Turquía en la guerra

El país neutral que más osciló entre los dos bandos fue Turquía con diferencia. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial la situación del país era complicada. En 1938 murió Mustafa Kemal Ataturk, el creador de la Turquía moderna, que había ocupado el cargo de presidente de la República desde su fundación en 1923. Durante su mandato la sociedad turca vivió una transformación radical, forzando la secularización y occidentalización del país: se abolió la ley islámica y se cerraron las escuelas religiosas, se concedieron derechos a las mujeres, y se introdujeron oficialmente el calendario gregoriano, el alfabeto latino o las ropas occidentales. A su muerte Ataturk fue sucedido por su mano derecha, Ismet Inonu, que garantizaba una política continuista. Sin embargo la desaparición de Ataturk fue aprovechada por las fuerzas reaccionarias que presionaban para forzar a dar marcha atrás en las reformas, y por las potencias europeas para tratar de ganar influencia en el país.

Turquía comenzó la guerra con una política proaliada. Tras la muerte de Ataturk el anticomunismo del gobierno se acentuó y le llevó a iniciar un acercamiento con las potencias occidentales. Al estallar la guerra Inonu declaró la neutralidad de Turquía en el conflicto, aunque poco después, el 19 de octubre de 1939, firmó un tratado de asistencia mutua con Gran Bretaña y Francia, por el que entre otras cosas Turquía estaba obligada a prestar apoyo a los aliados en caso de que éstos tuviesen que hacer valer las garantías dadas a Grecia y Rumanía.

A partir de 1940, coincidiendo con el inicio de la intervención italo-alemana en los Balcanes, Turquía comenzó a acercarse al Eje, y pasó de la neutralidad a la "no beligerancia", al igual que España (y siguiendo el ejemplo de Mussolini, que había declarado la no beligerancia de Italia como paso previo a la beligerancia plena). Incumplió los acuerdos que había firmado con Gran Bretaña por los que estaba obligado a ayudarla en caso de que ésta tuviese que acudir en defensa de Grecia.

El 18 de junio de 1941, días antes del inicio de la Operación Barbarroja, Turquía oficializó su política pro-Eje firmando un tratado de amistad con Alemania. El país se convirtió en proveedor de materias primas de gran importancia estratégica para los alemanes, especialmente cromo. Tras el ataque alemán a la URSS, Turquía tuvo la tentación de entrar en la guerra a cambio de ganancias territoriales. A partir de 1943 fue alejándose de Alemania e iniciando un nuevo acercamiento a los aliados, cuando la marcha de la guerra empezó a ser claramente desfavorable al Eje, y cuando los aliados empezaron a presionar económicamente para que interrumpiese sus relaciones comerciales con Alemania (sobre todo la exportación de cromo). En el verano de 1944 las relaciones se rompieron definitivamente. Y finalmente el 1 de marzo de 1945 Turquía declaró la guerra a Alemania y Japón, una declaración más simbólica que real (los turcos no llegaron a participar en ninguna acción militar antes del fin de la guerra).

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