Un olvido mortal

A comienzos de 1942, después de la entrada de Estados Unidos en la guerra, el almirante Dönitz envió sus submarinos oceánicos a atacar las costas norteamericanas y caribeñas. Allí parecía que aún no eran conscientes de que estaban en guerra. Los mercantes navegaban en solitario, haciendo uso de sus radios sin limitación alguna y sin hacer caso de las más elementales medidas de seguridad. Las patrullas antisubmarinas eran totalmente previsibles, y las tripulaciones de los destructores y los aviones de vigilancia estaban poco instruidas en el combate contra los submarinos. Por consiguiente, en esos primeros meses los submarinos alemanes hicieron estragos en la navegación a lo largo de las costas americanas. Una de las zonas atacadas fue la que en aquella época era la de mayor tráfico petrolífero del mundo, en el sur del Caribe. Comprendía la costa de Venezuela, las islas de soberanía holandesa de Aruba y Curaçao, con sus refinerías, y el importante nudo de enlace de la isla de Trinidad.

El 13 de febrero de 1942 llegó a su zona de operaciones (la isla de Aruba) el U-156, un submarino del Tipo IX-C. Su comandante era el teniente Werner Hartenstein. Sus órdenes eran hundir la mayor cantidad posible de buques cisterna y cañonear los depósitos de petróleo de las refinerías, que se encontraban muy próximos a la costa. La fecha fijada para el ataque era el 16 de febrero. El U-156 dispuso de unos días para hacer un reconocimiento del objetivo. Había dos grandes refinerías en Aruba, una en el puerto de Oranjestad y otra en San Nicolás. Los alemanes se sorprendieron al ver las ciudades y las refinerías brillantemente iluminadas. No había órdenes de oscurecimiento.

El ataque comenzó a la una y media de la madrugada del 16 de febrero. El U-156 entró en el puerto de San Nicolás y lanzó sus torpedos contra dos petroleros de bandera británica, el Pedernales y el Oranjestad. El primero fue alcanzado de lleno y comenzó a arder. Murieron ocho de sus veintiséis tripulantes. El barco quedó muy dañado, pero más tarde sería reflotado. El segundo también estalló en llamas y se hundió una hora después, muriendo quince de sus veintidós tripulantes.

El Pedernales semihundido:


A continuación los alemanes se dispusieron a bombardear las instalaciones de la refinería con el cañón de cubierta de 105 mm. Pero cuando abrieron fuego el cañón estalló dejando malheridos a los dos artilleros.

¿Qué había ocurrido? Fue un trágico error humano. Los artilleros se habían olvidado de quitar el tapón de boca que impedía que el agua penetrase en el cañón. Cuando el proyectil se encontró con el obstáculo, explotó en el ánima. Las víctimas fueron Heinrich Büssinger, que murió unas horas más tarde, y el teniente Dietrich von dem Borne, que perdió el pie derecho.

El teniente Hartenstein ordenó entonces usar el cañón antiaéreo de 37 mm, con el que hicieron varios impactos en un tanque de almacenamiento y una casa de la orilla. Ante los escasos resultados del cañoneo, los alemanes decidieron salir mar afuera para interceptar los barcos que trataban de huir. Allí atacaron repetidamente al petrolero norteamericano Arkansas. Los dos primeros torpedos fallaron el blanco. El tercero impactó en el petrolero, pero no lo hundió. El Arkansas sería reparado y continuaría en servicio.

Uno de los torpedos quedó varado en una playa. Dos días después, cuando trataban de desactivarlo, el torpedo hizo explosión matando a cuatro hombres e hiriendo a otros tres.

El teniente Dietrich von dem Borne fue desembarcado en la Martinica para ser tratado en un hospital. Cuando esta isla francesa pasó a manos aliadas, fue hecho prisionero. Fue repatriado al finalizar la guerra.

6 comentarios:

  1. Mira que olvidar quitar el tapón al cañón. Un olvido lamentable, nunca mejor dicho. Debe dar mucha rabia. A mí me ha pasado alguna vez algo parecido, pero sin muertos ni heridos,cuando me hincho a hacer fotos y luego me doy cuenta que no he quitado el tapón a la máquina.
    Un saludo.

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  2. Si tu vida dependiese de ello probablemente te olvidarías menos.
    O puede que más, porque la tensión del combate puede hacer que se cometan errores como estos.
    Un saludo, Cayetano.

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  3. El problema es que una vez que cometes un fallo como ese ya no tienes oportunidad de subsanarlo,en fin,por suerte para sus enemigos.

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  4. Vaya cagada!! Me suena haber leído esta historia en algún libro de Jesús Hernández, no recuerdo ahora cual. Lo que no recordaba era que el U-156 llegó a disparar sus torpedos contra el puerto y alcanzó a esos dos petroleros, y posteriormente al Arkansas, causando esas bajas y daños materiales. Menos mal, si no la misión si que hubiera sido un fiasco absoluto.

    saludos!!!

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  5. Leí que al torpedear los barcos se formó una densa humareda que no permitía ver la refinería (el objetivo principal de la misión) y provocó nerviosismo y prisas contribuyendo a este error.

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  6. Tiene sentido.. Gracias por ampliar la información.

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