El secuestro de Hitler

Un día de febrero de 1941 un hombre llamado Kiroff, que decía ser el suegro del piloto personal de Hitler, se presentó en la embajada británica en Sofía, la capital de Bulgaria, solicitando ser recibido por algún funcionario de alto nivel. Kiroff fue conducido al despacho del agregado militar, y allí hizo una propuesta sorprendente. Según él, su yerno era un opositor al régimen nazi y estaba planeando desertar. Y no solo eso: su intención era huir a Inglaterra pilotando el avión del Führer y con el mismísimo Hitler a bordo.

Por algún extraño motivo, el Foreign Office y el servicio secreto británico se tomaron en serio la historia de Kiroff, al menos lo suficiente como para comenzar a organizar el secuestro de Hitler. Solicitaron la colaboración de Arthur Harris, subjefe del Estado Mayor del Aire (más tarde se haría famoso como comandante del Mando de Bombardeo de la RAF), que escogió un aeródromo del sureste de Inglaterra, la base aérea de Lympne, en Kent, y en el mayor de los secretos comenzó los preparativos. La guarnición fue reforzada con dos pelotones y fueron instaladas baterías antiaéreas en la base. Se prepararon planes para guiar al avión hasta la pista con señales luminosas y para neutralizar a los escoltas que viajasen con el Führer en el caso de que opusiesen resistencia. Habría una furgoneta y dos motoristas esperando permanentemente para trasladar a Londres al misterioso visitante en cuanto el avión tomase tierra.

A través de Kiroff los británicos acordaron con el piloto los detalles del plan. La fecha fijada para el vuelo iba a ser el 25 de marzo de 1941, preferentemente al amanecer o anochecer. El lugar de destino, el aeródromo de Lympne. Para ser identificado, el piloto tendría que disparar bengalas rojas cada treinta segundos. Después de tomar tierra, el Führer sería introducido en la parte posterior del vehículo que le estaría esperando y trasladado inmediatamente al Ministerio del Aire en Londres. Según Roger Moorhouse, allí le esperaba una ejecución sumaria.

Llegó el día y no ocurrió nada. El dispositivo se mantuvo a la espera durante más de dos meses, hasta el 1 de junio, pero el avión del Führer nunca apareció por Lympne. Después, los refuerzos que habían sido enviados a la base aérea fueron trasladados a otros destinos, sin que hubiesen sido informados del objetivo real de su misión. El señor Kiroff no volvió a dar señales de vida.

El avión de Hitler, un cuatrimotor Focke-Wulf Fw 200 Condor modificado, con matrícula D-2600:


El piloto personal de Hitler se llamaba Hans Baur. Era un hombre de su absoluta confianza, perteneciente a su círculo de colaboradores más estrecho. Estaba a su servicio desde 1932, antes de la llegada de los nazis al poder, y era el único al que le estaba permitido pilotar su avión. Terminó la guerra con el grado de SS-Gruppenführer (teniente general de las Waffen-SS). Se mantuvo fiel al Führer hasta el final. Permaneció junto a él en el búnker de la Cancillería durante la batalla de Berlín. Fue una de las últimas personas que vieron a Hitler con vida y uno de los designados por él para quemar su cuerpo después del suicidio. Más tarde fue herido tratando de huir del Berlín sitiado. En un hospital de Posen le fue amputada la pierna derecha. Allí le encontraron los soviéticos, que le tuvieron prisionero hasta 1955. Después fue entregado a los franceses, que le mantuvieron en cautividad otros dos años más. Tras salir de prisión publicó su autobiografía, con el título Ich mit flog Mächtigen, algo así como “Yo volé con el Poderoso”. En ella no hay ninguna referencia al supuesto plan de secuestro del Führer.

Su mujer en 1941, su segunda esposa, se llamaba Maria. Su apellido de soltera era Pohl, y era originaria de Danzig. No se le conoce ninguna relación con Bulgaria. Se casaron el 13 de mayo de 1936 en Munich, con Hitler como testigo. Maria tuvo dos hijos, y murió cuando su marido estaba en cautiverio en la URSS.

En conclusión, toda la historia de la deserción de Baur y el secuestro de Hitler parece que fue una invención del tal Kiroff. Cuáles fueron sus motivos o sus auténticos objetivos es algo que probablemente nunca se sabrá.

Puede parecer extraño que los británicos se dejasen engañar con una historia aparentemente tan poco creíble. En realidad se la tomaron con más escepticismo de lo que demostraron. El propio Harris, el encargado de organizar la operación, la definió como "una historia fantástica". Pese a ello quisieron estar preparados por lo que pudiese pasar. Y no se puede decir que hiciesen mal, porque cosas más raras se vieron. El 10 de mayo de 1941, cuando los británicos aún mantenían en Lympne el dispositivo para “recibir” al Führer, Rudolf Hess, el segundo en la jerarquía nazi, voló hasta Escocia pilotando su propio avión y saltó en paracaídas, supuestamente para hacer una oferta de paz.

Fuentes:
Roger Moorhouse: Matar a Hitler
James Hayward: Mitos y leyendas de la Segunda Guerra Mundial
http://news.bbc.co.uk/local/kent/hi/people_and_places/history/newsid_9363000/9363982.stm
http://war-combat.com/objetivo-secuestrar-a-hitler/
http://en.wikipedia.org/wiki/Hans_Baur


2 comentarios:

  1. Me recuerda a la novela de Jack Higgins "Ha llegado el águila" y su magnífica adaptación cinematográfica. A veces la verdad no está tan lejos de la ficción.
    Un saludo.

    http://librosenguerra.blogspot.com.es/

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    1. El SOE llegó a planear el asesinato del Hitler, aunque al final se descartó la idea:
      http://nonsei2gm.blogspot.com.es/2010/10/operacion-foxley.html
      Un saludo, Llorenç.

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