Despertando a un gigante dormido

Seguro que muchos conocéis la frase que pronunció el almirante Yamamoto después del ataque a Pearl Harbor, que supuso la entrada en la guerra de Estados Unidos: "Me temo que hemos despertado a un gigante dormido".

Pues esta historia no tiene nada que ver con eso.

Desde su ocupación a comienzos de 1942, el puerto de Rabaul, en la isla de Nueva Bretaña, se convirtió en la principal base aeronaval japonesa en el Pacífico suroccidental. En 1943 permanecían allí alrededor de 110.000 soldados japoneses. Al finalizar la batalla de Guadalcanal, la neutralización de Rabaul se convirtió en el objetivo principal de las fuerzas aliadas del Pacífico Sur. A mediados de marzo de 1943 la 5ª Fuerza Aérea inició una campaña de ataques aéreos que se mantendría hasta el final de la guerra.

Uno de los primeros ataques que sufrió Rabaul fue una incursión de diez B-17 del 43º Grupo de Bombardeo de la USAAF. La misión había sido preparada concienzudamente. En primer lugar lanzaron bombas de 500 libras con espoleta de tiempo preparadas para detonar a unos 30 metros sobre el suelo, muy eficaces contra los emplazamientos antiaéreos y los reflectores. Una vez eliminadas las defensas antiaéreas, los bombarderos continuaron con su metódico ataque sin oposición. Los objetivos eran talleres, cuarteles, almacenes y centros de comunicaciones. Fueron lanzadas un centenar de bombas de distintos tipos: de demolición, de fragmentación e incendiarias. Todas cayeron en las áreas marcadas como blancos.

Sin embargo, uno de los bombarderos pareció errar en su objetivo. En lugar de atacar la base se dirigió a una montaña cercana y dejó caer su carga de bombas en la cima. No era un error. La montaña era el Rabatana, un volcán activo. Su última erupción había tenido lugar en 1937. Desde entonces solo había emanado humo de su cráter, pero los estadounidenses creyeron que con un bombardeo podían despertarlo y hacer fluir de nuevo la lava, lo que obligaría a los japoneses a evacuar la ciudad que estaba a sus pies. El B-17, pilotado por Carl Hustad, dejó caer con precisión sus dos bombas de 2.000 libras exactamente sobre el cráter del Rabatana. Esperaron alrededor del objetivo durante más de diez minutos, pero no hubo ninguna explosión. El plan no había funcionado.

La ciudad de Rabaul fue destruida por la erupción del Rabatana el 19 de septiembre de 1994.

5 comentarios:

  1. Buena historia...al final parece que SI despertaron al gigante dormido ;)

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  2. Eso es una espoleta retardada y los demás son tontadas, jajaja

    Saludos!!

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  3. Un cálculo equivocado. La destrucción tuvo que demorarse casi sesenta años para fortuna de los vecinos.
    Un saludo.

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  4. Por cierto, los habitantes llevaban años preparándose para una evacuación cuando se diese la alarma definitiva. Por eso, aunque la ciudad fue casi totalmente destruida en la erupción de 1994, tan solo hubo cinco víctimas mortales.
    Un saludo.

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