En la bañera de Hitler


Elizabeth “Lee” Miller nació en 1907 en Poughkeepsie, una pequeña ciudad del estado de Nueva York. Su padre era un apasionado de la fotografía, una afición que transmitió a sus hijos ya desde muy jóvenes. Posiblemente el estar habituada a posar para su padre desde que era una niña ayudó a Lee a iniciar una breve pero exitosa carrera en el mundo de la moda cuando tenía diecinueve años. En poco tiempo se convirtió en una de las modelos más cotizadas de Nueva York, llegando a ser portada de la revista Vogue. Pero en 1929 Lee decidió dejarlo todo y marcharse a París para hacer realidad su sueño de convertirse en fotógrafa artística. Allí consiguió que Man Ray la aceptase como ayudante. Man Ray era un polifacético artista (escultor, pintor...) por aquellos años interesado especialmente en la fotografía. En los años de entreguerras París era la capital mundial de las vanguardias artísticas. Convertida en alumna, amante y musa de Man Ray, Lee se integró en el movimiento surrealista parisino. Su círculo de amistades estaba formado por personajes como Pablo Picasso o Jean Cocteau.

Su vida entre 1933 y 1938 es la prueba de hasta qué punto Lee Miller era un espíritu inquieto: Primero abandonó París para regresar a Nueva York y montar su propio estudio fotográfico con la ayuda de su hermano. Al poco tiempo lo dejó cuando se casó y se fue a vivir a Egipto, el país de su marido. De nuevo lo abandonó todo (marido incluído) para volver a París, y finalmente se trasladó a Hampstead, Londres, junto al que años después se convertiría en su segundo marido, el coleccionista y crítico de arte Roland Penrose.

Cuando estalló la guerra Lee vivía en Londres. Ignorando los ruegos de sus familiares para que regresase a los Estados Unidos, decidió quedarse en Inglaterra e iniciar una nueva carrera como reportera gráfica. Comenzó haciendo reportajes fotográficos sobre los efectos del blitz en Londres para la revista Vogue (conocía a su fundador, Condé Nast, desde su época de modelo). En diciembre de 1942 consiguió del Ejército de los Estados Unidos una acreditación de corresponsal de guerra. Asociada al fotógrafo freeland norteamericano David E. Scherman, Miller acompañó a las tropas aliadas a través de Francia y Alemania desde el verano de 1944 hasta el final de la guerra. Llegó a Francia menos de un mes después del Día D. En el asedio de Saint-Malo Lee fotografió los efectos de una nueva arma que se estaba utilizando allí por primera vez y que décadas después se haría trístemente famosa: el napalm. También fue testigo de la liberación de París y la batalla por Alsacia. En Alemania presenció la liberación de los campos de concentración de Buchenwald y Dachau.

El 30 de abril de 1945, el mismo día que visitaron Dachau (y el día que Hitler se suicidó en su bunker de Berlín), Miller y Scherman entraron en Munich con la 45ª División de Infantería estadounidense. Esa noche les dieron alojamiento en un edificio de apartamentos en el 27 de la Prinzenregentplatz. Aparte de estar medio en ruinas, era un edificio de aspecto totalmente normal. Hasta que no estuvieron dentro no supieron que iban a disfrutar nada menos que de la residencia muniquesa de Adolf Hitler. Se alojaron allí durante tres días.

La primera noche que pasaron en el apartamento de Hitler, Scherman fotografió a Lee dándose un baño:


La fotografía de Miller en la bañera de Hitler fue publicada en la prensa estadounidense. El pie de foto del New York Times decía: "Una imagen del Führer se mantiene en equilibrio en el borde de la bañera, una estatua clásica de una mujer está situada frente a ella en un tocador; Lee, en la bañera, inescrutable como siempre, se frota el hombro. Una mujer atrapada entre el horror y la belleza (...)".

La foto no gustó. A muchos les pareció una imagen demasiado frívola en medio de tanta tragedia, otros en cambio la interpretaron como una gratuita e inoportuna demostración de poder absoluto de los vencedores sobre los vencidos. Lee Miller rehuyó las polémicas. Rara vez habló de la fotografía, y cuando lo hizo fue para decir que su única pretensión había sido quitarse de encima el olor de Dachau.

Fuentes:
http://iconicphotos.wordpress.com/2010/01/07/lee-miller-in-hitlers-bathtub/
http://demons.swallowthesky.org/post/12850819070/elizabeth-lee-miller-lady-penrose-23-april
http://es.wikipedia.org/wiki/Lee_Miller
http://hannah-romeo.blogspot.com.es/2011/03/lee-miller-muse-to-man-ray-and-many.html


6 comentarios:

  1. En aquellos decisivos días para algunos era una imagen frívola, algo comprensible dada la mentalidad de los años 40; pero para muchos es el triunfo de la vida frente a la muerte, el triunfo de la libertad frente a la sinrazón, el triunfo de la gente corriente frente al líder todopoderoso. En todo caso, una idea ocurrente darse un baño en el apartamento de Hitler, con su retrato presente.
    Un saludo.

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  2. En realidad no sé si querían simbolizar algo o no, aunque no creo que el retrato de Hitler estuviese allí por casualidad.
    Un saludo, Cayetano.

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  3. Puede que todo partiera, con la genuina intención de tomar un baño... en la foto se ven las huellas de las botas, y estas están bastante sucias, y se nota que las tenía puestas desde hace un buen tiempo, por la forma que tienen.

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  4. Eso no lo dudo. Me atrevería a asegurar que Miller se habría dado el baño con o sin foto.
    Un saludo, Heitai.

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  5. En cierto modo ahora es como las fotos de los marines sentados en el sofá de Hussein con los pies sobre su mesa.

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  6. Sí, a mí me recuerdan las escenas de la serie Hermanos de sangre en las que los soldados norteamericanos están en la bodega de Hitler bebiéndose su vino.

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