Anécdotas de la guerra aérea (III)

- El Junkers Ju 87 Stuka fue sin duda el gran protagonista de la guerra aérea en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. Era un bombardero en picado biplaza que como avión de ataque a tierra se convirtió en pieza clave de la Blitzkrieg alemana. La primera acción de guerra fue el ataque de una escuadrilla de Stukas al puente de Tczew, sobre el Vístula, a las 4h34' de la madrugada del 1 de septiembre de 1939, once minutos antes del comienzo oficial del conflicto. El primer avión derribado en la guerra fue un caza PZL P 11 polaco pilotado por el capitán Mieczyslaw Medwecki, sobre Cracovia, hacia las 5h15' del 1 de septiembre. El avión fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora instantes después de despegar, cayó a tierra y se incendió. Medwecki murió instantáneamente. Sorprendentemente, su verdugo no fue otro caza, sino un Stuka tripulado por los sargentos Frank Neubert y Franz Klinger.

- El 28 de julio de 1945 un bombardero B-25 Mitchell de la USAAF, en vuelo de Boston a Nueva York, perdió el rumbo al entrar en un banco de niebla y se encontró de repente volando entre los rascacielos de Manhattan. Durante unos angustiosos segundos voló en zigzag, tratando de esquivar los edificios, hasta que finalmente se estrelló contra el Empire State. El avión impactó entre los pisos 78 y 79, abriendo un boquete de seis metros de diámetro en la fachada y provocando un gran incendio. Era sábado y la mayoría de las oficinas estaban vacías, por lo que el número de víctimas no fue muy alto. Hubo catorce muertos, entre los que se encontraban los tres tripulantes del avión. El piloto era el teniente coronel William Smith, un veterano con dos años de experiencia de combate en Europa. Le acompañaban su copiloto y un mecánico de la Fuerza Aérea de permiso que había pedido viajar con ellos hasta Nueva York para visitar a sus padres.

- El capitán Jean Maridor era un piloto de caza francés del 91º Escuadrón de la RAF. Era un auténtico especialista en derribar con su Supermarine Spitfire las bombas volantes V1 que los alemanes lanzaban contra Inglaterra desde sus bases en Francia y Holanda. El 3 de agosto de 1944, durante una de estas misiones de interceptación, el capitán Maridor descubrió una V1 en rumbo directo contra el hospital de Benenden, en el sureste de Inglaterra. Trató de golpearla con el extremo del ala para desestabilizarla y hacerla caer en picado (una técnica muy peligrosa pero muy utilizada por los cazadores de bombas volantes). Al no conseguirlo, en el último momento se posicionó a toda velocidad detrás del misil y abrió fuego con las ametralladoras. A esa distancia no había posibilidad de huir de la explosión, que alcanzó de lleno al caza. El sacrificio de Maridor había salvado al hospital.

- El 19 de junio de 1944 el portaaviones japonés Taihō lanzó un ataque contra la flota estadounidense en Saipan. Un bombardero en picado Suisei, tripulado por el alférez Sakio Komatsu y el artillero Mannkichi Kunitsugu, volaba en círculos esperando a que despegase el resto de la fuerza de ataque, cuando el piloto divisó las estelas de varios torpedos dirigiéndose directamente contra el portaaviones. Actuando instintivamente, se lanzó en picado, tratando de interponerse entre el casco de su buque y los torpedos. El avión se estrelló justo delante del primero y provocó su detonación. Pese a que su maniobra había alarmado a la tripulación, el Taihō no pudo esquivar todos los torpedos. Uno de ellos impactó cerca de la proa. Los daños no parecían graves, y el portaaviones siguió navegando con normalidad, pero varias horas más tarde una gigantesca explosión provocada por los gases del combustible de aviación derramado lo hizo saltar por los aires. La inmolación de Sakio Komatsu no había salvado al Taihō.

- El teniente de la VVS Ivan Chisov era piloto de un bombardero Ilyushin Il-4. Un día de enero de 1942 su formación fue atacada por cazas alemanes. Su avión resultó dañado gravemente, y Chisov se vio obligado a saltar a una altura de 22.000 pies (6.700 metros). Como seguía la lucha en torno a él, decidió no abrir el paracaídas hasta quedar por debajo del nivel de los combates y fuera de la vista de los cazas. Pero mientras caía perdió el conocimiento y no pudo tirar de la cuerda de apertura del paracaídas. Milagrosamente Chisov sobrevivió a la caída. Aterrizó en una pendiente cubierta de nieve y se deslizó rodando hasta el fondo. Veinte minutos más tarde recobró el conocimiento. Había sufrido lesiones en la columna y una fractura de pelvis, pero se recuperó en pocos meses.

- El sargento Alan Magee servía como artillero en un bombardero B-17 de la USAAF. El 3 de enero de 1943, mientras volaba en una misión de bombardeo diurno sobre el puerto francés de Saint Nazaire, su avión fue alcanzado por el fuego antiaéreo, perdiendo su ala derecha y comenzando a caer en espiral. Cuando Magee salió de su torreta vio que su paracaídas estaba completamente destrozado. Decidió saltar sin él, a una altura de 6.700 metros. Durante la caída perdió el conocimiento. Cayó sobre el techo de la estación de ferrocarril de Saint Nazaire. La estructura, de aluminio y vidrio, se flexionó y amortiguó su caída lo suficiente como para que Magee pudiese sobrevivir al golpe, aunque sufrió múltiples heridas. Su brazo derecho estaba prácticamente cortado, tenía daños renales y heridas en un pulmón, los ojos y la nariz. Fue capturado por los alemanes y liberado al terminar la guerra.

- El sargento Nick Alkemade era artillero de cola en un bombardero Avro Lancaster de la RAF. La noche del 23 al 24 de marzo de 1944, de regreso de una misión de bombardeo sobre la cuenca del Ruhr, su formación se vio envuelta en un combate con aviones Ju-88. Su avión fue alcanzado y comenzó a caer envuelto en llamas. Cuando Alkemade salió de su torreta vio que su paracaídas estaba ardiendo. Prefirió saltar sin él a morir abrasado dentro del avión. Estaba a una altura de 5.500 metros. Cayó sobre un bosque de pinos, y tuvo la suerte de que las ramas de los árboles fueron aminorando la velocidad de su caída hasta que aterrizó encima de una capa de nieve que cubría el suelo. Alkemade, que había perdido el conocimiento durante la caída, despertó sin ninguna herida grave, tan solo con un tobillo roto. Pasó el resto de la guerra prisionero de los alemanes.

- Cuando los cazas de combate empezaron a alcanzar habitualmente velocidades superiores a los 400 Km/h, las posibilidades de abandonar el avión en caso de derribo o accidente disminuyeron considerablemente. El piloto podía quedarse atrapado si la presión del viento le impedía abrir la carlinga. Además, en vuelos a baja altura el paracaídas no tenía tiempo de abrirse por completo. Para solucionarlo, unos ingenieros alemanes diseñaron el asiento catapultable. Al tirar de una palanca se desprendía el plástico de la carlinga y al mismo tiempo se activaba una carga explosiva que lanzaba el asiento hacia arriba. Una vez en el aire, un pequeño cohete lo elevaba aún más antes de que se abriese el paracaídas del piloto y este se separase del asiento para iniciar el descenso. El 13 de enero de 1942 el piloto de un Heinkel He 280 llamado Schenk fue el primero en salvar la vida gracias al nuevo invento.

- El 19 de abril de 1945 el comandante Terry Spencer, del 350º Escuadrón de la RAF, participaba con su Spitfire en un ataque a un destructor alemán en la bahía de Wismar, en el Báltico. Su avión fue alcanzado cuando atacaba al buque con cohetes en vuelo rasante. El piloto salió catapultado y milagrosamente su paracaídas se abrió a tiempo de salvarle la vida. Se calcula que estaba a nueve metros de altura. Por este episodio Terry Spencer figura todavía en el Libro Guinness de los Récords como el superviviente al salto en paracaídas a menor altura de la historia.

- El 7 de octubre de 1944 cinco cazas a reacción Me 262 del Kommando Nowotny despegaron de Achmer en una misión de interceptación de una fuerza de bombarderos estadounidenses. Era la primera vez que un grupo de Me 262 entraba en combate. Los reactores eran muy vulnerables en el momento del despegue, debido al tiempo que necesitaban para alcanzar la velocidad de combate. El teniente Urban Drew, del 361º Grupo de Caza de la USAAF, vio dos Me 262 ganando altura bajo él y picó contra ellos con su P-51 Mustang. Los alcanzó cuando aún estaban acelerando y derribó ambos aviones sin mucha dificultad. Un tercer reactor caería posteriormente en un enfrentamiento con los cazas de escolta. La primera misión del Kommando Nowotny concluyó con la pérdida de tres de los cinco aviones y la muerte de uno de los pilotos. El comienzo de la aviación de caza a reacción no pudo ser menos prometedor.

- Se suele considerar a Kurt Welter el mayor as de caza a reacción de todos los tiempos. Volando con un Me 262 en una unidad de caza nocturna, reclamó el derribo de al menos veintisiete De Havilland Mosquito entre enero y abril de 1945. En realidad parece que fue uno de los casos de overclaiming más espectaculares de la Luftwaffe. Comparando sus reclamaciones con los registros de pérdidas de la RAF, tan solo se pudo confirmar el derribo de tres Mosquitos. Otros continúan siendo dudosos, y muchos son evidentemente falsos, como los tres Mosquitos que dijo haber derribado la noche del 21 de febrero o los dos del 18 de abril (en ambas fechas, los británicos no perdieron ningún Mosquito sobre Alemania). Welter sobrevivió a la guerra. Murió en marzo de 1949 en un accidente de automóvil.

- El 9 de abril de 1945 Hans Mutke despegó del campo de aviación de Lagerlechfeld, la escuela de vuelo de Messerschmitt en Baviera, para un vuelo de entrenamiento a gran altitud en un Me 262, el primer caza a reacción operativo de la historia. Cuando había alcanzado una altura de 12.000 metros, escuchó por la radio a su instructor avisando de que un Mustang estadounidense se acercaba a ellos. Mutke descendió a toda potencia del motor. En medio del picado el Me 262 comenzó a vibrar. El temblor de hizo más intenso hasta que el velocímetro alcanzó el límite de la escala y Mutke perdió el control del aparato. Tras una agónica lucha, consiguió reducir la velocidad y recuperar el control. Al aterrizar descubrió que su avión tenía las alas deformadas y que muchos remaches habían desaparecido. Multke aseguró ser el primer piloto de la historia en superar (accidentalmente) la barrera del sonido. Su afirmación es imposible de demostrar.

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