Por el uniforme del mariscal

El 500 SS-Fallschirmjäger-Bataillon era una unidad paracaidista y de operaciones especiales de las Waffen-SS. Hay quien la considera una unidad disciplinaria, ya que si bien aproximadamente la mitad de sus mil hombres eran reclutas voluntarios, el resto eran reclusos indultados a cambio de su incorporación al batallón, provenientes de lugares como las prisiones militares de las SS de Danzig-Matzkau y Dachau. La mayoría de ellos cumplían penas por insubordinación, desobediencia, y en general faltas contra la disciplina militar. No se aceptaba a condenados por crímenes contra el régimen nazi o que tuviesen relación con el mercado negro.

El batallón nació oficialmente en Chlum, Bohemia, en octubre de 1943, al mando del SS-Sturmbannführer (el equivalente a comandante en las Waffen-SS) Herbert Gilhofer. En noviembre se trasladaron a la Luftwaffe Fallschirm-Schule Nr 3 de Mataruska-Banja, cerca de Kraljevo, en Serbia, donde recibieron adiestramiento en técnicas de paracaidismo. El entrenamiento físico al que están sometidos era particularmente duro, con frecuentes prácticas de supervivencia en las montañas y marchas forzadas. Debido al heterogéneo origen de los hombres que formaban la unidad, el objetivo principal del adiestramiento era lograr la cohesión del grupo.

En enero de 1944 el batallón se trasladó a Papa, Hungría, donde completaron su formación como paracaidistas. En febrero tuvieron sus primeros combates con partisanos yugoslavos, participando en cooperación con otras unidades alemanas en operaciones contra las guerrillas comunistas en la zona de Tuzla, en Bosnia. Durante dos meses intervinieron en numerosas operaciones antipartisanas en Serbia, Macedonia y Bosnia, combatiendo siempre como infantería, no como tropas aerotransportadas. A finales de abril el batallón fue retirado del combate y regresó a su base. Gilhofer fue sustituido en el mando de la unidad por el SS-Hauptsturmführer (capitán) Kurt Rybka. Poco después recibieron nuevas órdenes de Berlín: su siguiente misión iba a ser por fin una operación aerotransportada, y su objetivo nada menos que Josip Broz, más conocido como Tito, el líder de los partisanos yugoslavos.

Acabar con Tito se había convertido en una prioridad para las fuerzas alemanas en los Balcanes. El líder comunista llevaba dirigiendo operaciones a gran escala contra las fuerzas del Eje desde 1941, cuando creó y organizó el NOVJ (Ejército Popular Yugoslavo de Liberación), una fuerza que en 1944 estaba formada por entre 250.000 y 300.000 combatientes. Había logrado ser reconocido por las potencias aliadas como el único interlocutor en la región, y estadounidenses, británicos y soviéticos mantenían misiones de enlace permanentes con su cuartel general. Pese a su ideología comunista, los británicos le abastecían de equipo militar y suministros desde julio de 1943, en perjuicio del líder monárquico Dara Mihailovic y sus chetniks. Los partisanos controlaban aproximadamente un tercio del territorio de Yugoslavia. En 1944, enfrentada al avance soviético en el este, a la presión aliada en Italia y a la amenaza de desembarcos en el oeste, Alemania no podía destinar muchos recursos a la lucha antipartisana en los Balcanes. Los alemanes apenas podían mantener el control en las ciudades y las principales vías de comunicación, mientras que los hombres de Tito se habían hecho fuertes en las zonas rurales y montañosas. Aquella guerra de guerrillas era muy costosa para la Wehrmacht. Protegidos por el terreno montañoso, los partisanos sometían un acoso continuo a las columnas alemanas, en una lucha cruel en la que rara vez se hacían prisioneros.

A finales de febrero un comando de brandenburger (tropas de operaciones especiales dependientes del Abwehr) localizó el cuartel general de Tito en Drvar, un pequeño pueblo situado en la parte inferior del valle de Unac, en el oeste de Bosnia. Partiendo de aquella información los alemanes planificaron un asalto aerotransportado, la única forma de conseguir la sorpresa y la velocidad de acción necesarias para lograr el éxito. El ataque fue confiado a los paracaidistas del 500 SS-Fallschirmjäger-Bataillon.

La operación, denominada con el nombre en clave de Rösselsprung, fue programada para el 25 de mayo de 1944. El plan era sencillo en su planteamiento, pero de muy difícil ejecución. El objetivo era eliminar a Tito y su estado mayor y a los oficiales de enlace de las misiones aliadas. Para asegurarse de que Tito no pudiese escapar, la operación incluía el cerco de Drvar por parte de varias columnas motorizadas, que con el apoyo de la Luftwaffe y partiendo de las ciudades de Bihac, Livno, Jajce, Krupa, Bosan y Kulen convergerían en el valle. Entre aquellas unidades terrestres destacaban los veteranos de la 7ª División de Montaña SS-Prinz Eugen, reforzados por elementos de la 1ª División de Montaña y varias unidades de voluntarios croatas.

A aquellas alturas de la guerra los aviones de transporte con los que podían contar los alemanes eran muy escasos. Los Ju 52 disponibles podrían como mucho llevar a un tercio de los paracaidistas, así que se decidió recurrir a planeadores, por una parte, y lanzar el asalto en dos oleadas, por otra. El primer escalón estaría formado por seiscientos cincuenta y cuatro paracaidistas y un grupo de veinte hombres (brandenburger, especialistas en transmisiones e intérpretes de la Prinz Eugen) encargados de destruir los equipos de comunicaciones de los partisanos y capturar los códigos enemigos. Trescientos catorce paracaidistas saltarían de los Ju 52, con la misión de asegurar las zonas de aterrizaje de los planeadores, y otros trescientos cuarenta tomarían tierra en planeadores DFS Gotha Go 230 remolcados hasta el objetivo por Ju-87 y Hs-126. Estos últimos estaban divididos en seis grupos: el mayor, llamado Panther, formado por ciento diez hombres, sería el encargado de tomar al asalto el cuartel general de Tito. Otros tres grupos, Greifer, Sturmer y Brecher, con cincuenta hombres cada uno, acabarían con las misiones aliadas. Los grupos Draufgänger y Beisser, más reducidos y en los que estaban los especialistas en transmisiones, tenían que destruir las instalaciones de comunicaciones y capturar los códigos de radio. Si todo iba bien y el cuartel general yugoslavo era capturado, el grupo Panther desplegaría una bandera alemana. Si tenían problemas lanzarían una bengala roja y el resto de grupos acudirían en su auxilio. Una segunda oleada saltaría más tarde de los Ju 52 con la misión de rodear el pueblo y asegurarse de que los defensores no recibiesen ningún refuerzo del exterior.

Entre el 21 y 24 de mayo los paracaidistas se trasladaron por camión y ferrocarril desde su base en Mataruska Banja hasta los campos de aviación de Zrenganin, Banja Luka y Zagreb. Los movimientos y los preparativos se hicieron bajo el máximo secreto. Los hombres arrancaron de sus uniformes las insignias de la unidad y ocultaron su equipo de salto, evitando mostrar cualquier detalle que pudiese servir de pista a los espías de Tito. Incluso en la última reunión informativa, celebrada horas antes del comienzo de la misión, los oficiales se limitaron a dar vagos detalles sobre sus objetivos.

Pero a pesar del secreto que rodeaba la operación, una serie de ataques aéreos de la Luftwaffe contra Drvar, un objetivo sin interés estratégico aparente, había puesto en guardia a los partisanos. Probablemente no pensaban en un asalto paracaidista, pero habían tomado medidas para enfrentarse a un ataque inminente de los alemanes. Tito reforzó su guardia personal y se encerró en su cuartel general, situado a cuatro o cinco kilómetros del pueblo, en una gruta rodeada de ametralladoras y armas antiaéreas ligeras. Las misiones aliadas se trasladaron por precaución a Potoci, una pequeña población al este de Drvar. En el pueblo las fuerzas partisanas estaban formadas por un batallón de infantería, otro de ingenieros, un grupo de unos ciento cincuenta reclutas del cercano centro de entrenamiento de Sipoulyani y otras unidades menores, además de tres tanques italianos Fiat Ansaldo L6/40 capturados.

En la noche del 24 al 25 de mayo, mientras los paracaidistas abordaban los Junkers y planeadores, las columnas terrestres alemanas se pusieron en marcha en dirección al valle de Unac. Hacia las siete menos diez de la madrugada los primeros paracaidistas se lanzaron sobre el objetivo. Tratando de evitar bajas por el fuego desde tierra, se arriesgaron en un salto a muy baja altura. El SS-Hauptsturmführer Rybka fue uno de los primeros en llegar al suelo. Rápidamente los paracaidistas aseguraron las áreas de aterrizaje de los planeadores. Casi todos tomaron tierra en los puntos previstos, pero sufrieron muchas bajas por el fuego antiaéreo de los partisanos. De los treinta planeadores, solo uno, el que transportaba al líder del grupo Greifer, se estrelló lejos de la zona de aterrizaje.

Los seis planeadores que transportaban al grupo Panther aterrizaron en los lugares previstos, en las cercanías del cementerio de Drvar, donde, según la información de inteligencia, estaba el cuartel general partisano. Pero en realidad este se encontraba en el otro extremo del pueblo, a varios kilómetros de distancia. Los grupos Greifer, Sturmer y Brecher tampoco encontraron las misiones aliadas donde se suponía que tenían que estar. El objetivo que tenía que atacar el grupo Draufgänger, en teoría la central telefónica, resultó ser la sede del Partido Comunista de Yugoslavia. El edificio tuvo que ser destruido con explosivos para acabar con la tenaz resistencia de los defensores. Pese a que casi toda la información con la que contaban había resultado ser errónea, los paracaidistas cumplieron con su misión lo mejor que pudieron, y hacia las nueve de la mañana Drvar estaba en poder de los alemanes. Rybka estableció su cuartel general en el cementerio, y sus hombres comenzaron a registrar la población casa por casa en busca del mariscal yugoslavo. Mientras, los partisanos que habían abandonado el pueblo se concentraban al norte, en las inmediaciones de la cueva. Rybka supuso acertadamente que su objetivo se encontraba en aquella dirección y disparó una bengala roja para reunir a sus fuerzas y lanzar un ataque. El asalto terminó en una masacre, con los partisanos acribillando a los paracaidistas que trataban de alcanzar sus posiciones casi sin contar con ninguna protección natural. Por si fuera poco, los reclutas de Sipoulyani se sumaron a la batalla en el momento justo, atacando por un flanco a los alemanes y obligándoles a retirarse. A media mañana Rybka ordenó un segundo ataque, que fracasó igualmente.

La situación de los paracaidistas se había vuelto crítica. Un contraataque de los partisanos expulsó a los alemanes de las cercanías del cuartel general de Tito. Rybka escudriñaba el cielo esperando ansiosamente la llegada de la segunda oleada de paracaidistas. Al fin, hacia el mediodía llegaron los Junkers con doscientos hombres al mando del SS-Hauptsturmführer Obermeier. Los paracaidistas sufrieron muchas bajas durante el descenso y al tomar tierra. Los Stukas alemanes les sobrevolaban tratando de darles cobertura durante el salto, pero no eran muy efectivos contra los guerrilleros que disparaban ocultos entre las rocas.

Contando con las tropas recién llegadas, Rybka decidió arriesgarlo todo en un tercer ataque. Con una gran cantidad de bajas, los paracaidistas tomaron al asalto las posiciones de los defensores y se enzarzaron con ellos en un terrible combate cuerpo a cuerpo. Durante la lucha Rybka fue herido en un brazo por la metralla de una granada. Cuando al fin consiguieron alcanzar la cueva en la que se encontraba el cuartel general de Tito, encontraron el lugar vacío. Lo único que pudieron capturar fue un uniforme nuevo del mariscal yugoslavo. Tito había huido después del primer ataque, descolgándose con una cuerda desde la entrada de la cueva hasta el río. Acompañado de varios de sus ayudantes llegó a Potoci, donde se reunió con los oficiales de las misiones aliadas. El grupo se trasladó a una pista de aterrizaje en Kupresko Polje. Desde allí un avión soviético llevaría al mariscal a Bari, en Italia. Más tarde, Tito instalaría temporalmente su cuartel general en la isla de Vis, en el mar Adriático.

Con Rybka herido, el mando de los supervivientes recayó en el SS-Hauptsturmführer Bentrup. Los paracaidistas se replegaron bajo la presión de los partisanos y organizaron una defensa provisional en torno al cementerio, esperando la llegada de las tropas croatas del Kampfgruppe Willan, de la 373ª División de Infantería, encargadas de cubrir su retirada. Al anochecer los croatas aún no habían aparecido. En toda la región los partisanos estaban atacando las columnas motorizadas que se dirigían al valle, ralentizando su avance. Bentrup consiguió que un Fieseler Storch aterrizase cerca de su posición y evacuase a Rybka, cuyo estado estaba empeorando rápidamente (pasaría varios meses recuperándose de sus heridas en un hospital de Praga). Poco después los yugoslavos atacaron el cementerio con fuego de mortero y los paracaidistas tuvieron que retirarse y refugiarse en un gran aserradero que había en las afueras del pueblo. Por la noche la defensa se reorganizó y los alemanes resistieron un ataque tras otro de los partisanos hasta que finalmente abandonaron Drvar amparándose en la oscuridad. Un pequeño grupo de paracaidistas aislado en una granja no recibió la orden de retirada, y tras una tenaz resistencia fue reducido por los partisanos hacia la medianoche.

La mañana del 26 de mayo el batallón de reconocimiento de la Prinz Eugen contactó al fin con los paracaidistas que se retiraban de Drvar. La operación Rösselsprung había terminado. Los alemanes afirmaron haber destruido el cuartel general de Tito y haber causado 6.000 bajas al enemigo. Por su parte, los yugoslavos admitieron 200 muertos, 400 heridos y 60 desaparecidos. Las pérdidas alemanas ascendieron a 213 muertos, 881 heridos y 59 desaparecidos, casi todos ellos del 500 SS-Fallschirmjäger-Bataillon. Al final de la batalla, de los aproximadamente 1.000 hombres que formaban el batallón, tan solo quedaban 15 oficiales, 81 suboficiales y 196 soldados en condiciones de seguir combatiendo. Un precio demasiado alto a cambio de un uniforme:


Fuentes principales:
http://www.feldgrau.com/fall500.html
http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?p=660160
http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%A9ptima_Ofensiva_Antipartisana

3 comentarios:

  1. No era un caramelo pertenecer a semejante batallón. Por eso se explica cómo reclutaban a sus componentes.
    Un saludo.

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    1. Eran carne de cañón, pero al mismo tiempo formaban una unidad de élite, imbuida del espíritu de cuerpo que suelen tener este tipo de unidades.
      Un saludo.

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