La incursión japonesa en el Índico

A comienzos de 1942 los japoneses completaron todos sus objetivos en su ofensiva relámpago en el sudeste asiático y el Pacífico. En diciembre de 1941 habían dado un duro golpe a la Flota del Pacífico estadounidense con el ataque por sorpresa a Pearl Harbor, y habían casi acabado con la presencia de la Royal Navy en Extremo Oriente después de que su aviación con base en Indochina hundiese el acorazado Prince of Wales y el crucero de batalla Repulse. En febrero de 1942, en un intento de conservar la isla de Java en su poder, los aliados habían reunido una poderosa fuerza naval, formada por unidades estadounidenses, holandesas, británicas y australianas, para atacar a la flota de invasión japonesa. La batalla del Mar de Java, el mayor enfrentamiento naval desde Jutlandia, fue un desastre para los aliados. Enfrentados a una fuerza similar de la Marina Imperial, los buques aliados fueron destrozados por los torpedos de los cruceros y destructores japoneses. Se perdieron dos cruceros, tres destructores y 2.300 hombres, por un único destructor dañado en el otro bando. Al día siguiente los aliados perdieron otros dos cruceros con 1.680 hombres en la Batalla del Estrecho de la Sonda, sin pérdidas para los japoneses. Los transportes que llevaban a las fuerzas de invasión hacia Java, el objetivo principal de la flota aliada, ni siquiera fueron localizados. El resultado para los aliados en el conjunto de combates navales en torno a la isla de Java fue desastroso: perdieron los cinco cruceros con los que contaban y cinco de sus nueve destructores.

En marzo la Marina Imperial estaba invicta. Todos sus objetivos primarios se habían cumplido, y con pérdidas insignificantes había infringrido terribles derrotas a las marinas aliadas. El Estado Mayor de la Marina decidió entonces enviar el grueso de sus fuerzas al Océano Índico. En el golfo de Bengala se encontraba ya una escuadra japonesa bajo el mando del almirante Ozawa compuesta por el portaaviones ligero Ryujo, seis cruceros y cuatro destructores, enviada con la misión de atacar el tráfico mercante aliado hacia la India. La fuerza de Ozawa logró hundir 23 mercantes, a los que había que sumarles otros 5 víctimas de submarinos. El 26 de marzo el almirante Nagumo partió de las Célebes con una poderosa fuerza naval de cinco portaaviones de escuadra (Akagi, Hiryu, Soryu, Shokaku y Zuikaku), cuatro acorazados, tres cruceros y ocho destructores, con rumbo al Índico para enfrentarse a la flota británica con base en Ceilán. En total, entre las escuadras de Ozawa y Nagumo, en el Índico se encontraba en ese momento lo mejor de la Marina Imperial, lo que por cierto no fue aprovechado por los estadounidenses, que se mantenían a la defensiva en el Pacífico. Los británicos, por su parte, conocieron la salida de la flota japonesa gracias a la descodificación de las comunicaciones enemigas.

Imagen de la cubierta del Zuikaku en abril de 1942, durante su misión en el Océano Indico:

zuikaku
En marzo de 1942 el Jefe de Estado Mayor de la Royal Navy, Sir Dudley Pound, puso al mando de la Flota de Oriente al almirante Somerville. La mayor parte de la Flota de Oriente, con base en Ceilán, estaba formada por buques veteranos de la Primera Guerra Mundial, claramente en desventaja con la moderna Marina Imperial Japonesa. Además de una veintena de destructores y cinco cruceros, la Flota de Oriente contaba con tres portaaviones: el Hermes, el Indomitable y el Formidable. Estos dos últimos eran modernos portaaviones de cubierta blindada, aunque sus aviones eran muy inferiores a los de la aviación naval japonesa. El Hermes, en cambio, el primer portaaviones puro de la historia de la Royal Navy (botado en 1919) era un anticuado buque que sólo era utilizado para labores auxiliares, como la lucha antisubmarina. La conquista de Ceilán permitiría a los japoneses hacerse con una de las puertas de las rutas hacia la India y Australia, además de un importante productor de caucho (Malasia ya había caído), y complicaría enormemente la defensa de Birmania. Sin embargo, Londres consideraba que la pérdida de la flota tendría consecuencias aún más catastróficas que la pérdida de la isla. Por ello Somerville recibió unas instrucciones muy claras: había que proteger la flota a toda costa. Si era necesario tendría que sacrificar Ceilán. Somerville decidió retirar sus buques de Colombo y ponerlos a salvo en el atolón de Addu, en las Maldivas. Allí, fuera del alcance de la aviación naval japonesa, esperarían la oportunidad de buscar una batalla nocturna cuando los japoneses atacasen Ceilán.

En realidad los japoneses no tenían intención de conquistar Ceilán. Su objetivo era hacer una incursión al estilo de la de Pearl Harbor para destruir la flota británica que tenía su base en el puerto de Colombo. La invasión de la isla de Ceilán habría requerido de más recursos de los que disponían en ese momento. La oposición del Ejército Imperial a retirar tropas de China y destinar más recursos a la expansión en Asia y el Pacífico impidió a la Marina poner en marcha planes más ambiciosos.

La noche del 4 de abril un hidroavión de reconocimiento PBY Catalina del 413º Escuadrón de la RCAF, pilotado por el Jefe de Escuadrón Leonard Birchall, descubrió la flota japonesa a 400 kilómetros de Colombo. Tuvo el tiempo justo para informar por radio antes de ser derribado por un Zero del portaaviones Hiryu. El 5 de abril los japoneses lanzaron el ataque aéreo contra el puerto de Colombo, dirigido por el comandante Fuchida, el mismo que había mandado el ataque a Pearl Harbor. Pero Somerville ya había puesto a salvo la mayor parte de la flota. Sus buques más modernos y rápidos se habían retirado a Addu. El viejo Hermes permanecía en Ceilán, pero a causa de unos problemas mecánicos había sido enviado al puerto de Trincomalee, al norte de la isla, escoltado por el destructor australiano Vampire. Dos cruceros pesados, el Dorsetshire y el Cornwall, habían abandonado el puerto al darse la alarma para reunirse con la flota de Somerville en las Maldivas. En el ataque aéreo los japoneses hundieron dos buques que permanecían en Colombo, el mercante armado Hector y el viejo destructor Tenedos. La RAF reivindicó el derribo de 18 aviones enemigos, aunque los registros japoneses demuestran que sólo perdieron cinco aparatos. Por su parte 27 aviones británicos fueron derribados. Horas después, hacia el mediodía, un hidroavión japonés de reconocimiento avistó al Dorsetshire y al Cornwall dirigiéndose hacia el oeste. Los dos cruceros fueron atacados por casi cien aviones japoneses. En apenas veinte minutos ambos buques fueron hundidos. Murieron 424 hombres.

El Dorsetshire y el Cornwall atacados por la aviación japonesa:


Somerville tuvo noticia del hundimiento de los dos cruceros y supuso erróneamente que la flota japonesa se dirigía hacia las Maldivas para buscar el grueso de las fuerzas británicas. En realidad Nagumo había cambiado de rumbo para dirigirse al norte, al puerto de Trincomalee. Cuatro días después, a las 7 de la mañana del 9 de abril, los aviones japoneses iniciaron el ataque a Trincomalee. El Hermes no se encontraba en puerto. Había salido con su escolta (el HMAS Vampire, la corbeta Hollyhock y dos petroleros de escuadra) para ponerse a salvo del raid. Sin buques a los que atacar, los japoneses se centraron en destruir las instalaciones portuarias y los depósitos de combustible. Catorce aviones británicos fueron derribados, por once japoneses. Hacia las 9 de la mañana el Hermes fue localizado cuando regresaba a puerto. Nagumo envió 70 bombarderos contra él. En pocos minutos el Hermes recibió 40 impactos de bomba y se hundió junto con 307 hombres. Sus acompañantes, el Vampire, el Hollyhock y los dos petroleros, fueron también hundidos. Afortunadamente, el buque hospital Vita llegó rapidamente al lugar de la batalla y pudo rescatar a 590 marineros.

Hundimiento del Hermes:


El 22 de abril la escuadra japonesa recibió la orden de regresar a casa. Aunque Somerville había puesto a salvo la mayor parte de la Flota de Oriente, la incursión japonesa en el Índico podía considerarse de nuevo un espectacular éxito de la Marina Imperial. Sin embargo, en ese tiempo había tenido lugar el raid de Doolittle. Inesperadamente un portaaviones estadounidense había logrado acercarse lo suficiente al archipiélago japonés como para lanzar un ataque aéreo sobre Tokio. A partir de entonces el Estado Mayor de la Marina volvería a centrarse en el Océano Pacífico.

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