El marino que sobrevivió a tres naufragios en un día

Durante las primeras semanas de la Primera Guerra Mundial, la Royal Navy destinó a patrullar las aguas del Mar del Norte, entre las Islas Británicas y la costa de Holanda, a sus obsoletos cruceros acorazados Pre-dreadnought , con la misión evitar la salida de buques alemanes de superficie a las aguas al este del canal de la Mancha. Algunos mandos de la Royal Navy apodaron irónicamente a aquella fuerza de cruceros "Escuadra de cebo vivo". Y es que muchos eran conscientes de que, en caso de que ser atacados, aquellos buques anticuados y sus tripulaciones formadas por reservistas y cadetes inexpertos no podrían estar a la altura de la flota alemana. Posiblemente el Almirantazgo también lo sospechaba, pero prefería reservar para misiones más importantes a los cruceros más modernos y consideraba que no se podían destinar buques de menor tamaño a patrullar en aguas donde el mal tiempo era casi constante.

En las primeras horas del 20 de septiembre de 1914, los cuatro cruceros acorazados de la clase Cressy que formaban la Fuerza C (Euryalous, Aboukir, Hogue y Cressy) se preparaban para zarpar en una de aquellas misiones de patrulla en el Mar del Norte. Habitualmente la Fuerza C contaba también con el crucero Bacchante, de hecho su buque insignia, al mando del contraamirante Campbell, pero en aquella ocasión el Bacchante había sido destinado a otras tareas. Campbel fue sustituido como comandante de la escuadra por el contraalmirante Christian, del Euryalous. En el último momento, el Euryalous tuvo una avería en su equipo telegráfico que le obligó a permanecer en puerto. Christian trasladó el mando de la Fuerza C al capitán Drummond, del Aboukir. Ese día el mal tiempo iba a impedir la salida de los destructores de escolta. Cuando Drummond asumió el mando, no quedó claro si tendría la autoridad para llamar a los destructores en caso de que el clima mejorase.

El crucero acorazado Aboukir:


En la mañana del 22 de septiembre, la Fuerza C, compuesta finalmente por los cruceros acorazados Aboukir, Hogue y Cressy, fue avistada por el submarino alemán U-9, al mando del capitán de corbeta Otto Weddigen, navegando rumbo nor-nordeste en línea recta y a una velocidad de 10 nudos. La escuadra británica incumplía las recomendaciones del Almirantazgo de navegar en zig-zag y a 12/13 nudos. Claro que aquellos anticuados cruceros no podían alcanzar esas velocidades por mucho que quisiesen. En cuanto a no realizar maniobras evasivas, el comandante no lo consideró necesario. Después de todo, hasta entonces nunca se habían tenido noticias de ninguna actividad de submarinos enemigos en aquellas aguas (en realidad ni en aquellas ni en otras). Después de maniobrar para colocarse en una posición favorable para el ataque, a las 6:25 el U-9 lanzó un torpedo contra el Aboukir, alcanzándolo en el centro del buque, en el lado de babor. El crucero se detuvo por completo y se escoró rápidamente unos 20 grados, sin que las medidas adoptadas para contener las inundaciones sirviesen de nada. Viendo que el Aboukir estaba condenado, el capitán Drummond dio orden de abandonar el buque. Solo quedaba un bote salvavidas intacto (los otros habían sido destruidos por la explosión del torpedo), y la mayor parte de la tripulación tuvo que saltar al mar. Nadie había localizado todavía al U-9. Las señales que envió el Aboukir por código de banderas a los otros cruceros decían “Golpeado por mina”. El Hogue y el Cressy se aproximaron rápidamente al Aboukir para ayudar en el rescate de los náufragos.

Aproximadamente media hora después del impacto del torpedo, el Aboukir zozobró y se hundió llevándose consigo a 527 tripulantes. Pero ese fue solo el principio de la tragedia. Los británicos todavía no sospechaban que estaban siendo atacados por un submarino alemán. Weddigen tenía a su alcance otros dos cruceros y estaba decidido a aprovechar la oportunidad. El U-9 se aproximó hasta una distancia de tan solo 300 metros del Hogue, que tenía a su tripulación ocupada en las labores de rescate, y lanzó dos torpedos contra el buque. Ambos dieron en el blanco, provocando una rápida sucesión de explosiones. El crucero se hundió en apenas 10 minutos. Para empeorar las cosas, el Hogue tenía todos sus botes salvavidas en el agua, dedicados al rescate de los supervivientes del Aboukir.

En ese momento comenzaron los problemas para el U-9. Cuando lanzó los torpedos al Hogue, el submarino emergió violentamente debido a la pérdida repentina de peso en la proa, delatando así su posición. El Cressy abrió fuego con sus cañones contra él, sin resultado. A pesar de haber sido descubierto, Weddigen no estaba dispuesto a renunciar a su última presa. A profundidad de periscopio el U-9 lanzó sus dos torpedos de popa contra el Cressy. El primero dio en el blanco, pero el segundo pasó a estribor del buque. Viendo que los daños infringidos al crucero no eran excesivamente graves, Weddingen dio orden de maniobrar para encarar al buque y lanzar su último torpedo de proa contra él. El torpedo dio de lleno en la parte central del Cressy. Eran las 7:30, había pasado poco más de una hora desde el primer ataque contra el Aboukir. El Cressy volcó por la banda de estribor, permaneciendo a flote hasta las 7:55.

En total, en los tres hundimientos perdieron la vida 62 oficiales y 1397 tripulantes, gran parte de ellos reservistas sin experiencia. Hubo 837 supervivientes, que fueron rescatados por varios mercantes y pesqueros que se encontraban en las proximidades y acudieron a las llamadas de auxilio.

A las 10:45 llegó a la zona la escuadra de destructores del comodoro Tyrwhitt, que al mejorar el tiempo había zarpado para reunirse con los cruceros. Los destructores comenzaron a buscar al submarino enemigo. El U-9, al que no le quedaba energía suficiente en las baterías, tuvo que permanecer sumergido hasta la noche, para poder emerger y hacer el camino de vuelta navegando en superficie.

El submarino alemán U-9:


La destrucción de la Fuerza C fue un duro golpe a la reputación de la Royal Navy en todo el mundo. En la investigación realizada para determinar las responsabilidades, solo parte de la culpa cayó sobre los oficiales de alto rango involucrados: El capitán Drummond, muerto en el hundimiento del Aboukir, fue criticado por no utilizar maniobras evasivas en zig-zag; el contraalmirante Christian por no dejar claro a Drummond que podía haber llamado a los destructores en caso de necesidad; y finalmente al contraalmirante Campbell se le reprendió no sólo por no estar presente durante la acción, sino también por cómo actuó durante la propia investigación, cuando declaró no conocer el propósito de su mando. La mayor parte de la culpa recayó en el Almirantazgo Británico, que había insistido en enviar buques de dudosa eficacia a patrullar en aguas peligrosas, desoyendo los consejos de los altos mandos de la Royal Navy. Los anticuados cruceros protegidos o acorazados fueron relegados a misiones secundarias o enviados a la reserva y sustituidos en las patrullas por modernos cruceros ligeros. También sirvió para que la Royal Navy empezase a tomarse en serio la amenaza de los submarinos, que había sido despreciada hasta entonces.

En contraste, los tripulantes del U-9 fueron recibidos en Alemania como héroes. Otto Weddigen fue condecorado con la Cruz de Hierro de 1ª clase, mientras que su tripulación recibió la Cruz de Hierro de 2ª clase. Durante su siguiente patrulla, el 15 de octubre de 1914, el U-9 hundió otro viejo crucero acorazado británico, el Hawke, con la pérdida de 526 tripulantes. El 12 de enero de 1915 el teniente Johannes Spiess relevó a Weddigen y estuvo al mando del U-9 hasta el 19 de abril de 1916, cuando el submarino fue retirado de la primera línea y asignado a la flotilla de entrenamiento. Durante ese periodo hundió 14 buques: diez pequeños pesqueros, tres vapores británicos (Don, Queen Wilhelmina y Serbino) y el minador auxiliar ruso Dagö.

Otto Weddigen, por su parte, después de recibir la máxima condecoración prusiana, la Pour le Mérite, fue destinado al mando del submarino U-29. El 18 de marzo de 1915 su suerte se agotó. Al emerger en Pentland Firth, en Escocia, se encontró justo enfrente del famoso acorazado británico Dreadnought. La distancia entre el submarino y el buque era tan pequeña que ni uno podía atacar con sus torpedos ni el otro disparar sus cañones. El comandante del Dreadnought ordenó entonces embestir al pequeño sumergible. El acorazado pasó por encima del U-29, que se hundió llevándose al fondo a toda su tripulación, incluyendo a Weddigen. Es el único caso conocido de un submarino hundido por un acorazado.

Si habéis llegado hasta aquí os estaréis preguntando cuándo voy a contar la historia del marino que sobrevivió a tres naufragios en un día. Aunque después de conocer lo que le pasó a la “Escuadra de cebo vivo” ya os habréis imaginado cómo ocurrieron los hechos.

Wenman Wykeham-Musgrave, apodado “Kit”, era un muchacho de 15 años que servía como guardiamarina a bordo del Aboukir. Cuando este buque fue torpedeado y se dio la orden de abandonarlo, Kit saltó por la borda y permaneció en el agua hasta que fue subido a bordo del Hogue, el siguiente en ser atacado por el U-9. Una vez más, cuando el Hogue se estaba hundiendo, se tiró al mar y nadó hasta el Cressy. Al ser este también torpedeado, tuvo que saltar por la borda por tercera vez aquella mañana. Permaneció en el mar aferrado a unos maderos hasta que fue rescatado por un pesquero holandés.

Wykeham-Musgrave sobrevivió a la guerra. En 1939, al estallar la Segunda Guerra Mundial, se reincorporó a la Royal Navy, alcanzando el grado de comandante. Murió en 1989.

Fuentes:
http://www.clubedosgenerais.org/portal/modules.php?name=Conteudo&pid=441
http://es.wikipedia.org/wiki/Acci%C3%B3n_del_22_de_septiembre_de_1914
http://es.wikipedia.org/wiki/SM_U_9


2 comentarios:

  1. Evidentemente no le había llegado su hora. O tenía el muchacho saltarín siete vidas como los gatos.
    Un saludo.

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    1. O simplemente era un buen nadador.
      Un saludo, Cayetano.

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