En la entrada que dediqué a la Operación Alsos mencioné al barón Von Ardenne y las historias que circulan sobre la bomba atómica nazi. Sorpendentemente hay mucha gente que cree en ellas. Y es que uno de los mitos más persistentes de la Segunda Guerra Mundial es el de las Wunderwaffen, las "Armas Maravillosas". Fue una invención del Ministerio de Propaganda de Goebbels para tratar de mantener la moral de los combatientes y de la población cuando todos los frentes se desmoronaban y la guerra estaba ya prácticamente perdida. Prometían que se estaban poniendo a punto unas nuevas armas que cuando entrasen en acción iban a suponer un vuelco en la situación bélica e iban a dar la victoria a Alemania.
Muchas armas se han identificado desde entonces con estas Wunderwaffen. Algunas de ellas llegaron a entrar en servicio y no supusieron ningún cambio significativo en la relación de fuerzas, como los cazas a reacción Me-262, o incluso podrían considerarse una carga para el esfuerzo de guerra alemán, como los misiles balísticos V-2 (reconociendo que fueron un gran avance tecnológico). Otras ya son especulaciones sin ninguna base o directamente cuentos de ciencia-ficción: bombas atómicas, bombarderos orbitales, platillos volantes... Hay quien considera cualquier dibujo en un papel, o cualquier diseño sin ninguna posibilidad real de desarrollo en su época, como un ejemplo del ingenio de los "científicos nazis" (por cierto confundiendo a menudo ciencia con ingeniería, que no son exactamente lo mismo).
También es cierto que el régimen nazi tendía a dar apoyo a ideas disparatadas, y que esos cuentos de ciencia-ficción pueden estar basados en proyectos auténticos. Se puede pensar que cuando la situación bélica se volvió crítica eran intentos hasta cierto punto comprensibles de buscar el milagro, pero también la propia naturaleza del régimen facilitaba que ese tipo de proyectos pudiesen tomarse en serio. La estructura del poder era caótica, las grandes personalidades del régimen acaparaban cargos que a menudo no tenían ninguna relación unos con otros, y por debajo de ellos lo que había era una lucha por el poder en la que se utilizaba cualquier instrumento que pudiese servir para ganar influencia. Sólo en la Alemania de Hitler se entiende que el servicio de Correos pretendiese financiar un programa de investigación atómica (que no es precisamente un ejemplo de "idea disparatada").
El texto que va a continuación es parte de un artículo más extenso que trata sobre armas sónicas. En él se relatan los intentos de un excéntrico inventor austriaco llamado doctor Zippermeyer por desarrollar un arma antiaérea eficaz basada en técnicas no muy ortodoxas. Lo he traducido lo mejor que he podido, y sirve de ejemplo de lo que estoy contando, primero que es cierto que en la Alemania nazi cualquier investigación "no convencional" podía encontrar apoyo en el régimen, y segundo que es casi imposible separar los hechos reales de los mitos que circulan sobre este tipo de investigaciones:
Cualquier discusión de armas sónicas tiene que competir con un enorme volumen de desinformación que circula por Internet. Como un científico indicó: "uno no puede evitar la impresión de que la mayor parte de lo que se ha escrito sobre armas acústicas está basado en rumores y malentendidos". Las discusiones sobre el tema invariablemente llevan a los sospechosos habituales de las teorías conspirativas (Tesla, los nazis, los proyectos de investigación “negros” de los militares de Estados Unidos) dando datos vagos, o francamente contradictorios, sobre nombres y fechas.
Dejando aparte las informaciones de despiste sobre los programas secretos alemanes de armamento en la Segunda Guerra Mundial, es seguramente verdadero que los científicos bajo el régimen de Hitler estuvieron implicados en proyectos que cubren más o menos cada área concebible de armamento (los más conocidos eran las armas V y los aviones a reacción como el Me-163 y el Me-262), pero la inteligencia aliada, hacia el final de la guerra, había destapado una serie enorme de proyectos mucho más extraños, cuyo desarrollo se había visto animado por la aproximación no centralizada y caótica a la investigación que había en Alemania. En palabras de un informe de inteligencia contemporáneo americano: "Había más nociones de un chiflado de conseguir apoyo político de lo que nosotros nos habríamos imaginado”. Algunos de los proyectos más excéntricos parecen sido originados por un investigador austriaco llamado Doctor Zippermeyer, cuya respuesta al feroz bombardeo aéreo aliado del Reich fue experimentar tanto con el viento como con el sonido como armas potenciales antiaéreas.
Uno de sus dispositivo fue el Windkanone o “Cañón Tornado”, que se propuso para producir torbellinos artificiales generando explosiones en una cámara de combustión y dirigiéndolos contra el objetivo por inyectores especialmente diseñados. Los experimentos con un pequeño cañón supuestamente rompieron tablones a una distancia de 200 yardas (183 m), y se construyó uno a tamaño real. Por suerte para los aviones británicos y americanos, era imposible reproducir el efecto a gran altitud y el proyecto fue desechado. El enorme casco del “Cañón Tornado” fue descubierto oxidado y abandonado por las perplejas fuerzas Aliadas en el campo de pruebas de artillería de Hillersleben en abril de 1945.
La experimentación con las propiedades destructivas de sonido era un curso lógico para Zippermeyer, cuyos laboratorios también trabajaron sobre el Luftkanone o “Cañón Sónico”, que quemaba metano y aire para producir una serie rápida de explosiones que eran emitidas por “espejos sónicos” en el cielo; el ruido resultante era un tono agudo que, aparentemente, se había mostrado como mortal para animales en distancias cercanas e incómodo para seres humanos a 300 yardas (274 m). En última instancia, el “Cañón Sónico” fracasó por las mismas limitaciones que había mostrado el “Cañón Tornado” (la imposibilidad de conseguir efectos destructivos lo suficientemente altos como para en realidad atacar un objetivo volante).
Para demostrar la confusión que rodea todo el tema, otras historias hablan de un “Cañón Sónico” diseñado por un tal Doctor Richard Wallauschek, un “Arma de Vórtice” atribuido a un Doctor Zimmermayer y un “Cañón de Viento” construido en Stuttgart que supuestamente fue empleado defensivamente en un puente sobre el Elba. La mayor parte de estas historias no tienen referencias, y todas parecen ser variantes más o menos imaginativas sobre los dispositivos de Zippermeyer.
Lo que cuenta al final del cañón que defendía el puente sobre el Elba es una historia que circula por ahí. No me atrevería a decir que es falsa, pero o bien el cañón nunca fue usado por cualquier motivo o bien falló en el momento de la verdad, porque de haber funcionado estoy seguro de que sabríamos algo más del tema.
Eso sí, si queréis saber qué aspecto tenía el supuesto Windkanone de Zippermeyer no es difícil encontrar una foto:
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