La idea de que vas a morir y, al mismo tiempo, la de que eres inmortal son dos ideas típicas del ser humano. Siempre puedes pensar: alguien quedará para contarlo, ¿por qué no yo? Una idea se combate con otra, con la que te indica que de allí no sale vivo nadie. Incluso al final pensábamos que los SS arrasarían el campo. Yo era un privilegiado, trabajaba bajo techo, lo que no era poco; fuera había más posibilidades de que un imbécil te pegara. Aunque nunca sabes lo que la gente puede aguantar físicamente. He visto españoles bajitos, débiles en apariencia, que luego resistían, y a nórdicos que se hundían prontísimo. Moralmente sí que sabes quiénes son los que mejor resisten; son los que tienen ideales, sean religiosos o políticos. El creyente y el comunista era el que mejor aguantaba, mucho mejor que el agnóstico y el escéptico. Y es triste porque éstos son personajes mucho más simpáticos. Pero eso es en la vida normal. En situaciones de emergencia resiste mejor el que tiene un ideal. Aunque luego descubra que todo es una farsa.
(Jorge Semprún, en una entrevista para El País Semanal, publicada el 5 de junio de 1994)
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