La Brigada Takachiho: Paracaidistas japoneses en Leyte

A pesar del fracaso del ataque de la Unidad Kaoru el ejército japonés se decidió a hacer un nuevo intento de expulsar a los estadounidenses de los campos de aviación que habían capturado en Leyte. Se encomendó la misión a la 2ª Brigada de Asalto, una unidad formada a partir de la reorganización de las fuerzas paracaidistas del Ejército Imperial. Después de la campaña de las Indias Orientales Holandesas los regimientos de Asalto 1º y 2º se mantuvieron con una capacidad de combate muy disminuida hasta que en agosto de 1944 fueron finalmente disueltos y sus hombres transferidos a los recién formados regimientos de Asalto 3º y 4º. Con ambos regimientos se constituyó la 2ª Brigada de Asalto Aerotransportado “Takachiho” a las órdenes del general Kenji Tokunaga. El 25 de octubre, cuando los estadounidenses desembarcaron en Leyte, la 2ª Brigada de Asalto recibió orden de desplegarse en las Filipinas. El 3º Regimiento de Asalto, al mando del comandante Tsuneharu Shirai, dejó Japón a bordo del portaaviones Junyo el 30 de octubre, llegando a Manila el 11 de noviembre; el estado mayor de la Brigada llegó por avión el mismo día. El 4º Regimiento de Asalto, mandado por el comandante Chisaku Saida, embarcó en el transporte Akagisan Maru el 3 de noviembre y arribó a San Fernando, también en la isla de Luzón, el día 30. Los dos regimientos de la 2ª Brigada de Asalto se reunieron en Clark Field, al norte de Manila.

El nuevo ataque a los aeródromos de Leyte iba a ser una operación mucho más ambiciosa que el anterior intento del Destacamento Kaoru. El plan consistía en combinar un asalto aerotransportado con un ataque por tierra. Los paracaidistas de la 2ª Brigada de Asalto, con el apoyo de los hombres de la 16ª División del general Shiro Makino que ya se encontraba combatiendo en la región, ocuparían los tres campos de aviación de Burauen (los dos que habían sido objetivo de la Unidad Kaoru, Burauen Norte y Sur, además de otro nuevo aeródromo llamado San Pablo). Los atacantes recibirían el refuerzo de la 26ª División, al mando del general Tsuvuo Yamagata, que durante la noche cruzaría las montañas de Ormoc desde el este para unirse a ellos. El nombre en código que se le dio a la operación aerotransportada fue Te, mientras que la terrestre fue denominada operación Wa. Posteriormente se incluyeron en los planes otros dos campos de aviación llamados Dulag y Tacloban, que serían también atacados a petición del comandante del 3º Regimiento de Asalto, el mayor Shirai. En estos dos nuevos objetivos además del salto paracaidista se lanzaría un ataque similar al intentado por la Unidad Kaoru contra los aeródromos de Burauen: unos cuarenta hombres transportados en bombarderos pesados Tipo 100 (Nakajima Ki-49 Donryu, “Helen " para los aliados) atacarían los objetivos prioritarios (aviones estacionados y depósitos de combustible) con cargas de demolición, con la cobertura de los paracaidistas que saltarían de aviones de transporte Tipo 100 (Mitsubishi Ki-57 “Topsy”), que se enfrentarían a las fuerzas estadounidenses y atacarían las posiciones de los antiaéreos y cualquier otro objetivo que encontrasen.

Para la operación Te los hombres de los Regimientos de Asalto 3º y 4º se dividieron en cinco grupos. Los objetivos se repartieron así:

- Campo Buri (Burauen Sur): 204-260 hombres de los Regimientos de Asalto 3º y 4º en 17 transportes Tipo 100
- Campo Bayug (Burauen Norte): 72 hombres del 3º Regimiento en 6 transportes tipo 100
- Campo de San Pablo: 24-36 hombres del 4º Regimiento en 4 transportes tipo 100
- Campo de Dulag: 84 hombres del 4º Regimiento y 29 del 3º en 7 transportes y 2 bombarderos pesados tipo 100.
- Campo de Tacloban: 44 hombres del 4º Regimiento en 2 transportes y 2 bombarderos pesados.

La segunda oleada la formarían la 3ª Compañía y la compañía de armas pesadas del 3º Regimiento, y había una tercera oleada preparada con los 80 hombres restantes.

Hombres de la 2ª Brigada de Asalto Aerotransportado “Takachiho” preparan en torno a una maqueta el ataque a los campos de aviación de Burauen. El hombre de la izquierda tiene en su mano una fotografía aérea. Todos ellos llevan en su frente los tradicionales hachimaki, las cintas de tela anudadas en la cabeza:


6 de diciembre de 1944. El comandante Tsuneharu Shirai posa junto a un Ki-49 durante los preparativos del ataque:


Salto de paracaidistas del Ejército Imperial desde aviones de transporte Mitsubishi Ki-57 “Topsy”(1944):


Nada salió como estaba previsto en el plan. Inicialmente la fecha fijada para el ataque fue el 5 de diciembre, a pesar de que se les daba muy poco tiempo a las divisiones 16ª y 26ª para preparar la ofensiva. Sin embargo, fue la operación aerotransportada la que tuvo que aplazarse, a causa del mal tiempo. Las fuerzas terrestres no fueron informadas del aplazamiento, y comenzaron sus ataques como estaba previsto la noche del día 5. Ese día los aviones de transporte llegaron a Clark Field desde Formosa y fueron camuflados inmediatamente para protegerlos de los ataques aéreos de los estadounidenses. A las 15:40 del 6 de diciembre los 36 transportes y 4 bombarderos pesados comenzaron a despegar de Clark Field. A las 18:00 horas los aviones japoneses aparecieron sobre los campos de aviación a seteciento pies de altura y los paracaidistas comenzaron a saltar. Los pilotos de los aviones con destino a Burauen fueron confundidos por el fuego antiaéreo enemigo y la mayor parte de los paracaidistas que tenían como objetivos Buri y Bayug tomaron tierra en el campo de San Pablo. Únicamente 60 hombres al mando del comandante Shirai aterrizaron en Buri, el que tenía que haber sido objetivo principal. Todos los aviones que tenían como objetivos Dulag y Tacloban fueron derribados. Tan sólo 17 de los 36 transportes regresaron al campo de aviación de Lipa, la mayor parte de ellos dañados por el fuego antiaéreo. El día siguiente ocho aviones de transporte y dos bombarderos despegaron de Lipa llevando a los paracaidistas de la segunda oleada, pero el mal tiempo les obligó a abortar el salto. Debido al avance en Ormoc de las divisiones 1ª de Caballería y 77ª de Infantería estadounidenses se cancelaron los posteriores vuelos a Burauen. La fuerza de ataque japonesa iba a ser por tanto considerablemente inferior a lo previsto en los planes iniciales.

El área de Burauen estaba defendida por la 11ª División Aerotransportada del general Joseph M. Swing, que había desembarcado en Leyte el 18 de noviembre para reforzar al XXII Cuerpo de Ejército. Las unidades de la división se encontraban muy dispersas por toda la región. Eran aprovisionadas por aire, por medio de 35 aviones monomotor L-4 que les lanzaban los abastecimientos en paracaídas. La dispersión de las fuerzas enemigas y sus dificultades de abastecimiento favorecerían a los atacantes japoneses, pero por otro lado éstos tuvieron la mala suerte de encontrarse enfrente a las tropas de la 11ª Aerotransportada: los japoneses esperaban contar con el efecto sorpresa que causaría entre los defensores el asalto paracaidista, pero los hombres del general Swing (paracaidistas como ellos) veían ese tipo de operaciones como algo natural y no les iba a sorprender lo más mínimo que el enemigo saltase sobre ellos.

Los paracaidistas recibieron la ayuda de unos 300 hombres de la 16ª División de Infantería que salieron de la selva al norte de Buri. En Bayug los paracaidistas no consiguieron tomar el campo, a pesar de que tuvieron que enfrentarse únicamente a unos 60 hombres del personal de tierra del aeródromo. Los japoneses les hicieron llamamientos para que se rindiesen, pero los norteamericanos resistieron durante toda la noche. También lo hicieron en San Pablo, donde tomaron tierra la mayor parte de las fuerzas japonesas. Aprovechándose de la sorpresa inicial los paracaidistas ocuparon gran parte del campo de aviación, destruyeron un buen número de aviones, quemaron varios depósitos de combustible e inutilizaron la pista. Pero cuando atacaron el cuartel general divisional de la 11ª Aerotransportada fueron rechazados, e incluso los hombres del 127º Batallón de Ingenieros, las únicas tropas estadounidenses que se encontraban en San Pablo, se atrevieron a lanzar un contraataque.

Al amanecer del día 7, el 674º Batallón de Artillería de Campaña, llegado desde la cabeza de playa, se unió al 127º de Ingenieros, luchando como infantería, y al anochecer los norteamericanos habían asegurado gran parte del área norte de los campos de aviación. El 8 de diciembre, después de perder la mitad de sus hombres, el comandante Shirai abandonó Buri para dirigirse a Bayug con la esperanza de unirse al resto de la fuerza, pero no encontró a nadie allí. Eran los últimos que resistían. Los hombres de Shirai regresaron a Buri, pero al ser conscientes de que el segundo escalón no iba a apoyarles optaron por retirarse por tierra hacia el oeste. El 18 de diciembre lograron unirse con fuerzas de la 28ª División. Las operaciones de limpieza continuaron en la zona de Burauen hasta el día 11. A ellas se sumaron una compañía de planeadores de la 11ª Aerotransportada, una compañía de la 111ª División de Infantería y blindados del 767º Batallón de Tanques. No hubo prisioneros. Es difícil saber cuántas bajas tuvieron los estadounidenses, porque intervinieron elementos de varias unidades distintas. Se perdieron 11 aviones de enlace y otros muchos resultaron dañados, lo que dificultó por un tiempo el abastecimiento aéreo a las unidades estadounidenses de primera línea.

El 7 de diciembre los estadounidenses desembarcaron cerca de Ormoc. Para hacer frente al desembarco los japoneses tenían en la zona unos 1.700 hombres, aunque en su mayor parte pertenecientes a unidades auxiliares. El 4º Ejército del Aire decidió enviar como refuerzo a lo que quedaba del 4º Regimiento de Asalto Aerotransportado. Entre el 8 y el 14 de diciembre 481 paracaidistas saltaron sobre el campo de aviación de Valencia, 9 millas al norte de Ormoc, para unirse a las tropas japonesas en la zona. Los primeros hombres, petenecientes a la 1ª compañía del 4º regimiento, saltaron el día 8, y ese mismo día lanzaron un ataque contra una colina en poder de los estadounidenses al este de Ormoc. Tomaron la colina, pero tuvieron que soportar a continuación un intenso fuego de artillería que les causó gran cantidad de bajas, entre ellas el comandante de la compañía, el teniente Takakuwa. Por la noche los supervivientes se retiraron y se unieron a los 350 hombres del 12º Regimiento Independiente de Infantería, conocido como la Unidad Imabori, la única fuerza de combate que tenían los japoneses en la zona.

El día 9 el mal tempo impidió nuevos saltos. El 10 el comandante Saida, el oficial al mando del regimiento, saltó con 84 hombres de la 3ª Compañía. El día siguiente un batallón estadounidense atacó con la cobertura de un poderoso bombardeo artillero. Cuando la situación de los defensores era crítica fueron salvados por los 70 hombres de la 3ª Compañía paracaidista, al mando del teniente Akashi, que lograron aproximarse a las fuerzas enemigas avanzando a rastras a través de un arrozal para pillar por sorpresa a los estadounidenses y les obligaron a retirarse. La compañía perdió la tercera parte de sus hombres. El propio teniente Akashi desapareció en el combate (tan sólo fue encontrada su espada). Después de esta acción los paracaidistas se limitaron a atrincherarse y mantener sus posiciones defensivas, aunque durante las noches realizaban pequeñas incursiones con el objetivo de robar alimentos y destruir municiones y combustible. Finalmente el 16 de diciembre la defensa japonesa cedió y las fuerzas estadounidenses pudieron seguir avanzando hacia Valencia.

El 20 de diciembre el 35º Ejército ordenó a los supervivientes de la defensa de Ormoc retirarse a las montañas de Canquipot. Cuando llegó allí el comandante Saida con apenas un centenar de hombres se reencontró con Shirai, el comandante del 3º Regimiento, al mando de un puñado de supervivientes del ataque a Burauen. Otros pequeños grupos de paracaidistas se les fueron uniendo también en las semanas siguientes. En los meses de enero y febrero la exigua fuerza se fue debilitando a causa de los continuos ataques enemigos, las enfermedades y el hambre.

El 17 de marzo el comandante Saida, el capitán Ohmura y los 76 paracaidistas supervivientes recibieron la orden de escoltar al Estado Mayor del 35 Ejército del general Suzuki hasta la costa para embarcar rumbo a Cebu. Se vieron obligados a abandonar a los heridos, y perdieron muchos hombres durante la marcha. Sólo fueron a recogerles dos de las cuatro lanchas previstas, por lo que tuvieron que dejar en tierra a la mitad de sus hombres. Ninguno de los paracaidistas que quedaron en Leyte sobrevivió a la guerra. Las dos barcazas alcanzaron Tabogon, en el norte de Cebu. Cuando los norteamericanos desembarcaron en Cebu el Estado Mayor del 35 Ejército volvió a escapar, usando canoas de remos de los nativos, y nuevamente escoltado por el comandante Saida y sus paracaidistas (apenas una veintena). El comandante Saida y un puñado de supervivientes llegaron a Mindanao en junio de 1945. Era lo que quedaba de las fuerzas paracaidistas del Ejército Imperial.

Fuentes:
Rottman/Takizawa: Japanese Paratroop Forces in Worl War II (Osprey)
http://www.pacificwrecks.com/airfields/philippines/san_pablo/12-07-44/index.html


3 comentarios:

  1. Aunque nadie duda de la superioridad americana, los soldados japoneses, duros y obedientes, fueron un hueso muy duro de roer. Su sentido del deber y su capacidad para el sacrificio e incluso la inmolación están fuera de duda.
    Un saludo.

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  2. Sí, la guerra en el Pacífico fue una guerra sin cuartel. Los japoneses eran soldados con un sentido del deber y una capacidad de sacrificio como ningún otro en la historia moderna. Eso muchas veces iba también en su contra. Después de todo el objetivo de un ejército tiene que ser la victoria, no encontrar una muerte gloriosa, y es mejor una retirada a tiempo que una carga suicida.
    Un saludo.

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  3. Soy Paracaidista; tengo 59 años; cual no es mi sorpresa enterarme ahora de es que el Ejército Imperial tenía "Paracas" No es que no pudiera o que.., en fin. NO comprendo cómo no se me ocurrió antes este hecho.
    Sobre su capacidad. Bueno Dejemos una cosa clara ¿es muy normal que te tires de un avión a no se que metros de altura? Bien. Si tenemos en cuenta lo anterior, el paracaidista es duro por naturaleza, si a eso le añadimos el ser nipón en aquellos momentos, ahora también, ¿que podemos en contrar?

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