La ayuda de Mussolini a Franco

En marzo de 1934 dos destacados monárquicos españoles, Antonio Goicoechea (alfonsino) y Rafael Olazábal (carlista), firmaron en Roma un pacto con el dirigente fascista Italo Balbo en representación del gobierno italiano, por el cual Italia iba a ayudar financieramente y a suministrar armas a la oposición monárquica, y, en el caso de que se produjese un alzamiento contra la República Española, se comprometía a apoyar a los sublevados, incluso militarmente si fuese necesario. Mussolini pretendía desestabilizar a la República para evitar un supuesto alineamiento de España con Francia en política exterior.

Después del golpe militar del 18 de julio Franco necesitaba urgentemente aviones de transporte para trasladar el Ejército de África desde Marruecos a la península, y trató de conseguir la ayuda que había prometido Mussolini. El 22 de julio hizo una petición a través del cónsul general de Italia en Tánger, que se llamaba nada menos que Pier Filippo de Rossi del Lion Nero. De Rossi escribió un telegrama a Roma donde solicitaba el envío de bombarderos y aviones de transporte. La respuesta de Mussolini fue un lacónico NO escrito al pie del telegrama. En un segundo telegrama que insistía en la petición de ayuda Mussolini escribió ARCHIVAR. Queda claro que Mussolini no estaba muy dispuesto a implicarse en el conflicto español.

Esa era la situación que se iba a encontrar el enviado personal de Franco, el periodista monárquico Luís Bolín, el mismo que antes del levantamiento militar había viajado a Inglaterra para contratar un avión (el Dragon Rapide) con el que Franco pudiese trasladarse de Canarias a Marruecos para ponerse al frente del Ejército de África. El 19 de julio Bolín partió para Roma, haciendo escala en Lisboa, donde consiguió el visto bueno del general Sanjurjo, y en Biarritz, donde se entrevistó con Luca de Tena, propietario del ABC, y el Conde de los Andes, antiguo ministro de la monarquía. Por mediación de ellos Bolín consiguió la ayuda de Alfonso XIII. En Roma a Bolín se le unió el Marqués de Viana, llegado desde Viena como enviado del rey exiliado con la misión de facilitar la negociación gracias a sus influencias romanas.

El 23 de julio Bolín y el Marqués de Viana fueron recibidos por Galeazzo Ciano, el yerno de Mussolini, que había sido nombrado ministro de Asuntos Exteriores apenas un mes antes. Ciano se mostró entusiasmado con la idea de enviar aviones en apoyo de los rebeldes españoles y les prometió que obtendrían de Italia toda la ayuda que necesitasen. Pero al día siguiente fue Filippo Anfuso, el jefe de gabinete de Ciano, quien se reunió con ellos para comunicarles que Italia no iba a ayudar a los sublevados. Bolín acudió de nuevo a Ciano, que había demostrado claramente que era el principal valedor de su causa dentro del gobierno italiano. En una segunda entrevista Bolín explicó a Ciano la situación desesperada de los sublevados y la necesidad urgente de los aviones.

El general Mola, auténtico jefe de la rebelión militar, envió por su parte el 24 de julio a Roma a Antonio Goicoechea, uno de los firmantes del acuerdo secreto entre la oposición monárquica y el gobierno fascista. Goicoechea se reunió también con Ciano el día 25 y le solicitó el envío de aviones. Le aseguró que los líderes militares del alzamiento estaban de acuerdo con los firmantes del pacto (como se ha visto todos los enviados a Italia para solicitar ayuda eran monárquicos reconocidos, ya que como el acuerdo previo lo habían firmado los italianos con la oposición monárquica, tenían que disipar cualquier duda que tuviese Mussolini sobre si los militares sublevados estaban representados por ellos).

Ciano insistió a su suegro, hasta que finalmente el 27 de julio consiguió que Mussolini aceptase enviar doce bombarderos Savoia S81, pero exigiendo el pago al contado antes de la entrega. El banquero mallorquín Juan March adelantó el dinero. El 30 de julio los doce bombarderos, con Bolín regresando como pasajero en uno de ellos, partieron de Cerdeña con destino a Melilla. Sólo llegaron nueve: debido a un fuerte temporal dos se estrellaron y uno tuvo que aterrizar en el Marruecos francés, donde fue incautado por las autoridades.

Así comenzaba la intervención italiana en la Guerra Civil Española, que en un principio pretendía ser limitada y de corta duración (Ciano contaría años después a Hitler que Franco le había asegurado que con el envío de doce bombarderos podría ganar la guerra en unos días). Pero con el tiempo Italia se fue implicando cada vez más en la contienda, hasta convertirse con diferencia en la potencia que más hombres y material envió. Llegó a haber 70.000 combatientes italianos en España.


2 comentarios:

  1. A Mussolini le interesaba en el fondo ayudar a Franco. Había motivos ideológicos, estratégicos y económicos; pero no "tragaba" a Franco. Hablaba mal de él siempre que la ocasión se le brindaba. Cuando la derrota de Guadalajara, el Duce echaba pestes de los estrategas del bando sublevado a los que recriminaba sus tácticas de ejército africanista.
    Un saludo.

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  2. Es cierto, pero en el momento de decidir la intervención italiana en España Mussolini todavía no podía tener ninguna opinión de Franco. Pienso que sus dudas se debían sobre todo al coste que había tenido su aventura en Abisinia, que acababa de terminar. Fue una campaña militar más difícil de lo esperado y que le había costado el aislamiento internacional y sanciones económicas de la Sociedad de Naciones.
    Un saludo.

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