Palomas fotógrafas


Julius Neubronner, un boticario de la ciudad alemana de Kronberg, utilizaba un original método para comunicarse con su proveedor, un laboratorio situado en la cercana Frankfurt, y con su cliente más importante, un sanatorio de Falkenstein: las recetas y los paquetes con preparados y medicamentos que enviaba y recibía eran transportados por palomas mensajeras que él mismo criaba y adiestraba. La única condición indispensable era que el peso del envío no superase los 75 gramos. Por lo demás, era un sistema de transporte rápido y fiable, aunque en ocasiones ocurrían accidentes. En 1903 una de las palomas desapareció durante uno de sus viajes de “reparto”. Cuatro semanas más tarde, cuando Neubronner la había dado ya por perdida, la paloma regresó a casa, aparentemente bien alimentada y en perfecto estado. Intrigado por el misterio de la paloma desertora, a Neubronner se le ocurrió combinar la colombofilia con su otra gran afición, la fotografía. Si diseñaba una cámara transportable por las palomas, podría conocer las rutas que seguían, incluidas las paradas o los desvíos no previstos.

En los años posteriores Neubronner dedicó todo su tiempo libre a desarrollar y perfeccionar aquella idea. En 1907, viendo los buenos resultados que había conseguido en los ensayos, se decidió a patentar su invento, con la descripción “Método para tomar fotografías de paisajes desde el cielo”. Los técnicos de la oficina de patentes que la evaluaron debieron de pensar que era una idea absurda e irrealizable, porque inicialmente la patente fue rechazada. No lograría inscribir su invento hasta diciembre de 1908, tras incluir en sus descripciones algunas de las fotografías aéreas que había conseguido con las palomas.

Julius Neubronner en una fotografía de 1914:


El dispositivo consistía en una cámara de madera, muy ligera y diminuta para la época (mantuvo la regla de no superar el peso de 75 gramos), y un soporte de aluminio con un arnés para sujetarlo al cuerpo de la paloma. En 1909 Neubronner presentó su invento en la Exposición Internacional de Aviación de Frankfurt y en la Exposición Internacional de Fotografía de Dresde. En esta última sus palomas fueron las grandes triunfadoras del evento. El público podía asistir a la llegada de las aves y adquirir sus fotografías aéreas convertidas en tarjetas postales.

Neubronner era consciente de las aplicaciones militares de su invento y no tardó en ofrecérselo al ejército alemán. En aquellos años, en los que la aviación aún estaba dando sus primeros pasos, el reconocimiento aéreo fotográfico dependía de métodos tan vulnerables y poco fiables como los globos o las cometas. Las palomas “fotógrafas” suponían una interesante novedad llena de posibilidades prácticas. La mayor dificultad era entrenar a las palomas para regresar a palomares que iban a estar desplazándose continuamente. Pero aquel problema ya lo había solucionado Neubronner, que había acudido a las exposiciones de Frankfurt y Dresde con un remolque que combinaba cuarto oscuro y palomar itinerante. Aquello hizo aumentar todavía más el interés del Ejército por su invento. Tras una serie de exitosas demostraciones, en agosto de 1914 el Estado alemán adquirió la patente.

Pero el estallido de la guerra y el rápido e inesperado progreso tecnológico de la aviación en los años posteriores hizo que los militares perdiesen todo el interés por el uso de palomas para el reconocimiento fotográfico. En cambio, durante la Gran Guerra las palomas mensajeras fueron utilizadas más que nunca en sus funciones tradicionales. Así, al mismo tiempo que el gran invento de Neubronner acababa pasando a la historia como un simple entretenimiento de feria, el palomar itinerante, que había desarrollado como complemento secundario, demostró tener una enorme utilidad bélica.

El carro con el que Neubronner acudió a las exposiciones de 1909, que sirvió de base para el desarrollo de los palomares móviles utilizados por los alemanes durante la Primera Guerra Mundial:


En 1937 un relojero suizo llamado Christian Adrian Michel patentó una versión muy mejorada de la cámara de Neubronner, que entre otras cosas (dada su profesión no es ninguna sorpresa) sustituía el sistema neumático de temporización por un reloj. Trató de vender su invento al ejército suizo, pero sin éxito.

Las ratas explosivas del SOE

Uno de los artilugios más exóticos de todos los ideados por el Special Operations Executive era una trampa explosiva camuflada en una rata muerta. A los roedores se les podía introducir en sus cuerpos una pequeña cantidad de explosivo plástico, que por sí solo no sería lo suficientemente potente como para provocar daños graves. Pero los británicos creyeron haber encontrado la manera de causar estragos con aquella sencilla arma. El plan era distribuir las ratas-bomba entre los grupos de resistencia de la Europa ocupada, que las dejarían cerca de carboneras o salas de calderas. Cuando el encargado de palear el carbón viese la rata, lo que haría casi por instinto sería lanzarla al fuego. La presión del vapor multiplicaría los efectos de la explosión, y la caldera y todo lo que se encontrase cerca de ella saltarían por los aires. Los planificadores del SOE imaginaban el desconcierto y el pánico de los alemanes al enfrentarse a una inexplicable oleada de explosiones de calderas.

Las ratas-bomba nunca llegaron a utilizarse. El primer contenedor cargado de ratas muertas que fue lanzado en paracaídas cayó en manos de los alemanes, y al desvelarse el secreto el SOE decidió abandonar el plan. Sin embargo, según sus propios informes, la operación logró un éxito inesperado. Los alemanes se quedaron tan impresionados al descubrir la trampa que ellos mismos se encargaron de publicitarla y de extender el miedo entre sus propias tropas. Se dedicaron una gran cantidad de recursos a la búsqueda de roedores explosivos por toda Europa. A decir de un informe del SOE: "los problemas causados al enemigo supusieron un éxito mucho mayor para nosotros que el que habrían tenido si las ratas se hubiesen utilizado realmente".

El Gran Panjandrum

En la segunda mitad de 1943, como parte de los preparativos para un futuro asalto a la Europa continental, los aliados comenzaron a desarrollar todo tipo de ingenios, armas y vehículos anfibios para enfrentarse a la Muralla Atlántica, la gran red de fortificaciones costeras que los alemanes estaban construyendo desde el Golfo de Vizcaya hasta Noruega. Una de aquellas armas experimentales, una gran bomba antibunker rodante llamada Panjandrum (o Gran Panjandrum), consiguió una fama considerable, a pesar de que se trataba de un proyecto ultrasecreto y de que nunca fue utilizada en combate.

La palabra "Panjandrum" fue una invención del dramaturgo británico del siglo XVIII Samuel Foote, que la incluyó en una pequeña pieza improvisada de humor absurdo que alcanzó una gran popularidad. Originalmente no tenía ningún significado, ni en inglés ni en ningún otro idioma, aunque con el tiempo la expresión “Great Panjandrum” acabó convertida en una forma de referirse burlonamente a una persona con muchas ínfulas y aires de grandeza.

El Panjandrum fue una creación del Departamento de Desarrollo de Armas Diversas (Department of Miscellaneous Weapons Development, o DMWD), una dependencia del Almirantazgo británico cuyo trabajo era la investigación y diseño de armas no convencionales. Se trataba de una bomba autopropulsada que en teoría permitiría destruir bunkers costeros de hormigón de varios metros de grosor. Sería lanzada desde una lancha a una distancia considerable de la costa y se esperaba que alcanzase su objetivo sin necesidad de guiado, allanando así el camino para el asalto posterior de las fuerzas de desembarco. Consistía en un tambor cargado con hasta 1.800 Kg de explosivo al que se le habían añadido en sus extremos dos grandes ruedas de madera y superficie de rodadura de hierro de tres metros de diámetro. Unos pequeños cohetes de combustible sólido colocados en las ruedas las harían girar y proporcionarían al artefacto la propulsión necesaria para alcanzar una velocidad de cerca de 100 Km/h, pasar por encima de cualquier obstáculo que se encontrase en su camino y estrellarse contra su objetivo.


El desarrollo de la nueva arma se realizó en el máximo secreto... hasta que el primer prototipo estuvo listo y llegó el momento de probarlo. A alguien se le ocurrió que el mejor lugar para hacer los ensayos era una playa del condado de Devon, en el suroeste de Inglaterra, que, casualmente, era también un popular destino de veraneo. El 7 de septiembre de 1943 decenas de personas fueron testigos involuntarios de la primera prueba del Panjandrum. El resultado fue decepcionante. El artefacto salió de la barcaza que le servía de lanzadera y continuó en línea recta en dirección a su objetivo teórico, pero en un determinado momento viró y se adentró en el mar. Los responsables del proyecto al principio creyeron que el problema tenía fácil solución. Por razones de seguridad habían reducido al mínimo el número de cohetes de propulsión, de forma que el apagado accidental de uno solo de ellos desequilibraba totalmente al Panjandrum y lo hacía perder el rumbo. No tenían más que repetir el ensayo colocando más cohetes en las ruedas. Pero no iba a ser tan sencillo. En las pruebas posteriores fueron aumentando progresivamente el número de cohetes y su potencia, pero el Panjandrum siempre terminaba desviándose de su curso y siguiendo una trayectoria impredecible. Se propusieron otras posibles soluciones, como colocar una tercera rueda para dar estabilidad al aparato, o utilizar cables de acero como sistema de guiado. Ninguna funcionó.

En cada uno de los ensayos la playa se llenaba de una multitud de curiosos que acudían a presenciar el espectáculo. Ni siquiera el peligro les ahuyentaba. Y es que, aunque en las pruebas la carga explosiva del tambor era sustituida por su peso en arena, no dejaba de haber un riesgo considerable para los espectadores, ya que con frecuencia algunos de los cohetes de propulsión se desprendían de las ruedas y salían disparados.


Al fin, tras cuatro meses de trabajos, en enero de 1944 los técnicos del DMWD creyeron haber solucionado todos los problemas técnicos y organizaron una última prueba en la ya famosa playa de Devon. El resultado fue aún peor que en las ocasiones anteriores: Cuando el Panjandrum corría por la playa un par de cohetes se desprendieron de las ruedas, el aparato comenzó a dar tumbos en la arena, giró y se lanzó directamente contra un cámara que estaba rodando el ensayo. El hombre salió corriendo y se libró por los pelos de que aquel artefacto infernal le pasase por encima. El Panjandrum acabó estrellándose en la arena, lo que provocó que una gran cantidad de cohetes saliesen disparados cruzando la playa en todas direcciones. Los oficiales y altos mandos de la Royal Navy que habían acudido a presenciar la demostración tuvieron que lanzarse cuerpo a tierra para ponerse a salvo de la lluvia de cohetes. Después de aquel nuevo fracaso, el proyecto fue abandonado definitivamente.

Algunos investigadores han sugerido que en realidad los británicos nunca tuvieron la intención de utilizar el Panjandrum como arma. Según esta versión, todo el proyecto habría sido uno más de los planes de engaño ideados para hacer creer a los alemanes que los aliados iban a atacar a través del Paso de Calais y desviar su atención de Normandía (que al estar mucho menos fortificada no requeriría de este tipo de armas antibunker). Eso explicaría por qué un proyecto militar que se suponía del máximo secreto acabó convertido en un espectáculo popular con gran éxito de crítica y público. El problema es que cuando comenzaron las pruebas, en septiembre de 1943, ni siquiera se había decidido aún que el objetivo de la operación Overlord iba a ser la costa de Normandía. Más bien parece que los responsables del proyecto nunca pensaron que sus ensayos iban a alargarse tanto en el tiempo, y menos aún que iban a llamar tanto la atención.

El partido de su vida

Johnny Spillane era un jugador de béisbol. Jugaba en la posición de parador en corto (shortstop en inglés). Por el lugar que ocupa dentro del campo, el parador en corto es el encargado de atrapar un alto porcentaje de las bolas lanzadas por el bateador del equipo contrario. Por tanto es un puesto para el que se requieren unos buenos reflejos y mucha velocidad de reacción (tengo que aclarar que soy un completo ignorante en todo lo relacionado con el béisbol, así que pido disculpas si algo de lo que he escrito es incorrecto). En 1942 había conseguido el sueño de todo joven deportista estadounidense: una oferta profesional de uno de los equipos más poderosos del país, los St. Louis Cardinals. Pero Estados Unidos estaba en guerra, y Spillane decidió que su carrera deportiva podía esperar. Así que, en lugar de firmar con los Cardinals, se alistó en el Cuerpo de Marines.

Spillane fue destinado al 2º Batallón de Tractores Anfibios de la 2ª División de Marines. Allí fue formado como tripulante de un LVT. El Landing Vehicle Tracked (ese es el significado de las siglas LVT), apodado aligator, era un vehículo de asalto anfibio sobre orugas, sin blindaje (al menos en sus primeras versiones, como la que le tocó tripular a Spillane), concebido para transportar a una veintena de hombres desde los buques de transporte de tropas hasta las playas y continuar tierra adentro hasta alcanzar una posición segura.

En agosto de 1942 Spillane participó en las operaciones anfibias en Guadalcanal. Aunque aquella acabaría siendo una de las batallas más duras de la guerra en el Pacífico, los japoneses apenas opusieron resistencia a los desembarcos de los marines en las playas, por lo que el paso de Spillane por Guadalcanal fue relativamente tranquilo.

Muy diferente iba a ser la siguiente misión de la 2ª División de Marines, el desembarco en el pequeño atolón de Tarawa, en las islas Gilbert. Allí les esperaban más de cuatro mil soldados japoneses fuertemente armados, dispersos en bunkers y blocaos por toda la isla, con centenares de cañones y ametralladoras apuntando al océano, y dispuestos a impedir por todos los medios a su alcance que el enemigo pusiese el pie en la isla. Por si fuera poco, un arrecife que bordeaba toda la isla servía de barrera natural contra las lanchas de desembarco que pretendiesen alcanzar las playas.

El 20 de noviembre de 1943 Spillane participó con su LVT en la primera oleada de desembarco en Tarawa. Las peores predicciones se cumplieron, y gran parte de las lanchas se quedaron atrapadas en los arrecifes. Los aligators se convirtieron en el arma decisiva de la batalla. En medio de un infierno de fuego de artillería, morteros y ametralladoras, los LVTs tuvieron que maniobrar continuamente para transbordar a los hombres desde las lanchas inmovilizadas hasta la orilla, a unos cientos de metros de distancia.

Restos de un LVT en una playa de Tarawa:

Tarawa
En uno de aquellos viajes, cuando su aligator alcanzó la playa transportando a una veintena de marines, Spillane vio una granada volar por los aires y caer dentro del vehículo. Sin pararse a pensar, la recogió antes de que explotase y la lanzó hacia atrás, al mar. Una segunda granada cayó en el LVT y Spillane repitió la operación. Sin tiempo para reponerse del susto, una nueva granada aterrizó en el interior del aligator. Spillane la atrapó y alargó el brazo para lanzarla al agua. En ese momento la granada estalló.

La mano derecha de Spillane había desaparecido. Su compañero, el conductor del LVT, le hizo un torniquete en el brazo y le aplicó sobre la herida polvo de sulfa (sulfamida, el componente básico del botiquín del soldado estadounidense). Fue inmediatamente evacuado a un buque hospital, donde le amputaron lo que le quedaba del brazo destrozado, y de allí a Estados Unidos.

Johnny Spillane se resistió a abandonar el béisbol. Tras superar una larga convalecencia, comenzó a entrenar con la mano izquierda. Al final tuvo que asumir que su carrera deportiva había terminado. Sin embargo, la abandonó a lo grande, con un homenaje que le tributaron en su estadio los St. Louis Cardinals, el equipo con el que nunca llegó a debutar.

El hermano "filipino" de Franco

Aunque es un hecho poco conocido, la existencia de Eugenio Franco Puey hace décadas que no es ningún secreto. Con frecuencia se le menciona en las biografías de Francisco Franco, pero solo de pasada y sin demasiados detalles, básicamente como muestra del carácter mujeriego y vividor de su padre.

Eugenio nació en diciembre 1889 en Cavite, sede del principal arsenal de la Armada española en las Filipinas. Era hijo de Nicolás Franco Salgado-Araújo, oficial del Cuerpo de Intendencia de la Armada, que por entonces tenía 34 años, y de Concepción Puey, una muchacha de 14 años hija de otro oficial español. Nicolás Franco reconoció al niño como hijo suyo y le dio su apellido, aunque inmediatamente después del nacimiento regresó a España (es difícil saber si huyó o le echaron, pero parece evidente que su traslado estuvo relacionado con el escándalo). Unos pocos meses más tarde, en mayo de 1890, se casó en Ferrol con María del Pilar Baamonde (la hache intercalada en el apellido se la añadirían después), una joven de 25 años, ferviente católica y perteneciente a una familia muy tradicional emparentada con la aristocracia gallega. Aquel matrimonio estaba condenado al fracaso. Pero antes de separarse (o, para ser más exactos, de que el marido abandonase a su familia), Nicolás y Pilar tuvieron cuatro hijos. El segundo de ellos fue Francisco Franco Bahamonde.

Concepción Puey regresó a España con su hijo tras el desastre del 98. Eugenio Franco Puey residió casi toda su vida en Madrid. Apenas tuvo relación con su padre, ni siquiera cuando Nicolás se trasladó también a la capital con su nueva pareja, una maestra de escuela. Eugenio trabajaba como topógrafo en el Instituto Geográfico y Catastral. Parece que era de simpatías republicanas, y al finalizar la guerra civil, como muchos otros empleados públicos, fue sometido a un proceso de depuración política, aunque logró conservar su puesto. Llevó una vida discreta, y, que se sepa, exceptuando a su familia más cercana, nunca mencionó su parentesco con el hombre que se había convertido en jefe del Estado y gobernaba España con mano de hierro. Murió en 1966, a los 75 años.

Eugenio Franco nunca acudió al Generalísimo para pedirle ningún favor. Quien sí lo hizo fue su yerno Hipólito Escolar. En el caso de que no tuviese ya conocimiento de su existencia (lo que tampoco sería muy extraño), Franco supo que tenía un hermano de padre por una carta que Escolar le escribió en 1950.

Según cuenta Paul Preston, en una nota a pie de página en su libro Franco, Caudillo de España: ”en 1950, Hipólito Escolar, yerno de Eugenio Franco Puey y entonces director de la Biblioteca Municipal de Almería, escribió a Franco. Como resultado de su carta, Franco lo nombró director de la Biblioteca Nacional”. Lo cierto es que su nombramiento es difícil que fuese consecuencia de aquella carta, más que nada porque no fue nombrado director de la Biblioteca Nacional hasta un cuarto de siglo más tarde, a finales de 1975, cuando el dictador estaba muerto o agonizante (desconozco la fecha exacta).

En realidad parece que Franco no quiso saber nada de su hermano. Hipólito Escolar era el marido de la única hija de Eugenio (de nombre Concepción, igual que su madre). Lo más probable es que su intención al tratar de ponerse en contacto con el Caudillo fuese utilizar sus influencias. En aquella época ejercía el cargo de director de la Biblioteca Francisco Villaespesa de Almería, muy lejos de Madrid, donde tenía en marcha varios proyectos profesionales (era uno de los socios fundadores de la editorial Gredos). Además, su primer hijo acababa de nacer. Es lógico pensar que trataba de usar el nombre de Franco para conseguir un puesto importante en la capital. Pero no parece que le sirviese de mucho. No logró el traslado hasta 1952, y antes de su nombramiento como director de la Biblioteca Nacional desarrolló una larga y prestigiosa carrera como bibliotecónomo e investigador. Se puede ver, por ejemplo, en su entrada en la Wikipedia, donde no se hace mención a su relación familiar con Franco.

Hijos en guerras lejanas

Hace un tiempo conté la historia de Chiang Wei-kuo, el hijo (adoptivo) de Chiang Kai-shek, que sirvió como oficial en el ejército alemán y estuvo a punto de participar en la invasión de Polonia:


Pues si es chocante ver al hijo de Chiang Kai-shek posando en una fotografía con el uniforme de teniente de la Wehrmacht, lo es más si la ponemos junto a otra del hijo de su mayor enemigo luciendo el uniforme de teniente del Ejército Rojo soviético:


Mao Anying era hijo de Mao Zedong y su segunda esposa, Yang Kaihui. Nació el 24 octubre de 1922 en un hospital de misioneros cristianos de Changsha, la capital de la provincia china de Hunan. Un año más tarde el matrimonio tuvo a su segundo hijo, Mao Anqing, y seis años después nació el tercero, Mao Anlong. Aquella fue la única etapa en la vida del dirigente comunista en la que disfrutó de un hogar propiamente dicho. Pero sus obligaciones políticas le dejaban poco tiempo para estar con su familia. Cada vez con mayor frecuencia abandonaba durante meses a su mujer y sus hijos para emprender largos viajes por todo el país.

En 1927 los nacionalistas del Kuomitang tomaron Changsa. Mao dejó definitivamente a su familia para ponerse al frente de las guerrillas comunistas en la región. El abandono de su marido sumió a Yang Kaihui en una grave depresión. Llegó a pensar en el suicidio, aunque al final pudo más el amor por sus hijos y la responsabilidad de saber que solo la tenían a ella.

En 1930 los comunistas lanzaron una ofensiva contra Changsa. El intento de tomar el poder en la ciudad acabó en un completo desastre, y las guerrillas de Mao fueron derrotadas en unos pocos días de combates. Al finalizar la lucha, las fuerzas nacionalistas desataron una sangrienta represión contra los comunistas en toda la provincia. Yang Kaihui fue arrestada junto a Mao Anying, justo el día en que el niño cumplía ocho años. La madre fue ejecutada en presencia de su hijo mayor.

Tras la muerte de Yang Kaihui los tres hermanos se convirtieron en niños de la calle, condenados a dormir a la intemperie y a rebuscar en las basuras para comer. El pequeño, Anlong, murió de disentería con solo cuatro años. Hacia 1932 Anying y Anqing fueron acogidos por unos militantes comunistas de Shanghai. Las redes clandestinas de solidaridad comunista se hicieron cargo de la crianza y la educación de los dos niños. Mientras, su padre continuaba el ascenso al poder. Entre 1934 y 1935 el éxito de la Larga Marcha le convirtió en el líder absoluto de los comunistas chinos.

Fue entonces cuando Stalin fijó su atención en los hijos olvidados de Mao. En 1936 se ofreció a acoger a los dos niños en la Unión Soviética para proporcionarles una educación acorde con la relevancia política que había adquirido su padre (y de paso como modo de garantizarse una influencia en los asuntos futuros de China, aunque esto es de suponer que se lo callaría). Mao aceptó la invitación, y en 1936 Anying y Anqing llegaron a Moscú tras una breve estancia en París. Mao Anying vivió los siguientes diez años en la URSS. Su hermano pequeño tardaría aún más tiempo en regresar a China.

Cuando los alemanes invadieron la Unión Soviética, Mao Anying dejó los estudios para unirse al Ejército Rojo con el nombre de Xie Liaosha. Durante la guerra alcanzó el rango de teniente de artillería. Su hermano Anqing también sirvió en el ejército soviético por un breve tiempo, pero tuvo que abandonarlo cuando empezó a manifestar los síntomas de una esquizofrenia. En 1946 Anying regresó a China y continuó su carrera militar en el Ejército Popular. Anqing volvió un año más tarde. Pasó buena parte del resto de su vida ingresado en sanatorios mentales.

En octubre de 1950 Mao Anying llegó a Corea como traductor de ruso y asistente del mariscal Peng Dehuai, comandante supremo del Ejército de Voluntarios del Pueblo (el nombre que recibió la fuerza expedicionaria china en la guerra de Corea). Un mes más tarde, el 25 de noviembre, un solitario bombardero A-26 de la Fuerza Aérea Sudafricana atacó con bombas de napalm un conjunto de trincheras y tiendas que resultó ser el cuartel general chino. Anying murió en el bombardeo. Tenía 28 años.

Maria Oktyabrskaya, la viuda vengadora


Maria Vasilievna Oktyabrskaya era hija de un matrimonio de campesinos de la península de Crimea. Cuando terminó los estudios secundarios encontró un trabajo de telefonista y se fue a vivir a Simferopol. Allí conoció a Ilya Ryadnenko, un joven cadete de la Academia de Caballería. Se casaron en 1925, cuando Maria tenía 20 años y estaba empleada en una fábrica de conservas. En los años posteriores el matrimonio se recorrió media Ucrania, cambiando de residencia cada vez que Ilya recibía un nuevo destino. Maria llevaba una vida tranquila y convencional. Participaba activamente en las asociaciones de mujeres de oficiales y era aficionada a la costura y a la decoración.

Bueno, puede que esté dando una imagen errónea de Maria. También era una mujer inquieta y decidida, y parece que por influencia de su esposo había adquirido cierta afición por los temas militares. Entre otras cosas, había completado cursos de enfermería, conducción de vehículos y manejo de armas. En cualquier caso, en aquella época nadie habría imaginado que iba a acabar convertida en una de las soldados más letales del Ejército Rojo.

Claro que lo que nadie sabía tampoco era que en junio de 1941 Hitler iba a ordenar la invasión de la Unión Soviética.

Un año antes Ilya había sido destinado a un regimiento de artillería con base en Chisinau, en el nuevo territorio soviético de Besarabia (la actual Moldavia). Aquello les situaba en medio de una de las principales rutas de invasión alemanas. Cuando comenzó el ataque Ilya fue movilizado para ir al frente, mientras Maria era evacuada junto a otros familiares de oficiales a la ciudad de Tomsk, en Siberia. Allí volvió a trabajar de telefonista, en la también evacuada Academia de Artillería de Leningrado. A finales de agosto Maria recibió la noticia de la muerte en combate de Ilya, alcanzado por una ráfaga de ametralladora durante la batalla de Kiev. Decidida a vengar a su esposo, se presentó voluntaria para ir al frente, pero fue rechazada por su edad (tenía ya 36 años) y por sus problemas de salud (sufría las secuelas de una tuberculosis).

Maria tuvo que buscar otra manera de llevar a cabo su venganza. Vendió todas sus posesiones y consiguió reunir el dinero suficiente para adquirir un tanque T-34 recién salido de fábrica y donarlo al Ejército Rojo. Aquello no era algo extraordinario. Muchos ciudadanos soviéticos, movidos por el patriotismo o el sentido del deber, compraban armas y vehículos de todo tipo (camiones, ambulancias...) para cederlos a las fuerzas armadas. Los más generosos, como Maria, podían llegar a gastarse todos sus ahorros en un tanque, e incluso hubo algún caso de cazas donados por particulares. El donante tenía el privilegio de bautizar el vehículo que entregaba. Maria eligió para su T-34 el nombre de Boyevaya Poduga (algo así como “Novia Combatiente”).

Pero si donar un tanque al Ejército Rojo no era algo excesivamente original, sí que lo fue la condición que puso Maria antes de hacer la entrega: que se le permitiese formar parte de su tripulación. El Comité de Defensa del Estado no se lo tuvo que pensar mucho para aceptar su propuesta, ya que inmediatamente se dieron cuenta de que las posibilidades propagandísticas de aquella historia eran enormes.

Maria Oktyabrskaya era la heroína perfecta. Casi parecía un personaje prefabricado: comunista convencida (su apellido, Oktyabrskaya, de “octubre”, no era el de nacimiento, y es de suponer que se lo cambió en honor a la Revolución), ama de casa y trabajadora, con una vida con la que se podían identificar millones y millones de mujeres soviéticas, y que lo abandonaba todo para luchar contra el invasor y vengar a su marido muerto. El hecho de que fuese una mujer suponía una ventaja a nivel propagandístico, aunque no demasiado destacable (en el Ejército Rojo sirvieron cientos de miles de mujeres, gran parte de ellas en unidades de primera línea, y muchas se hicieron famosas como pilotos, francotiradoras... y también tanquistas). Eran sus circunstancias particulares las que la convertían en un caso especial. Maria tenía casi 38 años cuando se alistó, una edad muy superior a la del resto de reclutas voluntarias. Comenzó un largo programa de entrenamiento de cinco meses de duración, cuando lo habitual era que las tripulaciones de tanques soviéticos recibiesen una formación básica de unas pocas semanas antes de ser enviadas a las unidades de primera línea. En septiembre de 1943 completó su formación como conductora-mecánica y fue destinada a la 26ª Brigada de Tanques de la Guardia. Podemos imaginar el escepticismo con el que la recibieron sus nuevos compañeros cuando llegó a su destino conduciendo su propio tanque, con las palabras Boyevaya Poduga pintadas en la torreta. Después de todo, estaba claro que su presencia allí se debía únicamente a una operación de propaganda.

Su bautismo de fuego llegó el 21 de octubre 1943, durante la ofensiva soviética que expulsó a los alemanes del área de Smolensko. Maria sorprendió a todos dirigiendo su tanque como una veterana, lanzándose al combate sin mostrar la más mínima vacilación. La valentía y el liderazgo que demostró en aquellos días le sirvieron para conseguir un ascenso a sargento.

La noche del 17 al 18 de noviembre la 26ª Brigada lanzó un ataque con el objetivo de recuperar la ciudad de Novoye Selo, en la región fronteriza entre Bielorrusia y Rusia. Durante el combate, un proyectil alcanzó una de las cadenas del Boyevaya Poduga, dejándolo inmovilizado en medio del campo de batalla. Maria y uno de sus compañeros salieron del tanque para hacer las reparaciones necesarias, mientras los otros dos tripulantes del T-34 les daban fuego de cobertura con las ametralladoras. Entre explosiones y balas silbando a su alrededor, Maria consiguió colocar la banda de rodadura y el tanque pudo reincorporarse al ataque. La leyenda de la sargento Oktyabrskaya continuaba creciendo. Si la prensa hacía ya tiempo que la había convertido en una heroína, ahora eran sus compañeros de armas los que reconocían su valor. Ya nadie la consideraba una creación de la propaganda soviética.

Los dos meses siguientes María participó en incontables combates en el este de Bielorrusia. El 17 de enero de 1944 el Boyevaya Poduga tomó parte en un ataque nocturno contra unas posiciones alemanas fuertemente defendidas en torno al pequeño pueblo de Shevedy, cerca de Vitebsk. Siempre en vanguardia, Maria condujo su tanque a través de las defensas alemanas, superando trincheras y nidos de ametralladoras. Después de destruir un cañón autopropulsado, el T-34 fue alcanzado en una de sus orugas y quedó inmovilizado. Una vez más Maria saltó de la torreta y comenzó a trabajar en medio del combate para volver a poner en marcha su tanque. Pero en aquella ocasión no tendría tanta suerte. Cuando estaba tratando de reparar la banda de rodadura, un fragmento de metralla la golpeó en la cabeza y la dejó inconsciente. Nunca llegaría a recuperar el conocimiento. Después de la batalla fue trasladada a un hospital de campaña en Smolensko. Allí moriría el 15 de marzo de 1944, después de casi dos meses en coma.

En agosto de 1944 Maria Oktyabrskaya fue distinguida póstumamente con el título de Heroína de la Unión Soviética en reconocimiento al valor que demostró en las duras batallas de tanques que se sucedieron en el otoño-invierno de 1943 entre Smolensko y Vitebsk.

Operación Fortitude, el mayor engaño de la historia

La operación Fortitude nació oficialmente el 26 de febrero de 1944. Ese día el general Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa occidental, emitió una directiva de alto secreto en la que comunicaba la puesta en marcha de un complejo plan con el que se pretendía hacer creer a los alemanes que Normandía no era el objetivo principal de la gran ofensiva que se estaba preparando (conocida con el nombre en clave de operación Overlord). Fortitude englobaba dos grupos de medidas: las que tenían como finalidad ocultar los preparativos auténticos y las que trataban de engañar al enemigo dándole todo tipo de información falsa (como el nombre y la composición de las unidades aliadas, sus zonas de despliegue o sus objetivos). Ambos aspectos entraban dentro de las competencias del MI-5, el servicio de contraespionaje británico.

En cuanto a las medidas de seguridad y contrainteligencia, en los meses anteriores a Overlord se tomaron precauciones sin precedentes: Por ejemplo, los servicios de correo aéreo entre Gran Bretaña y el continente fueron suspendidos, y la correspondencia terrestre se retrasó de forma que si alguna información eludía la censura y llegaba a los alemanes lo haría con tanta demora que habría perdido gran parte de su utilidad. Llegaron a decretarse restricciones a las comunicaciones diplomáticas, tanto de países aliados como neutrales.

En cuanto al engaño, se emplearon tres métodos distintos para proporcionar información falsa al enemigo:

- Camuflaje y simulación por medio de maquetas y decorados para engañar al reconocimiento aéreo. Las técnicas de enmascaramiento y engaño visual se habían desarrollado mucho en los años anteriores, especialmente en el teatro norteafricano (en el desierto constituían un elemento vital de cualquier operación militar). Amplias zonas del sur de Inglaterra se llenaron de tiendas, tanques, vehículos y armas falsas de todo tipo, construidas en cartón, lona o goma, simulando el despliegue de unidades imaginarias preparándose para el asalto a la Europa continental. Fue el medio de engaño que más recursos humanos y materiales requirió. Y también el menos rentable. Ante la aplastante superioridad aérea aliada, y a pesar de la vital necesitad de información fiable que tenían los alemanes, la Luftwaffe prácticamente renunció a los vuelos de reconocimiento sobre territorio británico, por lo que todo aquel trabajo acabó siendo casi inútil.

- Falsas comunicaciones de radio. Si se quería que el engaño fuese creíble, cada una de las inexistentes unidades que formaban parte del plan tenía que generar tráfico de radio desde las zonas en las que teóricamente estaban desplegadas. Un pequeño ejército de radiooperadores era el encargado de simular las comunicaciones cotidianas de todas aquellas unidades.

- Agentes dobles. Fueron con diferencia el factor más decisivo en Fortitude. La red de agentes dobles británicos estaba controlada por una sección del MI-5 conocida como Comité XX (o Double Cross). Algunos, como el yugoslavo Dusko Popov, de nombre en clave Tricicle, habían llegado a Inglaterra siendo ya agentes británicos. Pero la mayor parte eran espías enviados por los alemanes al Reino Unido, que tras entregarse o ser capturados habían aceptado colaborar con la contrainteligencia británica para librarse de la ejecución. Ese era el caso del polaco Roman Czeriawski, alias Brutus, uno de los que tuvieron un papel más importante en Fortitude. La historia más sorprendente fue la del más decisivo de todos los agentes dobles, el español Juan Pujol García, Garbo, que se había ofrecido por su cuenta al Abwehr como espía en Gran Bretaña y había estado enviando a los alemanes información totalmente inventada desde meses antes de comenzar a trabajar para el MI-5. También sorprendente fue el caso de Pandora, el nombre en clave de un nacionalista irlandés que se había ofrecido gustosamente a espiar para los alemanes. En realidad Pandora nunca existió. Se trataba de un personaje virtual creado por el Comité XX con la única finalidad de pasar información falsa a Abwehr.

Los tres medios de engaño tenían que estar coordinados. Por ejemplo, había que conseguir que la información suministrada por los agentes dobles pudiese ser confirmada por los posibles reconocimientos aéreos del enemigo o por sus escuchas de radio, y sobre todo tener cuidado de que las distintas fuentes no cayesen en contradicciones.

La operación Fortitude estaba constituida por dos planes independientes principales, conocidos como Fortitude Norte y Fortitude Sur. Simultáneamente se pusieron en marcha otros de menor magnitud, con los que se pretendía aumentar la confusión del enemigo sobre los auténticos objetivos. Entre los planes secundarios estaban la operación Royal Flush, consistente en un ataque imaginario a tres países neutrales (España, Turquía y Suecia), la operación Zeppelin, que simulaba los preparativos de una ofensiva en los Balcanes (con desembarcos en la costa rumana del mar Negro, en Creta y en el oeste de Grecia y Albania), o la operación Ironside, un desembarco en la costa francesa del golfo de Vizcaya.

Fortitude Norte consistía en una amenaza de ataque a Noruega por parte del inexistente 4º Ejercito Británico, formado en teoría por las divisiones británicas 3ª y 52ª y la 3ª División de Infantería canadiense. En realidad Fortitude Norte era la continuación de un plan anterior, la operación Tindall, puesta en marcha en el verano de 1943 (por entonces se trataba de fijar fuerzas alemanas en el norte de Europa y evitar que reforzasen los frentes oriental y mediterráneo). Tindall simulaba los preparativos para un desembarco en Stavanger, en el sur de Noruega, que supuestamente iba a estar sincronizado con un ataque soviético en el norte del país. En Fortitude Norte se cambió el objetivo por Trondheim, más al norte, e igualmente requirió la colaboración soviética para simular que se estaba preparando una ofensiva conjunta. Por parte británica el engaño se basaba en una combinación de movimientos auténticos e imaginarios de las fuerzas navales que iban a participar en el desembarco de Normandía. Gran parte de la flota se había concentrado en los puertos de la costa oriental de Escocia, fuera del radio de acción de los bombarderos o las torpederas enemigas. Los alemanes serían informados de ello por su red de agentes en Gran Bretaña (en realidad agentes dobles controlados por el Comité XX), y, según se esperaba, lo confirmarían con reconocimientos aéreos. Se pretendía sugerir que la presencia de los buques tan al norte no se debía solo a razones de seguridad. Más tarde, cuando la flota zarpase y se dirigiese a los puertos del sur de Inglaterra para participar en Overlord, los agentes dobles informarían de que se estaban desplazando a la costa occidental escocesa, donde teóricamente estaban concentradas las tropas que iban a desembarcar en Noruega.

Fortitude Norte fue un fracaso relativo, ya que, aunque la inteligencia alemana no se tomó demasiado en serio la amenaza noruega, el objetivo se cumplió y Hitler mantuvo inmovilizados cientos de miles de hombres en el país escandinavo hasta el final de la guerra. Pero en realidad el Führer había basado aquella decisión en sus elucubraciones de estratega de salón, más que en las informaciones de sus servicios de inteligencia.

Fortitude Sur, más compleja, tenía como objetivo crear la amenaza de una gran operación anfibia en la costa francesa entre Calais y Boulogne. Igual que la anterior, consistía en suministrar al enemigo una estudiada mezcla de informaciones auténticas y falsas de modo que la visión de conjunto sugiriese que los aliados estaban preparando el asalto a Europa a través del sector más oriental del Canal de la Mancha.

Si Fortitude Norte era una actualización de la operación Tindall, Fortitude Sur lo era de otro plan del verano de 1943, la operación Starkey, que había consistido en simular un intento de desembarco en las costas francesas a cargo de un inexistente (en aquel entonces) 21º Grupo de Ejércitos. Los agentes dobles habían informado con insistencia de los preparativos, esperando dar la impresión de que era una amenaza realmente grave. Los alemanes recibieron incluso la fecha exacta del ataque, el 8 de septiembre de 1943. Ese día una flota de desembarco zarpó de Southampton y se adentró en el canal hasta avistar Calais. A continuación los buques dieron media vuelta y se dedicaron a hacer ejercicios de desembarco en las costas inglesas. Aquella operación fue un valioso ensayo para Fortitude. Sirvió para detectar errores, como la ausencia de coordinación entre la información que se trataba de hacer llegar al enemigo y las noticias que se publicaron en la prensa. Los diarios británicos especularon mucho sobre qué había ocurrido realmente, si de verdad había sido un ejercicio, como decía la versión oficial, o si fue un ataque cancelado en el último momento, como se quiso hacer creer a los alemanes.

En contra de lo que se suele pensar, Fortitude Sur no tenía como objetivo ocultar los desembarcos en Normandía. Se trataba de un engaño bastante más sofisticado: la idea era hacer creer que había dos grupos de ejércitos aliados preparándose para dos operaciones anfibias independientes. Supuestamente la de Normandía era la de menor magnitud, y serviría como distracción para el ataque principal que se iba a realizar a través del Paso de Calais. El orden de batalla de las fuerzas que se preparaban para desembarcar en Normandía fue transmitido a Alemania por los agentes dobles, y era esencialmente el correcto: el ataque lo realizaría el 21º Grupo de Ejércitos del general Montgomery, formado por el 1º Ejército de los Estados Unidos y el 2º Ejército Británico, al mando de los generales Bradley y Dempsey, respectivamente. También informaron del comienzo de la invasión, aunque lo hicieron pocas horas antes, sin dar tiempo a los alemanes a reaccionar. Había que evitar que la información que enviaban resultase ser falsa, porque era vital continuar con el engaño después del Día D. Se trataba de mantener la amenaza de un imaginario FUSAG (First United States Army Group) contra el Paso de Calais, que fijase fuerzas alemanas en la zona mientras los aliados aseguraban las cabezas de playa en Normandía. Este segundo ataque no tenía que parecer inminente, para que las tropas alemanas permaneciesen inmovilizadas en la zona de Calais el mayor tiempo posible. Además, por una cuestión logística, un desembarco casi simultáneo no habría sido creíble. Se suponía que los aliados iban a necesitar parte de la flota de transporte y de desembarco que se estaba utilizando en Normandía para el ataque definitivo en Calais.

El éxito de Fortitude Sur fue completo. El 6 de junio de 1944, cuando comenzaron los desembarcos en Normandía, el OKW (Estado Mayor de la Wehrmacht) llegó a la conclusión de que se trataba de una maniobra de distracción. En un primer momento Hitler ordenó contraatacar únicamente con las fuerzas disponibles en la zona de los desembarcos. Más tarde permitió que se movilizasen las divisiones situadas en la región de París, pero las desplegadas más al norte, en el Paso de Calais permanecieron en sus posiciones, esperando un ataque que nunca llegaría. El 24 de julio, casi cincuenta días después del Día D, el Führer aún insistía ante sus generales asegurando que el ataque principal tendría lugar en cualquier momento en la costa de Calais.

En aquellas mismas fechas, hacia el 20 de julio, el 1º Ejército Canadiense y el 3º Ejército Estadounidense desembarcaron en Normandía. Ambas formaciones (reales) habían constituido hasta entonces el imaginario FUSAG. Para mantener la amenaza contra las costas del Paso de Calais se decidió que ocupasen su lugar los inexistentes 14º Ejército de los Estados Unidos, supuestamente recién llegado de América, y el 4º Ejército Británico, el mismo que en teoría había estado preparándose para desembarcar en Noruega (Fortitude Norte). Los agentes dobles informaron puntualmente de los cambios y del abandono definitivo de los planes de desembarco en la península escandinava.

Había un detalle más difícil de justificar. Al mando del 3º Ejército de los Estados Unidos estaba el general George Patton, el mismo que hasta entonces había figurado en todos los informes como comandante supremo del FUSAG. Para explicar por qué el general a cargo de todas las fuerzas que iban a desembarcar en el Paso de Calais había aparecido en Francia al frente de un ejército hubo que inventarse una historia, muy creíble para todo el que conociese la personalidad de los protagonistas: Para explotar el éxito que habían tenido los desembarcos en Normandía, mucho mayor de lo esperado, Montgomery había exigido a Eisenhower que reforzase su 21º Grupo de Ejércitos con unidades del FUSAG. Aquello implicaba que el ataque a través del Paso de Calais perdería importancia y tendría que ser aplazado. Patton, herido en su orgullo, se opuso y se enfrentó abiertamente a Eisenhower, que castigó su insubordinación quitándole el mando del FUSAG y enviándole a Francia al mando del 3º Ejército. Ponerle a las órdenes de Montgomery habría supuesto una humillación demasiado grande, así que Eisenhower, en una precipitada reorganización, ordenó que los dos ejércitos estadounidenses que se habían enviado a Francia, el 1º y el 3º, se uniesen en una nueva formación bajo el mando del sumiso general Bradley. El resultado fue la creación del 12º Grupo de Ejércitos de los Estados Unidos. Aunque los hechos eran completamente inventados, todos los personajes y las formaciones que aparecían en esta enrevesada historia eran auténticos.

A mediados de agosto hubo una nueva reestructuración del ficticio FUSAG, cuando el también ficticio 14º Ejército de los Estados Unidos lo abandonó para formar una reserva estratégica que apoyaría en caso necesario a las fuerzas desembarcadas en Normandía. En su lugar se creó el 1º Ejército Aerotransportado, con las divisiones estadounidenses 101ª y 82ª, que habían regresado de Normandía (reales, por tanto), y otras imaginarias. A comienzos de septiembre el 4º Ejército Británico dejaba también el FUSAG, y lo que había nacido como una operación anfibia se transformó en una fuerza preparada para realizar una operación aerotransportada a gran escala, con un objetivo mucho menos definido. Poco después el 1º Ejército Aerotransportado se convirtió en una unidad real, y sus auténticas divisiones de paracaidistas saltaron sobre Holanda durante la desastrosa operación Market Garden. Aquella fue la última aparición del fantasmal FUSAG antes de su disolución definitiva en octubre de 1944.