¡Fuego de San Telmo! Hay que ser ignorante... Es evidente que esas cosas son aparatos de exploración y vigilancia de origen alienígena. Todo el mundo lo sabe. Y más si estás en una película titulada La Tierra contra los platillos volantes (Earth vs. the Flying Saucers, 1956).
Y es que, aunque el doblaje español lo conviertiese en “lo que los pilotos llaman fuego fatuo” (algo que no tiene ningún sentido, aunque en su defensa hay que decir que foo fighter es difícilmente traducible), y a pesar de la supuesta censura que, según muchos ufólogos y conspiranoicos, existía sobre el tema, estas escenas son un ejemplo que prueba que la historia de los foo fighters tuvo una gran difusión en los años de postguerra.
El mito de los foo fighters tuvo su origen en un comunicado oficial. El 13 de febrero de 1945 una nota de prensa emitida en París por el SHAEF (Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada) informaba de la aparición de una nueva arma enemiga en los cielos de Europa, aunque no se aclaraba mucho sobre en qué consistía ni cómo funcionaba. En realidad lo poco que se sabía era que se trataba de pequeñas esferas luminosas o de aspecto metálico que acompañaban a los aviones aliados en sus vuelos sobre Alemania. La prensa reprodujo la nota con títulos como “La bola flotante es una nueva arma de los nazis” (New York Times):
”Hoy ha aparecido una nueva arma en el frente aéreo occidental. Los hombres de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos han informado que se han encontrado con esferas de color plateado en el espacio aéreo alemán. Iban en solitario o en grupo. A veces eran semitranslúcidas... El nuevo artefacto, que parece ser un arma de defensa aérea, parece una gran bola de las que adornan los árboles de Navidad. No hay información sobre cómo se sostienen como estrellas en el cielo, qué hay en su interior o para qué sirven en realidad”.
Los periódicos estadounidenses y británicos dedicaron numerosos reportajes al misterio de las bolas voladoras, sin llegar a ninguna conclusión. Eran muchas las tripulaciones que aseguraban haberse topado con ellas, e incluso empezaron a llegar testimonios desde el otro extremo del mundo de aviadores que afirmaban que en el frente del Pacífico también se habían encontrado con el extraño fenómeno. También se empezó a decir que los pilotos británicos habían estado informando de avistamientos al menos desde 1941. Después de la guerra se incluyó también a alemanes y japoneses en la lista. En todo caso parece que casualmente (o no tanto) el boom de los avistamientos fue a partir de la proliferación de misiones de caza nocturna, que se multiplicaron gracias a los avances en la tecnología del radar a partir de 1944. Fueron los propios pilotos aliados los que bautizaron el fenómeno como foo fighter. Se suele explicar que foo es una derivación del francés feu, es decir, que la expresión significaría “caza de fuego”, aunque según James Hayward, autor de Mitos y leyendas de la Segunda Guerra Mundial, su origen está en una popular tira cómica protagonizada por un personaje llamado Smokey Stover, un bombero que se llamaba a sí mismo foo fighter y que repetía continuamente la frase Where there's foo, there's fire (“donde hay humo hay fuego”).
Pese a los numerosos testigos, las fuerzas armadas aliadas no presentaron ningún informe oficial sobre los foo fighters. Si hubo algún tipo de investigación, no se hizo pública. De hecho, después de la nota emitida por el SHAEF no volvieron a hablar de la supuesta nueva arma alemana. Oficialmente se atribuían los avistamientos a alucinaciones provocadas por la fatiga o al fuego de San Telmo.
¿Qué eran los foo fighters? Es un misterio. La hipótesis del fuego de San Telmo parece razonable. Es un fenómeno conocido desde la antigüedad por los marinos, ya que se manifestaba típicamente en las puntas de los mástiles de los barcos. Se forma cuando una tormenta genera un campo eléctrico tan fuerte que el aire se ioniza y se producen descargas de partículas fuertemente cargadas en forma de fogonazos, a menudo dobles o triples. El problema de esta teoría es que se supone que el fuego de San Telmo se da excepcionalmente, y no se explica por qué hubo una acumulación de casos en los meses finales de la Segunda Guerra Mundial. La primera pregunta que habría que hacerse sería ¿realmente existió tal acumulación? En realidad nadie sabe cuántos avistamientos hubo. Se nos dice que fueron muchos, pero ¿eso cuánto es? ¿Decenas? ¿Miles? Hay diferencia.
Pero supongamos que el fenómeno foo fighter era en realidad fuego de San Telmo y que es cierto que en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial se produjo una oleada de ellos. ¿Por qué precisamente en esas fechas? Quizá porque fue en esas fechas cuando el tema estuvo de moda. Y es que es más fácil ver algo cuando todo el mundo está hablando de ello. Algún otro tipo de fenómeno meteorológico, una bengala disparada desde tierra, o un reflejo en el plástico de la carlinga, en cualquier otro momento se habría quedado en una luz extraña vista por el piloto a la que ni él mismo le habría dado importancia. En medio de la fiebre de los foo fighters se convertiría en un nuevo caso que añadir a la leyenda.
El poder de la sugestión es impresionante. Hace tiempo conté en La Batalla de Los Ángeles cómo una ciudad entera creyó estar sufriendo un ataque aéreo inexistente. El episodio, como el de los foo fighters, se convirtió en uno de los grandes mitos de la ufología.
La sugestión y el pánico hacen que veamos ovnis por todas partes. Todavía recuerdo la que lió Orson Welles contando por radio que los alienígenas habían llegado a la Tierra. Era una serie de ficción y la gente pensó que era una noticia real.
ResponderEliminarUn saludo.
De hecho en el fenómeno OVNI son típicas las oleadas. ¿Hay avistamientos cuando el tema está de moda, o el tema se pone de moda cuando hay avistamientos? Yo creo que es más lo primero.
ResponderEliminarUn saludo, Cayetano.