfeder se derrumbó, dejando apenas el dinero suficiente para mantener a la condesa viuda Stefania.

Krystyna encontró trabajo en un concesionario de Fiat, pero pronto tuvo que abandonarlo a causa de una enfermedad pulmonar. Como su padre había muerto de tuberculosis, los primeros diagnósticos apuntaban a esa dolencia. Pero más tarde le diagnosticaron una enfermedad provocada por las emanaciones de gases de los automóviles, lo que le permitió cobrar una indemnización del seguro de su empresa. Siguiendo el consejo de sus médicos de pasar todo el tiempo posible al aire libre, dedicaba los días a practicar el senderismo y el esquí en las montañas de Tatra, en el sur de Polonia. En aquella época Krystyna se casó por primera vez, con un joven hombre de negocios llamado Karol Getlich. Pronto se dieron cuenta de que eran incompatibles, y el matrimonio terminó amistosamente unos meses después.

Un día, mientras esquiaba en Zakopane, Krystyna perdió el control descendiendo por una ladera. En el último momento un hombre enorme se interpuso en su camino y la salvó. Su nombre era Jerzy Gizycki, un joven excéntrico y brillante que provenía de una rica familia ucraniana. A los catorce años se había escapado de casa después de pelearse con su padre. Había vivido en Estados Unidos, trabajando en oficios como el de cowboy o buscador de oro. Con el tiempo se convirtió en escritor, y se dedicaba a viajar por el mundo en busca de material para sus libros y artículos.

Krystyna y Jerzy se casaron en Varsovia el 2 de noviembre de 1938. Poco después Jerzy aceptó un cargo diplomático en Etiopía, donde se desempeñó como cónsul general de Polonia hasta septiembre de 1939. Cuando estalló la guerra y Polonia fue invadida por los alemanes, el matrimonio se dirigió a Kenia para llegar desde allí a Inglaterra. En Londres Krystyna ofreció sus servicios a los servicios secretos británicos. Estaba dispuesta a regresar a su país y servir como enlace entre la resistencia polaca y los aliados. Por mediación del periodista Frederick Voigt consiguió ser aceptada como agente del SIS (Servicio Secreto de Inteligencia).

Krystyna viajó a Hungría, y en diciembre de 1939 persuadió al esquiador olímpico polaco Jan Marusarz para que la guiase a entrar en la Polonia ocupada a través de las montañas Tatra, cubiertas de nieve. Al llegar a Varsovia Krystyna se reencontró con su madre, a la que rogó que saliese del país. Stefania se negó a hacerlo. Fue la última vez que se vieron. Poco tiempo después la condesa fue arrestada y asesinada por la Gestapo. En un cruel giro del destino, murió en la prisión Pawiak de Varsovia, que había sido diseñada a mediados del siglo XIX por un antepasado de Krystyna, Fryderyk Skarbek Florian, reformador de prisiones y padrino de Frédéric Chopin.

Un incidente ocurrido en febrero de 1940 ilustra el peligro al que se enfrentaba trabajando como agente encubierta en su propio país. En un café de Varsovia fue reconocida por una mujer, que exclamó: "¡Krystyna, Krystyna Skarbek! ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Me dijeron que te habías ido al extranjero!" Skarbek, con frialdad, negó que ese fuese su nombre, aunque la mujer insistió en que el parecido era tal que ella habría jurado que era Krystyna Skarbek. Después de que la inoportuna señora se marchase, Krystyna permaneció algún tiempo en el café antes de salir, para no despertar sospechas.

Krystyna ayudó a organizar un equipo de mensajeros polacos que llevaban informes de inteligencia de Varsovia a Budapest. Entre ellos estaba su primo Ludwik Popiel, que logró sacar de contrabando un fusil antitanque Modelo 35 (zw.35), con la culata y el cañón serrados para poder ser transportado más fácilmente. El wz.35, pionero en la munición con núcleo de tungsteno, era una de las joyas de la ingeniería armamentística polaca. Era un arma tan secreta que no fue distribuida entre las divisiones polacas hasta la movilización inmediatamente anterior a la guerra. El riesgo que corrió Popiek no sirvió de mucho, ya que los aliados no sacaron ningún provecho de su fusil. Los diseños y especificaciones técnicas habían sido destruidos durante la invasión alemana, y no había medios para aplicar la ingeniería inversa. Krystyna tuvo un tiempo el arma escondida en su apartamento de Budapest.

En Hungría Krystyna se reencontró con un amigo de la infancia llamado Andrzej Kowerski. Cuando eran niños, mientras el padre de Andrej se reunía con el conde para hablar de negocios, ellos jugaban en los establos de la hacienda de Mlodzieszyn. Kowerski era un ex-oficial del ejército polaco que había perdido parte de una pierna en un accidente de caza antes de la guerra, lo que no le impedía ser un hombre muy atlético y un experto paracaidista. También era un agente británico, que ayudaba a salir de Polonia a militares y agentes de inteligencia polacos y aliados. En sus tratos con los ingleses utilizaba el nombre de “Andrew Kennedy”.

A comienzos de 1941 Krystyna era ya muy conocida por la Gestapo. A pesar de ello, estaba planeando otro viaje a Polonia en compañía de Kowerski. Sus planes se truncaron cuando ambos fueron arrestados en Budapest. En ese momento Krystyna demostró su rapidez de reflejos y su sangre fría al fingir los síntomas de la tuberculosis mordiéndose la lengua hasta escupir sangre. Hungría aún no había entrado en la guerra, y Krystyna estaba lejanamente emparentada con el regente húngaro, el Almirante Mikos Horthy (un primo suyo se había casado con una pariente de Horthy). Gracias a eso evitó que les entregasen a la Gestapo y consiguió su liberación y la de Kowerski. La pareja consiguió salir de Hungría a través de los Balcanes y Turquía.

En Polonia Skarbek había establecido contacto con una organización de resistencia conocida como “los mosqueteros", creada en octubre de 1939 por un ingeniero e inventor llamado Stefan Witkowski (que sería asesinado en octubre de 1941). Krystyna fue informada a través de sus conexiones con los mosqueteros de la concentración de tropas alemanas en las fronteras orientales y de otros detalles que permitían predecir que Hitler estaba preparando la invasión de la Unión Soviética. Era una información explosiva, pero en realidad nada nuevo para los servicios de inteligencia británicos, que conocían de sobra los planes alemanes gracias a Ultra, la descodificación de sus comunicaciones militares.

Cuando llegaron a las oficinas del SOE de El Cairo (el SOE, Special Operations Executive, había nacido en julio de 1940 a partir de la sección D del SIS, la encargada de las operaciones encubiertas en territorio ocupado por el enemigo), se sorprendieron al descubrir que estaban bajo sospecha debido a la facilidad con la que habían obtenido del cónsul del gobierno de Vichy en Estambul los permisos de tránsito por Siria y el Líbano. La desconfianza venía sobre todo por parte de las fuerzas polacas y del gobierno polaco en el exilio. Los servicios secretos británicos, que conocían mejor que sus compatriotas las actividades que Skarbek y Kowerski habían estado desarrollando para ellos, acabaron disipando las dudas de los polacos. Andrzej Kowerski pudo reanudar su trabajo como agente de inteligencia. Por su parte, Krystyna Skarbek se quedó en los años siguientes apartada de la acción en primera línea. Cuando se reencontró con su marido le confesó que amaba a Andrzej. Poco después Gizycki renunció a su propia carrera como agente de inteligencia y emigró a Canadá. Por aquella época Krystyna comenzó a utilizar el alias Christine Granville, un nombre que después de la guerra adoptaría legalmente.

En 1944 el SOE se enfrentaba a la escasez de equipos de inteligencia experimentados necesarios para los preparativos de la invasión de Francia. Tenían una gran cantidad de agentes en formación, pero todavía no estaban suficientemente preparados, y enviarles antes de tiempo pondría en peligro, además de la vida de los propios agentes, la seguridad de las redes de resistencia con las que tenían que contactar. El SOE recurrió de nuevo a Krystyna, una agente con mucha experiencia que además hablaba francés con fluidez. Su desempeño anterior en Polonia había sido excepcional, y tan solo requería alguna pequeña orientación sobre las particularidades de trabajar en Francia.

Skarbek fue la elegida para reemplazar a Cecily Lefort, una agente del SOE que había sido capturada por la Gestapo (acabaría encarcelada en el campo de concentración de Rabensbrück y ejecutada en febrero de 1945, después de meses de torturas). Lefort era la enlace entre el SOE y la red de resistencia conocida como “Jockey”, que actuaba en el valle del Ródano y estaba dirigida por un belga-británico llamado Francis (o François) Cammaerts. Este era un personaje curioso. Era un joven muy culto, licenciado en historia e inglés por la universidad de Cambridge e hijo del poeta belga Emil Cammaerts. Pacifista convencido, en 1940 había conseguido que los tribunales británicos le reconociesen su derecho a la objeción de conciencia. Mientras el resto del mundo ardía en la mayor guerra jamás conocida por la Humanidad, él llevaba una vida tranquila, trabajando en una explotación agrícola de Lincolnshire. Pero un día recibió la noticia de la muerte de su hermano Pieter, piloto de la RAF, y decidió que no podía mantenerse al margen por más tiempo. Se unió voluntariamente al SOE, esgrimiendo como gran mérito su dominio del idioma francés. En marzo de 1943 saltó en paracaídas sobre la Francia ocupada. Unos meses después dirigía la principal red de resistencia que operaba en el sureste del país.

El 6 de julio de 1944 Skarbek, que en Francia se haría llamar Pauline Armand, fue lanzada en paracaídas en el sur de Francia. Kristina ayudó a poner en contacto a Cammaerts con partisanos italianos y maquis franceses para operaciones conjuntas contra los alemanes en los Alpes, y a inducir a la deserción de soldados polacos y de otras nacionalidades que habían sido reclutados por las fuerzas de ocupación alemanas.

El 13 de agosto de 1944, justo dos días antes del inicio de la Operación Dragón (los desembarcos aliados en el sur de Francia), Francis Cammaerts, otro agente de SOE llamado Xan Fielding, y un oficial francés, Christian Sorensen, fueron detenidos en un control de carretera. Cuando Skarbek se enteró de que iban a ser ejecutados, consiguió que la recibiese el capitán Albert Schenck, oficial francés de enlace entre la prefectura de Digne y la Gestapo. Se presentó como la esposa de Cammaerts y como una sobrina del mariscal Montgomery (nada menos). Amenazó a Schenck con que los británicos vengarían cualquier daño que sufriesen los prisioneros, reforzando su amenaza con una oferta de dos millones de francos por la liberación de los tres hombres. Schenck la condujo a un oficial de la Gestapo llamado Max Waem.

Durante tres horas, Krystyna negoció con Waem, combinando las amenazas con las promesas de soborno. Le dijo que los aliados desembarcarían en cualquier momento, que ella era agente aliada y estaba en contacto diario por radio con las fuerzas británicas. “Si yo fuese usted me pensaría muy bien la proposición que le hago. Como le dije al capitán Schenck, si algo le pasa a mi marido o a sus amigos, las represalias serán rápidas y terribles, porque no tengo que decirle que tanto usted como el capitán tienen una infame reputación entre los locales”. Cada vez más alarmado por la idea de lo que podría ocurrirle si los aliados y la Resistencia decidían vengar los numerosos asesinatos que había cometido, Waem golpeó la culata de su revólver sobre la mesa y dijo: “Si los saco de la prisión, ¿qué vas a hacer para protegerme?”.

Cuando Cammaerts y los otros dos hombres fueron sacados de sus celdas, estaban convencidos de que iban a ser ejecutados. En lugar de eso les condujeron hasta un coche, en el que se encontraron con una sonriente Krystyna sentada al volante. Años después del incidente de Digne, Skarbek reconoció que durante sus negociaciones con la Gestapo no fue consciente del peligro que corría. Solo después de que ella y sus compañeros hubiesen escapado se dijo: "¿Qué he hecho? ¡Podrían haberme matado!"

Krystyna recomendó al capitán Schenck que abandonase Digne. No lo hizo, y fue asesinado poco después por personas desconocidas. Su esposa se quedó con el dinero del soborno. Después de la guerra fue detenida cuando trataba de cambiarlo por nuevos francos, pero fue liberada después de que las autoridades investigasen su historia. Se las arregló para cambiar el dinero, pero solo recibió una pequeña parte de su valor.

Cuando los equipos del SOE regresaron de Francia, Krystyna se había ganado una gran reputación militar. Siendo polaca, era ideal para ser destinada a las misiones que estaba planeando el SOE en su tierra natal en los meses finales de la guerra. El gobierno británico y el gobierno polaco de Londres estaban colaborando para establecer una red que tenía que informar sobre lo que ocurría en Polonia, que en esos momentos estaba siendo ocupada por el Ejército Rojo. Las fuerzas polacas en el exilio ya habían olvidado sus sospechas sobre la lealtad de Kowerski y Skarbek, y a comienzos de 1945 ambos se preparaban para saltar sobre Polonia. Sin embargo, la misión, la Operación Freston, fue cancelada cuando el primer grupo enviado al país fue capturado por los soviéticos (los agentes serían puestos en libertad en febrero de 1945).

Cuando terminó la guerra Krystyna Skarbek/Christine Granville/Pauline Armand era la agente femenina más veterana del SOE, de hecho cuando la organización nació oficialmente ella era ya una agente experimentada. Krystyna se licenció con el grado de capitán de la Women's Auxiliary Air Force (a todas las agentes se les asignaba un rango militar, y el suyo era el más alto al que había llegado cualquier otra mujer del SOE). Fue condecorada con la George Medal por su misión en Digne. En mayo de 1947 fue nombrada Oficial de la Orden del Imperio Británico. También el gobierno francés le concedió la Croix de Guerre, en reconocimiento a su contribución a la liberación de Francia.

Pero todos aquellos reconocimientos no le sirvieron de mucho. Unas semanas después del final de la guerra Krystyna fue despedida con un mes de salario. No podía regresar a su país, convertido en una dictadura comunista, debido a sus conexiones con el gobierno polaco en el exilio y a su origen aristocrático. Demasiado orgullosa para pedir otro tipo de ayuda, se fue a El Cairo, al tiempo que solicitaba un pasaporte británico. Mientras la lenta burocracia hacía su trabajo, la hija del conde Skarbek se convirtió en una apátrida sin recursos económicos. En los años siguientes tuvo que ganarse la vida con trabajos modestos, como el de dependienta en varias tiendas. Su último empleo fue de azafata en un trasatlántico.

Krystyna Skarbek tuvo un final trágico y prematuro. El 15 de junio 1952 murió apuñalada en el vestíbulo de un hotel barato de Kensington. Su asesino fue un hombre llamado Dennis Muldowney, un compañero de trabajo (mayordomo en el trasatlántico) obsesionado con ella que no pudo soportar su rechazo. Muldowney fue juzgado y condenado por asesinato. Fue ajusticiado en la horca el 30 de septiembre de 1952.

En los últimos años de su vida Krystyna conoció a Ian Fleming, con quien supuestamente tuvo una aventura amorosa (aunque de eso no hay ninguna prueba). Hay quien cree que Vesper Lynd, el personaje femenino de la primera novela de Fleming, Casino Royale (y la primera “chica Bond”), estaba inspirada en ella. Lo cierto es que ninguna chica Bond resistiría una comparación con Krystyna Skarbek.

Fuentes:
http://polishgreatness.blogspot.com.es/2011/02/spy-week-famous-polish-spies-krystyna.html
http://cosmopolitanreview.com/component/content/article/296
http://en.wikipedia.org/wiki/Krystyna_Skarbek
y otras entradas de Wikipedia

2 comentarios:

  1. Trágico final el de Krystyna. Posiblemente el que la conociera Iam Fleming pudo influir en las novelas. Lo cierto es que a veces la realidad supera a la ficción.
    Un saludo.

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    1. Los servicios secretos británicos estaban llenos de personajes pintorescos, y Fleming, que también era agente de inteligencia, conoció a muchos de ellos. No es la primera historia que cuento en la que se dice que el protagonista inspiró a Fleming en sus novelas.
      Un saludo, Cayetano.

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