Cuando a los alemanes se les prohibió comer salchichas


Durante la Primera Guerra Mundial los alemanes creyeron tener en los zeppelines el arma perfecta para contrarrestar la superioridad naval británica. Gracias a los trabajos del conde Ferdinand von Zeppelin en los años anteriores, al comienzo del conflicto Alemania estaba a la vanguardia mundial de esta tecnología y disponía de un buen número de aeronaves y tripulaciones experimentadas. Los raids aéreos contra Londres y otras ciudades del sur de Inglaterra se convirtieron en un arma psicológica que trataba de quebrar la moral británica, aunque finalmente no fueron tan decisivos como esperaban los estrategas alemanes. Las primeras incursiones se realizaron ya a finales de 1914, y se mantuvieron durante más de dos años. Al principio los zeppelines eran difíciles de derribar. Pese a su apariencia frágil, era tal la cantidad de gas que contenían que unos cuantos balazos no les hacían el menor daño. En 1917 los británicos desarrollaron varios tipos de munición incendiaria que sí era efectiva contra los dirigibles, obligando a los alemanes a acabar con los raids. Hasta ese momento, unos 1.500 británicos habían muerto en los bombardeos de los zeppelines.

En la fabricación de los dirigibles se utilizaban grandes cantidades de tripa de vaca, usada para construir las células que contenían el hidrógeno. Para un solo zeppelin se precisaban los intestinos de 250.000 animales. Aquella enorme demanda hizo que las tripas de vaca se convirtiesen en un material estratégico y que se prohibiese su uso en otras industrias, como la de la fabricación de salchichas. Así, según una investigación realizada para un documental de la televisión británica, las populares bratwürste llegaron a ser temporalmente ilegales en los Imperios Centrales y los países controlados por ellos, estando obligados los carniceros a entregar al gobierno los intestinos de todos los animales que mataban.

Foto: http://www.regionaltypische-spezialitaeten.de/Bayerns-Beste:_:14.html

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