Mercancías a la deriva

Mucho antes de que la USAAF iniciase la campaña de bombardeos masivos en las islas metropolitanas de Japón, la guerra de la U.S. Navy contra las comunicaciones navales enemigas en el Pacífico había comenzado a dañar gravemente la capacidad de producción de la industria japonesa. Los ataques continuos de su flota de submarinos o de las fuerzas aéreas a los mercantes y el sembrado masivo de minas navales en las rutas de abastecimiento habían logrado a comienzos de 1945 cortar casi totalmente las comunicaciones del archipiélago japonés con su todavía extenso imperio e interrumpir la llegada de materias primas básicas para mantener su esfuerzo bélico. Las dramáticas pérdidas de navíos mercantes no podían ser compensadas por los sobrecargados astilleros japoneses, y la escasez de petróleo hacía difícil que los barcos supervivientes pudiesen incluso salir de sus puertos. Aquella situación llevó al gobierno japonés a considerar las sugerencias de sus oceanógrafos, que afirmaban que se podían utilizar las corrientes marinas para el transporte de artículos de primera necesidad.

La corriente de Kuroshio (en español "Río Negro", llamada así por sus características aguas de color azul oscuro) es una fuerte corriente oceánica, no muy ancha y de aguas veloces, que recorre el Pacífico occidental. Partiendo desde Taiwan, continúa por las islas Ryukyu y las costas orientales del archipiélago japonés. Al igual que ocurre con la famosa corriente del Golfo en el Atlántico, la Kuroshio transporta aguas cálidas desde el trópico hasta las regiones frías del norte. La alta temperatura de sus aguas es la responsable de que existan arrecifes coralinos en Japón (los arrecifes de coral más septentrionales que existen en el mundo). La rama que se adentra en el mar de Japón, entre Corea y las costas occidentales japonesas, recibe el nombre de corriente de Tsushima.

Mapa de las corrientes marinas japonesas, donde se pueden ver los recorridos de las corrientes de Kuroshio y Tsushima:


En un principio la idea era utilizar la corriente de Tsushima para el transporte de mercancías entre la península coreana y las islas metropolitanas sin necesidad de consumir un combustible vital para otros usos ni de poner en riesgo los escasos navíos mercantes con los que todavía contaba Japón. Desde la antigüedad se sabía que muchos objetos dejados a la deriva en la costa del sur de Corea acababan en las playas de Honshu, la isla más septentrional del archipiélago japonés. Más tarde se pensó en hacer lo mismo desde Formosa aprovechando la corriente de Kuroshio. Después de la guerra, el NavTechJap (la Misión Técnica Naval en Japón, el departamento de la U.S. Navy creado para estudiar la tecnología naval nipona) tuvo acceso a los estudios realizados por los oceanógrafos japoneses. Los estadounidenses descubrieron que incluso se había logrado realizar una prueba con éxito, enviando un barco de madera de 200 toneladas desde Busan, en el sur de Corea, hasta Honshu. Los japoneses planeaban llenar bidones flotantes de metal (algunos de ellos equipados con radios para facilitar su localización) con cargamentos de soja de Manchuria y otros productos esenciales, y lanzarlos a la deriva desde el sur de Corea, Formosa o las Ryukyu, para recogerlos en Japón, a donde llegarían arrastrados por las corrientes de Tsushima y Kuroshio. El proyecto fue abandonado al final de la guerra.

2 comentarios:

  1. El tema de las corrientes marinas siempre ha dado juego a lo largo de la historia. Muchos navegantes aprovechaban ya desde antiguo ese potencial para desplazarse más rápidamente por los océanos. No es de extrañar que los japoneses pusieran sus ojos (rasgados) en una de ellas.
    Un saludo.

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    1. Así es, Cayetano. Las corrientes marinas han sido conocidas y utilizadas desde hace siglos por los pueblos marineros.
      Un saludo.

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