Ya he comentado en alguna ocasión lo fácil que es difundir involuntariamente historias falsas. Por muy absurda que parezca la historia, si te la encuentras escrita en una web con un mínimo de prestigio, y no digamos ya en un libro, tiendes a darle credibilidad. Sobre todo si piensas que de ella puede salir un buen post.
El episodio que voy a relatar es más que dudoso. Al menos yo no me creo que los hechos ocurriesen como los voy a contar. Aun así voy a contribuir a difundirlo, por dos razones: porque está relacionado con el Pervitin, el “estimulante” del que hablé en la entrada anterior, y porque la historia tiene su gracia.
Cuando el mariscal Badoglio firmó el armisticio, en septiembre de 1943, Italia todavía conservaba el archipiélago del Dodecaneso, frente a la costa turca del Egeo. Siguiendo las ordenes confusas y contradictorias que llegaban de Roma, las fuerzas italianas acabaron por rendirse a los británicos. Fue una decisión que no gustó nada a los alemanes. El archipiélago tenía una gran importancia estratégica, en especial dos de sus islas, Leros, donde estaba la principal base naval, y Kos, en la que había un importante aeródromo. Así que los alemanes se dispusieron a arrebatar las islas a sus antiguos aliados.
El asalto a Kos fue asignado al 800º batallón de asalto costero de la División Brandenburgo, la fuerza de operaciones especiales dependiente del Abwehr. Uno de los grupos de desembarco, al mando del teniente Langbein, tomó tierra al suroeste de la isla. Tras expulsar a los defensores italianos (que habían cambiado de bando pero no tenían mucho interés por la lucha) entraron en un pequeño pueblo. Allí, buscando a británicos o italianos ocultos, inspeccionaron unas cuevas que resultaron ser bodegas repletas de vino. En ese momento los alemanes se olvidaron de su misión y se lanzaron a dar buena cuenta del botín que acababan de capturar. Cuando Langbein encontró a sus hombres ya borrachos, y temiendo que un contraataque enemigo les sorprendiese en ese estado, les hizo tomar Pervitin para espabilarles, obligándoles a beber vino mezclado con pastillas molidas. La mezcla tuvo un efecto más fuerte del esperado. Los soldados alemanes se pusieron frenéticos, se quitaron los uniformes y se lanzaron como locos al asalto de las posiciones británicas. Los defensores vieron que se les echaba encima una avalancha de alemanes enloquecidos y huyeron despavoridos. Así se capturó el aeródromo. Aquella noche, tras la llegada de refuerzos, las fuerzas británicas e italianas que continuaban en el resto de la isla se rindieron y Kos quedó en manos alemanas.
Esta historia se repite en multitud de páginas en inglés y otros idiomas. No he podido confirmarla, pero tampoco he encontrado ninguna prueba de que sea falsa. En Deutsche Kommandotrupps 1939-1945, de Franz Kurowski, hay un relato bastante detallado del ataque a las islas del Dodecaneso. Según Kurowski, los Brandenburger desembarcaron en Kos el 3 de octubre. El ataque principal corrió a cargo de un grupo al mando del teniente Vollheim, que fue el que tomó el campo de aviación después de vencer la resistencia británica. Tras controlar el aeródromo, los alemanes comenzaron a recibir refuerzos por aire y completaron la ocupación de la isla al día siguiente. En las ocasiones en las que se encontraban con núcleos fuertes de resistencia, solicitaban apoyo aéreo. Las posiciones enemigas eran bombardeadas con precisión por los Stukas y a continuación asaltadas por los Brandenburger. En ningún momento se menciona al teniente Langbein, aunque es posible que estuviese al mando de un grupo distinto al del teniente Vollheim. Y puede que haya algo de verdad en la historia del vino y el Pervitin. Quizá fuese un episodio anecdótico, exagerado por algunos autores e ignorado por otros más “serios”.
Pero lo mejor está en un añadido a la historia que solo he encontrado en varias webs en español, como por ejemplo Exordio:
Por la acción del alcohol y del Pervitin, la piel de los Brandenburgers tomo una coloración verdosa, de ahí surgió el apodo de "diablos verdes". Al comienzo el alto mando pensó en tomar medidas disciplinarias drásticas, pero finalmente el asunto fue olvidado, no así el sobrenombre.
Esto sí que me parece totalmente increíble. Yo no sé mucho de drogas y sus efectos secundarios, pero eso de que uno adquiere una coloración verdosa cuando mezcla metanfetamina con alcohol... Tampoco es muy difícil de comprobar. Bastaría con darse una vuelta un sábado a altas horas de la madrugada por ciertas zonas de cualquier ciudad, y si eso es cierto sería fácil ver a más de un hombre-rana (un tío verde dando saltos). En cuanto a los "diablos verdes", por lo que yo sé ese era el apodo de los Fallschirmjäger (paracaidistas), no de los Brandenburger (en este caso, además, se trataba de una unidad especializada en asaltos anfibios), y, siguiendo el principio de la navaja de Ockham, me inclino a pensar que el origen del sobrenombre está en el color de sus chaquetas, más que en el de su piel.
A mí también me parece increíble. Eso de cambiar de color tras ingerir la mezcla explosiva, más parece sacado de un cómic de Astérix y sus pociones mágicas.
ResponderEliminarUn saludo.
Es verdad, Cayetano. Creo que has encontrado el origen de la historia.
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