Aprovechando que mañana es 1º de mayo voy a dedicar una entrada a uno de los líderes obreros más populares de la historia de España. Pero lo voy a hacer como me gusta a mí, hablando de un episodio controvertido con versiones para todos los gustos. Me refiero a Buenaventura Durruti y a su muerte en Madrid, "en extrañas circunstancias", en la madrugada del 20 de noviembre de 1936, después de recibir un disparo el día anterior durante una visita de inspección al frente de la Ciudad Universitaria (el entrecomillado es porque morir de un tiro en medio de una guerra en el fondo no tiene mucho de extraño).
Las incontables versiones sobre la muerte de Durruti, quitando las más propagandísticas (como que murió en su habitación tiroteado por pistoleros comunistas) coinciden más o menos en lo fundamental: cuándo, dónde y cómo. El 19 de noviembre, cuando se dirigía al sector del frente de la Ciudad Universitaria donde combatían los milicianos de la Columna Durruti, ordenó detener el coche al ver a un grupo de milicianos que parecía que abandonaban el frente. Les hizo dar media vuelta, y cuando iba a volver a subir al coche recibió un disparo en el pecho. La cuestión es de dónde vino la bala. La versión oficial de la CNT no fue, como se ha dicho muchas veces, que fue asesinado por los comunistas. Eso fueron rumores difundidos por la radio rebelde que muchos anarquistas estaban dispuestos a creer. Hay que comprender que venían de Cataluña y Aragón. En Madrid el movimiento anarquista no tenía tanta fuerza, y tuvieron que ver con desconfianza el poder que estaban consiguiendo los comunistas y su influencia en la Junta de Defensa. La versión de la CNT, que no estaba por el enfrentamiento con los comunistas, fue la de un disparo enemigo. En eso hay algunas variantes: una bala perdida proveniente de los combates en el Hospital Clinico, que se encontraba a unos 600 metros de distancia (en ese momento se combatía por él, con los pisos inferiores ocupados por los milicianos y los superiores por los rebeldes), una ráfaga de ametralladora también del Hospital, o un tirador apostado en algún edificio cercano. Sin embargo, cualquiera que pudo ver la cazadora de Durruti pudo apreciar las quemaduras en torno a la herida, un indicio de que el disparo había sido a quemarropa. Otra versión la difundieron los comunistas tiempo después: Durruti fue asesinado por sus propios compañeros cenetistas cuando anunció su intención de colaborar con las demás fuerzas republicanas, olvidando la revolución (incluso se llegó a decir que iba a pasarse al PCE). La última versión, difundida también por comunistas interesados en desacreditar a las milicias anarquistas, era que fue uno de los milicianos a los que Durruti pretendía obligar a volver al frente el que le disparó.
La versión del asesinato, tanto si fueron anarquistas como comunistas los autores, tiene difícil explicación. Durruti no seguía un itinerario prefijado, era imposible que el asesino estuviese esperándole en ese lugar. Por lo tanto tuvo que ser uno de sus acompañantes. Más o menos, con algunas variantes, siempre salen los mismos nombres: su chófer Julio Graves, dos antiguos colaboradores suyos, Antonio Bonilla y Miguel Yoldi, y el sargento José Manzana. Eran todos hombres de confianza de Durruti. Que uno de ellos fuese un agente comunista camuflado o un anarquista traidor y actuase delante del resto es casi imposible. Que estuviesen todos de acuerdo para matarle más aún (de hecho lo habrían hecho mejor, porque Durruti fue trasladado con vida a un hospital y tardó varias horas en morir).
Así que, como es casi imposible que estuviesen todos implicados, la única posiblidad que nos queda es la del disparo accidental. Aquí también hay dos variantes:
- Fue un disparo de su propia arma, y la CNT quiso silenciar el hecho, pensando que una muerte absurda pondría en peligro el mito en el que se había convertido Durruti. Por eso se lo achacaron a una bala enemiga.
- Fue un disparo del arma de alguno de sus acompañantes (se habla del sargento Manzana). Sus compañeros para protegerle se inventaron lo del francotirador enemigo.
Antonio Bonilla dijo muchos años después que él pensaba que el disparo había sido del naranjero de Manzana (qué frutal queda esto). Pero no llegó a segurarlo, ya que al parecer el momento le pilló a él apartado de los otros y distraído. También insinuó de alguna forma que pudo no haber sido accidental. José Manzana era un sargento de artillería que servía a Durruti como ayudante y una especie de consejero militar. No estaba afiliado a la CNT. La versión de Bonilla no parece muy fiable. En realidad no aclara mucho.
La pregunta que se plantea ahora es: si la causa de la muerte fue un disparo accidental de su propia arma ¿cómo se explica semejante negligencia de un hombre tan acostumbrado a manejar armas? ¿es que andaba por ahí con el arma en la mano y sin el seguro? Pues sí, porque no tenía más remedio. El arma de Durruti era un "naranjero", una copia del subfusil alemán MP-28 fabricada sin licencia en Valencia. El naranjero no tenía seguro. Es perfectame creíble que el arma se disparase al dar un golpe con la culata en el suelo, al agacharse para subir al coche, y el disparo alcanzase a Durruti en el pecho.
Ricardo Rionda, que estuvo en el Comité de Guerra de la Columna Durruti desde su formación y era uno de sus principales colaboradores, contó años después que todos los testigos coincidieron en que la muerte la había causado un disparo accidental del arma de Durruti. Pero al poco tiempo entre las filas anarquistas estaban circulando rumores de que Durruti había sido asesinado por los comunistas. Para acabar con todas las especulaciones y no levantar sospechas sobre su muerte (sin éxito, evidentemente) se decidió que la CNT tenía que emitir un comunicado en el que se explicase que Durruti había muerto por el disparo de un francotirador enemigo.
La muerte de un líder importante, carismático, emblemático para la causa de la revolución había que adobarla convenientemente y rodearla de una aureola épica: Durruti murió de un disparo enemigo en plena refriega. Una muerte por un disparo accidental, es decir: una muerte la mar de tonta, no era algo que conviniera difundir.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso desde sus propias filas. Por parte de la propaganda enemiga también se utilizó su muerte para sembrar dudas hablando de asesinato. Entre las dos versiones interesadas consiguieron convertir una muerte accidental en un misterio.
ResponderEliminarUn saludo.
En ningun momento, Durruti, quiso pasarse al bolchevismo. Los comunistas le rindieron un homenaje apoteotico, como heroe del comunismo, pero el en ningun momento se sintio bolchevique, era cenetista, anarcosindicalista, anarquista. Claro que paso tanto tiempo y los anarquistas cometieron tantos errores: ir a votar, formar parte de un gobierno, formar alianzas de tipo burocraticas con la generallitat, alianzas que lo fueron poniendo entre la espada y la pared. al final lister, ese miserable, les mando el ejercito rojo y los desarmo definitivamente en barcelona en mayo del 37. los anarquistas pudieron haber proclamado el comunismo libertario en barcelona y en madrid, cuando el gobierno huyo a valencia, pero no lo hizo y esos errores se pagan caro en una revolucion
ResponderEliminarLo que se paga caro es dar prioridad a la revolución cuando se está en medio de una guerra.
ResponderEliminarUn saludo.
Bueno, pues se le disparó. Ahora bien yo sólo soy un ignorante, pero un disparo a bocajarro deja una herida tan limpia?
ResponderEliminarBueno, yo no sé cómo era de limpia la herida. Solo sé que la bala le entró por el pecho y le salió por la espalda.
ResponderEliminar