El portaaviones de hielo

Habacuc (Habakkuk para los anglosajones) es el nombre de uno de los profetas menores del Antiguo Testamento. En el Capítulo 1, Versículo 5 del Libro de Habacuc se dice: "Mirad a las gentes, contemplad, quedad estupefactos, atónitos; Voy a hacer Yo una obra en vuestros días que no creeríais si se os contara". Leyendo esto se comprende por qué Habacuc fue el nombre elegido para uno de los proyectos secretos más sorprendentes de los que se pusieron en marcha durante la guerra.

La historia comienza en 1942. Ese año los submarinos alemanes consiguieron sus cifras más altas de barcos aliados hundidos en el Atlántico. La falta de portaaviones de escolta y la poca autonomía de la aviación con base en tierra convertían la mayor parte del Atlántico en zona de caza para los submarinos germanos. Estados Unidos acababa de entrar en la guerra, y la producción de acero y la construcción de buques de guerra eran insuficientes para cubrir todas las necesidades. Además en esos momentos la producción naval estadounidense iba destinada prioritariamente a la lucha contra los japoneses en el Pacífico. Tras estudiar el problema los británicos llegaron a la conclusión de que era necesario encontrar un material que pudiese sustituir al acero en la construcción naval y que fuese barato y fácil de conseguir. La solución la dio un excéntrico científico (así se le consideraba, aunque no está claro cuál era su especialidad) e inventor inglés llamado Geoffrey Pike, que propuso utilizar hielo para construir grandes buques portaaviones. Aunque la idea al principio fue acogida con escepticismo, a finales de 1942 el gobierno de Churchill dio por fin luz verde al inicio de los trabajos bajo la dirección de Lord Mountbatten, comandante del Mando del Operaciones Combinadas. Había nacido el Proyecto Habacuc.

El equipo de Pike tuvo que descartar el hielo normal y corriente, demasiado frágil y quebradizo para utilizarlo como material de construcción de buques de grandes dimensiones. Tras muchas pruebas dieron con la solución cuando descubrieron que añadiendo serrín al agua en una proporción del 14% antes de congelarla el hielo resultante presentaba una dureza extraordinaria, mucho mayor que el hielo convencional. Resultaba además más maleable y fácil de trabajar. A ese material, el hielo combinado con serrín, se le bautizó con el nombre de pykrete (palabra formada por la combinación del nombre del impulsor del proyecto, Geoffrey Pike, y concrete, hormigón en inglés).

El proyecto estuvo a punto de terminar antes de tiempo cuando Mountbatten decidió darlo a conocer al Estado Mayor británico. Sabiendo que iba a ser difícil convencerles sólo con informes y datos, Mountbatten tenía preparada una espectacular escenificación de las propiedades del pykrete. Durante la reunión hizo entrar a la sala un hacha y dos bloques de hielo, uno normal y otro tratado con serrín. Como se esperaba, el capitán encargado de la demostración no fue capaz de partir a hachazos el bloque de pykrete, pero la sorpresa llegó cuando tampoco pudo con el otro. Ante tal fracaso, el oficial sacó su pistola y disparó al bloque de hielo normal, destrozándolo. Pero cuando a continuación disparó al de pycrete, la bala rebotó en el bloque y acabó incrustándose en la pared después de rozar el hombro del Jefe del Estado Mayor Imperial.

La presentación, aunque estuvo a punto de acabar en tragedia, convenció a todos, y los trabajos continuaron con fuerza durante unos meses más. El equipo se trasladó a unas instalaciones secretas en la península canadiense de Terranova, donde las temperaturas se mantenían bajo cero buena parte del año, y donde tenían a su disposición toda la madera, agua y hielo que necesitasen para hacer las pruebas.

Allí fue diseñado un gigantesco buque portaaviones, con un desplazamiento de dos millones doscientas mil toneladas, con una pista de aterrizaje de más de seiscientos metros de longitud y casi cien de anchura. Tendría una tripulación de 3.500 hombres y podrían operar en él hasta 200 aviones. Las paredes del buque serían de 12 metros de espesor, con un sistema de tuberías de refrigeración que mantendrían constante su temperarura en 15 grados bajo cero para evitar la fusión del hielo.

Representación del portaaviones de hielo junto a otro portaaviones convencional, que nos sirve para hacernos una idea de las dimensiones que habría tenido el buque:


Los resultados de los trabajos eran esperanzadores, pero con el tiempo los motivos por los que había nacido el proyecto Habacuc fueron desapareciendo. La producción de acero y la construcción de buques aliados no habían hecho nada más que crecer, ya no había la escasez de los primeros años de la guerra. Además la entrada en servicio de un gran número de portaaviones de escolta, el uso de aviones de gran radio de acción y el desarrollo de las defensas antisubmarinas hicieron cada vez más seguras las rutas del Atlántico. En Europa la debilitada Luftwaffe ya no era rival para la aviación aliada, y no era necesario proteger los desembarcos en el continente con grandes portaaviones. Por todo ello, finalmente en abril de 1944 se decidió abandonar el proyecto. Se calculaba que aún faltaban dos años para finalizarlo y que costaría la friolera (nunca mejor dicho) de 70 millones de dólares. Demasiados recursos cuando la guerra se acercaba a su final y la construcción naval aliada había crecido hasta niveles impensables sólo dos años antes.

Poco antes de que se diese por finalizado el proyecto los técnicos completaron la construcción de una maqueta. En marzo de 1944 un "mini-Habacuc" de 18 metros de largo fue botado en el canadiense lago Patricia bajo una cubierta de madera, simulando una casa flotante para ponerlo a salvo de miradas indiscretas. El barco de hielo aguantó allí todo el verano siguiente, demostrando que el sistema de refrigeración interna podía haber funcionado. Pero con el paso de los meses los bloques de pykrete acabaron fundiéndose cuando se abandonó totalmente su mantenimiento. Sus restos todavía hoy los pueden visitar los submarinistas en el fondo del lago.

Dos fotografía tomadas durante la construcción de la maqueta con bloques de pykrete:

Jesús Hernández: Las cien mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial
http://www.darkroastedblend.com/2007/12/giant-iceberg-aircraft-carrier.html
http://en.wikipedia.org/wiki/Project_Habakkuk


1 comentario:

  1. Me he quedado de piedra sobre todo al ver la imagen comparando el Habacuc con otro portaaviones. Con esa pista tan enorme se podrían meter incluso Lancasters en él.
    Si no recuerdo mal, el buque de mayor tamaño de la IIGM fue el Yamato; hubiese estado genial una imagen comparativa entre el Yamato y el Habacuc, aunque leyendo el artículo, seguramente ganaría el segundo de calle.
    Gracias por pasarme el enlace en el otro artículo, Nonsei

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