Hundid el Tirpitz

A comienzos de 1942 el acorazado Tirpitz, el buque más poderoso de la Kriegsmarine, fijó su base en el norte de Noruega, convirtiéndose en una amenaza permanente para los convoyes que transportaban al puerto de Murmansk los suministros que la Unión Soviética necesitaba para mantener la guerra contra Hitler. En febrero de 1943 el jefe de la Marina de Guerra alemana, el almirante Karl Dönitz, lo envió junto con el acorazado Scharnhorst y sus respectivos grupos de destructores de escolta al extremo norte de Escandinavia. El Almirantazgo británico era consciente de la importancia que tenía la presencia del Tirpitz en aquellas aguas y estaba dispuesto a recurrir a cualquier medio para acabar con el acorazado alemán y asegurar así las líneas de comunicaciones aliadas. Ya en 1942 los británicos habían intentado dejarlo fuera de combate con una infructuosa serie de raids aéreos y con un arriesgado ataque con torpedos tripulados.

El 22 de septiembre de 1943 tres minisubmarinos X-Craft (X5, X6 y X7) alcanzaron la boca del fiordo de Alta, el refugio del Tirpitz, remolcados por submarinos de ataque de la Royal Navy. El X5 fue detectado cerca de las redes antitorpedos y hundido con cargas de profundidad. Los otros dos pasaron bajo las redes, eludieron las defensas alemanas y lograron colocar una mina cada uno bajo el Tirpitz. Las dos minas estallaron causando graves daños al acorazado. La torreta Dora (una de las torres de artillería principales, con dos cañones de 380 mm) se desplazó de sus soportes y quedó inutilizada. Se abrió un boquete en uno de los tanques de combustible, y las inundaciones provocaron una escora de unos dos grados en el buque. Además, el agua de mar dañó la mayor parte de los turbogeneradores. El Tirpitz quedaba temporalmente fuera de combate. El almirante Dönitz envió a Alta el barco de reparaciones Neumark para realizar los trabajos necesarios allí mismo.

Con el Tirpitz inmovilizado, la única fuerza naval operativa que mantenían los alemanes en el norte de Noruega era la formada por el acorazado Scharnhorst y su escolta de destructores. En diciembre el Scharnhorst fue hundido en un combate con el Duke of York. A partir de ese momento el regreso del Tirpitz se convirtió en una prioridad, ya que era el único medio que tenía la Kriegsmarine de mantener la amenaza sobre la vital ruta de los convoyes del Ártico.

El Tirpitz en el fiordo de Alta:


En marzo de 1944 los británicos tuvieron conocimiento de que el Neumark abandonaba Alta, señal de que las reparaciones habían finalizado y en poco tiempo el Tirpitz estaría en condiciones de volver a zarpar. Para evitarlo programaron un gran ataque aéreo para el 4 de abril en el que intervendrían cuarenta bombarderos en picado y cuarenta cazas de los portaaviones Victorious y Furious y los portaaviones de escolta Emperor, Fencer, Pursuer y Searcher. El nombre en clave de la misión era operación Tungsten. En el último momento, gracias al descifrado de las comunicaciones navales alemanas, al Almirantazgo le llegó la información de que el acorazado tenía previsto abandonar el fiordo para pruebas de mar en la mañana del 3 de abril, el día antes del fijado para la operación. Aquello les obligó a adelantar el ataque veinticuatro horas. A pesar de los cambios en los planes a última hora, los bombarderos británicos consiguieron una sorpresa total. La primera oleada atacó a las cinco y media de la mañana, cuando los remolcadores se preparaban para sacar al Tirpitz de su amarre. Las defensas antiaéreas del acorazado tardaron mucho en reaccionar, y los aviones lanzaron sus bombas casi sin oposición. La segunda oleada inició el ataque una hora después, a las seis y media. Los alemanes estaban ya en alerta, pero tan solo lograron derribar uno de los aviones. En los dos ataques el acorazado recibió en total quince impactos directos y dos cercanos. Los daños fueron cuantiosos. Hubo más de cien muertos y cerca de trescientos heridos, entre ellos el capitán del buque, Hans Meyer. Dos de las torretas de 150 mm fueron destruidas por las bombas, al igual que los dos hidroaviones Arado. La turbina de estribor quedó inutilizada, y el acorazado sufrió varios incendios e inundaciones. Dönitz ordenó iniciar inmediatamente las reparaciones.

Las bombas caen sobre el Tirpitz en el ataque del 3 de abril:


En poco tiempo el Tirpitz volvió a estar en condiciones de salir al océano, pero continuó fondeado en Alta. Su presencia allí, amenazando las rutas de los convoyes del Ártico, mantenía fijadas en el Mar del Norte grandes unidades navales enemigas. Además servía de protección contra un posible desembarco aliado en el norte de Noruega. Pero la razón fundamental por la que permanecía en Alta era porque habría sido un suicidio tratar de regresar a Alemania o salir al Atlántico, dada la abrumadora superioridad aérea y naval aliada. Allí se encontraba protegido por la orografía del fiordo, por su potente armamento antiaéreo y por los equipos fumígenos desplegados a bordo y alrededor del buque, en tierra o sobre pesqueros.

Entre mayo y agosto los británicos planearon una serie de ataques aéreos desde portaaviones contra el Tirpitz, pero la mayor parte de ellos tuvieron que cancelarse a causa de las condiciones meteorológicas. Ocurrió con la operación Planet (una repetición de la operación Tungsten), planeada para el 24 de abril, la operación Brawn, prevista para el 15 de mayo, y la operación Tiger Claw, el 28 de mayo. En julio el portaaviones Indefatigable se unió al Victorious y al Furious para preparar un nuevo ataque, la operación Mascot, que tendría lugar el 17 de julio y en la que intervendría una gran fuerza de sesenta y dos bombarderos y treinta cazas. Pero una vez más el mal tiempo desbarató los planes británicos.

A finales de agosto una mejoría en el tiempo permitió iniciar una serie de ataques conocidos con el nombre en clave de Goodwood. El 22 de agosto se lanzaron las operaciones Goodwood I y II, en las que participaron treinta y ocho bombarderos y cuarenta y tres cazas de los portaaviones Furious, Indefatigable y Formidable y los portaaviones de escolta Nabob y Trumpeter. Tras dos incursiones sucesivas el Tirpitz no sufrió ningún daño, mientras que tres de los aviones atacantes fueron derribados. Dos días después se lanzó la Goodwood III, con cuarenta y ocho bombarderos y veintinueve cazas. En esta ocasión el Tirpitz fue alcanzado dos veces. Una bomba de 725 kg atravesó la cubierta acorazada, pero no detonó. Otra bomba, de 235 kg, explotó causando tan solo daños superficiales. Los británicos perdieron seis aviones en la misión. Cinco días más tarde, el 29 de agosto, tuvo lugar un nuevo ataque, Goodwood IV, a cargo de treinta y cuatro bombarderos y veinticinco cazas de los portaaviones Formidable e Indefatigable. Aquel día una espesa niebla protegió al Tirpitz de los bombarderos, que no lograron ningún blanco. Por su parte, la artillería antiaérea alemana logró derribar un Fairey Firefly y un Corsair.

En ese momento los británicos decidieron cambiar de táctica. Los ataques de bombarderos en picado basados en portaaviones estaban siendo muy poco efectivos. Los atacantes seguían una ruta previsible, y cuando lograban llegar a su objetivo superando las defensas antiaéreas y lanzar sus bombas, los daños causados eran despreciables. La solución sería utilizar bombarderos pesados, pero Alta estaba fuera del radio de acción de los bombarderos con base en Escocia. Si encontraban una manera de reducir aquella distancia, con un poco de suerte podrían acabar con el Tirpitz en la siguiente misión.

Al atardecer del 11 de septiembre de 1944, treinta y ocho bombarderos Lancaster de los escuadrones 617º y 9º de la RAF, dos Liberator del Mando Costero, un Mosquito de reconocimiento fotográfico y otro avión de filmación de la RAF, despegaron de Lossiemouth, en Escocia, al mando del capitán de grupo C.C. McCullen. Veintiséis de los Lancaster cargaban una bomba Tallboy cada uno, los otros doce portaban minas antibuque especiales conocidas como “Johnny Walker”. Las Tallboy medían seis metros de largo y casi un metro de diámetro, y pesaban 5,6 toneladas. Eran “bombas sísmicas”, diseñadas para penetrar en el suelo varias decenas de metros antes de explosionar, por lo que la destrucción no era causada por una onda expansiva, como en las bombas convencionales, sino por una auténtica onda sísmica generada debajo del objetivo.

Uno de los bombarderos tuvo que regresar a Gran Bretaña por problemas mecánicos. El resto de los aviones se dirigieron a Arcángel, en el Ártico soviético. Desde allí el Tirpitz quedaba al alcance de los bombarderos británicos. El ataque se realizaría desde el este, siguiendo una dirección totalmente inesperada por los alemanes. La misión estuvo a punto de fracasar en sus comienzos por problemas con las comunicaciones. La niebla, la mala calidad de los mapas de los que disponían y los errores con los códigos de comunicaciones soviéticos hicieron que los aviones británicos tuviesen problemas para encontrar los aeródromos. De hecho, seis de ellos tomaron tierra en campos de labranza. Con la ayuda de los soviéticos y la labor del personal de mantenimiento de la RAF que había viajado con ellos en los Liberator, trabajaron contra reloj en rescatar y reparar los daños de los aviones.

Al amanecer del 15 de septiembre despegaron de Arcángel veintisiete Lancaster (veintiuno con Tallboys y seis con Johnny Walkers) y el avión de filmación. Cien kilómetros antes de llegar al fiordo, los bombarderos descendieron a la cota de bombardeo. Los alemanes fueron pillados por sorpresa y no tuvieron tiempo de extender una cortina de humo para ocultar el acorazado. El fuego antiaéreo fue moderado y poco preciso. Cuatro de los bombarderos no llegaron a lanzar sus bombas. Del resto, las tripulaciones afirmaron que al menos una bomba había alcanzado al Tirpitz, y una o dos más habían caído muy cerca. Todos los aviones regresaron sin novedad a Rusia, y de allí a Escocia. El ataque había salido a la perfección.

El Tirpitz había sufrido daños importantes en la parte de proa. A mediados de octubre cambió de fondeadero. Se trasladó al sur, hasta Tromsø. El almirante Dönitz decidió dejarlo definitivamente inmovilizado para servir tan solo como batería flotante en la defensa de Noruega. En consecuencia, gran parte de la tripulación abandonó el acorazado. Tan solo permanecieron las dotaciones de sus armas y el personal imprescindible. En Tromsø el capitán del buque, el contraalmirante Peters, buscó un lugar de poca profundidad y aguas tranquilas para fondearlo. A causa de la accidentada orografía de la costa noruega, no pudo encontrar un fondeadero adecuado. Los alemanes tuvieron que rellenar con arena los huecos en el fondo del lugar elegido, para impedir que el buque se hundiese en caso de ser alcanzado en un bombardeo aéreo.

En Tromsø el Tirpitz estaba protegido por buques antiaéreos y cazas, pero ahora se encontraba 320 Km más cerca de Gran Bretaña, al alcance de los bombarderos con base en Lossiemouth. Los británicos decidieron atacar una vez más desde el este, obligando a los bombarderos a dar un gran rodeo. Los Lancaster fueron equipados con depósitos de combustible adicionales y fueron desprovistos de su armamento y todo el peso no imprescindible. A las tres de la madrugada del 29 de octubre treinta y siete Lancaster despegaron de Lossiemouth. A las nueve de la mañana llegaron a Tromsø e iniciaron el ataque. De nuevo la sorpresa fue total, pero en esta ocasión la suerte favoreció a los alemanes. Cuando los bombarderos británicos se aproximaban, una capa de nubes bajas ocultó el acorazado. Los Lancaster tuvieron que hacer varias pasadas antes de lanzar sus bombas. Informaron de un único impacto probable. Además, uno de los aviones fue alcanzado por el fuego antiaéreo y tuvo dirigirse a Suecia, donde el piloto logró a duras penas realizar un aterrizaje forzoso.

El tiempo se acababa. Los días eran cada vez más cortos, y si los británicos querían atacar de nuevo tenían que hacerlo antes de que llegase el invierno ártico y disminuyesen aún más las horas de luz. A las dos de la madrugada del domingo 12 de noviembre, treinta Lancaster de los escuadrones 617º y 9º, acompañados una vez más de un avión de filmación, despegaron de Lossiemouth. Siguieron la misma ruta que el ataque anterior. Una vez más, la respuesta alemana fue lenta. No se tendió la cortina de humo, y los cazas de la Luftwaffe no dieron señales de vida.

Superando el fuego de la artillería antiaérea, los bombarderos dejaron caer sus Tallboys sobre el acorazado. Dos de ellas alcanzaron al Tirpitz y provocaron una gran explosión en un pañol de municiones. La mala suerte quiso que otras de las enormes bombas cayesen en el costado de babor del buque y abriesen una trinchera en la arena del fondo. El acorazado zozobró. Al alejarse, las tripulaciones de los bombarderos pudieron observar que quedaba con la quilla al aire.

Estado en el que quedó el acorazado tras el ataque del 12 de noviembre:


Siete meses y doce raids aéreos después, los británicos habían logrado hundir el Tirpitz.

Fuentes principales:
Grand Slam, artículo de Cuerpos de Élite Nº13
Karl Dönitz: Diez años y veinte días
http://es.wikipedia.org/wiki/Acorazado_Tirpitz

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