En el libro Una guerra de exterminio: Hitler contra Stalin, de Laurence Rees, se cuenta la respuesta de Stalin cuando leyó un documento que le remitían sus servicios secretos avisando del inminente ataque alemán. El documento tenía fecha del 16 de junio de 1941, y estaba firmado por V. N. Merkúlov, comisario del pueblo para la Defensa Estatal. El texto era el siguiente: Un informante infiltrado en el cuartel general de la Aviación alemana ha comunicado lo siguiente: 1. Alemania ha culminado todos los preparativos bélicos necesarios para acometer un asalto armado contra la URSS, por lo que debemos esperar ser objeto de ataque en cualquier momento ... En el Ministerio de Economía se dice que, durante una reunión de todos los especialistas en planificación económica celebrada para tratar de los territorios “ocupados” de la URSS, Rosenberg pronunció un discurso en el que aseguraba que “la idea misma de la Unión Soviética debe quedar borrada del mapa”. En la primera página, Stalin escribió: Camarada Merkúlov, puedes decir a tu “informante” que abandone su puesto en el estado mayor de la fuerza aérea alemana y se vaya con su puta madre. Lo suyo es más bien labor de desinformación.
Richard Sorge trabajaba como corresponsal en Tokio del Frankfurter Zeitung. Era además un hábil agente del espionaje soviético. Entre sus informantes se encontraba Ozaki Hozumi, asistente del príncipe Konoye. Veterano de la Primera Guerra Mundial, Sorge había hecho amistad con el coronel Kretschmer, agregado militar de la embajada alemana. También tenía buena relación con el embajador alemán, el general Eugen Ott, al que había conocido años antes en Berlín, y que como él había combatido en el frente belga. A través de Kretschmer supo que Alemania estaba preparando la invasión de la Unión Soviética. El 5 de marzo de 1941 envió la información a Moscú. Según Leopold Trepper, Sorge llegó a enviar una copia de la Directiva 21 (la orden de Hitler que ponía en marcha los preparativos para Barbarroja). El 12 de mayo informó de que se había enterado (de nuevo por el agregado militar alemán) de que 150 divisiones iban a atacar la URSS el 20 de junio (falló por dos días). También hay que decir que posteriormente envió otros mensajes que daban fechas distintas, todas ellas entre el 15 y el 30 de junio. La información fue calificada por la inteligencia soviética como no fiable.
La Orquesta Roja era como conocían los alemanes a una red de espionaje soviética que operaba en los países ocupados de Europa Occidental, dirigida por Leopold Trepper desde Bélgica. Era un veterano agente que tenía importantes contactos en Francia, Bélgica y Holanda, y que trabajaba para la inteligencia soviética desde comienzos de la década de los 30. En febrero de 1941, Trepper envió un informe detallado sobre el número de divisiones retiradas de Francia y Bélgica para ser enviadas al este. En mayo, através del agregado militar soviético en Vichy, el general Susloparov, envió a Moscú el plan de ataque.
El teniente de la Luftwaffe Harro Schulze-Boysen, sobrino segundo del almirante Tirpitz, era un protegido de Goering que trabajaba en el Ministerio del Aire. También era un agente soviético. A comienzos de 1941, Schulze-Boysen envió información precisa a Moscú sobre los planes de Barbarroja, en especial sobre las operaciones aéreas y los bombardeos previstos en Leningrado, Kiev, y Vyborg. De nuevo hay que puntualizar: Schulze-Boysen avisaba de que los alemanes estaban preparando un ataque contra la URSS, pero descartaba que éste se produjese antes de que terminase la guerra con Inglaterra.
Anatoli Gurevich era un agente de la inteligencia militar soviética en Francia y Bélgica. Ya en octubre de 1940 informó a Moscú de que los alemanes estaban preparando un ataque a la URSS el año siguiente. A comienzos de 1941 informó desde Bruselas que el ataque sería el mes de mayo.
Willie Leman (alias Breitenbach) era un agente de la Gestapo en misiones de contraespionaje que trabajaba para la inteligencia soviética desde la década de los 20. En marzo de 1941 informó a Moscú que la inteligencia militar alemana se estaba reorganizando para dar prioridad al departamento encargado de Rusia. El 19 de junio informó que el ataque iba a comenzar el día 22 a las 03:00 horas.
La red Lucy, dirigida por un periodista alemán llamado Rudolf Roessler, y que tenía informadores aún hoy desconocidos dentro del alto mando alemán, advirtió a comienzos de junio del inminente ataque alemán, incluyendo informaciones sobre el despliegue de las unidades alemanas y sus objetivos. Lucy transmitía su información a través de Alexander Rado, alias Dora, que operaba desde la neutral Suiza. En los dos años anteriores ya había enviado información precisa sobre el plan Blanco (la invasión de Polonia) y el Plan Amarillo (la ofensiva contra Bélgica, Holanda y Francia). Sin embargo, no era considerado un informador de fiar. A Stalin le parecía sospechoso que no aceptase dinero por sus servicios.
Los informes de los espías soviéticos eran casi continuos. En las semanas anteriores al comienzo de Barbarroja los agentes en los Balcanes y Europa oriental daban avisos del despliegue de unidades alemanas en las fronteras soviéticas. El 14 de mayo fue el agente con nombre en clave Zeus desde Sofía. El 19 Dora desde Zurich y el 20 Extern desde Helsinki comunicaron que los preparativos para el ataque se estaban ultimando. El 29 de Mayo ABC, desde Bucarest, dio la fecha del 15 de junio como la del comienzo de la invasión.
Un editor alemán entregó en la embajada soviética en Berlín una copia de un diccionario ruso-alemán del que había recibido el encargo de hacer miles de copias. Incluía la traducción de frases como "manos arriba" y "lléveme con el jefe de la granja colectiva".
El 20 de marzo, el general Filip Golikov, jefe del GRU (el servicio de información militar, dependiente del estado mayor del ejército soviético, la agencia de inteligencia que más entera había salido de las purgas) presentó un informe que alertaba de la concentración de tropas alemanas en la frontera, y añadía que un oficial alemán había informado al agregado militar soviético en Berlín que se estaba preparando la invasión de la URSS (aunque se añadía que esta no se produciría antes de que terminase la guerra con Gran Bretaña). En los dos meses siguientes Golikov siguió presentando informes que daban cuenta del aumento de la actividad y de la concentración de tropas alemanas en la frontera. Pero al mismo tiempo seguía descartando el ataque y calificando los rumores como desinformación procedente de la inteligencia británica, que trataba de provocar una crisis entre Alemania y la URSS. Le decía a Stalin exactamente lo que quería oir.
Por vía diplomática también llegaron múltiples avisos a Moscú de lo que estaban preparando los alemanes, desde los gobiernos británico, estadounidense e incluso chino.
Churchill cuenta en sus memorias cómo intentó convencer a Stalin de las intenciones alemanas. Según él, a finales de marzo de 1941 ya estaba convencido de que Hitler planeaba un ataque a la Unión Soviética, gracias a los informes que llegaban a los servicios de inteligencia británicos de sus agentes en los Balcanes (y más probablemente gracias a la descodificación de comunicaciones militares alemanas, algo que cuando Churchill escribió sus memorias todavía era información reservada). El 3 de abril envió un mensaje a su enbajador en Moscú, sir Stafford Cripps, con el encargo de que éste informase a Stalin en persona de los movimientos de divisiones motorizadas alemanas desde los Balcanes a Polonia. Churchill en sus memorias culpó al embajador de haber incumplido sus instrucciones cuando entregó el mensaje con tres semanas de retraso a Andrei Vishinski. Churchill pensaba que dando el mensaje a Stalin urgentemente y en persona se habría recalcado su importancia y puede que hubiese convencido a Stalin para actuar.
Pero antes incluso de estos hechos, en marzo de 1941, la Secretaría de Estado estadounidense había entregado al embajador soviético en Washington, Konstantin Oumansky, una copia de los planes de la Operación Barbarroja. Un resistente antinazi alemán se los había hecho llegar al agregado comercial norteamericano en Berlín, Samuel Woods.
A comienzos de junio el embajador estadounidense en Moscú hizo llegar al Ministerio de Asuntos Exteriores soviético las informaciones sobre los preparativos de la invasión que la Secretaría de Estado norteamericana estaban recibiendo de su cónsul en Königsberg (Prusia Oriental).
El 10 de junio el viceministro británico de Asuntos Exteriores, sir Alexander Cadogan, convocó al embajador soviético en Londres, Ivan Maisky, para entregarle información de inteligencia sobre la concentración de tropas alemanas en las fronteras soviéticas. Los días 12 y 13 fue el propio ministro, Anthony Eden, quien hizo llamar a Maisky para insistirle en la inminencia del ataque (aunque hay que decir que la mayor parte de la información entregada en esa ocasión por los británicos era errónea).
Aún falta por mencionar uno de los avisos más sorprendentes que recibió Stalin sobre las intenciones de Hitler. Sorprendente por el origen de la información, el mismísimo embajador alemán en Moscú, el conde Von der Schulenburg. Según Antony Beevor en su libro sobre Stalingrado:
Schulenburg, un diplomático de la vieja escuela, que creía en el aforismo de Bismarck de que Alemania nunca debería entrar en guerra con Rusia, tenía buenas razones para sorprenderse de la ignorancia del Kremlin (cuando fue llamado por Molotov el 21 de junio para que diese explicaciones sobre los movimientos alemanes). Más de dos semanas antes había invitado a Dekanozov, entonces de regreso a Moscú, a una comida privada y le advirtió de los planes de Hitler. Era evidente que el viejo conde se sentía libre de toda lealtad hacia el régimen nazi después de que el Führer le hubiera mentido descaradamente, asegurándole no esconder ningún designio contra Rusia. Pero Dekanozov, estupefacto ante tal revelación, inmediatamente sospechó una treta. Stalin, que reaccionó de la misma manera, estalló ante el Politburó: «¡La desinformación ha llegado ahora hasta las embajadas!». Estaba seguro de que la mayoría de advertencias habían sido «Angliyskaya provokatsiya» (parte de una trama de Winston Churchill, el archienemigo de la Unión Soviética, para que se iniciara una guerra entre Rusia y Alemania). Desde la fuga de Hess a Escocia, la conspiración se había hecho aún más complicada en su mente.
Un avión alemán fue capturado en la localidad de Rovno cuando tuvo que hacer un aterrizaje forzoso por problemas mecánicos. Los soviéticos comprobaron que estaba siendo utilizado para hacer mapas y planos de carreteras de las regiones occidentales de la URSS. En las semanas anteriores a la ofensiva las violaciones del espacio aéreo soviético por parte de aviones espía alemanes eran continuas, y se fueron intensificando a medida que se acercaba el día del comienzo de la invasión. Cuando Zhukov trató de convencer a Stalin para que diese orden de derribar los aviones alemanes, éste le respondió que el embajador alemán le había pedido que ignorase esos vuelos, que se trataba de prácticas llevadas a cabo por pilotos inexpertos.
El 22 de junio de 1941 comenzó la Operación Barbarroja. La sorpresa fue total.
Fuentes:
Laurence Rees: Una guerra de exterminio.
Alvaro Lozano: Operación Barbarroja
Slava Katamidze: KGB
Winston Churchill: La Segunda Guerra Mundial.
Antony Beevor: Stalingrado
http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/espionaje/roessler.html
http://www.exordio.com/1939-1945/militaris/espionaje/richardsorgeLARGE.html
http://www.nationmaster.com/encyclopedia/Abwehr
http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/RUStrepper.htm
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