La larga travesía del I-8

Las misiones Yanagi ("sauce" en japonés) fueron una serie de intercambios de tecnología y materiales estratégicos entre Alemania y Japón realizados por medio de submarinos de gran autonomía. Los japoneses utilizaron en ellas sus grandes submarinos transoceánicos, inicialmente los del tipo B-1, con 14.000 millas de autonomía en superficie y con capacidad de transportar un hidroavión de reconocimiento. La idea de utilizar submarinos para mantener un canal de comunicación que permitiese la transferencia de tecnología entre los dos países curiosamente no fue de ningún marino. Fue el mariscal alemán Von Manstein quien se lo propuso al embajador japonés en Berlín.

La primera misión Yanagi comenzó en abril de 1942, cuando el submarino japonés I-30 partió de Kure con un cargamento de mica, goma laca y caucho. En agosto llegó a la base naval de Lorient, en Francia. El viaje de regreso lo hizo transportando máquinas de cifrado Enigma, torpedos alemanes y equipo electrónico. El I-30 estuvo a punto de completar su misión, pero, después de atravesar con éxito el Atlántico y el Índico, el 13 de octubre de 1942 se hundió tras chocar con una mina al salir del puerto de Singapur, cuando comenzaba la última etapa de su viaje (y la menos peligrosa).

El I-30 escoltado por buques de guerra alemanes a su llegada a Lorient:


Esta fotografía tiene un detalle curioso. Si veis alguna otra foto de un submarino del Tipo B-1, como esta de la Wiki, os llamará la atención la llamativa protuberancia de varios metros de largo que tiene sobre la cubierta, delante de la vela. Se trata del hangar estanco en el que se guardaba el hidroavión de reconocimiento del submarino. Sorprendentemente, en la foto del I-30 en Lorient, publicitada por la propaganda alemana, el hangar parece haber desaparecido. En realidad siempre estuvo allí, pero se ve que a los japoneses no les hacía gracia que todo el mundo supiese que sus submarinos oceánicos contaban con hidroaviones, así que la imagen fue retocada por la censura militar y el hangar fue borrado de la fotografía.

Para la segunda misión Yanagi, al año siguiente, el escogido fue el submarino I-8, del tipo J-3, al mando del capitán Shinji Uchino. Además de los 100 hombres que componían la tripulación propia del submarino, para el viaje de ida embarcaron también el capitán Sadatoshi Norita y otros 49 hombres, que a su llegada a Francia iban a formar la tripulación del U-1224, un submarino alemán de clase IXC/40 que había sido cedido a los japoneses (entraría en servicio en la Marina Imperial con la denominación RO-501). Otros pasajeros eran cuatro traductores especialistas en códigos, un oficial medico y un oficial experto en motores de lanchas torpederas. Además el I-8 partió de Japón con una carga compuesta por dos torpedos Tipo 95 "Lanza Larga" y los planos para construir los tubos lanzadores, un sistema de achique automático y un nuevo tipo de avión de reconocimiento. Embarcar a tanta gente tuvo su mérito. Si hay algo que no sobra en el interior de un submarino es el espacio. Aumentar la tripulación en más de un cincuenta por ciento, además de la carga, para una travesía de varios meses, tuvo que suponer la desaparición de las pocas comodidades que pudiesen tener tripulantes y pasajeros. El capitán Norita y sus hombres tuvieron que acomodarse en la sala de torpedos. Pocos buques en la historia de la navegación submarina se merecieron más el apelativo de “lata de sardinas”.

El I-8 zarpó de Kure el 1 de junio de 1943 en compañía del I-10 (otro submarino del tipo A-1) y el buque nodriza Hie Maru. Inicialmente su destino era la base naval de Lorient. El 11 de junio llegaron a Penang, la base de la flota submarina japonesa en el Indico. Allí, después de descargar el hidroavión de reconocimiento para hacer sitio, cargaron quinina, estaño y caucho. El 27 de junio zarpó de Penang. El 8 de julio repostó por última vez de un buque japonés, el I-10, y continuó en solitario hacia el Atlántico.

El 20 de agosto el I-8 se encontró al sur de las Azores con el submarino alemán U-161. En medio de un temporal los alemanes instalaron en el sumergible japonés un radar Metox 600A (conocido como “cruz de Vizcaya”). Uchino recibió instrucciones de dirigirse a Brest en lugar de Lorient. Tres operadores de radio del sumergible alemán embarcaron en el I-8 para acompañarles hasta la base francesa. Después el U-161 continuó su viaje hacia las costas del Brasil (nunca llegaría allí, por lo que los tres hombres embarcados en el I-8 se convirtieron en los únicos supervivientes de la última patrulla del U-161).

Desde el 29 de agosto, cuando se adentró en el Golfo de Vizcaya, el I-8 fue escoltado por aviones Ju-88 y lanchas torpederas alemanas que lo guiaron a través de los campos de minas hasta el puerto de Brest, donde arribó el 31 de agosto de 1943. Allí fue recibido por el almirante Theodor Krancke, comandante del "acorazado de bolsillo" Admiral Scheer y jefe del Grupo de Operaciones Navales del Oeste.

La tripulación del I-8 forma en cubierta a su llegada al puerto de Brest:


Submarinistas japoneses y alemanes confraternizando durante el desayuno:


Durante su estancia en Francia la tripulación del I-8 pudo visitar París. El capitán Uchino fue recibido por el Grossadmiral Karl Dönitz, comandante en jefe de la Kriegsmarine. La visita del submarino japonés fue muy utilizada por la propaganda de Goebbels. Era presentada como la prueba de que había submarinos japoneses operando en el Atlántico, tal como afirmaba la prensa alemana.

El 5 de octubre de 1943 el I-8 zarpó de Brest para iniciar su viaje de regreso a Kure. La carga que transportaba era una variada muestra de la mejor tecnología armamentística alemana: un montaje cuádruple de 20mm antiaéreo Flakvierling, seis Rheinmetall-Borsig MG131 de 13mm con munición, un motor naval para patrulleras Daimler-Benz, cronómetros navales, sonares y un radar Rótterdam-Gerät, miras para bombardeos en picado y en horizontal, torpedos eléctricos y penicilina. Además embarcó a varios pasajeros: el contralmirante Tadao Yokoi, agregado naval japonés en Berlín, el capitán de navío Sukeyoshi Hosoya, agregado naval en Francia, tres oficiales navales alemanes, un comandante del Ejército y cuatro técnicos especialistas en sonares y radares.

El 13 de noviembre, a la altura de Ciudad del Cabo, el capitán Uchino recibió un mensaje de radio en el que se le ordenaba no hacer escala en Penang y dirigirse a Singapur para reunirse con el I-29, el submarino que iba a comenzar la siguiente misión Yanagi. El 5 de diciembre el I-8 llegó a duras penas al puerto de Singapur, con el combustible prácticamente agotado. Allí, antes de seguir camino hacia Japón, le fue desmontada la Cruz de Vizcaya para instalarla en el I-29. El I-8 arribó al puerto de Kure el 21 de diciembre de 1943, después de un viaje de 30.000 millas, convirtiéndose en el primer submarino japonés en completar una misión Yanagi. Sería el único en conseguirlo (el I-29 también regresó de su misión, pero en su caso tan solo tuvo que llegar hasta el Canal de Mozambique, donde tenía una cita con un submarino alemán para intercambiar sus cargamentos).

Fuentes:
http://www.de1939a1945.bravepages.com/japon/004yanagi.htm
http://en.wikipedia.org/wiki/Japanese_submarine_I-8
http://www.combinedfleet.com/I-8.htm


7 comentarios:

  1. Toda una peripecia por su duración y por su dificultad.
    Por cierto, esos alemanes y esos japoneses compartiendo mesa y conversación, ¿se enterarán de algo de lo que comentan los otros?
    Un saludo.

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  2. Lo dudo. Si fuese hoy hablarían en inglés, el idioma de su enemigo común en aquellos tiempos. Ironías del destino.
    Un saludo.

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  3. Y antes hubiera sido tal vez en francés, y antes tal vez en latín, pero en 50 años ¿será chino mandarín?, por que en español, ni todos juntos, damos la puntada.

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  4. Me temo que en 50 años seguirá siendo el inglés.
    Un saludo, Heitai.

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  5. Hace tiempo me contaron que, en los últimos días de la guerra en Europa, las tropas norteamericanas capturaron en una base alemana un submarino nazi que estaba a punto de partir hacia Japón, llevando documentación y materiales relativos al proyecto nuclear alemán. Al parecer su intención era que los japoneses concluyeran el trabajo, pero no les dió tiempo. No se si es una historia real o una leyenda urbana.

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    1. Creo que te refieres al U-234, aunque no fue capturado en Alemania. El final de la guerra en Europa le sorprendió en el Atlántico, de camino hacia Japón, y puso rumbo a los Estados Unidos para rendirse. Llevaba entre otros materiales estratégicos con destino a Japón media tonelada de óxido de uranio. Eso ha hecho que aparezca en muchas historias conspirativas sobre lo avanzados que estaban los programas atómicos alemanes y japoneses, y sobre lo útiles que fueron los materiales capturados por los estadounidenses para su propio programa atómico.
      Es una historia bastante confusa, y no está claro el uso que le iban a dar los japoneses, pero la verdad es que el óxido de uranio que transportaba el submarino era totalmente inútil para su uso en una bomba, la cantidad de uranio enriquecido que se puede sacar de él habría sido insignificante, y no hay pruebas de que llevase nada más relacionado con la industria atómica.
      Sobre la investigación atómica japonesa:
      http://nonsei2gm.blogspot.com.es/2010/07/la-investigacion-atomica-japonesa.html

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  6. OK, muchas gracias por la aclaración.

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