Las Islas Salomon

En 1939, viendo la que se estaba preparando, un estadounidense pensó que había llegado el momento de retirarse a un lugar alejado de los problemas del mundo. Dejó su trabajo, vendió todas sus pertenencias, y se fue a vivir a una remota isla del archipiélago de las Salomon, en el Pacífico, llamada Guadalcanal.

Hoy eso no pasaría. Si hay que buscar refugio, cualquier sitio es mejor que las Islas Salomon.

Un billete de cien trillones

Hay quien dice que una de las posibles soluciones a esto que llaman crisis (en concreto a la crisis de deuda pública de los países de la zona euro, que es la fase en la que parece que estamos ahora) es que el Banco Central Europeo actúe como prestamista en última instancia, poniendo dinero en circulación para financiar la deuda de los estados miembros de la Unión (es decir, imprimiendo billetes). También se dice que el gobierno alemán se opone tajantemente a esta idea por miedo a un aumento descontrolado de la inflación. Se nos cuenta que en los gobernantes alemanes sigue vivo el recuerdo de la hiperinflación de 1923. A mí me parece muy exagerado, sobre todo si suponemos (más nos vale) que los gobernantes alemanes tienen alguna noción de economía o de historia. Pero como el que no tiene muchas nociones soy yo, voy a dejar el complicado tema de esto que llaman crisis y me voy a referir a un episodio histórico poco conocido. Porque cuando se habla de hiperinflación los medios de comunicación suelen recordar la Alemania de 1923, pero en realidad la inflación en la República de Weimar no fue la más alta de la historia. En julio de 1946 Hungría tuvo una tasa de inflación doce veces más alta que la alemana en el peor mes de 1923.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial Hungría había quedado arrasada. La casi totalidad de sus infraestructuras habían sido destruidas, y sus industrias saqueadas por alemanes y soviéticos. Por si fuera poco, los vencedores impusieron al país el pago de reparaciones de guerra por valor de 300 millones de dólares de la época (200 millones a la URSS y 100 a repartir entre Checoslovaquia y Yugoslavia). Esa cantidad suponía prácticamente la totalidad de las divisas que entraban anualmente en el país. La solución del gobierno húngaro fue imprimir papel moneda, para estimular el mercado interior abaratando el crédito.

Pero los billetes puestos en circulación por el Estado hicieron subir los precios y la moneda sufrió un incremento de su valor nominal sin ninguna correspondencia con su poder de compra real. Eso provocó un círculo vicioso por el que cuanto más dinero se imprimía más se hundía el valor de la moneda. El país acabó inundado de billetes que no valían ni el papel en el que estaban impresos. Los ahorros de las familias desaparecieron. Los comerciantes perdían dinero, ya que tenían que vender sus productos a un precio inferior al de reposición, lo que les obligaba a actualizar los precios constantemente (al final varias veces al día). Los salarios también se incrementaban, pero los precios lo hacían siempre a un ritmo más rápido, con lo que disminuía el poder adquisitivo de los trabajadores. Conscientes de que guardar dinero no era rentable, los trabajadores tenían que consumir inmediatamente sus salarios. Cobraban varias veces al día, y corrían a gastar el dinero antes de que perdiese su valor. Los empleados acabaron aceptando parte de su salario en especie. En general, todo el país volvió a una economía basada en el trueque. Ya nadie confiaba en la moneda local, el pengo.

En julio de 1946 la inflación llegó a su máximo, un increíble 75.655%. Un record histórico. En agosto el gobierno decidió cortar por lo sano y sustituyó el pengo por una nueva moneda, el florín, a razón de un florín por cada cuatrocientos mil cuatrillones de pengos. Sorprendentemente, en poco tiempo la situación se normalizó.

Antes de eso se llegaron a imprimir billetes con valores totalmente absurdos, como este de cien trillones (100.000.000.000.000.000.000) de pengos, el billete de valor nominal más alto de la historia:


Szàzmilliò significa "cien millones", y la B que va a continuación es la abreviatura de billones, es decir: "cien millones de billones de pengos".

Hubo otro de mil trillones de pengos, que se imprimió pero no llegó a ponerse en circulación.

La batalla de Barking Creek

A las 6 de la mañana del 6 de septiembre de 1939 una batería de reflectores situada en la isla de Mersea, en la costa oriental de Inglaterra, detectó un avión no identificado que se aproximaba a gran altura desde el este. La alarma llegó al cuartel general del 11º Grupo de Caza, en Northolt, donde se coordinaba la defensa aérea del sureste de Inglaterra. En el aeródromo de Hornchurch, al este de Londres, se dio orden de despegar a los Spitfires de los escuadrones 54º, 65º y 74º para investigar la amenaza. Al mismo tiempo, en el campo de aviación de North Weald, en Essex, despegaron también los Hurricanes de los escuadrones 151º y 56º. Después de la salida de seis cazas del 56º Escuadrón, el capitán Lucking, el oficial al mando, ordenó el despegue de los otros dos Hurricanes de la unidad, que seguirían a distancia al resto y servirían como fuerza de reserva. Los demás pilotos no tuvieron conocimiento de que aquellos dos cazas habían despegado.

Gran Bretaña llevaba tres días en guerra. Ningún piloto de caza de la RAF había entrado aún en combate, y muy pocos habían visto alguna vez un avión alemán. Las comunicaciones entre los pilotos y sus centros de mando eran deficientes. No existía ningún procedimiento de identificación que les permitiese distinguir los aviones enemigos de los propios. Con tantos aviones en el aire esperando encontrarse con aparatos enemigos, sumado a los nervios y la inexperiencia de los pilotos, no era difícil que se produjese una confusión de trágicas consecuencias.

Los doce Spitfires del 74º Escuadrón volaban en cuatro secciones de tres cazas cada una. En cabeza iba la sección del comandante de vuelo, Adolph "Sailor" Maran. En un determinado momento creyeron ver una formación de aviones enemigos, y Maran dio orden de atacar (más tarde lo negaría). La segunda sección, que les seguía a cierta distancia, picó detrás de ellos. Perdieron de vista a los aviones de Maran, pero ante ellos aparecieron dos cazas que identificaron como enemigos. La sección estaba formada por el teniente Vincent “Paddy” Byrne, el alférez John Freeborn y el sargento Flinders. Byrne y Freedorn abrieron fuego y derribaron los dos cazas.

A su regreso a Hornchurch el jefe de escuadrón George Sampson les comunicó que los aviones que habían derribado eran dos Hurricanes del 56º Escuadrón. Uno de los Hurricanes estaba pilotado por Frank Rose, que sobrevivió al derribo. El otro piloto no tuvo tanta suerte. Se trataba del alférez Montague Hulton-Harrop. Fue alcanzado en la cabeza por una ráfaga de ametralladora disparada por Freeborn. Cuando su avión se estrelló estaba ya muerto. Fue el primer piloto británico muerto en la guerra.

Los pilotos del 56º Escuadrón de la RAF; Hulton-Harrop es el que está sentado a la izquierda, Rose el último por la derecha de los que están de pie:


Tanto Byrne como Freeborn, junto con el capitán Lucking, del 56º Escuadrón, fueron puestos bajo arresto inmediatamente después del incidente. El consejo de guerra se celebró a puerta cerrada el 7 de octubre en Stanmore. Todavía no se ha desclasificado la información sobre el juicio. Hace unos años John Freeborn contó su versión de los hechos. Según él, Sailor Maran, el oficial al mando del 74º Escuadrón, testificó en contra de sus propios pilotos, declarando que Freeborn había actuado de forma impetuosa e irresponsable. También según Freeborn, Maran negó haber dado la orden de ataque. Los pilotos habían recibido instrucciones de que en ningún caso se podía abrir fuego contra aviones monomotores (ya que ningún monomotor alemán tenía autonomía suficiente como para alcanzar el territorio británico). El propio Freeborn distribuyó esas órdenes entre sus hombres, pero él mismo las olvidó en aquellos momentos de tensión. El tribunal exoneró a los pilotos, considerando el caso como un accidente desafortunado. El capitán Lucking fue relegado del mando del 56º Escuadrón.

Es difícil saber con exactitud qué ocurrió en la "batalla de Barking Creek". Incluso el origen del nombre es desconocido, ya que los derribos no tuvieron lugar sobre la cala conocida como Barking Creek, sino a varios kilómetros de distancia. Al parecer fue la denominación burlona con la que los pilotos de la RAF se referían al incidente. La alerta aérea resultó ser falsa. Hay distintas versiones sobre el posible origen de la alarma: un avión que transportaba refugiados desde Holanda, un Anson del Mando Costero, o un Blenheim que volvía de una patrulla sobre el Mar del Norte.

Frank Rose murió en combate en Vitry-en-Artoise, Francia, el 18 de mayo de 1940. Sailor Maran se comvirtió en uno de los pilotos de combate más destacados de la RAF, llegando a ser comandante de ala ("Wing Commander", el rango de la RAF equivalente a teniente coronel). Sudafricano de nacimiento, después de la guerra se convirtió en un activista anti-Apartheid. Paddy Byrne fue derribado y capturado en Francia en 1940. Fue enviado al Stalag Luft III, el campo de prisioneros de La gran evasión, donde coincidió con su abogado defensor en el consejo de guerra, Roger Bushell, que se convertiría en uno de los líderes de la famosa fuga. En 1944 fue repatriado, después de haber convencido a los alemanes y a la junta de repatriación de que estaba loco. A su regreso a Inglaterra fue destinado a un puesto de tierra en la RAF. John Freeborn continuó volando durante el resto de la guerra, demostrando ser un aviador excepcional. Durante la Batalla de Inglaterra hizo más horas de vuelo que cualquier otro piloto. Fue condecorado con la Cruz de Vuelo Distinguido y alcanzó el rango de comandante de ala. Nunca se libró del sentimiento de culpabilidad por la muerte de Hulton-Harrop. Murió el 28 de agosto de 2010.

Fuentes:
Patrick Bishop: Pilotos de Caza
http://en.wikipedia.org/wiki/Battle_of_Barking_Creek
http://www.northwealdairfieldhistory.org/content/battle-barking-creek


Despertando a un gigante dormido

Seguro que muchos conocéis la frase que pronunció el almirante Yamamoto después del ataque a Pearl Harbor, que supuso la entrada en la guerra de Estados Unidos: "Me temo que hemos despertado a un gigante dormido".

Pues esta historia no tiene nada que ver con eso.

Desde su ocupación a comienzos de 1942, el puerto de Rabaul, en la isla de Nueva Bretaña, se convirtió en la principal base aeronaval japonesa en el Pacífico suroccidental. En 1943 permanecían allí alrededor de 110.000 soldados japoneses. Al finalizar la batalla de Guadalcanal, la neutralización de Rabaul se convirtió en el objetivo principal de las fuerzas aliadas del Pacífico Sur. A mediados de marzo de 1943 la 5ª Fuerza Aérea inició una campaña de ataques aéreos que se mantendría hasta el final de la guerra.

Uno de los primeros ataques que sufrió Rabaul fue una incursión de diez B-17 del 43º Grupo de Bombardeo de la USAAF. La misión había sido preparada concienzudamente. En primer lugar lanzaron bombas de 500 libras con espoleta de tiempo preparadas para detonar a unos 30 metros sobre el suelo, muy eficaces contra los emplazamientos antiaéreos y los reflectores. Una vez eliminadas las defensas antiaéreas, los bombarderos continuaron con su metódico ataque sin oposición. Los objetivos eran talleres, cuarteles, almacenes y centros de comunicaciones. Fueron lanzadas un centenar de bombas de distintos tipos: de demolición, de fragmentación e incendiarias. Todas cayeron en las áreas marcadas como blancos.

Sin embargo, uno de los bombarderos pareció errar en su objetivo. En lugar de atacar la base se dirigió a una montaña cercana y dejó caer su carga de bombas en la cima. No era un error. La montaña era el Rabatana, un volcán activo. Su última erupción había tenido lugar en 1937. Desde entonces solo había emanado humo de su cráter, pero los estadounidenses creyeron que con un bombardeo podían despertarlo y hacer fluir de nuevo la lava, lo que obligaría a los japoneses a evacuar la ciudad que estaba a sus pies. El B-17, pilotado por Carl Hustad, dejó caer con precisión sus dos bombas de 2.000 libras exactamente sobre el cráter del Rabatana. Esperaron alrededor del objetivo durante más de diez minutos, pero no hubo ninguna explosión. El plan no había funcionado.

La ciudad de Rabaul fue destruida por la erupción del Rabatana el 19 de septiembre de 1994.

Un olvido mortal

A comienzos de 1942, después de la entrada de Estados Unidos en la guerra, el almirante Dönitz envió sus submarinos oceánicos a atacar las costas norteamericanas y caribeñas. Allí parecía que aún no eran conscientes de que estaban en guerra. Los mercantes navegaban en solitario, haciendo uso de sus radios sin limitación alguna y sin hacer caso de las más elementales medidas de seguridad. Las patrullas antisubmarinas eran totalmente previsibles, y las tripulaciones de los destructores y los aviones de vigilancia estaban poco instruidas en el combate contra los submarinos. Por consiguiente, en esos primeros meses los submarinos alemanes hicieron estragos en la navegación a lo largo de las costas americanas. Una de las zonas atacadas fue la que en aquella época era la de mayor tráfico petrolífero del mundo, en el sur del Caribe. Comprendía la costa de Venezuela, las islas de soberanía holandesa de Aruba y Curaçao, con sus refinerías, y el importante nudo de enlace de la isla de Trinidad.

El 13 de febrero de 1942 llegó a su zona de operaciones (la isla de Aruba) el U-156, un submarino del Tipo IX-C. Su comandante era el teniente Werner Hartenstein. Sus órdenes eran hundir la mayor cantidad posible de buques cisterna y cañonear los depósitos de petróleo de las refinerías, que se encontraban muy próximos a la costa. La fecha fijada para el ataque era el 16 de febrero. El U-156 dispuso de unos días para hacer un reconocimiento del objetivo. Había dos grandes refinerías en Aruba, una en el puerto de Oranjestad y otra en San Nicolás. Los alemanes se sorprendieron al ver las ciudades y las refinerías brillantemente iluminadas. No había órdenes de oscurecimiento.

El ataque comenzó a la una y media de la madrugada del 16 de febrero. El U-156 entró en el puerto de San Nicolás y lanzó sus torpedos contra dos petroleros de bandera británica, el Pedernales y el Oranjestad. El primero fue alcanzado de lleno y comenzó a arder. Murieron ocho de sus veintiséis tripulantes. El barco quedó muy dañado, pero más tarde sería reflotado. El segundo también estalló en llamas y se hundió una hora después, muriendo quince de sus veintidós tripulantes.

El Pedernales semihundido:


A continuación los alemanes se dispusieron a bombardear las instalaciones de la refinería con el cañón de cubierta de 105 mm. Pero cuando abrieron fuego el cañón estalló dejando malheridos a los dos artilleros.

¿Qué había ocurrido? Fue un trágico error humano. Los artilleros se habían olvidado de quitar el tapón de boca que impedía que el agua penetrase en el cañón. Cuando el proyectil se encontró con el obstáculo, explotó en el ánima. Las víctimas fueron Heinrich Büssinger, que murió unas horas más tarde, y el teniente Dietrich von dem Borne, que perdió el pie derecho.

El teniente Hartenstein ordenó entonces usar el cañón antiaéreo de 37 mm, con el que hicieron varios impactos en un tanque de almacenamiento y una casa de la orilla. Ante los escasos resultados del cañoneo, los alemanes decidieron salir mar afuera para interceptar los barcos que trataban de huir. Allí atacaron repetidamente al petrolero norteamericano Arkansas. Los dos primeros torpedos fallaron el blanco. El tercero impactó en el petrolero, pero no lo hundió. El Arkansas sería reparado y continuaría en servicio.

Uno de los torpedos quedó varado en una playa. Dos días después, cuando trataban de desactivarlo, el torpedo hizo explosión matando a cuatro hombres e hiriendo a otros tres.

El teniente Dietrich von dem Borne fue desembarcado en la Martinica para ser tratado en un hospital. Cuando esta isla francesa pasó a manos aliadas, fue hecho prisionero. Fue repatriado al finalizar la guerra.

Operación Ironclad

Después de la caída de Francia en el verano de 1940, el Imperio Británico se vio envuelto en una guerra no declarada contra el gobierno de Pétain por el control de las colonias estratégicas de Asia y África. Apenas unas semanas después del armisticio franco-alemán en Compiègne, la flota británica bombardeó la base naval francesa de Mers-el-Kebir, en Argelia, matando a más de 1.000 marineros y hundiendo el viejo acorazado Bretagne. En septiembre de 1940 las fuerzas de De Gaulle trataron de desembarcar en Dakar con el apoyo de la flota británica. En el verano de 1941 los británicos invadieron Siria, iniciando una larga campaña de desgaste contra la guarnición local, que terminó dando el control del país a la Francia Libre.

Mientras tanto, Madagascar permanecía al margen del conflicto, considerada un área de poco interés estratégico. Así fue hasta las primeras semanas de 1942, después de la rápida ocupación japonesa del sudeste asiático, cuando la colonia francesa, administrada por el experimentado burócrata Armand Léon Annet, exgobernador de Somalilandia Francesa y Dahomey, llamó la atención de los británicos, debido a la posibilidad de un uso alemán o japonés de la isla como base para la guerra submarina. De hecho, el asunto fue debatido por almirantes alemanes y japoneses en un par de reuniones oficiales en Berlín, aunque Tokio se negó a comprometer a sus fuerzas a lo largo de las costas de África oriental. Al mismo tiempo, el raid japonés contra Ceilán obligó a la Royal Navy a reubicar sus unidades en la costa oriental africana, añadiendo aún más tensión a la defensa de la vital línea de suministro entre Adén y Ciudad del Cabo. Por lo tanto, para asegurar las rutas marítimas cruciales en el Océano Índico, en marzo de 1942 Gran Bretaña decidió ocupar Madagascar. Intervendrían principalmente contingentes de Australia, Sudáfrica y Rhodesia, excluyendo a la Francia Libre de la operación. Para la campaña, denominada Operación Ironclad, se reunió una fuerza naval impresionante: el acorazado Ramillies, dos cruceros, nueve destructores, seis corbetas y seis barreminas, con la cobertura de dos portaaviones tomados de la escuadra del Mediterráneo, el Indomitable y el Illustrious.

Inicialmente el único objetivo de la operación era ocupar el estratégico puerto de Diego Suárez, limitándose a mantener a la guarnición francesa en el interior de la isla, pero la insistencia del gobierno sudafricano obligó a Churchill a cambiar los planes y aprobar la ocupación de toda la isla.

Después de una larga serie de misiones de reconocimiento aéreo de la SAAF (la Fuerza Aérea Sudafricana), el 5 de mayo de 1942 comenzó la invasión. Unas horas antes del asalto principal, un comando desembarcó para capturar dos baterías costeras. El grueso de las fuerzas de la Commonwealth desembarcó en las playas del norte de Madagascar sin encontrar oposición. Pero treinta y seis horas después, cuando se dirigían hacia Diego Suárez siguiendo la costa oriental de la isla, tuvieron que enfrentarse a una resistencia mucho mayor de lo esperado que interrumpió su avance, pese a la masiva cobertura aérea y naval con la que contaban. Frente a ellos, a lo largo del istmo de la península donde se encontraba la ciudad, se encontraba una fuerte línea defensiva formada principalmente por tiralleurs de Senegal y Madagascar. Mientras, la flota de invasión fue atacada por submarinos franceses. El Bézéviers alcanzó con un torpedo al dragaminas Auricula, que se hundió en pocos minutos. Los días 7 y 8 los submarinos Le Héros y Monge trataron de atacar nuevamente a la flota británica, pero fueron hundidos por aviones embarcados en los portaaviones.

Finalmente, tras dos días de lucha encarnizada, Diego Suarez se rindió a los británicos. Pero la guarnición de Annet se negó a capitular, obligando a las tropas invasoras a una campaña larga y tediosa por todo el interior boscoso de la isla. La capital de la colonia, Antananarivo, no fue conquistada hasta septiembre. Tampoco entonces cesó la lucha. Los pequeños enfrentamientos continuaron hasta noviembre, lo que requirió el envío de refuerzos desde Sudáfrica y Rhodesia. Así, lo que en principio iba a ser una intervención limitada se convirtió en un costoso compromiso para los sobrecargados recursos del Imperio Británico, restando hombres y material a frentes más importantes, como Birmania y el norte de África. Annet y sus tropas nativas solo se rindieron después de la invasión anglo-estadounidense del norte de África y la ocupación alemana de la Francia de Vichy en noviembre de 1942. Habían mantenido la resistencia durante más de seis meses, en una guerra de guerrillas hábilmente dirigida en la zona sur de la isla. La campaña tuvo una cantidad de bajas relativamente reducida: por parte francesa 150 muertos y 500 heridos, por la Commonwealth 100 muertos y 300 heridos. Eso a pesar de la prolongada campaña en el clima tropical y pantanoso de Madagascar.

Pese a haberle ignorado en la planificación y el desarrollo de la campaña, el gobierno británico decidió dejar la administración de Madagascar en manos de la Francia Libre del general De Gaulle. Sin embargo, la intervención británica había socavado el viejo equilibrio político y social de la colonia, fomentando el desarrollo de un fuerte sentimiento nacionalista. De hecho, cinco años después de la conclusión de la Operación Ironclad, los malgaches se rebelaron contra Francia, obligando al gobierno francés a adoptar formas de brutal represión militar en la isla, causando la muerte de miles de civiles. La revuelta fue aplastada finalmente en el otoño de 1948, pero la restauración del antiguo sistema colonial resultó completamente imposible. En 1958, Madagascar se convirtió en independiente, mientras que Diego Suárez (llamada Antsiranana a partir de 1975) perdió su importancia estratégica anterior, convirtiéndose en un destino pintoresco para los turistas europeos. Hoy en día sólo dos pequeños cementerios de guerra, uno francés y otro británico, recuerdan los dramáticos acontecimientos de 1942.

Fuentes:
http://perspectivesonafrica.wordpress.com/2011/12/24/operation-ironclad-the-british-invasion-of-madagascar-in-1942/
http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/batallas/ironclad.html


El ataque a Diego Suárez

A comienzos de 1942 la Marina Imperial japonesa puso en marcha un plan para sorprender a las flotas enemigas atacando con minisubmarinos los puertos en los que se refugiaban. Los submarinos enanos Tipo A habían sido utilizados ya en el ataque a Pearl Harbor. En esta ocasión los objetivos iban a ser el puerto de Sydney, en Australia, y la flota británica en el Océano Índico. En abril los británicos se habían refugiado en África oriental, después de que la incursión del almirante Nagumo les expulsase de Ceilán. Aun así, los preparativos para la misión continuaron. A finales de abril tres minisubmarinos llegaron a Penang a bordo del portahidros Nisshin, donde les esperaban los submarinos que iban a participar en el ataque. Al mando de la misión estaba el capitán Ishizaki, a bordo del I-16. El resto de la flotilla lo formaban los tres submarinos que servirían de nodrizas a los minisubmarinos, el I-10, el I-18 y el I-20.

La oportunidad de atacar surgió con el inicio de la Operación Ironclad. El 5 de mayo de 1942 las tropas de la Commonwealth desembarcaron en la colonia francesa de Madagascar. El objetivo principal era el estratégico puerto de Diego Suárez, al norte de la isla. Los franceses opusieron una resistencia encarnizada, pero en poco tiempo se impuso la superioridad numérica de los británicos. Diego Suárez cayó el 7 de mayo, y casi inmediatamente el puerto se convirtió en una de las principales bases de la Royal Navy en el Océano Índico. A finales de mes permanecían anclados en Diego Suárez el acorazado Ramillies, los destructores Duncan y Active, las corbetas Genista y Thyme, el transporte de tropas Karanja, el buque hospital Atlantis, el petrolero de escuadra British Loyalty, el mercante Llandaff Castle y un barco de municiones. Madagascar era el objetivo perfecto para los minisubmarinos japoneses.

La flotilla de submarinos llegó a Diego Suárez el 29 de mayo de 1942. En el trayecto habían perdido a una de sus unidades, el I-18, que sufrió una avería a causa de un temporal y tuvo que regresar. Ese mismo día, aproximadamente a las diez y media de la noche, el I-10 lanzó su hidroavión de reconocimiento. Pilotado por el teniente Toshio Araki y con el suboficial Yoshiharu Ito como observador, el avión sobrevoló la bahía de Diego Suárez. Los dos hombres vieron al Ramillies anclado en la rada. Los británicos a su vez vieron el avión japonés y dieron la alerta en la base.

El 30 de mayo hacia las cinco y media de la tarde, a 10 millas al este de la entrada a la bahía de Diego Suárez, los submarinos I-16 e I-20 lanzaron dos minisubmarinos. No se sabe qué ocurrió con el Ha-16b, tripulado por el alférez Katsusuke Iwase y el suboficial Kozo Takada. Al día siguiente el cadáver de un japonés, no se sabe si de Iwase o Takada, apareció en una playa próxima. El Ha-20, con el teniente Saburo Akieda al mando y el suboficial Masami Takemoto como navegante, consiguió entrar en la bahía. A las ocho y veinticinco de la noche, acosado por dos corbetas británicas, el minisubmarino logró lanzar un torpedo contra el Ramillies. El acorazado fue alcanzado en el costado de estribor, en la proa, junto a la torreta A. Diecinueve tripulantes resultaron muertos y cuarenta y siete heridos por la explosión. El torpedo abrió un boquete de seis metros de diámetro que inundó varios compartimentos. El buque se quedó fuera de combate, sin energía eléctrica y escorado. Aún bajo el ataque de las dos corbetas, el teniente Akieda se las arregló para disparar el segundo torpedo contra el British Loyalty. El petrolero de 7000 toneladas recibió el impacto en la sala de máquinas y se hundió rápidamente. Seis hombres murieron en la explosión. A continuación el Ha-20 se dirigió a la salida de la bahía. Todavía acosado por las corbetas, el Ha-20 navegó sumergido hasta que se quedó sin baterías. El teniente Akieda y el suboficial Takemoto lograron embarrancar la nave en el islote Nosy Antalikely e intentaron activar las cargas de demolición para destruir el submarino, pero las cargas no funcionaron. Desde allí se dirigieron a tierra firme, a un punto de evacuación designado previamente, cerca de Cabo d'Ambre. En los días siguientes los dos hombres se abrieron paso a través de la selva, recorriendo a pie decenas de kilómetros y recibiendo la ayuda de los nativos malgaches, que simpatizaban con los japoneses. Pero el 1 de junio en el pueblo de Anijabe un nativo les vendió a los ingleses. Al día siguiente los dos japoneses tuvieron un enfrentamiento con infantes de marina británicos. Armados con sus pistolas, mataron a un soldado e hirieron a otros dos antes de morir en la lucha.

Mientras tanto, la tripulación del Ramillies logró estabilizar el buque, que el 3 de junio partió por sus propios medios con destino a Durban. Ese mismo día los submarinos japoneses se retiraron del área. El I-20 emergió por última vez en las proximidades de Cabo d'Ambre tratando de contactar con los minisubmarinos. Ante la falta de respuesta al lanzamiento de bengalas y las llamadas por radio, a las seis de la tarde el I-20 abandonó definitivamente la zona.

Fuentes:
http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/batallas/dragon-divino-2.html
http://es.wikipedia.org/wiki/HMS_Ramillies_(07)