El viejo truco de hacerse el muerto

El 8 de septiembre de 1939, cinco días después de la declaración de guerra de Gran Bretaña a Alemania, la RAF desplegó en Francia a su 1º Escuadrón, compuesto por quince cazas Hurricane. Ninguno de los pilotos británicos tenía experiencia en combate, incluyendo a su comandante, el teniente angloestadounidense (nacido en Cleveland y alistado en la Real Fuerza Aérea antes de la guerra) Cyril Dampier Palmer.

La mañana del 23 de noviembre de 1939, Palmer y otros dos pilotos del 1º Escuadrón despegaron con sus Hurricanes del aeródromo de Vassincourt, en Lorena, para interceptar un avión de reconocimiento alemán que había penetrado en el espacio aéreo francés. A 6.000 metros de altitud los británicos divisaron el aparato enemigo, un bombardero Dornier Do 17 modificado para el reconocimiento fotográfico. El avión alemán trató de huir, pero los cazas eran mucho más veloces y no tardaron en darle alcance, acribillándolo con sus ametralladoras. El Dornier fue alcanzado en uno de sus motores y comenzó a perder altura. Todo parecía indicar que estaba irremediablemente perdido. Los pilotos británicos vieron cómo dos hombres (el navegante y el artillero) saltaban en paracaídas del avión alemán. Palmer se acercó al bombardero y pudo distinguir al tercer tripulante en el asiento del piloto, abatido sobre los mandos. Confiado, se aproximó más, poniendo su caza en paralelo al avión enemigo. Y entonces el piloto alemán resucitó. Redujo bruscamente la velocidad del Dornier para que el Hurricane de Palmer quedase justo delante de él, se cambió de un salto al asiento del navegante y abrió fuego con su ametralladora contra el caza. Palmer reaccionó rápidamente, descendiendo en picado para salir de la línea de fuego, pero la ráfaga había alcanzado de lleno a su avión. Con el motor dañado, sin poder descender el tren de aterrizaje y con el parabrisas destrozado, logró aterrizar sobre la panza de su Hurricane en un campo cercano.

A poca distancia aterrizó el Dornier, pilotado por el suboficial Arno Frankenberger, el hombre que había engañado a Palmer fingiendo estar muerto. Inmediatamente fue hecho prisionero y quedó bajo custodia de los franceses. Un día más tarde, tras mucho insistir, los pilotos británicos del 1º Escuadrón consiguieron el permiso para trasladar al prisionero a la posada de Vassincourt en la que estaban hospedados e invitarle a cenar. Allí, entre cerveza y cerveza, Frankenberger obsequió a sus enemigos con una fotografía dedicada. Esos gestos de caballerosidad eran típicos de la guerra aérea en la Primera Guerra Mundial, y aún se conservaban en los comienzos de la Segunda.

Arno Frankenberger fue liberado tras la conquista de Francia en 1940 y se reincorporó a a su unidad de reconocimiento aéreo de la Luftwaffe. Al teniente Palmer se le atribuyen los derribos de dos cazas alemanes y un He111 (compartido) en mayo de 1940. A su regreso a Inglaterra sirvió como instructor de vuelo. En octubre de 1942 fue destinado como líder de escuadrón al 234º Escuadrón de la RAF. Poco después, el 27 de octubre de 1942, su Spitfire fue derribado sobre el Canal de la Mancha, al norte de Bretaña. Nunca se encontraron sus restos.

Fuentes:
http://www.sepsy.de/raf-der-kampf.htm
http://forum.keypublishing.co.uk/archive/index.php?t-12173.html
http://forum.12oclockhigh.net/showthread.php?t=11080


La Virgen de Albert

Una de las ciudades francesas que más sufrió la Primera Guerra Mundial fue Albert. Situada en el departamento del Somme, cerca de la frontera belga, estuvo en plena línea del frente durante casi todo el conflicto. Fue escenario de terribles batallas de desgaste, con sus interminables duelos de artillería, así que la ciudad tuvo que sufrir continuos bombardeos tanto de un bando como del otro.

El principal monumento de la ciudad era la basílica de Notre-Dame de Brebières, la "Lourdes del Norte", uno de los principales centros de peregrinación católica del país. Durante los primeros combates en la villa, en septiembre de 1914, un proyectil de artillería impactó en la torre de la basílica, que estaba coronada por la figura de una virgen con el niño en brazos. La estatua quedó tan inclinada que parecía que iba a caer al suelo en cualquier momento. Pronto comenzó a circular una leyenda que aseguraba que cuando la virgen cayese la guerra se terminaría. Para ayudar a que se cumpliese la profecía, tanto la artillería alemana como la franco-británica disparaban contra la torre siempre que tenían ocasión. Pero fueron pasando los meses, y los años, y la virgen continuaba allí, aguantando en su difícil equilibrio. Tanto resistía que la leyenda acabó variando un poco, y al final se aseguraba que el bando que derribase a la virgen sería el perdedor de la guerra.

Finalmente la virgen cayó en abril de 1918, cuando la ofensiva alemana de primavera obligó a las tropas británicas a retirarse. Antes de abandonar Albert, los británicos derribaron la torre de la iglesia, para evitar que el enemigo pudiese utilizarla como observatorio.

Foto: http://www.ww1westernfront.gov.au/pozieres-albert/index.html

Olvidados

La noche del 5 al 6 de junio de 1944 comenzaron a zarpar del sur de Inglaterra las 5.000 embarcaciones que iban a participar en la enorme operación de desembarco en Normandía. Una de ellas era el Neutralia, un viejo buque de línea indio reconvertido en transporte de tropas.

La noche del 5 de junio el Neutralia estaba fondeado en Spithead, junto a la isla de Wight. Las tropas que transportaba a bordo, de la Séptima División Acorazada británica (las "Ratas del Desierto"), aplaudían y agitaban los brazos desde las cubiertas para despedir al resto de embarcaciones a medida que iban saliendo al Canal. Poco a poco los gritos cesaron, y los soldados comenzaron a extrañarse al ver que su buque se iba quedando solo en el fondeadero. Los oficiales del Ejercito que se encontraban a bordo fueron a preguntar al capitán del Neutralia por qué no se movían. Este les respondió que no había recibido ordenes, y que no podía hacer nada sin ellas.

¿Qué había ocurrido? Por un error nunca se llegaron a enviar las órdenes al Neutralia. De hecho, la ausencia de sus tropas pasó inadvertida hasta cinco días después del Día D. Solo entonces a alguien se le ocurrió investigar qué había pasado con el transporte perdido, para descubrir que permanecía aún anclado en Spithead, junto con su cargamento de soldados frustrados.

Fuente:
http://www.oakleysunglassesshop.us/
Original: Reader's Digest 6/74

Italianos en el Lejano Oriente

En el año 1900, cuando estalló la rebelión nacionalista de los boxers, las potencias coloniales enviaron a China una fuerza militar internacional formada por tropas de Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Austria-Hungría, Francia, Rusia, Japón e Italia. Después de sofocar la insurrección las potencias utilizaron su posición de fuerza para hacerse con concesiones comerciales y territoriales del gobierno imperial. Así, la intervención italiana en la campaña les sirvió para conseguir el derecho de ocupar un enclave de aproximadamente medio kilómetro cuadrado en Tientsin, una ciudad 200 km al sur de Pekín, y dos pequeños barrios comerciales en Shanghai y Pekín. Estos tres minúsculos territorios dentro de China quedaron bajo soberanía directa de Roma durante más de cuarenta años. En 1915, cuando Italia entró en la Primera Guerra Mundial, la colonia de Tientsin contaba alrededor de 10.000 habitantes chinos y entre 350 y 400 italianos, la mayor parte de ellos dedicados al comercio. Por entonces la defensa de la colonia estaba encomendada a tan solo unos 200 soldados y oficiales, en su mayoría Bersaglieri, y medio centenar de milicianos chinos. Unos años más tarde, cuando terminó la guerra, el gobierno de Roma decidió reforzar la guarnición. En 1925 se creó el Battaglione Italiano in Cina, una fuerza de élite y bien equipada, compuesta en su mayor parte por soldados del Reggimento San Marco (la infantería de marina italiana), con base en el cuartel Ermanno Carlotto, construído para ellos en Tientsin.

Con la llegada a China del yerno de Mussolini, Galeazzo Ciano, nombrado secretario de legación de Pekín y más tarde ministro plenipotenciario en Shanghai, las relaciones entre los dos países se estrecharon. Ciano hizo amistad con las élites del nuevo movimiento nacionalista chino liderado por Chiang Kai Shek, en especial con el mariscal Chang Hsueh Liang, un fiel admirador del régimen fascista de Mussolini. En esa etapa las relaciones entre China e Italia eran inmejorables, y la colonia italiana vivió su mejor época. En 1932, después del incidente de Mukden (el primer acto de abierta hostilidad de Japón contra China), Chiang Kai Shek eligió a Ciano como mediador con los japoneses. Los lazos económicos y militares entre los dos países se estrecharon, y los intercambios comerciales no dejaban de crecer. En 1932 la naviera italiana Lloyd Triestino abrió una nueva línea de trasatlánticos que unía Italia con Shanghai. Ese año Mussolini envió a China una gran delegación de técnicos aeronáuticos, ingenieros y pilotos para lograr del gobierno de Nanking contratos para la fabricación bajo licencia de aviones italianos en China y la compra de varios modelos militares. A pesar de sus esfuerzos, lo único que consiguieron los italianos del gobierno chino fue la venta de una pequeña cantidad de cazas Fiat CR32 y algunos Caproni de bombardeo y reconocimiento.

En julio de 1937, cuando comenzaron los enfrentamientos entre chinos y japoneses, las fuerzas italianas en China estaban compuestas por dos cañoneras, la Ermanno Carlotto y la Lepanto, y el Battaglione Italiano in Cina con base en Tientsin. En los meses siguientes la guerra derivó en una invasión japonesa de China en toda regla. El Mando Supremo italiano decidió reforzar la guarnición con los 764 soldados y oficiales del Battaglione Granatieri di Sardegna, llegados en barcos desde Massaua (Eritrea), y un buque de guerra, el crucero ligero Raimondo Montecuccoli. El buque zarpó de Nápoles el 27 de agosto y llegó a Shanghai el 15 de septiembre, coincidiendo con los primeros bombardeos aéreos japoneses sobre la ciudad. En esos momentos había unos 1.200 soldados del ejército y marineros para garantizar la seguridad y los intereses de entre 500 y 600 italianos residentes en la colonia. Los italianos se unían a los contingentes británico (2.500 hombres) y estadounidense (1.400 hombres) enviados para proteger a los ciudadanos extranjeros en Pekín y sobre todo en Shanghai (en esta ciudad residían 971 civiles británicos, 308 estadounidenses, 199 alemanes, 654 rusos, 182 japoneses y 42 italianos). El 24 de octubre, durante un raid contra el puerto de Shanghai, el crucero Montecuccoli fue alcanzado por esquirlas de bombas, causando la muerte de un tripulante y varios heridos. El incidente comprometió gravemente las relaciones diplomáticas entre Roma y Tokio).

Pero entonces Mussolini dio un giro de 180º a su política en Extremo Oriente. El 6 de noviembre de 1937 Italia se unió al Pacto Antikomintern. Se convirtió así en aliada de Japón, y en consecuencia Chiang Kai Shek rompió todas las relaciones con Roma. La nueva situación causó el aislamiento repentino de la colonia de Tientsin y los barrios italianos de Shanghai y Pekín. Los refuerzos enviados para defender los intereses italianos de los invasores japoneses pasaron sin previo aviso a servir de fuerza disuasoria frente a la hostilidad de los chinos.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, los italianos redujeron su presencia militar en China. El crucero ligero Bartolomeo Colleoni, que había reemplazado a su gemelo el Montecuccoli en la defensa de las concesiones italianas, fue llamado de nuevo a Italia. Parte del contingente de tierra fue también repatriado, dejando tan solo dos pequeñas guarniciones en Tientsin y Pekín y las cañoneras Lepanto y Carlotto.

Soldados italianos en Tientsin en 1939:


El 10 de junio de 1940 Italia declaró la guerra a Francia y Gran Bretaña. Eso supuso un nuevo cambio en la política italiana en Asia. El Mando Supremo de la Marina ordenó a varias unidades que abandonasen Eritrea y se dirigiesen al Lejano Oriente. En realidad, detrás de la decisión de volver a reforzar la presencia italiana en China estaba la intención de poner a salvo los buques con base en el puerto de Massaua por el temor de que las colonias italianas en África Oriental cayesen en manos británicas. Así, en febrero de 1941, menos de dos meses antes de que Massaua fuese capturada por las fuerzas de la Commonwealth, el crucero colonial Eritrea (armado con cuatro cañones de 120 mm, dos de 40 mm y dos ametralladoras antiaéreas de 13,2 mm) y dos modernos barcos bananeros reconvertidos en cruceros auxiliares, el Ramb1 y el Ramb2 (con cuatro cañones de 120 mm y algunas ametralladoras de 13,2 mm), zarparon con rumbo a Kobe (Japón) o, como alternativa, a los puertos de Shanghai y Tientsin. El Ramb1 fue hundido frente a las islas Maldivas por el crucero ligero neozelandés Leander, mientras que el Eritrea y el Ramb2 superaron la vigilancia de la Royal Navy en el Índico y llegaron a su destino.

En cuanto a los numerosos barcos mercantes italianos que se encontraban en aguas chinas y japonesas cuando Italia entró en la guerra, la mayoría de ellos (como el gran vapor Conte Verde) se mantuvieron retenidos en puerto o fueron utilizados por los japoneses, mientras que otros trataron de regresar a Europa burlando el bloqueo británico. Algunos de estos últimos lograron su objetivo, llegando a los puertos atlánticos franceses cargados con valiosas mercancías estratégicas (caucho, quinina, estaño...).

Entre marzo de 1941 y septiembre de 1943 las concesiones italianas en China vivieron un periodo de tranquilidad, a pesar de las tensas relaciones con los ocupantes japoneses, a los que no les gustaba nada la presencia de europeos en los territorios que administraban (aunque fuesen aliados suyos, como los italianos). Tokio prohibió al Eritrea y al Ramb2 realizar acciones ofensivas contra la flota británica en el sudeste asiático (antes del ataque a Pearl Harbor, los japoneses se esforzaban por evitar situaciones embarazosas con Gran Bretaña). Solo después de la entrada de Japón en la guerra permitieron al Eritrea prestar apoyo a los submarinos oceánicos italianos que llegaban a Penang y Singapur desde la lejana base de Burdeos, cargados con productos estratégicos y bienes destinados a la industria bélica japonesa.

En septiembre de 1943 Italia firmó el armisticio con los aliados. En cuanto se conoció la noticia, los japoneses trataron de tomar el control de los enclaves italianos. En un principio las sorprendidas guarniciones italianas opusieron resistencia. La estación de radio de Pekín, defendida por un centenar de marineros y soldados al mando del capitán de corbeta Baldassarre y armados únicamente con fusiles y granadas de mano, fue atacada por una fuerza de casi 1.000 soldados japoneses apoyados por quince tanques ligeros y algunos cañones. La pequeña guarnición resistió durante 24 horas, rindiéndose a las 9 de la mañana del 10 de septiembre, tras destruir el equipo de radio y quemar todos los documentos confidenciales. Después de la rendición la mayor parte de los italianos se declararon leales a la fascista República Social Italiana y decidieron continuar la guerra al lado del Eje, a excepción de veintinueve oficiales y soldados que se negaron a hacerlo y fueron internados en un campo de prisioneros en Corea.

La colonia de Tientsin fue rodeada por un regimiento japonés. Los italianos se atrincheraron en el cuartel Ermanno Carlotto y en el ayuntamiento, decididos a resistir. Eran unos 600 soldados y marineros, al mando del capitán de fragata Carlo dell'Acqua, armados con 300 fusiles, 50 pistolas, 50 ametralladoras, cuatro cañones de 76 mm, cuatro blindados Lancia, otros cinco vehículos de motor, medio centenar de caballos, dos millones de balas de calibre variado, medicinas y alimentos para una semana. El teniente coronel Tanaka, comandante japonés, contaba con unos 6.000 hombres, con diez blindados ligeros y artillería. Además tenía bajo su mando dos cañoneras fluviales y un escuadrón de bombarderos que operaban desde el cercano aeropuerto de Pekín. Tanaka solicitó la rendición de la guarnición, pero los oficiales italianos rechazaron el ultimátum. Los japoneses respondieron con un bombardeo de artillería, esperando que eso bastase para hacerles cambiar de idea. A Tientsin llegaron noticias alarmantes sobre el inminente despliegue de una división japonesa completa. El capitán Dell'Acqua, viéndolo todo perdido, decidió rendirse para no poner en peligro la vida de los civiles, en contra de la opinión de muchos de sus soldados que querían continuar la lucha. Después de la rendición la guarnición de Tientsin se dividió como había hecho la de Pekín: cerca de 170 italianos optaron por combatir junto a los japoneses, el resto prefirieron no colaborar y fueron internados en campos de prisioneros en Tientsin, Corea y Japón, donde fueron sometidos a trabajos forzados.

Los buques italianos que se encontraban en Asia reaccionaron de diferentes maneras a la firma del armisticio. El Eritrea recibió la noticia en la madrugada del 8 de septiembre de 1943, cuando se encontraba navegando entre Singapur y Sabang para dar apoyo al submarino oceánico de carga Comandante Cappellini, que acababa de llegar de Francia después de una larga y peligrosa travesía. Tan pronto como recibió el mensaje, el Eritrea cambió de rumbo y se dirigió a toda máquina a Colombo, en Ceilán, cruzando por el estrecho de Sumatra y burlando la persecución de las unidades aéreas y navales japonesas.

El Cappellini estaba anclado en Sabang, en la isla de Weh, al norte de Sumatra, preparándose para regresar a Europa. Su comandante, el capitán de corbeta Walter Auconi, declaró su intención de continuar combatiendo a favor del Eje. A pesar de ello, en cuanto el submarino llegó a Singapur fue capturado por los japoneses. El contralmirante Hiroaka ordenó internar la nave y enviar a sus tripulantes a campos de prisioneros, donde recibieron un trato inhumano. Pese a ello, parte de su tripulación decidió permanecer leal a la nueva República Social Italiana y unas semanas después el sumergible fue transferido a la Kriegsmarine con la denominación U.IT-24.

El Comandante Cappellini (U.IT-24 para la Kriegsmarine) en el Mar Interior, Japón, en agosto de 1944:


Otros dos submarinos oceánicos, el Reginaldo Giuliani y el Luigi Torelli, se encontraban en Singapur, listos para partir con destino a Burdeos cargados de mercancías estratégicas. Sus tripulaciones, al contrario que los oficiales, querían mayoritariamente continuar luchando junto a sus antiguos aliados. Unos días después del armisticio fueron puestos bajo el control de la Kriegsmarine, donde recibieron las denominaciones U.IT-23 y U.IT-25, respectivamente.

El submarino oceánico Ammiraglio Cagni navegaba en medio del Océano Índico, procedente de Burdeos y con destino a Singapur. Al conocer la firma del armisticio, puso rumbo al puerto sudafricano de Durban, donde se rindió a los aliados.

En el puerto de Shanghai se encontraban las cañoneras Lepanto y Carlotto, además del Conte Verde y otros vapores italianos. Todos ellos fueron hundidos por sus tripulaciones el 9 de septiembre para evitar su captura por los japoneses. El mismo final tuvo el crucero auxiliar Calitea 2, el antiguo Ramb2, al que el armisticio sorprendió en el puerto japonés de Kobe, donde estaba siendo sometido a trabajos de mantenimiento.

A pesar del mal trato que recibieron de los japoneses, muchos marineros de los submarinos italianos con base en Asia optaron por seguir luchando al lado del Eje. Las tres unidades italianas capturadas, el Cappellini, el Giuliani y el Torelli, pasaron a estar bajo mando alemán en Penang y continuaron operando con tripulaciones mixtas germano-italianas. El Cappellini no fue utilizado en ninguna misión. El Giuliani zarpó de Singapur en febrero de 1944 con una carga de mercancías estratégicas con destino a Penang para continuar desde allí a Francia. Fue hundido el 12 de febrero en el estrecho de Malaca por el submarino británico Tally Ho. Murió la mayor parde de su tripulación, compuesta por 34 alemanes y 5 italianos. El Torelli fue utilizado para el transporte de suministros entre Malasia, Java y Japón. El 17 de marzo de 1945 fue dañado por un bombardeo aéreo en el puerto de Kobe.

Después de la rendición de Alemania, el 8 de mayo de 1945, los submarinos Torelli y Cappellini pasaron a la Marina Imperial japonesa renombrados como I-505 y I-503, con una veintena de marinos italianos todavía en sus tripulaciones. Fueron los únicos buques que estuvieron en servicio sucesivamente en las tres potencias del Eje durante la guerra. El 30 de agosto de 1945 los cañones antiaéreos del Torelli derribaron un bombardero estadounidense B-25 Mitchell sobre el puerto de Kobe. Fue la última victoria de una unidad naval "japonesa" en la guerra.

Tras la rendición de Japón, los italianos fueron capturados por los estadounidenses e internados en campos de las Filipinas y Hawai. Allí se reencontraron con sus compatriotas que se habían negado a colaborar y habían pasado la guerra en campos de prisioneros japoneses. En marzo de 1946 llegaron todos juntos al puerto de Nápoles a bordo de buques de guerra estadounidenses.

Fuente principal:
http://www.oocities.org/dutcheastindies/shanghai.html
Más:
http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/batallas/pacificoITA.html
http://it.wikipedia.org/wiki/Comandante_Cappellini
http://it.wikipedia.org/wiki/Luigi_Torelli_(sommergibile)


El Club Oruga y el sargento Alkemade

El 20 de octubre de 1922 un piloto de pruebas del Ejército de los Estados Unidos, el teniente Harold R. Harris, despegó en un caza monoplano Loening W-2A en un rutinario vuelo de entrenamiento. En el aire Harris comenzó a realizar complicadas maniobras simulando un combate aéreo con otro avión, como había hecho en muchas otras ocasiones. Pero aquel día algo salió mal. A causa de un fallo mecánico Harris perdió el control de su caza y tuvo que saltar, convirtiéndose en el primer aviador estadounidense que utilizaba con éxito un paracaídas de accionamiento manual en un salto de emergencia.

El teniente Harris llevaba un paracaídas fabricado por la compañía Irvin Airchute de Canadá, la primera del mundo dedicada a la fabricación en masa de paracaídas. La Irvin Airchute había sido fundada poco tiempo antes por Leslie Irvin, uno de los primeros especialistas de cine de Hollywood, que se había hecho famoso en 1919 por realizar el primer salto en paracaídas en caída libre (que por cierto concluyó con un tobillo fracturado). Siguiendo la sugerencia de unos periodistas locales, Irvin aceptó dar un broche de oro al teniente Harris y a todos aquellos aviadores que a partir de entonces salvasen la vida gracias a sus paracaídas.

A la iniciativa de la Irvin Airchute se sumaron más tarde otros fabricantes, naciendo así el Caterpillar Club, una distinción no oficial concedida a personas que habían sobrevivido a un salto de emergencia en paracaídas. Quedaban excluidos por tanto los paracaidistas deportivos y todos aquellos que hubiesen realizado saltos voluntarios, por muy arriesgados que fuesen. Si el salto era confirmado por la empresa fabricante del paracaídas, el solicitante recibía un certificado que le acreditaba como miembro del club y una insignia distintiva. Los miembros podían ser de cualquier nacionalidad, aunque en su gran mayoría eran norteamericanos y británicos. El nombre, "Club Oruga", hace referencia a los hilos de seda con los que estaban hechos los paracaídas, reconociendo así la deuda contraída por muchos aviadores con los gusanos de seda. El lema del club es "La vida pende de un hilo de seda".

Insignia del Caterpillar Club:

(foto: http://en.wikipedia.org/wiki/Caterpillar_Club)

Como podéis imaginar, la Segunda Guerra Mundial multiplicó el número de miembros del Caterpillar Club. A finales de 1945 eran ya más de 34.000, entre ellos muchos aviadores famosos, como Charles Lindbergh, el general James Doolittle, el as alemán de la Primera Guerra Mundial Ernst Udet, el "piloto sin piernas" de la RAF Douglas Bader, o el futuro astronauta John Glenn.

Pero también hubo un famoso aviador al que le fue denegada su solicitud de pertenencia al club. Hace tiempo conté la historia del sargento Nicholas Alkemade, artillero de cola en un Avro Lancaster de la RAF, que sobrevivió a un salto sin paracaídas desde una altura de 5.500 metros. Un día de marzo de 1944, durante un combate aéreo con cazas alemanes, su avión fue alcanzado y comenzó a caer envuelto en llamas. Cuando Alkemade salió de su torreta descubrió que su paracaídas estaba ardiendo. Desesperado, prefirió saltar al vacío antes que morir abrasado dentro del bombardero. El sargento Alkemade sobrevivió a la caída casi ileso y fue capturado por los alemanes, que tuvieron que confirmar su historia para descartar que fuese un espía.

Por tanto la solicitud del sargento Alkemade de entrar en el Caterpillar Club fue rechazada con toda justicia, ya que no cumplía con el único requisito que se pedía para pertenecer a él: haber sobrevivido a un salto de emergencia en paracaídas.

Nick Alkemade no pudo lucir en su uniforme la insignia de la oruga:

(foto: http://www.toptenz.net/top-10-survivors-of-skydiving-accidents.php/nicholas-alkemade)

Mala suerte.

Bueno... o no.

Un año más

Comienza un nuevo año, y es un buen momento para hacer balance de la marcha del blog.

El año que termina ha sido casi inmejorable para Nonsei SGM. Ha aumentado el número de visitas, llegando a una media de casi 15.000 mensuales. También ha crecido la cantidad de seguidores, aunque tengo que decir que no he hecho demasiado para fomentarlo. Y es que hace tiempo estuve experimentando un poco con las redes sociales, pero es algo que no acabó de convencerme y que tengo totalmente abandonado. En general las estadísticas de 2012 son muy buenas, aunque sé que están un poco distorsionadas por tres portadas de Menéame (gracias, enxebere), que provocaron grandes picos en el número de visitas en unos pocos días. De todas formas, solo en el mes de julio, habitualmente flojo, las visitas del blog se quedaron por debajo de las 10.000.

Para el año entrante me conformaría con mantener estas cifras, o con no bajarlas demasiado. Pero es difícil. En primer lugar por mí, porque el blog da más trabajo de lo que parece y hay temporadas en las que no puedo o no tengo ganas de dedicarle tiempo. Y porque cada vez está más complicado ofrecer algo original y con un mínimo de calidad. Ya está todo en la red, o casi.

Gracias a los que siguen el blog por cualquier medio, a los que lo enlazan en otros blogs, páginas, foros o redes sociales, a los que lo recomiendan, a los que comentan...

Un buen año a todos.